Ni siquiera estoy seguro de estar despierto a dormido, sólo se que estoy muy a gusto, cansado, más bien perezoso, y que no me quiero mover. No tengo calor, ni frío, esta debe ser la temperatura perfecta, y siento el roce de las sábanas y el cálido cuerpo de mi novia contra el mío.
El cielo se tiene que parecer mucho a esto...
Anoche fue maravilloso. Nos fundimos en la pasión para curar y limpiar nuestros miedos y dudas, para seguir adelante, para conseguir acumular la energía que necesitábamos. Nos quedamos dormidos, extenuados, desnudos y sudorosos, después de compartir nuestra intimidad hasta altas horas. Y hoy, aunque no quiero que este momento termine, me siento capaz de lograr cualquier cosa.
Hmmmm... Unos minutos más... -Reniego, suplicante, abrazando a Elizabeth aún con los ojos cerrados, apretándola contra mí- No se van a ir sin nosotros... ¿Otra vez? -Bromeo, abriendo los ojos, despegándolos más bien- Bueno, igual sí que deberíamos ir ya...
Natuk se levanta con el pelo revuelto, parecía que había dormido bastante bien, a fin de cuentas llevaba tiempo durmiendo en una simple canoa llena de ramas y hojas y una cama era evidente que era mas cómoda. Ante las palabras de las chicas se incorpora y se coloca la ropa mientras dice.
- Si, cuanto antes nos pongamos en marcha creo que sería mejor
Tras lo cual sale de la habitación siguiendo a las dos chicas que habían dormido con ella
Estuve a punto de sucumbir ante Ben, al escuchar su melosa voz pidiendo unos minutos más. Le miré, riendo con su posterior broma, para después privarle de la sábana y enrrollarme yo en ella.
Parecen tener otra actitud, pero sí, deberíamos darnos prisa. - comencé a pasar por encima de él para salir de la cama, dándole un rápido beso en los labios en el proceso, hasta que finalmente conseguí bajar. - Rápido, que vas a coger frío... - dije mirándole, algo ruborizada, con una sonrisa pícara.
Me dí la vuelta y me metí en el baño, dispuesta a prepararme para ir al comedor.
Elizabeth desaparece rápidamente en el baño, tras darme un beso fugaz y pasar sobre mí, cosas ambas que me despejan de golpe. Me pongo en pie de un salto y me froto los ojos con energía. Hoy me siento optimista, vital. Me pongo la ropa rápidamente, como en aquellas ya lejanas ocasiones en que madrugaba para ir con Jeremy al parque natural con las motos.
Hoy la compañía será distinta, el riesgo más elevado, y el final mucho más incierto.
Cojo la caja de madera y la saco de la mochila. La abro y extraigo de ella las dos hojas de papel, hechizos ambos importantes que no podemos perder. Bien doblados, los meto en mi cartera y guardo esta en mi pantalón. En ese instante sale Elizabeth del cuarto de baño, la recibo con una sonrisa y me acerco a ella dándole un abrazo y un beso.
¿Vamos? -Le pregunto con una amplia sonrisa, y le doy la mano tirando suavemente de ella hacia la puerta.
Salen Lia y Chris
Entro con Elizabeth (a nuestro cuarto)
Todo aquel tema del teléfono me dejó algo descolocada, pero no me permití venirme abajo. Fue poco después cuando mi ánimo se resintió, y es que al tomar la mano de Ben y salir al pasillo, me dirigí a comprobar la puerta de la sala recreativa, viendo que continuaba cerrada.
No voy a poder...
Continuamos hasta nuestro nuevo cuarto y entramos a prepararnos.
- Y-yo... Quería regalarte algo.- expliqué así a Ben mi actuación en el pasillo. - Darte lo mejor de mí...
Terminé de meter las cosas en la mochila, y ya lista me disponía a colgármela y coger la katana, cuando se me ocurrió algo.
