Partida Rol por web

Tenéis un par de días para relajaros mientras ultiman los detalles de vuestro viaje a Wroat, al fin a la mañana del tener día desde vuestro triunfal regreso os avisan para que os preparéis para partir, cuando estáis listos podéis ver que han preparado varias carrozas, vosotros viajaréis con el conde Duran y Destir, parece que vuestro status ha mejorado mucho, hay otro carromato para más oficiales y el resto del convoy lo forma vuestra escolta, un par de docenas de hombres a caballo.

El conde Duran os lanza una severa mirada cuando subis al carromato:

- Bien ahora que estamos todos vamos a dejar claro una cosa, en Wroat una mala frase nos puede llevar a la ruina a todos, así que pensadlo muy bien antes de abrir la boca y mandarnos al infierno, lo habéis entendido?

Destir os mira de una manera menos solemne y os habla con un tono menos severo:

- La corte es un nido de intrigas a todas horas, pero como sois la novedad no creo que os acorralen demasiado, sólo recordar ser discretos y no decir nada demasiado vulgar.

En cuanto acaba la frase el carro se pone en marcha con un traqueteo.

Fornax se cuadró ante la mirada del noble. No había mejor forma de demostrar que no hablaría de más que no hablar en aquel momento.

Ya no debes preocuparte por eso- le indicó la ya familiar voz en off de su docente- yo me ocuparé de eso por ti a partir de ahora.

La pequeña esfera pétrea parecía latir con vida propia dentro de su pecho y, efectivamente, así era.

Arraman sonrió por dentro, pese a que su rostro no reflejó ni la más mínima emoción. El mago se creía lo suficientemente hábil para moverse entre la diplomacia de la corte y, de hecho, consideraba aquello como una oportunidad de acercarse a lo que más deseaba en este mundo, el poder.

-No se preocupe, señor. Sabremos mantener la boca cerrada -mintió.

Se subió a la carroza con no poco problemas y tomó asiento con un gruñido de enfado. Deberían hacer esas cosas mucho más cómodas de abordar.

-Es mi primer viaje en una de estas cosas. Esperaba más, la verdad. Creo que yo mismo, con un poco de estudio, podría perfeccionar estos asientos.

Estaba temiendo el momento de partir a Wroat desde que nos confirmaron que nos tocaría visitar la ciudad. Y es que allí me sería imposible mantenerme en ese anonimato tan útil hasta ahora, así que en la seguridad del carromato me decidí a hablar.

- Señores, antes de que lleguemos deberían saber una cosa. No podéis confiar en que pasemos tan desapercibidos, mi nombre completo es Húrin ir'Tajar.

Les revelo mi ascendencia noble a todo el mundo pues hasta ahora ni siquiera lo había comunicado al grupo. En cualquier caso, el viaje supondría que tendría que "visitar a la familia" y de seguro acabaría envuelto en algún juego político del que terminaría por arrepentirme.

El Conde Duran mira a Hurin seriamente antes de soltar una sonora carcajada:

- Chico eres menos espabilado de lo que pensaba, crees que de verdad que por sólo quitarte el 'ir no iba a saber quien eras? - sigue riendo un momento más - serví junto a tu padre hace más tiempo del que me gustaría y reconocería a su hijo en cualquier parte, pero si quieres pasar desapercibido no es asunto mío, lo único que me importa es como luches.

- Precisamente para poder luchar es que lo omito señor. De lo contrario, seguro que habría alguien que intentaría comerme la cabeza, marearme o incluso meterme en algún problema que pusiera en peligro a mi familia.

Excuso mi comportamiento sin importarme la relación que pudiera tener mi padre.

- Y ahora invariablemente voy a tener las antorchas iluminándome a la cara.

Vuestro carromato realiza un pequeña parada, desde las ventana veis que estáis cerca de un templo de los siete, al momento se acerca Kharen, os había comentado que tenía que solucionar unos asuntos pero no sobre que se trataba.

- Bienvenida señora, no he tenido oportunidad de felicitarla personalmente, sin su presencia sin duda esos muertos vivientes hubieran sido mucho más peligrosos- dice el conde Duran solemnemente.

