Partida Rol por web

Habían pasado varias semanas desde que Kilian abandonase a los Guardianes Errantes para marcharse con Erin y Brent. Junto a ellos viajaban otros dos miembros más que los Caballeros de la Hidra que habían sobrevivido al Golpe del Kraken. Se trataban de Fausto, un semielfo, y Ambroos, un humano como ellos. A diferencia de sus compañeros de aventura, este grupo era mucho más serio y apagado.

Brent hacía las veces de líder, tal y como lo había educado su familia. Era cierto que solía tener buen criterio, pero era excesivamente altanero. Su afán de superioridad era su mayor defecto. Erin era el toque alegre e inocente del grupo y la única que conseguía meter en vereda a su hermano. Para Kilian, viajar con ella era lo único que le daba valor a todo el cambio que había supuesto abandonar a sus compañeros. Fausto era elegante y educado, pero tenía una mirada oscura y hundida inquietante. Practicaba la magia, pero era una extraña que el guerrero nunca había visto nunca. Ambroos era el que más se parecía a sus compañeros de aventuras, era el más dicharachero de todos, pero tenía un punto extraño que Kilian no sabía si definir como psicopatía. Jugando una partida de cartas en Verdor, descubrió que uno de los oponentes estaba haciendo trampas y sin mediar palabra se lió a golpes con él. 

Y tras un largo viaje, el grupo de Caballeros de la Hidra y Kilian llegaron a la Posta de Guntar, en las conocidas como Tierras sin Señor, tierras aledañas al principado de Brauwën. ¿Qué hacían allí? Seguir las indicaciones de la Orden. Cuando llegaron a Bortund, la ciudad más importante y cercana a Benerluxia de toda Almeia, Brent y Fausto se entrevistaron con otro caballero. Éste les indicó que la duquesa Hilda Schteigerbran había hecho una llamada buscando aventureros y los invitaba a dirigirse a ese lugar. Lo que la duquesa podía querer era un misterio, pero por el momento la Orden había decidido que los caballeros exiliados de Benerluxia se marchasen hasta allí y averiguar que estaba ocurriendo.

Cuando llegaron, la posta estaba vacía. Una vez dentro, Brent fue a hablar con los dueños mientras Kilian y los demás tomaban asiento. Al poco de sentar,se una mujer de cabellos rubios se acercó con unas jarras de rubia cerveza almeiana y las sirvió en la mesa con una sonrisa.

Sin siquiera probarla, Kilian contemplaba la cerveza completamente abstraído, quizás por el cansancio acumulado de aquél viaje.

No era del tipo de personas que tenía dudas de sus elecciones. Pero sí que, comparando a su grupo actual con sus antiguos compañeros, le asaltaba una extraña sensación de melancolía. Se preguntaba cómo les iría a los Guardianes Errantes sin él, ¿Habrían llegado ya a Mesné? ¿Podrían detener a Adín y sus hermanos? –Ojalá pudiese encontrar a alguien de la orden de Moradin –pensó.

Por un momento salió de sus pensamientos. La espuma de la cerveza empezaba a menguar, así que dio un trago a esta antes de que empezara a calentarse. Miró de reojo a Ambroos y a Fausto.  En su opinión, ambos compartían similitudes con sus antiguos compañeros Arael y Kelrin, pero a la vez eran… ¿cómo definirlos, más oscuros tal vez? Muchas veces incluso se preguntaba si esa oscuridad acabaría pegándose a él o a Erin.

Erin, al igual que su hermano Brent, seguía siendo exactamente igual a como eran cuando se separaron en Aguascálidas.  En el caso de Brent su altanería y petulancia podían resultar exasperantes, y Erin…ella era un faro de luz entre tanta oscuridad. Para él era un consuelo que ella siguiese manteniendo esa alegría.

Sin embargo, no habían vuelto a estar a solas desde el día que esta marcho corriendo de “El Caldero de Maryan” ¿Acaso le estaba evitando? ¿Seguiría molesta con él? ¿Se habría arrepentido de que se uniera a ellos?

Emitió un ligero chasquido chocando la lengua contra su paladar y volvió a dar otro trago a la cerveza dejando a esta en menos de la mitad, pronto pediría otra.

