Partida Rol por web

Habían pasado dos días desde que se habían enfrentado a los bandidos en el vado del río Espino, en el interior del Bosque de Karltz. No habían vuelto a encontrarse con más bandidos lo cual por un lado era un alivio, pero por otro no. Había más aventureros buscando la cabeza del barón, así que cada día que pasaba también era un día de desventaja.

El grupo montó su campamento a orillas del río Espino, a partir del día siguiente irían hacía el norte directos a la Posta de Guntar. Lo normal es que llegasen en otros dos días. Con suerte los aventureros que les llevaban ventaja ya habrían hecho alguna parada y Ambroos hubiese hecho alguna averiguación.

—Hay algo que os quiero decir—anunció entonces Erin—. Cuando lleguemos a la posta, quiero unirme a Jonas Kaüwen y ayudarlo a cumplir su misión.

Acababa de sentarse alrededor del fuego tras montar el campamento cuando Erin dijo cuáles eran sus futuras intenciones. Contrariado por la noticia, Kilian no dijo nada, se limitó a quedarse en silencio mirando el fuego. Las palabras de Erin en la posada de Nodgem, junto a las que acababa de pronunciar, se movían de manera vertiginosa entre sus pensamientos. Y de nuevo, como en aquel día, ese sentimiento de tristeza se apoderaba de él. De nuevo veía como Erin podría marcharse y eso le producía un tremendo vacío y desasosiego.

Por un instante, se encontró esperando a que su hermano hablase, pero viendo que nadie más de los allí presentes intervenía, se adelantó a todos tomando la palabra.

- ¿Es eso lo que quieres? Me da la sensación de que ese camino te alejaría demasiado de la justicia que buscas y que te ha traído hasta aquí –dijo mirándola a los ojos en un tono apacible.

Brent se había quedado en silencio a su hermana. Examinándola con detenimiento, intentando averiguar si todo eso era cierto o se trataba de algún tipo de interpretación. Él la conocía mejor que nadie y la noticia le había cogido tan de sorpresa como a los demás.

—¿Por qué?—fue lo único que preguntó con el ceño fruncido.

—No quiero ser un lastre para vosotros—dijo agarrándose con fuerza las manos para ocultar su nerviosismo.

La respuesta de Erin pareció alterar a su hermano que hizo un ademán de levantarse.

—¿Pero qué estás diciendo?

Fausto era el único que parecía tranquilo ante aquella situación.

—Dejadla hablar.

Erin suspiró y agachó la cabeza.

—¿Para qué vamos a engañarnos? Luchando contra esos bandidos estuve a punto de morir y lo que es peor, tuvisteis que ocuparos de mí. Podríamos haber muerto todos por mi culpa. Si en vez de esos bandidos hubiera sido el Barón Proscrito... Fausto tiene razón. La lucha será más difícil y no podréis tomaros el lujo de atenderme.

La joven entonces miró a Kilian.

—Es todo lo contrario Kilian. Si queremos gobernar estas tierras, también tendremos que pacificarlas. Un templo con un guardián maldito es un problema. Además, aunque tenga otro objetivo también estaré en el terreno. Podré averiguar cosas, hacer todo lo posible porque seáis los primeros en conseguir la cabeza del barón y me ayudará a prepararme mejor para lo que está por venir.

- Entiendo lo que dices y cómo te sientes Erin, sin embargo, no eres ningún lastre –respondió Kilian en tono conciliador. Y parafraseando a  Hem, prosiguió diciendo: – En un combate se pueden dar infinitas posibilidades, y hasta el mejor de los escribas puede cometer un borrón.