No me deis la gracias a mi, mi lord, sino a la hueste, la cual me guio en esos momentos dificiles.- miro alrededor y sonrio al ver a mis compañeros- buenas chicos, ¿como estais?-  miro al conde otra vez despues de el breve saludo-  Me dijieron que me queriais decir algo mi lord, y al ver a mis compañeros creo que es algo mas importante que simplemente una felicitacion, imagino, ¿no?- me quedo esperando a ver que me dice en la entrada del carromato.

- No se preocupe Kharen, sólo estábamos hablando con sus compañeros de que tuvieran cuidado con lo que hablan en la corte del Rey Bornarel, es fácil cometer un error que puede costar muy caro, pero teniendo en cuanta su cultura no creo que sea un problema con usted.

Al mago le daba un poco igual el origen noble de Hurin, siempre que no afectara a él. Arraman se sorprendió al sentir que el carromato se detenía pero pronto vió a Kharen, la mediana santurrona, que volvía con ellos. 

El mago apartó la vista de nuevo hacia sus libros. 

-Kharen... -saludó con poco ánimo.

Apenas hago un gesto de reconocimiento hacia la clériga cuando entra en el carromato. En estos momento, tenía cosas más importantes en las que pensar, como averiguar el modo en sobrevivir a nuestra estancia en la corte con los mínimos problemas, tanto para nosotros, como para mi casa. 

Quizás debería empezar con un baño.

Tras varias horas de viaje llegáis a un pequeño pueblo de Hatheril, donde vuestra llegada es todo un acontecimiento, la gente lanza vítores y pétalos al paso de la comitiva, sin duda los rumores de vuestro encuentro con el rey se han extendido rápido.

Paráis en un posada llamada el Oso Negro, sin duda un local para gente adinerada, un sitio de muebles recios de maderas nobles, bien iluminado y con mullidas alfombras, el personal es eficiente y se mueve casi sin que podáis percibirlos entre el ajetreo, un hombre maduro y de cara amable llamado Breon, que parece ser el posadero saluda ruidosamente al conde Duran y os invita a tomar asiento.

Antes de que podáis acomodaros un hombre con mucha prisa y una expresión seria practicamente se abalanza sobre vuestra mesa.

- Pero que informalidad es esta! Antes de comer tengo que tomar medidas para los trajes antes de la audiencia con su majestad, nadie se puede presentar ante él con esa pinta de bárbaro! - dice velozmente y con autoridad.

- Esta bien Lesat pero no hace falta avasallar, hacedle caso muchachos, Lesat lleva años haciendo trajes a la familia real y es mejor no llevadle la contraria pues será peor - os avisa el Conde Duran.

Sin mucha ceremonia os llevan a un salón en la parte de atrás donde os toman medidas.

- Alguna prioridad para los colores?aunque dudo mucho que entendáis de algo que no sea dar golpes.

Una vez finalizado os dejan volver y comer y beber lo que queráis, aunque severamente advertidos de no abusar de la bebida.

Arraman levantó una ceja mientras observaba a aquel extraño hombrecillo pululando entre ellos.

-Me llaman Arraman "el rojo". Por si ello te da alguna pista...

El mago observaba con curiosidad como el hombrecillo le levantaba los brazos, midiendo cada volumen de su cuerpo con cinta métrica.

Fornax se sentía terriblemente violento con aquel hombre pasando entre sus brazos, tocándole y midiéndole por todas partes.

- Me llaman Arraman "el rojo". Por si ello te da alguna pista...

- Rojo te voy a poner yo a ti como no acabar con esta... tontería rápido- gruñó el forjado.

Deja que el hombre haga su trabajo- escuchó en su cabeza. Ya empezaba a acostumbrarse al parloteo del docente en su cabeza- un aspecto adecuado predispondrá a la gente que hable contigo a tu favor.

- Grnnnff. Está bien- aceptó exasperado- pero date prisa.

si pudiera ser me gustaria llevar los colores de la hueste, pero si lo veis demasiado ostentoso, algo azul, tono claro- mirando al atareado hombre-  Si me teneis que tomar medidas os pido que seais cuidadoso ya que soy algo pequeña -mientras sonrie y luego mira al resto de compañeros- chicos tendremos ropa de calidad, ¿no os parece increible?

La llegada del sastre me supuso recobrar un recuerdo amargo. No había aprendido a manejarme en los ambientes de la corte, que no era lo mismo que no hubiera aprendido algunos detalles básicos.

