Partida Rol por web

Al salir de la sala, miraste a tu alrededor, dos guardias se encontraban fuera y te miraron mientras pasabas. Hasta allí se escuchaban las voces apagadas de la gente que se había quedado dentro.

Los guardias no te dijeron nada, uno de ellos te miró de forma algo lasciva, haciéndote sentir incómoda, pero parecía que el camino lo tenías libre.

Llegaste al patio, era un sitio grande, rodeado por los grandes edificios que formaban parte del centro. A esa hora el lugar estaba vacío, aunque pudiste ver a otro guardia por allí, fumando tranquilamente.

Caminaste hasta un banco de piedra... Se encontraba en un rincón tranquilo, donde podías ver la puerta sin que la gente se percatara mcuho de tu presencia.

Hacía frío, era ya bastante tarde y la temperatura había descendido considerablemente. te encogiste con la mirada perdida, cuando viste a una chica que se encontraba bastante lejos. Iba vestida con un camisón fino y te miraba sonriendo...

Se dejó caer en el banco, codos en las rodillas y con las manos se tapó la cara. Necesitaba un ordenador. Un puto ordenador aunque solo fuera para mirar el correo. 

¿Y si alguien le había dicho algo importante? ¿Y si Red_Dragon le había dicho algo? O Némesis... Seguro que alguien le había dicho algo, seguro que tenía un montón de correos, tenía que responderlos o se pensarían que era una borde de mierda... ¿Y si había recibido alguna notificación de EBay? O peor aún, quizás la habían echado de todos los foros que administraba por no decir nada, claro que había avisado que se iría una temporada pero... 

Joder... 

Ignoró a la chica que la miraba sonriendo, no tenía ganas de hablar con nadie. Al menos, no con nadie real. 

Escuchas unos pasos que se acercan, cuando te destapas la cara ves a Raúl, el guardia gordo que había estado mirándote cuando saliste de la sala común.

Te sonríe, está de pie delante tuyo.

- ¿Qué haces aquí sola? - Te pregunta mientras se lleva un cigarro a sus gordos labios y lo enciende sin apartar la mirada de ti, recorriendo tu cuerpo, pareciendo que lo desnuda poco a poco.

Levanta la mirada y observa al tipo gordo con absoluto asco, odia el cigarrillo, odia su gordura... Y ahora mismo lo odia todo, le patearía su grande panza si pudiera. Pero se mantiene quieta, arqueando una ceja.

¿Te importa? -preguntó en un claro tono borde, volviendo a apartar la mirada asqueada, solo tenías que necesitar estar sola para que alguien viniera a tocar los cojones. 

- Sí, si no no te preguntaría. - Te responde echando el humo hacia tu rostro. Es un olor fuerte, mínimo ese hombre fuma ducados. - A ti se te tienen que enseñar modales, mocosa. - Te dice cogiéndote de un brazo y haciendo que te levantes del banco. Apreta con fuerza los dedos, y sientes que te hace daño.

- Ahora, me vas a decir qué haces aquí... - Te repite acercando su rostro a pocos centímetros del tuyo. Un olor desagradable sale de su boca...

Al sentir el humo en su cara, notó como le hervía la sangre... ¿¡Pero qué se había creído el desgraciado este!? Frunciendo el ceño, lo miraba con absoluto odio y desdén. 

¿¡Pero de qué vas!? ¡Suéltame! -ordenó a gritos tratando de liberarse de la mano que la cogía con fuerza. 

Sales corriendo del patio. Sabes dónde puedes encontrar a Don Francisco.

Te cruzas con Roberto, que intenta detenerte, pero pasas por su lado sin pararte. - Xènia... -

Finalmente llegas al despacho de los profesores, llamas y una voz de mujer te invita a que pases. La reconoces como Elena Muñoz. Es una mujer agradable, pero hay algo en ella que no te acaba de convencer. Quizás porque siempre está sonriendo, y allí nadie lo hace...

Se giró, al ver a la profesora, aunque fuera esa, le fue suficiente para acercarse.

Estoy buscando a Don Francisco, ha habido un percance en el patio, y... Sebastián se lo han llevado, ¡pero el guarda me pegó a mí primero! ¡Tenéis que echar a este guarda a la calle! -exclamaba nerviosa, mientras buscaba dentro de la sala a Don Francisco. 

- Vaya... Cielo, seguro que hizo algo para que el guardia se lo llevara castigado. Tú no te preocupes y no molestes a Don Francisco por esas tonterías. ¿No te das cuenta mi niña? Aquí los guardias son la policía. Así que venga, sé buena y vuelve a la sala... - Elena se había levantado y poco a poco había ido acercándose. Alargó la mano, rozándote el brazo con cuidado. Sentiste sus dedos fríos, más bien tirando a helados. La mujer seguía sonriendo...

¡Le he dicho que me defendió a mí! -chilló separándose de ella- ¿¡Dónde está Don Francisco!? ¡Quiero hablar con él!

Entre los nervios con los que ya venía y aquella estúpida mujer que no le hacía caso, solo hacía que aumentar sus nervios y su ansiedad... Se secó las manos con el pantalón, mirando nerviosa alrededor. 

Elena te miró con ojos fríos. Su sonrisa parecía haberse helado en su abotargado rostro. No soportaba que la gritaran, y Xènia acababa de cometer el error de hacerlo.

Se levantó de su asiento y con mirada fría repitió nuevamente. - Te he dicho que vuelvas a la sala común. Aquí teneis el erróneo sentimiento de defenderos los unos a los otros. Me repito, si se lo han llevado ha sido por algo. Así que lárgate de aquí y vuelve junto a los demás. E intenta comportarte como una persona educada, y no una niñata histérica. ¿Entendido? - Todo eso lo dijo casi sin respirar. Sus ojos lanzaban chispas mientras te miraba fijamente.

Apretó los puños y se giró, abriendo la puerta de golpe, pero no sin irse todavía, primer se giró y le clavó una moribunda mirada a aquella vieja, mientras susurraba en un tono casi inaudible:

Zorra... 

Ahora sí, salía de la sala de profesores cerrando de un portazo y se iba a la sala común.