Partida Rol por web

No.

Respondo de forma neutra, sin rabia ni pena, con simple decisión. Me acerco a la celda donde ella se encuentra y me quedo mirándola desde la puerta, sin atreverme a acercarme más.

No hasta que te diga lo que he venido a decir... -Aparto la mirada, avergonzado- Me fui del comedor sin ti, sin despedirme, sin decir nada. Estaba enfadado. Celoso de los gestos que compartías con Makoto. Ni siquiera me di cuenta de que faltabas, cuando él apareció por el pasillo. Luego discutió con Rina, también él. Y me di cuenta de que algo raro pasaba. -Vuelvo a mirar hacia ella, pero no directamente, sino con la vista en el suelo- Sea lo que sea que creas haber visto, no es verdad. Era la canción, esa negra cabrona haciendo uso de algún poder contra nosotros. Yo... no haría nada como eso, creas lo que creas ahora mismo.

Lanzo un suspiro, apesadumbrado, temiendo que todo esto pueda ser un punto de inflexión en nuestra relación, algo que se quede ahí entre nosotros haciendo daño como una astilla entre la piel, avanzando poco a poco hacia el interior.

No me iré, no te dejaré sola en un lugar como éste, pero quédate el tiempo que necesites. Estaré en las escaleras...

Me doy la vuelta y me aparto de la celda con los hombros hundidos, alejándome con el corazón en un puño.

Escuché un rotundo NO, poco antes de que se dejara ver, situándose frente a mí; pero guardando las distancias. No me dio lugar a réplica, comenzando a contarme lo que deseaba aclarar, aunque sin mirarme.

Por un momento temí lo que quisiera decirme, no imaginaba qué podía correr tanta prisa, ¿Acaso lo hablado con Himiko? Pero decidí escucharle, y es que cuanto antes me contara aquello antes se iría, y así no correría ningún riesgo.

Pero al escucharle todo fue quedándome claro. Aún así terminó por decirme claramente lo que mi cabeza había empezado a hilar. Había pensado que aquellos celos sólo me habían afectado a mí, pero no, como mínimo había afectado a cuatro personas. Descubrir eso hizo que mi enfado aumentara, pero la última frase de Ben me descolocó.

¿No creerá que…?

Lanzó un suspiro, diciéndome que no se iría sin mí, que me esperaría en las escaleras, comenzando a alejarse después visiblemente decaído.

-¡E-espera! – grité, tratando de impedir que se alejara más – N-no es lo que piensas. Yo… No sabía que también había afectado a los demás. No quería volver a perder el control, volver a crear ese “dolor de cabeza” sin yo quererlo, así que quise apartarme por si acaso… - mi rostro se mostró aún más triste. - No puedo arriesgarme a que eso se me vaya de las manos, o a que Himiko lo perciba. – miré abajo un momento, recordando lo que esta había dicho que haría si volvía a tener un lapsus como aquel. – Temí que los celos volvieran a desperar “eso”, y ahora, el enfado… - volví a apretar el puño que tenía del todo bien. – Sólo quiero tranquilizarme antes de volver, que estés a salvo por si acaso… - dije volviendo a fijar mi vista en el suelo. - Vete Ben, por favor, hazlo por mí. - le pedí mirándole a los ojos.

Me detengo al oír su voz, apremiándome a esperar. Lo hago, con un nudo en la garganta, y me explica sus verdaderos motivos para estar aquí abajo, en una fría celda. No se trata de que se haya enfadado conmigo y se haya ido para no verme. A pesar de todo, de lo que pueda haber pensado de mí, de lo que esa malnacida le ha hecho creer, aún así ha estado velando por mí.

Liz...

Apoyo una mano en la entrada de la celda, cansado. Cansado de los avatares, los disgustos y las luchas internas. ¿A qué más debemos hacer frente? ¿Por qué más debe pasar alguien tan bueno como ella? Puedo soportar sufrir yo, ser humillado y apartado. Puedo soportar lo que me echen, si hace falta.

Pero no esto, no a ella.

