Partida Rol por web

Palacio del Barón de Ruanon
Horario: Noche

Águila mueve el anillo entre sus dedos con habilidad y lo examina con cuidado.
Es liso, sin relieves ni inscripciones, lo que imposibilita saber qué joyero lo creó. Sin embargo, la calidad de la plata hace que el Señor del Kai sospeche que la plata es ruanesa.

Puede que un artesano de la ciudad pueda decirte más cosas...

Yo examino la ropa para ver si hay algún escudo o marca, tipo de tejido, mancha...

Creo que guardaré esto. Veremos si alguien puede darnos más información.

Dice Águila metiendo el anillo en una pequeña bolsita.

Palacio del Barón de Ruanon
Horario: Noche

Serpiente silenciosa extiende los ropajes de Lobo Gris sobre la mesa y los examina tan meticulosamente como si siguiera el rastro de un ciervo en una cacería. Son ropas de un señor del Kai, muy usadas y desgastadas por el uso, que no han sido lavadas en mucho tiempo... pero no halla en ellas ningún indicio que le llame la atención.

Sin embargo, el Sexto Sentido de Serpiente capta la profunda huella psíquica que las prendas desprenden. El sufrimiento y el dolor de Lobo Gris al morir todavía se siente en sus ropas...

Buho sabio se acerca a las ropas de Lobo gris deberiamos revisar sus habitaciones...sus impresiones psiquicas estan dando importantes respuestas, tanto como las que encontraremos en el lugar en que murio este señor de Kai dice mientras cierra sus ojos tratando de sentir algo mas en sus ropas

Sí, estoy de acuerdo con Búho, esta muerte podría haber sido premeditada...

Me paso una mano por la cabeza para echar hacia atrás el pelo que me estorba en la cara, me inclino ante el cuerpo mostrando mis respetos y me quedo en la puerta de la estancia, esperando a mis hermanos

Me quedo pensativo ante el cuerpo de Lobo gris, tras observar las prendas y el anillo, permanezco en silencio, un rato y si mis compañeros lo aprueban dejo que los ssacertotes hagan su trabajo.

-Seria un buen momento para descansar algo, ya mañana podremos seguir investigando.

Palacio del Barón de Ruanon
Horario: Noche

Dejáis a los clérigos con el cuerpo de Lobo Gris. Todavía tienen que trabajar y deben dormir algo, ya que mañana mismo partirán de vuelta al Monasterio.

Sabiendo que ya nada más podéis hacer aquí, volveis a subir a las plantas superiores del Palacio guiados por los criados que os han estado esperando.

De nuevo en la sala en la que habéis cenado, os encontráis con Roanan. El Mayordomo está dictando a unos criados una lista de suministros a la luz de las velas. Al veros interrumpe su quehacer y os pide que le sigaís a vuestros alojamientos, que se encuentran a poca distancia, prácticamente en un pasillo anexo.

Se trata de un pasillo extenso, con cinco puertas a un lado. Roanan os dice que podeis pasar a las habitaciones, y que todas son iguales. Efectivamente, todas son pequeñas habitaciones rectangulares, de techo bajo, que contienen una cama, una palangana con agua para lavarse, una vela y un arcón donde guardar vuestro equipo, el cual ya han dejado allí los criados. No es mucho, pero aun así son mejores habitaciones que las celdas que teniais en el Monasterio. El Mayordomo os entrega a cada uno una llave de madera que abre la simple cerradura del mismo material que hay en la puerta.

Cada habitación tiene también una pequeña ventana de cristal, a través de la que se puede ver... ¿un bosque?
Roanan os lo explica, se trata del Bosque de Ishir, una extensión de terreno a cielo abierto en el interior del castillo ocupado por parte del bosque original que cubría la colina donde ahora se alza el palacio.

Con esto, Roanan se despide, diciéndoos que si necesitáis algo podeis llamar a cualquier criado o a algún hombre de la guardia de palacio que haga la ronda.
Y vosotros os retiráis a vuestras habitaciones, agradeciendo una cama de verdad tras tantos días de viaje y de dormir en las cunetas.

Una vez en vuestras habitaciones, no tardais en acostaros, ya que la fatiga del viaje y de las últimas horas han hecho mella en vosotros.
Sin embargo, la visión del cadaver de Lobo Gris ensombrece vuestros últimos pensamientos antes de caer dormidos...

Interludio

Los cuatro encapuchados se sientan alrededor de una mesa de piedra. La única iluminación proviene de unas pocas velas colocadas sobre la mesa, pero es insuficiente para dejar ver los rostros cubiertos por las capuchas negras.

Uno de ellos se levanta y apoya las manos en la mesa, anunciando con voz susurrante:
Han llegado esta misma noche. Ya se encuentran alojados en el palacio...

Otro de los encapuchados ruge con rabia: Ese malnacido Gran Maestre del Kai... Envió la misiva anunciando la llegada hace apenas dos días, cuando ya se habían puesto en marcha desde el Monasterio, para que no tuvieramos tiempo para prepararnos. ¿Que están aquí para que uno de ellos sustituya a Lobo Gris? ¡Y una mierda! ¡Ese cabrón sospecha algo y nos envía a sus cachorros para espiarnos!

El primero le responde: Por supuesto, y eso es lo que nos obliga a decidir qué vamos a hacer...

Ya te lo dije, deberíamos haber acabado con ellos antes de que llegaran aquí. Le replica el segundo. Una emboscada. Le habríamos echado la culpa a los clanes de bandidos de las montañas y asunto resuelto.

Otro de los encapuchados le responde con voz suave y melosa: Y la semana siguiente tendríamos a un ejército de Señores del Kai ante nuestras puertas. El Gran Maestre no es ningún tonto, amigo mío, matar a esos jóvenes sólo hubiera confirmado sus sospechas. Ahora que estamos tan cerca de lograr nuestro objetivo debemos ser más cuidadosos que nunca.

El segundo escapuchado farfulla una maldición y golpea la mesa con el puño: ¿Y qué coño se supone que vamos a hacer? ¿Tenerlos curioseando por aquí? ¿Haciendo preguntas?

Exactamente. Responde el primero. Seguiremos el plan trazado en nuestro último encuentro. Debemos desviarles de la verdad. Confundirles para que no descubran las verdaderas razones de la muerte de Lobo Gris. Ese será nuestro objetivo. Mira al resto de los encapuchados. ¿Alguien tiene alguna objeción?

Ninguno de los otros dice nada, con lo que continúa: Muy bien. Eso es todo.

Los encapuchados se levantan y desaparecen en las sombras, dejando sólo al que ya estaba de pie. Cuando este último se encuentra apagando las velas descubre que uno de los encapuchados (el que todavía no ha abierto la boca) no se ha ido, sino que le observa desde las sombras.

¿Qué quieres?

El encapuchado avanza un paso y le habla con una voz inequivocamente femenina:
Al final tendremos que matarlos, lo sabes.

El otro apaga la última vela sumiendo la estancia en la oscuridad:
Lo se. Deja eso de mi cuenta...