Los ordenadores... Datos, y más datos... Xènia se sentía feliz cuando podía pasar las horas encerrada en su dormitorio y nadie la molestaba. Allí se conectaba y el tiempo pasaba mientras ella navegaba por los diferentes puertos.
Todavía no sabe cuando la cosa se le fue de las manos. Quizás los proyectos en los que trabajaba eran demasiado ambiciosos, y le terminó pasando factura.
Les acabaron pillando, y sus conocimientos informáticos no le sirvieron para librarse del destino que tenía marcado.
El juicio fue rápido, habían demasiadas pruebas condenatorias y no tuvieron ninguna opción. Xènia, por ser menor de edad tuvo suerte, ella iría a Black Tears, un reformatorio para jóvenes... Isaac y Marc no tuvieron esa suerte...
En casa la situación fue bastante difícil. Su padre estaba disgustado. Los días que pasaron hasta el ingreso de Xènia fueron bastante duros. Un vacío había ido creciendo en el interior de la joven, y más cuando su padre entró en el dormitorio y arrancó los cables del ordenador para llevárselo.
Había llegado el día de su ingreso. El reloj marcó las 15h. Tan sólo quedaba media hora para que vinieran a buscarla. Carles lloraba en su habitación. Era demasiado pequeño para entender lo que ocurría, pero algún instinto que tenía natural, le indicaba que algo iba a cambiar... Y no le iba a gustar.
En una maleta tenía las pocas cosas que le permitían llevar. Y Sobre la mesa se encontraba una hoja de papel, en la que venía reflejado el material que le permitirían llevar...
1 - Dos chandals
2 - Cuatro camisetas, preferiblemente oscuras, sin ningún tipo de dibujo.
3 - Cinco mudas
4 - Dos tejanos
5 - Dos jerseis
6 - Un par de zapatos deportivos
7 - Chaqueta de invierno
8 - Cepillo de dientes
9 - Cepillo cabello
10 - Únicamente un objeto personal.
Las pertenencias serán revisadas al ingresar en el correccional. Cualquier cosa fuera de esta lista será devuelta a sus responsables.
No se había levantado hacía mucho, y había desayunado en completo silencio ante la mirada inquisitoria de su padre. Aún estaba mosqueado, y no le culpaba... a ningún padre le hacía gracia que su hija se fuera al correccional; su madre, por otro lado, había dicho que "ya se lo imaginaba, tanto tiempo delante de la pantalla no podía estar haciendo nada bueno". Qué gracia. Sobre todo porque había vivido con ella casi quince años.
Empezó a poner las cosas dentro de la maleta bien puestas. Las camisetas oscuras eran todas negras y toda la demás ropa era comprada aquella misma semana, su padre le había obligado a comprarla, Xènia ya se había despedido de sus pantalones agujereados y gastados favoritos, y sus camisetas con frikadas informáticas escritas... estaba convencida que cuando regresara, todo aquello habría desaparecido. Pero realmente, Xènia sabía que había intentado hacer algo mal, des del principio sabían a qué se exponían.. y los habían pillado.
No había podido hablar con Marc, sus padres lo habían incomunicado totalmente, ni móvil, ni Internet, ni mucho menos comunicarse con sus amigos... sus padres odiaban a Xènia y a Isaac y eso que su madre era la que les traía la merienda todas las tardes. Pero la familia de Marc era una familia con pasta e influencias... y que su hijo tuviera que ir a la cárcel, no era plato de buen gusto, ni para ellos, ni para sus amigos, que a saber "qué dirían". En realidad, Xènia no sabía si su madre estaba más cabreada con su hijo o con el juez que lo condenó.
Con Isaac sí había podido hablar, y todas las tardes los dos habían ido con autobús hasta el ciber de la otra punta de la ciudad, si su padre se enteraba que iba a un ciber, entonces ya sí que la dejaba incomunicada como Marc. Pero por suerte no se había enterado.
Su habitación se sentía vacía sin el ruido del ordenador; no hacía mucho ruido, pero los ventiladores se notaban y se echaba de menos el sonido permanentemente en activo... incluso le había costado dormir las primeras noches que le habían saqueado los cables de su precioso ordenador. Había intentado convencer a su padre de que no haría nada, solo conectarse para bajarse música... pero nada. Era tan tozudo como ella.