¿Y estarás más tranquila quedándote aquí sola, en esta fría y húmeda celda...? -Pregunto entrando en la celda, mirándola a los ojos con gesto triste- ¿...o dejando que te abrace, y que pasemos este mal trago... juntos?

Esperaba haber sido suficientemente clara y que Ben hubiera comprendido mis razones, que cogiera y se fuera de allí, por mí y por él. Pero no, aquello no sucedió, y me lanzó una pregunta mientras entraba en la celda, ahora sí, mirándome a los ojos.

Cómo estaría más tranquila…

No quería que eso fuera así, no en este momento en el que podía dañarle, pero la verdad era que Benjamin siempre me ayudaba a tranquilizarme; aquel era otro de sus poderes, una de las habilidades de la parte humana de Ben.

-Juntos… - respondí acercándome despacio, algo avergonzada por mi comportamiento; aunque aún insegura por la decisión tomada. – Como prometimos. – me abracé a él de repente, hundiendo mi cara en su pecho, y apretándole con fuerza contra mí.

Por momentos, toda mi seguridad se hunde en arenas movedizas, temiendo que mi pregunta caiga en una negativa fruto del miedo. Un miedo al que quiero hacer frente, sin saber cómo. Porque sí puedo luchar contra mis propios miedos. Tengo el arma más poderosa del mundo: a ella. Pero no se cómo enfrentar estos miedos, los que no son míos, sino suyos. ¿Acaso puedo yo luchar sus batallas?

Es lo que quisiera...

Pero Elizabeth responde, y elige la opción que le estoy ofreciendo. Juntos, responde, y se echa en mis brazos. Siento su rostro en mi pecho, sus brazos rodeándome con fuerza, mientras recuerda nuestra promesa.

Siempre, siempre juntos... -Susurro, abrazándola con fuerza, suspirando de alivio.

Lucharé contigo todas las batallas que sean necesarias...

Tssss... Tranquila, nos quedamos el tiempo que sea necesario... -Trato de calmarla, acariciando su cabello, buscando su frente para besarla.

Cerré los ojos recibiendo su abrazo y aceptando sus últimas palabras, volviendo a abrirlos un instante al sentir que me buscaba para besar mi frente. Con sus caricias en mi pelo volví a apoyarme en su pecho, tratando de relajarme, de desterrar aquel enfado que me comía por dentro.

El simple hecho de escuchar su latido, de concentrarme en él, me ayudó mucho; pero aún me sentía impotente, no entendía nada. Abrí los ojos y comencé a hablar a Ben, aún abrazada a él.

-L-las hermanas han ido por su cuenta desde que llegamos aquí… Ni siquiera se han interesado por T.J., - comencé entristecida, pero la pena fue tornándose en enfado. -, aunque no se han interesado por ninguno de los nuevos estando vivos… ¿Qué les iba a importar un muerto? – suspiré, llena de frustración. – Y ahora va Nyara y hace esto… ¿Con qué intención? – pregunté a Ben, aún en tono de enfado, y me separé de él lo justo para mirarle a la cara. - ¿Por qué juega con lo que más quiero? – añadí llena de tristeza e impotencia.

Elizabeth comienza a hablar, exponiendo los motivos de su frustración, su tristeza y su enfado. Lo hace haciendo alusión a muchas más cosas que simplemente el asunto de los celos provocados, apartando finalmente su rostro de mi pecho y mirándome mientras me hace una pregunta de difícil respuesta.

N-no lo se, cariño... -Admito acariciando el pelo que le cae por la frente, echándolo a un lado- Tiene que haber de todo en este mundo, supongo. Gente maravillosa como tú, de gran corazón, y gente como Erik. La respuesta será tan sencilla como eso: hay malas personas en este mundo, y Nyara es una de ellas.

Sin embargo, mi sentencia dista mucho de buscar que ambos nos enfademos más y nos calentemos pensando en ello. No quiero que Elizabeth pierda los nervios, todo lo contrario. Ver las cosas como son, aceptarlas de ese modo, y buscar una solución, es lo que nos traerá calma.