- Imagino que ya estarán anticuados, ¿pero los chalecos con brocados verde y plata no estaban de moda hace dos años? Me gustaba esa combinación. - comento evitando mirar al sastre - Pero si en verdad no te gustan nuestras pintas, quizás deberías unirte al ejército hasta que las adores o una flecha te atraviese el corazón.

Añado como si se tratara un sirviente cualquiera al que pudiera pisotear por haberme molestado, cosa que había hecho al menospreciar nuestro uniforme.

El sastre os toma las medidas con eficiencia, se mantiene lo mas alejado que puede de Fornax, mide con sobriedad ha Arraman, tiene unas maneras muy respetuosas con Kharen y ríe ligeramente con Hurin.

- Nuevas amenazas, viejas maneras...el nacimiento no cambia a pesar de todo.

Una vez finalizado os apresuráis a volver al salón, y cenáis una viandas de buena calidad y en cantidad, hay de todo para elegir, carnes, pescados, verduras... decidís no abusar del vino para no hacer nada indebido y os retiráis a vuestras espaciosas habitaciones.

Por la mañana os recibe el buen olor del pan recién hecho y diferentes frutas que os esperan en la mesa, una vez estáis eligiendo lo que vais a comer se acerca Destir a vuestra mesa.

- Atentos ahora, van a venir dos cronistas del Inquisidor de Sharn para entrevistaros figuras, no deis demasiados detalles y sed corteses.

Dicho esto Destir deja pasar un par de minutos y hace un gesto, al segundo aparecen un maduro gnomo bastante desarreglado sujetando varias hojas de papel y con los dedos manchados de tinta, junto a una joven semielfa que mueve sus ojos a todos lados y se frota la manos repetidamente.

- Saludos soldados, me llamo Regar y esta es mi ayudante Lara, vuestra historia es muy interesante y queremos conocer detalles, seguro que vuestra historia encanta a nuestros lectores.- os dice de una sentada, sus ojos no pegan con su pintas, ya que son analíticos y profundos. Pero no os da tiempo a analizarle.

Como os llamaís y cual es vuestra especialidad? Que os motivo a luchar? Creéis que Breland ganará? Es cierto que desbaratásteis un complot contra el rey? Que estando rodeados de muertos vivientes de Karrath ganastéis sin un rasguño? 

Sin daros respiro os lanza una pregunta tras otra.

- Fornax el Forjado- hinchó el pecho con orgullo- yo aplastar cráneos con manos y luchar por... bueno...- se quedó una rato pensativo- los forjados nacemos para luchar. Había sucio hechicero, no como Arraman que ser buen amigo de Fornax, pero nosotros aplastar como perro.

El forjado, que se estaba entusiasmando con su relato, dio unos pasos inconscientes hacia los cronistas que retrocedieron asustados.

-Querido Fornax, no hay otro como yo. Ya deberías saberlo.

El mago saludo al gnomo con indiferencia pero se inclinó para rozar la mano de la semielfa con los labios.

-Arraman el rojo, conjurador especialista y extranjero en estas tierras.

El mago destinó un par de segundos a mirarla a los ojos y luego continuó.

-Todo es cierto, Regar. Descubrimos el complot, derrotamos a los no-muertos y, por supuesto, pensamos que Breland se impondrá en este conflicto, si no yo no me hubiera unido a su ejército. ¿Motivación? -Ahi hizo una pausa para ponerse serio y cruzar los brazos. Es nuestro deber, caballero.

Tras acabar con el sastre vino la agradable cena, principalmente por la calidad de la comida que dejaba la del ejército por los suelos, así que a pesar del mal humor que se había instalado en mi corazón, probé prácticamente de todo. Luego vino la hora de irse a descansar en previsión de un día largo. Y es que el sastre había sido el primero de una larga de personas con las que deberíamos tratar.

Los siguientes fueron un cronista y su ayudante, que venían con la firme intención de inventarse una historia para dar a conocer en todo el reino. Seguramente se inventaría la mitad de la historia a partir de lo que le contáramos.

- Húrin. Arco. Si. Eso parece. - fui respondiendo escueto hasta llegar a la última pregunta - En realidad no, sólo que no sufrimos ninguna de gravedad.

Tampoco era que hubiéramos sido unos héroes que hubieran cabalgado en pos de la justicia, cuando a la hora de la verdad lo que había ocurrido es que nos habíamos topado con todo.