El caso es que ahora se encontraba sentada en la cama mirando la lista, leyendo una y otra vez la frase "Únicamente un objeto personal" ¿Qué iba a coger? ¿Cómo los podían hacer escoger así? Era una forma cruel y despiadada de torturarlos... porque Xènia no sabía si le dejarían tener la PsP, con la PsP tendría que elegir uno de todos los juegos que tenía... y para acabar aburriéndose de ella cuando se lo hubiera pasado dos o tres veces, teniendo en cuenta que todos los juegos que tenía se los había pasado... De una foto ni hablar, no le iba a servir de nada y se bastaba con su memoria para acordarse de su hermano; Podría cogerse el Ipod, aunque fueran auriculares también... no creía que lo hicieran pasar por dos objetos, además por suerte lo había actualizado antes de que su ordenador fuera asesinado vilmente... y tampoco creía que lo tomaran como algo peligroso.
Miró deliberadamente la consola y el Ipod, y finalmente metió el Ipod en el bolsillo de la chaqueta que se llevaría puesta.
Una vez la maleta cerrada y repasando la lista para no olvidarse nada, la llevó al recibidor y encendió la tele a esperar que vinieran a buscarla. Había dejado la habitación perfectamente ordenada, y esperaba que al menos su padre no fuera tan cruel de tirar todos sus videojuegos con los que se había gastado hasta cientos de euros. Si lo hacía se arrepentiría eternamente de no haberle dicho que sí a Isaac cuando éste le preguntó si quería que se lo guardara.
Escuchaba a Carles llorar, pero ya le había explicado qué pasaría, solo no la vería durante una temporada... además, confiaba que dejarían que su padre, su mujer y su hijo fueran a verla... al menos el primero.
Mientras miraba "Els Picapedra", se sacó un chicle de fresa del bolsillo y se lo metió a la boca para empezar a masticarlo tranquilamente.
Xènia se quedó un rato en la sala, en la tele daban una serie de dibujos bastante antigua, pero de esas que no pierden el humor y se quedó abstraída, mirándola.
Al poco unos pasos le indicaron que alguien se dirigía hacia la sala. Al girarse vio a la mujer de su padre llevando de la mano a Carles, el pequeño ahora que te veía había dejado de llorar y sonreía animado.
- Cielo, ¿puedes encargarte un momento de él? No para y no me permite concentrarme. - Le pidió la mujer guiñándote el ojo. El pequeño se acercó dando sus todavía torpes pasos y cogiéndose de su rodilla empezó a tirar.
Xènia era consciente de que si Jessica le dejaba al pequeño, es que todavía confiaban en ella. Su padre estaba dolido y no se lo diría, pero ese gesto tenía toda la pinta de venir de su progenitor.
Xènia seguía atenta los dibujos, incluso alguna carcajada se le escapaba.
Al mirar hacia el otro lado del salón al escuchar aquellos sonidos, no pudo evitar sonreír. Miró a Jessica, asegurándose de que se lo dijera a ella, claro que no había nadie más en el comedor.
Claro, yo me ocupo.
Respondía levantándose y dirigiéndose a cogerlo, una vez encima le hizo el típico juego de la nariz y se fue a sentar de nuevo al sofá, pero dejando de prestar atención al televisor para prestársela toda a él. Aquel gesto de Jessica le había gustado, al fin y al cabo ella no era su hija, y no hacía tato que la conocía... aunque enseguida había notado que se llevaba mejor con ella que con su propia madre.
¿Sabes? Te voy a echar de menos, pequeñajo - le decía mientras jugaba con él y su peluche.
El pequeño miró a Xènia y sonrió. Todavía era muy ñajo para terminar de entender la situación. Le habían dicho que su hermana estaría una temporada fuera. Y él no quería. ¿Por qué eran tan malos? ¿Qué había hecho él para que le quitaran a su tata?
- No quiero que te vayas. - Dijo haciendo unos pucheritos con sus labios regordetes. Para lo pequeño que era, hablaba bastante bien. Eso era gracias a Xènia, que muchas noches, antes de que se durmiera, le leía algún cuento.