Los demás deberán juzgar quienes se quedaron para ayudarles y quienes los dejaron tirados porque preferían dedicarse a otras cosas, Liz. Y los demás juzgarán su interés en el grupo. Me aseguraré de que los demás sepan lo que ha hecho en el comedor, y eso será todo. Que juzguen otros, nosotros mantendremos las distancias de momento, ¿de acuerdo?

Pongo mis manos a ambos lados de su rostro y llevo mis labios a fundirse con los suyos en un beso tierno y delicado.

Pronto no tendremos que aguantarlas. Nos iremos de aquí, a buscar a la última, con quien quiera acompañarnos. Seguramente ellas preferirán quedarse aquí, buscando contactar con ella mentalmente, como dijo Giulia. Es una opción, SU opción. Nosotros iremos a buscar esa aldea, investigáremos y la encontraremos. Hablaremos con ella y la convenceremos de que ejecute ese hechizo para nosotros. El hechizo debe estar según Himiko en el laboratorio de magia, por cierto. -Miro a los ojos de mi novia con decisión, sonriente- Tomaremos nuestro camino y nos alejaremos de la mala gente, ¿de acuerdo?

Ben trató de darme una respuesta, de buscar una explicación a lo sucedido, mientras apartaba con delicadeza el pelo de mi cara.

Maldad… ¿Existía algo así? Como creyente contemplaba su existencia por sistema, pero en el día a día, me costaba pensar que realmente hubiera gente que fuera mala porque sí, con un alma negra que poco a poco iba pudriéndose cada vez más.

Fuera como fuese, lo que estaba claro es que en estos momentos lo más adecuado sería alejarnos de esa chica, tal y como apuntaba Ben. Lo justo sería que el resto supiera la situación en la que nos encontrábamos y cada uno actuara como considerara, en eso estaba de acuerdo, así que me limité a asentir ante sus palabras. Acto seguido tomó su rostro entre mis manos, besándome con ternura, contribuyendo aún más a que me calmara.

Tras ello, Benjamin me relató cuales serían nuestros siguientes pasos, sonriendo con actitud positiva, buscando mi confirmación al terminar de hablar. No pude evitar sonreír, pensando en que eso era en lo que debía concentrarme, en continuar con lo que habíamos venido a hacer; conseguiríamos lo necesario, contactaríamos con la última y trataríamos así de deshacer todo lo malo que había pasado.

-Claro, pero… Sobre eso… - empecé a hablar, tomando sus manos de mi rostro y llevándolas abajo, sin soltarlas, aún muy pegada a él. – Makoto me dijo algo que me llamó la atención. – Puede que suene a locura, pero siento que debo intentarlo. - ¿Recuerdas lo que dijeron en el comedor sobre comunicarme con la última? Makoto me ha dicho que cree que había sido la otra Rina, la kitsune de dentro, la que se lo dijo a Rina… ¿Y si es verdad? ¿Y si sabe algo sobre mí?

Ya me encontraba mucho más sosegada. Continuaba enfadada, pero ahora mi atención volvía a estar más concentrada en lo verdaderamente importante.

Poco a poco voy viendo otra actitud en Elizabeth. Mas constructiva, mase enfocada en qué hacer, en lugar de en qué nos han hecho. Me toma de las manos, y me explica algo que le ronda la cabeza.

Nombrar a Makoto me causa un escalofrío, recordándome lo que sentí en el comedor. Se que era una ilusión, una sensación irreal e implantada, pero sigue dejando un tenue poso en mi interior. Tendrá que desaparecer, pero espero que lo haga pronto...

Podemos preguntarle luego, si quieres. -Propongo con naturalidad. A fin de cuentas, no se trata más que de una conversación entre amigos- Y si así fuera, ya se manifestará ese poder, y podemos practicarlo cuando salgamos del castillo, junto con tu "generador de resacas". -Río por lo bajo ante mi broma, tratando de sacar algo de humor de todo esto- Pero se me hace difícil creer que vayamos a conseguir gran cosa de ella hablándola a su cabeza directamente. Creo que está asustada, y a saber cómo podría reaccionar ante algo así...

