Partida Rol por web

Cinco días después del combate con los bandidos en el bosque de Kaltz, el grupo de aventureros llegaba de nuevo a la Posta de Guntar. Los ánimos no eran los mejores después de la decisión de Erin de marcharse con Jonas y el hecho de que Fausto la hubiera apoyado no ayudaba mucho tampoco.

Era la hora de comer cuando entraron en el edificio principal. Allí encontraron al propio clérigo de Elgafar y a Ambroos. Pero también a un enano y a una elfa. Cada uno de ellos sentados en una mesa diferente.

Ambroos no tardó en reconocer a sus compañeros y sonrió de oreja a oreja al tiempo que alzaba una jarra como saludo.

—¡Bienvenidos compañeros!—exclamó con fuerza haciendo que se escuchara en toda la sala—¿Cómo os han tratado las malditas tierras sin Señor? ¿La asolan tantos males como cuentan las leyendas? ¿El peligro acecha en cada esquina?

Lo peor de todo es que no estaba borracho.

Entró primero en la sala, y nada más hacerlo se atusó el flequillo. Al fin habían llegado, y echando una leve visual, pudo ver a Ambroos, a Jonas y a otras dos personas que no conocía.

Escuchó a su compañero vociferar, así que se acercó a este con premura. Y mientras caminaba, abrió la cesta de vinos que cargaba, sacó una botella de su interior, y colocándola encima de la mesa donde se encontraba Ambroos respondió: - Pues parece que no tan mal como podría haber ido, ya te contarán.

Además de que no podía meterse en los asuntos de la orden, aquél no era su objetivo en ese momento. Siguió caminando hasta llegar a la mesa de Jonas. Tenía dos motivos para acercarse al clérigo; uno era que quería tener más información de la misión a la que Erin se enfrentaría y el otro y más importante, que se temía la peor de las reacciones por parte de Brent si veía allí al siervo de Elgafar.

- Dichosos los ojos hermano, veo que Elgafar ha sido benévolo con vos, sin duda tiene mejor aspecto –dijo en tono cordial mientras soltaba la cesta del vino en la mesa contigua a donde este estaba sentado.

- ¿Qué tal ha ido su empresa? ¿Ha habido algún avance? –preguntó a la vez que miraba de reojo hacia donde estaba Brent por si tenía que actuar.

Jonas sonrió al ver a Kilian sentarse con él.

—¡Oh sí! Elgafar ha sido misericordioso y me ha permitido volver aquí sano y salvo—dijo aliviado—. Sin kobolds, ni bandidos, ni ningún peligro. De momento sigo a la espera de poder reclutar aventureros. Quizás la posibilidad de un tesoro en el templo consiga animar a alguno. ¿Y ustedes? ¿Alguna suerte con la búsqueda del Barón Proscrito señor...?

El hombre hizo una pausa incómoda.

—Vaya, esto es embarazoso—dijo rascándose la calva—. Creo que no llegó a decirme su nombre.

Cierto, no le había dicho su nombre, pero tampoco era algo que debiera saberse a la ligera. Como le había dicho Brent en Nodgem, en ese momento había una diana en sus cabezas, por lo que dar cualquier información sobre su paradero o el de los Lutt podría ser sumamente peligroso. No podía permitirse bajar la guardia en ningún momento, así que pensó rápidamente en un nombre y el primero que se le vino a la cabeza fue el de un parroquiano de Mesné que acudía con asiduidad al Tintineo.

- Claro, no tuvimos tiempo ni siquiera de presentarnos. Mi nombre es Jensen. Por favor, mesera, pónganos algo de beber a Jonas y a mí. –dijo en un principio para luego girarse hacia la barra donde se encontraba aquella mujer rubia.

Volvió a adoptar una postura mirando al clérigo y continuó diciendo:

- Que va, no hemos adelantado nada, seguimos igual que cuando nos encontramos. Se ve que tiene bien merecida su recompensa porque es bastante escurridizo ese Barón –argumentó con una sonrisa cordial.

- Y bueno Jonas dígame, ¿Tiene ya localizada la entrada a ese templo? La verdad es que me resultó muy inquietante aquello que nos contó. Si nos hubiésemos conocido en otro momento, seguro que formaría parte de ese grupo que necesita para erradicar esa maldición de estas tierras.

Hizo una ligera pausa porque con esas últimas palabras a su mente vinieron recuerdos de sus compañeros en Los Guardianes errantes y continuó diciendo:

-  Incluso si pudiese, no me importaría ayudarle a cumplirla si cuando acabásemos de encontrar al susodicho, aún no ha conseguido reunir ese ansiado grupo –concluyó mirando  durante un instante a la barra para ver si la mesera venía ya con las bebidas.

—Sólo sé lo que hay en los registros. El templo se encuentra en el interior del bosque de Karltz. Entre el río Espino y la rivera del Zorrillo. Una vez en la zona será necesario explorar la espesura.

La mesera sirvió las bebidas y Jonas se quedó en silencio mientras lo hacía.

—Agradezco su ofrecimiento, aunque espero poder haber reunido un grupo antes. Yo...—el hombre se llevó la mano a la cabeza—...necesito llegar a ese templo cuánto antes.

 - Muchas gracias –dijo Kilian a la mesera cuando esta puso las jarras en la mesa. Y continuo en silencio escuchando al clérigo

 - Espero que consiga derrotar a ese monstruo, y no me cabe duda que lo hará –respondió Kilian una vez que Jonas terminó de hablar.

Dio un buen trago a su bebida y continuó diciendo:

  - Si ha sido capaz de adentrarse solo con la voluntad de cumplir su misión, es que tiene la capacidad para cumplirla. Además, ya he sido compañero de algún clérigo y ya he visto de lo que son capaces de hacer por sus creencias.