- Si te quedas seré güeno - Sus ojos volvian a amenazar con estallar nuevamente en lágrimas.
Xènia sonreía ante aquella muestra de afecto y cariño. Le acarició la mejilla y le dio un beso en la frente.
Es que me he portado mal y me han castigado, así que tú te tienes que portar muy bien con papá y mamá para que no te castiguen, ¿vale? - le decía, poniéndolo encima de su regazo y jugando ahora con sus manitas - Si lloras voy a irme muy triste... y no quieres que esté triste, ¿verdad?
Hizo el mismo contraataque que él, puso pucheritos y lo miró con carita de pena. En verdad tenía ganas de llorar, pero sabía que si lloraba ella, él lo iba a convertir en un mar de lágrimas.
Además, será por poco tiempo, te prometo que si no lloras, cuando vuelva te llevaré al zoo a ver los monos, ¿qué te parece?
sonrió, esperando que a él se le contagiara también la sonrisa y las ganas de ir al zoo.
- No... No quiero zoo... Quiero que te quedes... Tu güena, tata no te vayas!! - El pequeño se abrazó a Xènia con fuerza, mientras volvía a romper a llorar.
El timbre se escuchó en el otro lado de la casa, y dos minutos después entró en la estancia Jessica junto a la asistenta social que ya había entrevistado a la joven un par de veces.
- Xènia, cielo, han venido a buscarte. - Le dijo la mujer acercándose y cogiéndole el pequeño de los brazos. Carles no paraba de llorar, su rostro estaba como la grana. Jessica intentó calmarlo, pero Xènia sabía que tardaría...
Jessica sonrió, pero sus ojos se veían brillantes, intentando mantener la compostura.
La asistenta, Donna le sonaba a Xènia que se llamaba, se acercó . La mujer tenía una expresión grave, estaba acostumbrada a vivir esas escenas infinidad de veces, pero según pasaba el tiempo se le hacía más duro.
- Vamos, nos esperan fuera. - Le dijo y esperó a que la joven la acompañara.
Xènia sonrió ante su respuesta... el maldito no se dejaba comprar fácilmente, pero cuando escuchó la puerta, ya se levantó, sabiendo quién sería.
Bueno, pues me marcho - respondió con una media sonrisa de lado, se dirigió a Carles que no paraba de llorar y le dio un beso en todo el moflete, repitió la acción con Jessica - Ya os llamaré. - miró hacia el interior de la casa, esperando que su padre también saliera a despedirse.
Imaginaba que dejarían que llamaran a los familiares al menos una vez al día o a la semana... en todo caso se dirigió al recibidor y cogió la maleta.
No iba a llorar, aunque no le gustaba ver llorar a Carles de aquella forma, por suerte, sabía que el chavalote seguiría su ritmo de vida en cuanto dejara de llorar... seguramente la echara de menos por las noches, ya que muchas veces lo dejaba dormir en su habitación, y sobre todo el cuento... pero esperaba que se le pasara pronto, si no les iba a dar el día a sus padres.
Miró a la asistenta social y esperó a que pasara delante para salir de la casa.
Donna acompañó a Xènia al exterior de la casa. Jessica se acercó y le dio un beso en la mejilla.
- Ánimo... - Le dijo con una sonrisa en sus labios, y el pequeño Carles estiró sus bracitos intentando llegar a su tata. El padre de la joven no había aparecido por la casa...
Donna y Xènia salieron, y fuera les esperaba un coche patrulla. Junto al vehículo se encontraban dos agentes de la autoridad. Una mujer y un hombre.
- Yo no voy a poder acompañarte, ellos se encargarán de tu traslado. - Le explicó Donna mientras saludaba a ambos agentes.
La mujer se acercó, su mirada era dura, sin ningún tipo de comprensión. Estaba acostumbrada a trabajar con jóvenes delincuentes y no permitía pasarles ni una.
- Bien, tus cosas las dejarás en el maletero. - Dijo y el otro agente se dirigió a la parte de atrás del coche. La mujer que había hablado hizo un gesto significativo, esperando que la joven siguiera los pasos de su compañero.