Benjamin bromeó acerca de mi tan temida habilidad, tratando de aligerar la tensión, aunque lo que más lo hizo era el recordarme que era algo que podría controlar. Makoto había hecho también alusión a ello, cosa que era lógica, ya que era lo que estábamos haciendo con el resto de nuestras habilidades; pero el hecho de tratarse de un poder tan diferente al resto me había bloqueado. Estaba temiendo lo que podía hacer, cuando aquello también era parte de mí, y ese no era el camino correcto.

Aceptó la idea de preguntar a Rina, aunque no parecía tener mucha confianza en ello, al contrario que yo.

- De lo que quería hablar con Makoto principalmente era de Rina… Por lo que me ha dicho esta ha conseguido llegar a un entendimiento con la otra Rina, así que la kitsune interna debería cooperar, y nuestra Rina estar más tranquila, ¿No? - hice una pasua y continué. - También quería hablar con Makoto sobre ti… Pero eso ya no es necesario. – le sonreí, orgullosa por su actitud en la biblioteca.

¿Un entendimiento? De modo que es posible...

Me quedo asombrado por la revelación, pero también esperanzado. Era la idea que ne rondaba la mente, ese objetivo que me había marcado. Ni siquiera sabía si era posible, pero estaba decidido a ello. Contactar con el dragón oscuro de ni alma, el depredador, la bestia, y llegar a algún tipo de acuerdo. Saber que Rina lo ha logrado con su Kitsune interior me da aún más esperanzas. Ella ha podido, yo también lo lograré.

Vaya, esa es una gran noticia... -Digo, también contento por ella. Rina ha sufrido mucho, merece algo de tranquilidad. Y felicidad. Ambos lo merecen- ¿S-sobre mí? -Me sorprende su confesión. Supongo que habla de mi enfado con Makoto, ese que ahora, sabiendo lo que se, me llena de vergüenza. De hecho, casi lo confirma al decir que ya no hace falta- Nah, de mí puedes hablar conmigo... -Me acerco mucho a su rostro, rozando sus labios con los míos tan sólo para apartarlos en el último instante- O no hablar... -La provoco con una sugerente sonrisa, antes de ofrecerle mis labios de nuevo, besándola, ahora sí, con ternura. Un beso largo, suave, tranquilo, tras el que me separo lo justo para mirarla a los ojos, poniéndome algo más serio- ¿Qué tal estás? ¿Mejor?

Mi novio se mostró contento, a la par que sorprendido, con lo revelado acerca de Rina. Hasta ese momento no había reparado en lo que algo así podría implicar para Ben. Él se encontraba de algún modo en la misma situación, pero realmente yo nunca había dudado de que fuera capaz de llegar a dominar aquello; y es que estaba dispuesta a hacer lo que fuera para que eso llegara a ser así.

Asentí con una sonrisa cuando declaró que era una gran noticia, asintiendo nuevamente con la cabeza al preguntarme si él iba a ser tema de conversación entra Makoto y yo. Entonces la sorprendida fui yo, escuchando sus palabras y viendo cómo se acercaba lo suficiente para tentar mis labios con los suyos. Aquello hizo que me sonrojara, al tratar de alcanzar estos, pero sin dejarme tomarlos.

Continuó con su provocación, sacándome una sonrisa tímida, para finalmente concederme aquel beso, lento y dedicado, que sin duda terminó por hacer que dejara todo lo negativo a un lado. Finalmente nos separamos, y mirándome a los ojos me preguntó qué tal estaba.

-Mucho más tranquila, creo que podemos volver. – le dije con decisión, aunque no me hubiera importado nada posponer la salida unos minutos más, y poder así permanecer a su lado. – Aún hay mucho que hacer, y pronto será la hora de comer… - quise recordarle, dispuesta a dirigirme al patio para despedir a T.J.

Aún sin soltarle, le di un corto y suave beso en los labios, para comenzar a separarme poco a poco de él.

-¿V-vamos? – le pregunté, tendiéndole mi mano para que pudiera tomarla. - Gracias, mi amor... - le susurré.