No es lo mismo, pero...
Me acerqué a Ben por la espalda y me abracé a él, dándole un beso en el cuello antes de susurrarle.
- Ven conmigo... - tiré suavemente de él, haciéndole retroceder un par de pasos, y agarrándole de la mano cuando se giró, llevándole hasta la cama. - Hace tiempo que quiero tocar para tí, pero no ha podido ser, quizás en esa otra vida... - sonreí algo triste, sentándome en la cama y pidiéndole con un gesto que hiciera lo mismo. - P-pero quiero regalarte igualmente ese recuerdo. - dije sonrojada, esperando no resultarle demasiado cursi. - Quiero estar en tu memoria, pase lo que pase.
Solté su mano un momento, sacando mi móvil y buscando algo en este. Por suerte aún le quedaba bastante batería.
- Cierra los ojos...- le pedi, pasando mi mano suavemente por estos, y despues por su rostro en una suave caricia. - Imagíname en ese piano, junto al que conectamos, tocando para tí...
Le di al play, reproduciendo una cover que Ashley me había grabado poco tiempo atrás; una canción cuyo título era más que apropiado, y es que reflejaba todo mi deseo.
Esperé pacientemente a su lado, cerrando yo también mis ojos, tratando de visualizar tal situación, imaginando mis dedos sobre el teclado, sintiendo la música, la presencia de mi novio, y sobretodo, tratando de conservarlo en mi recuerdo.
Por si no se ve el video:
https://youtu.be/6XytINROfvU
Al salir del comedor me sorprende ver que Elizabeth trata, cuando pasamos junto a la sala recreativa, de abrir la puerta. Efectivamente, tal como dijo Himiko, está cerrada. Yo también quería poder compartir unos momentos con ella en ese lugar, donde todo lo nuestro se fraguó, donde germinó la semilla de este amor. Sin embargo, hay que resignarse.
Nuestro amor va más allá de una sala, está en nosotros dos.
Llegamos a la habitación y comenzamos a preparar las cosas. Elizabeth me explica lo de la sala, aunque no me queda claro. ¿Un regalo? ¿Lo mejor de ella?
Lo mejor de ti eres tú, cariño. El mejor regalo del mundo es tu cariño...
Recibo con grata sorpresa su abrazo por la espalda, y un beso en el cuello, y me susurra que la acompañe. Me lleva hasta la cama y hace que me siente en ella. No termino de entender, pero me explica que quería tocar para mí. ¡Claro, el piano de la sala recreativa! Que lástima, de verdad. Seguro que le hacía mucha ilusión tocarlo... Me dice que quiere ofrecerme un recuerdo, algo que quede en mi memoria. No creo que eso sea posible, no creo que cambiando la historia y borrando todo esto que hemos vivido eso vaya a perdurar. Si pidiera recordar una canción, con más motivo podría recordarla a ella, lo nuestro, todo. Pero no digo nada, asiento con una tierna sonrisa por no romperle su ilusión, por verla feliz. Y por dentro siento que se me rompe el alma al recordar que cuando todo esto termine, la acabaré olvidando.
Conecta el móvil y me pide que cierre los ojos, que imagine que la música que suena a través del aparato la está tocando ella aquí mismo, frente a mí. Así lo hago, la imagino en un gran salón, sobre un escenario iluminado por los focos, sentada ante un inmenso piano de cola brillante. Ella viste un precioso vestido, y está peinada y maquillada como la gran artista que es. Una multitud la observa, expectante, y ella me mira a mí mientras comienza a tocar las primeras notas. Es perfecto. Es ideal. Es un sueño.
El tema termina, y abro los ojos, despacio. Ante mí está el amor de mi vida, mirándome, esperando mi reacción. Acerco mis manos a su rostro y le doy un tierno beso en los labios.
Gracias, cariño... -Es todo lo que acierto a decir. Ojalá yo pudiera regalarle algo, también.