Sea como fuese estaba allí con ellos, y la verdad, también tenía cierta expectación por lo que le depararía el destino.

Brent no tardó en volver con sus compañeros. Su mirada tenía un brillo especial.

—Buenas noticias—anunció mientras le daba un trago a su cerveza—Como ya sabéis, todo el terreno desde aquí hasta las Aguas del Colmillo son conocidas como las Tierras Sin Señor. Pero realmente si hay alguien al mando, un proscrito que se ha autoproclamado a sí mismo Barón. La duquesa desea recuperar estas tierras y para ello ha encaragado a varios grupos de aventureros que le traigan la cabeza de ese bandido. A aquel que se la lleve le otorgará el títtulo de Barón de Wald y su apoyo para hacer de este lugar su territorio.

Tras terminar Brent su intervención, Kilian miró por una de las ventanas de la posta, a lo lejos se veía un gran bosque. Al momento supuso que aquél sería su destino durante los siguientes días.

Sin tiempo a que cualquier otro se adelantase, preguntó:

-  Tengo un par de cuestiones ¿Te han informado de cuántos grupos se han adentrado ya en su búsqueda? –aquello podía ser importante, sin ir más lejos lo que les habían propuesto era participar en una cacería.  - Y, ¿Qué más se sabe de ese autoproclamado Barón? Resulta extraño que la duquesa para recuperar estas tierras, no envíe a sus propios hombres –concluyó el guerrero.

—Parece que los aventureros que llegaron al aviso se han organizado en dos grupos distintos, así que no tenemos que tardar en movernos o nos cogerán la delantera.

—No tienes de qué preocuparte Brent. Tenemos que llevar la cabeza del Barón a la duquesa, ¿no? Nadie ha dicho exactamente que tengamos que acabar con él con nuestras propias manos.

—¡Ambroos!—saltó Erin incómoda con el comentario de su compañero de viaje—No pienso permitir que le arrebates el trofeo a unos héroes. No es así como se hacen las cosas.

Ambroos se encogió de hombros y Brent pasó a responder a la segunda pregunta de Kilian, con un molesto tono condescendiente de quién da por obvias algunas cosas.

—Un ejército regular tiene muchas posibilidades de fracasar en una tarea como ésta. Los soldados funcionan muy bien en las batallas en campo abierto o en los asedios, pero toda la logística que conlleva llevar un batallón a terreno desconocido...  Para eso están los aventureros, tú lo sabes mejor que nadie. Además, si nadie acabara con ese Barón Proscrito la duquesa no habría perdido nada. Si fueran sus propios hombres, su posición quedaría debilitada. Y en Almeia no hay lugar para los débiles.

- Es cierto –afirmo asintiendo a las palabras de Brent sobre los aventureros. – Aunque también lo es, que estamos ante un premio demasiado elevado por la caza de un criminal. ¿Un título y tierras? Si hace durante meses me hubiesen facilitado lo mismo, podría ser dueño de medio país – dijo encogiéndose de hombros en tono irónico y acompañándolo de su media sonrisa, para dejar constancia de que en aquello podría haber gato encerrado.

Tras eso, dio un sorbo de cerveza y continuó diciendo:

- Yo os seguiré, así que cuando gustéis, empezamos –dijo mirando instintivamente a Erin y rápidamente pasando su mirada a Brent.  

Tras su encuentro con los forjados no había tenido nada de acción y de eso hacía ya semanas, notaba que su cuerpo empezaba a necesitar algo más allá de un simple entrenamiento. Miró por la ventana, ¿Quién sería ese Proscrito, para que la nobleza de un país lo quisiera muerto a toda costa? Se preguntó

—Es evidente que una recompensa como ésta lleva veneno. Es de suponer que la baronía de Wald estará supeditada al ducado Schteigerbran. La duquesa perderá un título nobiliario, sí, peroo será mucho más lo que gane. Un vasallo y el control de estas Tierras Sin Señor.

—¿Queremos ser los perros de la duquesa?