Vale, era una delincuente, pero ni que hubiese matado a alguien. Xènia observó a los policías... si antes se sentía mal por haber hecho lo que había intentado hacer ahora se sentía peor... aunque en realidad no se sentía tan mal, pero eso es lo que había dicho a su padre, que estaba muy arrepentida y... bla, bla, bla. No volvería a hacerlo, pero eso no significaba que le pareciera tan mal, total, no habían conseguido nada... y de hecho estaban allí por haber estafado al gobierno, los máximos ladrones.
Entró en el coche después de dejar la maleta en el porta maletas con un suspiro y se sentó despidiéndose de Jessica y Carles, un poco apenada porque su padre no estaba allí.
La gracia de todo aquello es que para la sociedad "real" ella era una delincuente... bueno, ella y sus dos amigos. Pero para la sociedad "virtual" eran algo así como unos héroes, una leyenda... luego se extrañaban porque a Xènia le gustaba tanto este último mundo al menos allí era alguien importante.
El coche se puso en marcha... Los agentes iban hablando entre ellos, ignorando completamente a la muchacha que tenían atrás. El camino sería largo... Muy largo.
A través de la ventana se empezaron a ver desfilar las calles. Una mujer miró con tristeza hacia el interior. Un niño, descalzo, pedía en una esquina, mientras la gente pasaba como si no lo viera. Un anciano cruzaba una calle, ayudado por un joven apuesto. La humanidad era así... La gente iba a la suya, haciendo oídos sordos a las necesidades de sus similares.
El coche enfilaba por otra calle, y un grupo de palomas alzaron el vuelo... Algo irónico, contando que las palomas eran el simbolo de la libertad, y eso precisamente era lo que le estaban quitando a Xènia... Su libertad.
Xènia no pensaba demasiado en lo que le habían quitado, en lo que se iba a perder y todo lo que le iba a faltar... ya había pensado en ello, y la apenaba bastante, pero tampoco podía sumergirse en eso. Debía tomarse el reformatorio como... una cosa más de su aprendizaje. Al menos la habían pillado después de terminar la ESO, con las notas retocadas para que fueran mejores que lo que realmente había sacado.
Ella tampoco decía nada, se limitaba a mirar por la ventana y a observar lo que veía a su alrededor... cuando se cansó, se quitó el Ipod del bolsillo de la chaqueta y se puso a escuchar música tranquilamente.
El viaje fue bastante largo. Hicieron una parada, dejando que la joven saliera para estirar un poco las piernas. Pero fue corta y enseguida volvían a retomar el viaje.
Hacía ya rato que los paisajes habían cambiado. La agente informó a Xènia de que ya estaban en la zona de los Pirineos... Que no tardarían en llegar a su destino.
A través de la ventana, Se podía apreciar hermosos paisajes verdes. Los árboles se amontonaban como nunca Xènia había visto.
Pasaron por una carretera desde la que se veía un gran lago... Sus cristalinas aguas invitaban a darse un baño a cualquiera que pasara por allí...
Y finalmente llegaron a un camino de piedra. A lo lejos se podía ver un gran edificio... La mujer se giró para decirle a Xènia que allí era a dónde se dirigían..
Black Tears
Xènia observaba todo con calma aparente, ya que por dentro estaba muy nerviosa... pero no nervios buenos, sabía que llegar allí no iba a ser lo mejor de su vida, y aún sin haber llegado, ya deseaba irse. Aquel paisaje no la dejó indiferente... hacía muchísimo que no veía tanta vegetación junta, siendo del centro de Barcelona, y sin salir apenas de sus cuatro paredes, ahora se daba cuenta lo mucho que se había perdido, sobre todo cuando sus padres le habían preguntado si quería ir de ellos de vacaciones y ella se había negado.
Pero al ver el enorme edificio, no pudo evitar abrir la boca flipándolo.
¿Aquello era un reformatorio? Pero si parecía un castillo... un Internado al más estilo Harry Potter. Parpadeó un par de veces y no le costó imaginarse una sala de torturas en aquel medieval lugar... carraspeó, iba a hacerle alguna pregunta a los agentes, pero desistió y volvió su mirada a aquella enorme estructura arquitectónica.