-Trabe conocimiento con él tras la toma del titulo -expreso el noble sin dejar de caminar -era un hombre amable, culto, quizá excéntrico, pero debía serlo: era rico... -titubeo al llegar a una encrucijada de tres pasillos, tomo la de la izquierda -es como un laberinto, ante la duda elegir la izquierda ¿no le parece? -preguntó a Prudence, aunque no llego a oír su respuesta -Tras la toma de su título se hizo asiduo a los bailes, tenía una gran necesidad de vivir, como si tuviera muy poco tiempo para hacerlo y viajaba con la misma premisa, poco tiempo y mucho por hacer, algunos amigos suyos como lord Dilys ¿ha oído de él? quizá no, no es un nombre que se diga ante una dama, mejor hablemos del hijo del conde Lyford, tiene mejor reputación, decían que sus cartas hablaban de temas místicos y leyendas de ancianas, cuentos para exaltar la imaginación, parecía interesado en ello y también... no le diga a su madre que se lo he dicho, porque métodos podía conseguirse que un alma en pena descansara en paz. ¿resulta extraño no es así?
Prudence tenía la sensación de haber pisado en un pantano, al mirar al frente el tapiz azul del pasillo había desaparecido, esta vez era color melón y por las ventanas se veía un hermoso amanecer.
La explicación parece increíble, sino hubiesen estado sucediendo tantas cosas sin ninguna explicación desde que llegue al Lynd dudaría de la cordura de la señora Blay, ¿una maldición desde hace cinco siglos persiguiendo a la familia y a todos sus herederos?, y si en cinco siglos nadie había conseguido romperla, ¿cómo íbamos a conseguirlo nosotros?
Las dudas me asaltaban mientras la señora Blay cuenta más detalles de la historia.
- La verdad señora Blay, si hace una semana me hubiese contado esta historia no hubiese creído ni una palabra - le respondo cuando acaba de hablar - sigo sin tener muy claro cómo puedo ayudar, ¿cree usted que debería abordar con todo esto al honorable?, por lo que me ha contado parece que es la persona en la casa que más sabe sobre lo que intento hacer el marques –
No me apetecía mucho volver a la sala donde todos esperaban al inspector, el ambiente era agobiante sobre todos entre aquellos que conocían al asesinado, pero quedándome en la habitación no resolvería nada.
La información siempre es bienvenida :)
-El conde ha recomendado que todos nos mantengamos en nuestras habitaciones, he aprovechado ello para venir -señalo con voz suave la dama de compañía de la duquesa -En cuanto a como ayudar, creo que el honorable no puede hacer todo lo necesario él solo, necesita de alguien más y usted cuenta con una suerte de protección -un suspiro salio de su boca -Si usted lo ve conveniente, es posible que no sirvan el lonche, pero a la hora de la cena podrían ambos bajar como es costumbre, así podrían hablar sin levantar sospechas -propuso.
Extrañada observe al señor Forrester, procurando guardar memoria de Lord Dilys o del otro, aunque de ninguno de los dos tenía gran conocimiento* si era sincera.
-Comprendo, supongo que tras el ejercito el marques se vio seducido por la animosidad de nuestra capital, y de la temporada social, con todo lo que ella conllevaba -comente, sin grandes aspiraciones, no se me ocurría demasiado por decir ¿podría hablarle de política? No estaba del todo segura, pero no parecía el tipo de hombre que se satisfacía con esas conversaciones, además sería demasiado atrevido -yo... - entonces observe por el ventanal el amanecer y mis dedos apretaron el brazo del señor Forrester, podría confundirlo con un atardecer, sin embargo no podía equivocarme, el frío del aire, las pocas luces y más aun lo que se veía afuera no era un atardecer como se esperaría...
-Señor Forrester -susurre apenas en un hilo de voz -¿Que hora es? -pregunté, temiendo otro de esos sucesos inexplicables que llevaban ocurriendo cada tanto.