—Bueno Ambroos, ya sabemos que no quieres ser Barón.  La cuestión es, ¿cuántas oportunidades se nos van a ofrecer como ésta? ¿Cuánto podrían a nuestros hermanos conseguir con nosotros como nobles de Almeia? ¿Cuánto tiempo ahorraríamos desde esta posición para prepararnos y devolverle el golpe a ese maldito Kraken? Si el precio de todo esto pasa por asesinar a un bandido y ser el perro de la duquesa, que está más que pagado. Además todos sabemos que nadie va a permitir que seamos esos fieles y ciegos lacayos.

—Si nos han mandado aquí es por algo—apostilló Erin—. Siempre estamos a tiempo de renunciar a la baronía después de acabar con ese bandido, ¿no?

Le hubiese encantado poder decirle que si a Erin, pero tras oír lo que acababa de decir su hermano, dudaba que Brent estuviese dispuesto a renunciar al título nobiliario. Además, si como había dicho Erin los habían mandado explícitamente aquí, sin duda sería porque pretendían que lo consiguieran.

Finalmente salió de sus pensamientos y dijo: - Claro, podría ser una opción, pero quizás es lo que pretenden que logremos… Una última pregunta, ¿Se sabe algo de la vida de ese proscrito? Me refiero a si es un simple asaltador de caminos o es algo más –preguntó Kilian.

Tras ello, se quedó pensativo nuevamente, la figura de aquél barón proscrito le tenía intrigado. - ¿Será alguien como Tharnaros? –se preguntó. Aunque la verdad lo dudaba, nunca hubiese imaginado a alguien como él aterrar tanto a una región como para que se ofreciera por su cabeza tal recompensa. – Quizás por Eiren... –se dijo sin poder evitar acordarse de la humana a la cual, consideraba muy astuta.

—Podría ser cualquier cosa. Tras la caída del Imperio las Tierras Sin Señor se convirtieron en territorio salvaje. Los mapas que esta zona tienen más de ochenta años y durante todo este tiempo estas tierras han sido refugio de malhechores y otros huidos de la justicia. Hay incluso quien habla de que esta tierra está maldita. Por eso nadie ha conseguido hacerse con su control.

—Cuentos para asustar niños—replicó Brent.

—Seguramente—concedió Fausto—. Lo que quiero decir es que si esperamos lo que sea de ese supuesto barón y de su banda de malhechores, tendremos más posibilidades de alcanzar el éxito. De todas formas, lo más probable es que se trate de un vulgar ladrón. Sólo que él ha tenido la suerte suficiente como para mantenerse en el poder más tiempo de lo normal. Me parece el origen más plausible a ese Barón Proscrito.

—¿Y si es otra cosa?—preguntó con algo de preocupación Erin.

—Se le clava la espada. Si sangra se le vuelve a clavar y si no, nos largamos corriendo. 

- No, no creo que se trate de un vulgar ladrón –apostillo Kilian. – Alguien así, rodeado de tantos bandidos durante tanto tiempo, estoy de acuerdo en que debe tratarse de alguien a quien no podemos subestimar. Incluso me atrevería a pensar, por lo que habéis contado hasta ahora, que la duquesa podría conocerlo. ¿Si no, por qué pediría explícitamente su cabeza? Lo normal en estos casos, viendo la situación actual de Almeia, es que capturasen al criminal y lo ajusticiasen públicamente para ganar prestigio frente a otros territorios y enviar un mensaje a aquellos que pensasen seguir los pasos del criminal. De veras pienso que esta historia guarda algún secreto más…

Por un momento, parecía que acabaría ahí su intervención, pero el guerrero continuó diciendo:

- Ya que incluso en caso de que no lo conociera. Nada ni nadie le impediría a este, tras enterarse de que han puesto precio a su cabeza, presentarse con la cabeza de cualquiera y reclamar su autoproclamado título como título legal… después, podría ser tan lacayo de ella como podría ser cualquiera –dijo en referencia a las palabras de Brent.

Kilian tomó un respiro, dando a los allí presentes tiempo para pensar lo que acababa de decirles y siguió diciendo:

- Bueno, quizás sean  simples divagaciones, así que ¿Cuándo empezamos?