Tras eso, se levantó de la silla, cogió la jarra alzándola como si hiciera un brindis y le dijo:

 - En fin, supongo que nos veremos por aquí en estos días. Pero por si tiene prisa por marchar y no le veo, le deseo la mejor de las suertes.

Tras eso se dio la vuelta y se dirigió a la mesa donde estaban los demás. Mientras se acercaba no podía evitar pensar en que posiblemente no volvería a ver a Erin en un tiempo, aquello le dejaba una sensación agria.

Al llegar a la mesa, espero a que hubiese un silencio y aprovecho para decir en un tono bajo:

 - Lamento la interrupción, he decidido que, por protección, mientras estemos con gente desconocida me llaméis Jensen. No quiero que mi identidad pueda poner en peligro la misión. Y dicho esto, si me necesitáis estaré en la barra –concluyo diciendo el guerrero que notó como poco a poco su tono era más apagado.

El pensar en la posible marcha de Erin y el formar parte de un grupo sin pertenecer a él quizás le estaban pasando factura. Tanta que mientras se dirigía a la barra empezó a acordarse de Dan, Eiren, Vincenza, Clint, Kelrin y hasta del pequeño Klaus. Quizás aquel no era el mejor grupo de aventureros, pero si actuaban como tal.

- Ahora comprendo mejor los esfuerzos de Dan para que todos nos llevásemos bien –se dijo a si mismo mientras tomaba asiento en uno de los taburetes de la barra

—¿Dónde vas Kilian?—dijo Brent con su habitual tono e ignorando la petición de ser llamado Jensen—. Ambroos se ha enterado de bastantes cosas mientras estaba aquí y tenemos que discutirlas.

Erin se levantó de la mesa.

—Toma mi sitio, yo iré a hablar con Jonas.

Brent miró enfadado a su hermana.

—Tú no vas a ningún lado.

—¿Y cómo vas a impedirlo Brent?—le respondió mordaz Erin— Te guste o no he tomado mi decisión. Yo soy tan Lutt como tú, yo no estoy a tu servicio ni tengo ningún juramento que me ate a ti. Y te recuerdo que tampoco he sido ordenada caballero, así que tampoco estoy atada a esta misión por ese motivo.

Erin se dio media vuelta bajo la atenta mirada de su hermano. Estaba claro por la expresión de su rostro que si por él hubiera sido se habría levantado y la habría abofeteado. Pero Brent era mucho más listo que eso.

—Hay que reconocer que la chica sabe hablar muy bien—apostilló Ambroos mientras miraba como la joven se alejaba.

—Lo sabe—lo corroboró Fausto para luego mirar a Brent—. Sé que te preocupa el bienestar de tu hermana, pero tienes que confiar en ella. No es una dama de corte, es una Lutt y tiene el fuego en su interior.

Tomó asiento mientras veía como Erin se iba alejando. Chasqueo su lengua contra el paladar y exhalo un suspiró que le liberó un poco el nudo que sentía en su interior. Veía como poco a poco ella se iba alejando de él, pero no pensaba detenerla. Se había dado cuenta de que la quería tanto que era incapaz de retenerla a su lado por puro egoísmo. En lugar de seguir hablándole a Brent sobre Erin, solo se limitó a decir:

 - Creo que vuestros enemigos pueden tener ojos y oídos en los lugares más insospechados, incluso aun estando lejos de Benerluxia. Por eso insisto en que debemos ser precavidos a la hora de dar nuestros nombres.

Y antes de que Brent puediese contestarle este le dijo a Ambroos:

 - Y bien, ¿Cuáles son esas novedades?

—¿Vuestros enemigos?—preguntó Fausto mordaz— Pensaba que habías abrazado nuestra causa. A lo mejor Brent y Erin no han sido claros, pero éste es un camino sólo de ida. Nuestros enemigos son ahora tus enemigos. Y si me permites el consejo, yo haría todo lo posible por ganarme el derecho de ser ordenado caballero. Porque en caso de que la resolución sea negativa...

El semielfo dejó inconclusa la frase con un silencio elocuente.

—Y respecto a lo del nombre... ¿acaso eres el único Kilian de toda Mercatia? Pero oye, si quieres que te llame Jensen... por mí como si quieres que te llame encanto.

Ambroos se echó a reír.

—¿Podemos centrarnos y hablar de lo importante?

—Claro, claro. Tenemos dos grupos rivales. Uno de ellos está liderado por un príncipe extranjero. El otro por una mujer gaela. El primer grupo todavía no ha pasado por aquí mientras que el segundo estuvo aquí hace dos días. El segundo grupo tienen pinta del típico grupo de héroes aventureros. Pretenden explorar las tierras Sin Señor, resolver cualquier entuerto y acabar con el Barón. Nada de lo que debamos de preocuparnos. Lo interesante es el segundo grupo.

—Habías dicho que no habían pasado por aquí. ¿Acaso están muertos?

—Negativo. El grupo como tal no ha pasado por aquí pero sí una ex-integrante. La elfa.

Ambroos hizo una pausa para que sus compañeros mirasen a la mujer antes de seguir.

—Parece ser que explorando este lugar llegaron a un enorme sicomoro. Y con enorme quiero decir que corona una colina y las raíces del árbol recorren todo el interior de la colina. En ese lugar en lados opuestos habitan una tribu de kobolds y otra de trasgos. Y cómo no podía ser de otra manera, son enemigos—Ambroos bebió un poco de su jarra—. La cuestión es que el príncipe se ha aliado con los kobolds y tiene la intención de ayudarles a exterminar a los trasgos. A cambio, dispondrá de un pequeño batallón por el que marchar por las Tierras Sin Señor.