*supongo que no tengo trato con los caballeros esos.
- Tiene razón - afirmo pensativa mientras vuelvo a sentarme a su lado - será mejor esperar a la cena para no llamar demasiado la atención -
Seguía dandole vueltas a todo lo que la Sra. Blay me había contado y como las cosas exteañas que habían sucedido encajaban con su relato. Sin embargo, algo me preocupaba, dentro de la lista no parecia haber ningún criado. Si el cuerpo aparecido en la sala de pinturas correspondía a un sirviente, como me dijeron, ¿porqué había fallecido?, ¿Qué tenía que ver su muerte con lo que ocurría?
- Señora Blay, discúlpeme por seguir preguntándole, comprenderá que aún estoy tratando de asimilar todo lo sucedido - digo intentando explicar mi siguiente pregunta para que no resulte ofensiva - ¿Conocía usted al fallecido?, ¿cree que haya alguna información mas que pueda contarme que sea importante para poder ayudar? -
Antes de contestar a Anabelle, la señora Blay se mantuvo en silencio unos instantes para luego decir, sin elevar la voz, dos cosas.
-No pueo decir que le conociera personalmente, solo lo vi una vez, sin embargo, la duquesa de Melvelin no lo tenía ni lo tiene en estima, muchos de los miembros de la familia lo consideraban una vergüenza dado su abandono de las fuerzas militares por no hablar de ciertos vicios que se decían que él tenía... el honorable, el baronet y el señor sevenoaks sin embargo eran cercanos a él a su referida manera cada uno.
la mirada de la mujer era sincera.
-es todo lo que sé.
perdón por la demora... se me fue el santo al cielo xD
El señor Forrester no contestó a Prudence y al volverse esta a verlo escucho se encontró sola en el pasillo, el amanecer era hermoso, el frío helado y en su pecho se anidaron unas extrañas ansias de poder y temor, una suerte de afecto desesperado que se confundía con un temor tan antiguo como el tiempo, en cambio se halló caminando a un en contra de su voluntad a través del pasillo, el tapiz del color de los melocotones era nuevo y tenia formas de fondo, sus ojos se concentraron en el decorado de forma crítica y sintió miedo.
No muy lejos escucho un gemido quedo, de angustia y sus ojos se dirigieron a una puerta cerrada que estaba en el pasillo, de cara a los ventanales, se acerco también apoyando una mano contra la puerta de aquella habitación, más bajo estaba el picaporte dorado y la pintura blanca aunque seca había sido pintada hará menos de una semana.
habían sido ordenes suyas, lo recordaba, no, no habían sido ordenes suyas, pero si de la persona que se apoyaba contra la puerta, al otro lado, el gemido se elevo hasta convertirse en un aullido histérico.
y entonces un golpe contra la madera, retrocedió en automático y sintió compasión y dolor por la persona encerrada allí dentro.
-¡Charles! -la voz al otro lado le heló las venas -¡Charles! ¡¿eres tú?! ¡Sácame de aquí Charles! ¡Sácame! ¡No puedes encerrarme aquí! ¡Soy tu hermano! -los gritos estaban rotos por la desesperación y los golpes hacían temblar la madera, pero Prudence no se movio ni aparto los ojos de la puerta.
No podía liberarlo. y lo sabía.
No cuando su pequeño hermano había tomado la espada...
-¡Charles liberame! ¡Por favor! ¡Por favor!... Te juro que no era yo...
- Muchas gracias Sra. Blay por todo lo que me ha contado - le digo - la verdad ha sido de gran ayuda para empezar a entender lo que estaba sucediendo desde que llegamos -
Aunque no parece que pueda contarme nada más, no me apetece quedarme sola en la habitación mientras espero a que nos llamen para la cena decido preguntarle:
- ¿Desea tomar un te?, podemos esperar aquí hasta que avisen para bajar a cenar -