Tras eso, corrigió un poco la postura en la que estaba sentado, pues notaba la tirantez en una de las heridas que le habían provocado y continuó diciendo en tono afable:

- Estoy de acuerdo contigo, para un gobernador, que exista tal mal en sus tierras es un problema. Y de todas maneras, si crees que debes irte, no te lo rebatiré. Pero sí que tengas en cuenta que Jonas hablaba de que debía de acabar con la maldición de un monstruo que trajo la destrucción del templo y sus alrededores, con lo que el peligro puede ser incluso mayor que enfrentarse al barón. Sobre todo, si tenemos en cuenta de que al pobre sacerdote lo abatieron un grupo de kobolds –concluyó intentando hacer ver a la joven, que aquella decisión podría acarrearle un mayor peligro.

Al acabar se quedó en silencio, mirando a los demás, pero una idea empezaba a surgir en la cabeza del guerrero: - No pienso dejarte sola.

—Sé que no quieres que me marche Kilian, pero precisamente por las habilidades que tiene Jonas, su compañía es la más adecuada. Si tenemos que luchar lo haremos juntos y si tenemos que huir también lo haremos juntos. Pero con vosotros...—la joven hizo una pausa— vosotros seguiréis peleando cuando yo esté en disposición de retirarme.

—Me parece una sabia decisión Erin—apuntó Fausto—. Una decisión digna de un auténtico caballero de la hidra, aunque aún no hayáis sido ordenada. No me cabe duda de que tus padres estarían orgullosos de ti.

—Cierra la boca Fausto—respondió Brent de mala gana—. ¿Con quién te crees que estás hablando? No te olvides de que mi hermana es una Lutt y que igual que tú y que yo ha sido capaz de escapar de ese maldito kraken. Si vuelves a insinuar que es un lastre lo lamentarás.

El hermano mayor miró a su hermana menor.

—Creo que ya has dicho demasiadas tonterías hermana. Después de todo lo que hemos pasado no vamos a separarnos en un lugar como éste.

- Bueno calma, aún queda mucho para la posta –dijo Kilian intentando suavizar la situación para que Brent dejase de ser tan severo con Erin.

- Claro que no quiero que te marches Erin. –respondió el guerrero a la espadachina. - Entre otras cosas porque mucho me temo que, si Jonas no hubiese encontrado un grupo de kobolds y sí una avanzadilla como la que acabamos de enfrentar, quizás nuestras capacidades no hubiesen sido suficientes para reanimarlo.

Hizo una ligera pausa para explicar mejor su postura.

- Por supuesto considero que tu idea es valiosísima, y es necesario erradicar esa maldición. Pero hemos venido hasta aquí para que podáis reconstruir vuestra casa, y me parece que la mejor manera sería consiguiendo esa baronía. Una vez hecha, podemos encargarnos de erradicar ese mal de estas tierras acompañando a Jonas.

- Pero me da miedo incluso la simple idea de perderte... –pensó Kilian que por un momento imaginó que no volveria a verla y sintió una sensación de ahogo.

—Los dos queréis protegerme y os lo agradezco. Pero para luchar contra el barón, entre Ambroos y yo, todos sabemos qué él será mucho más útil. Sed honestos con vosotros mismos y conmigo. ¿Qué creéis que va a ocurrir si nos encontramos con el barón y sus hombres?

Erin comenzó a juguetear con un mechón de pelo.

—Vosotros conseguiréis esta tierra y yo ayudaré a que sea más segura. Mataremos dos pájaros de un disparo. Además, no es como si me fuera a internar a solas con Jonas. Buscaremos un grupo de aventureros, por supuesto. Me gustaría contar con vuestro beneplácito, pero quiero que sepáis que mi decisión está tomada.

—Hablaremos cuando lleguemos a la Posta—fue la única respuesta de Brent.

Con las últimas palabras de Brent la discusión quedó zanjada, por el momento. Estaba claro que cuando llegaran a la Posta llegaría el momento de retomarla, y nada parecía indicar que fuera a acabar bien. Por un lado, Erin estaba firmemente decidida en su tesis y por otro Brent no estaba dispuesto a permitirlo. Y para empeorarlo estaba el apoyo de Fausto.

Pero eso sería rosario para otra novena.

Kilian continúa aquí.