Partida Rol por web

Le miré con la boca abierta, aunque ya se me había pasado por la cabeza que me quedaría con ella de esa manera tanto abrirla en aquel lugar y luego, me puse a pensar en lo que significaría aquello.

- Vaya, no sé si me alegraría de poder verlo. Sólo una pregunta. ¿ El futuro siempre pasa como lo ves o se puede modificar? Cuando ves cosas buenas tiene que ser una maravilla pero cuando no supongo que ha de ser horrible ¿ no?

Al menos el pensar en el poder de aquel chico me estaba haciendo no pensar en todo momento en mi compañía que ya era algo. Tampoco pensaba preguntar por mi futuro, era de las que creían que había cosas que era mejor no conocer, que simplemente pasarían o no según lo que yo hiciera.

- Tampoco me suena demasiado bien eso... - Hice una mueca amistosa tras mis palabras. Me caía simpático el muchacho.

- No, no pienses que puedo ver mucho más allá. Sólo un poco más adelante y si, me dedico a eso, a ver el futuro y a intentar que no pasen cosas malas, por lo menos en un corto período de tiempo, aunque si aquí nuestro amigo Malcom me dejara salir de misión alguna vez, bueno, tal vez podría hacer algo más que reclutar gente de un lado y del otro. - Dijo el chico mientras comenzaba a limpiar unos vasos tras la barra. - Así que, aquí me vez, tras una barra, haciendo de ojeador y reclutador en mis ratos libres y ganándome un sueldo para pagar la academia. Una buena vida, sin duda. -

Jota Jota sonrió y negó con la cabeza.

- Pues creo que se me han acabado las ideas por hoy, además, ya es hora de terminar mi turno. -

Su mano se levantó y señaló a la chica con la que había hablado hace un rato.

- ¡No! Ni lo intentes, pequeña, o me veré obligado a darte una paliza, y sabes que puedo hacerlo. -

Miré a Malcom de reojo ante las palabras del muchacho, pero no dije nada, pues aunque me gustaría, no tenía tanta confianza con Malcom para decirle nada al respecto y simplemente puse cara de circunstancia al mirar al joven, como diciéndole que eso era cosa de ellos.

- Gracias por el café y que tengas suerte. - Guiñé un ojo mostrando una sonrisa y luego me giré hacia Malcom, esta vez entera, como diciéndole que si nos íbamos a una mesa o nos íbamos a tener que tomar el café de pie.

- ¿ Tenemos prisa o nos podemos sentar tranquilos a tomar el café?

Estaba un poco perdida en aquel lugar y un poco nervisa por la compañía.

- ¿Prisas? Ninguna. - Dijo Malcom. - Ya te he dicho que tengo un par de horas antes de ponerme a trabajar. Tenemos un par de hombres y mujeres dispuestos a engrosar nuestras filas, por lo que tendré que hacerles el aburrido recorrido a ellos también. Menos mal que por lo menos, a ti ya te conocía y se me hizo mucho más ameno. -

Malcom te acompañó hasta una de las mesas y veías como todos los que estaban allí sentados lo saludaban con la mano, o con algún gesto de su rostro.

Bueno, uno que estaba sentado cinco mesas más allá, estiró su brazo hasta tocarle un par de veces el hombro a modo de saludo, cosa que él respondió con una sonrisa.

- Ese es Mika. - Te dijo señalándolo con la mirada. - Puede estirarse hasta lugares insospechados. -

Levanté la vista hacia Malcom cuando hizo aquel comentario y poniendo cada de ofendida, aunque de manera claramente fingida le respondí.

- Vaya y yo que pensaba que me lo estabas enseñando a título personal.. - Chaqueé la lengua como símbolo de fastidio.

No añadí nada más, pues mi atención se volvió a centrar en toda aquella gente tan extraña. Sí, para mi era extraño ver todo aquello, aunque yo fuera también un poco rara.

Al ver lo que podía hacer el chico que se estiraba y el comentario de mi " guía " me reí.

- Haría un chiste al respecto, pero seguro que se lo han tenido que hacer más de mil veces, así que más que gracia sería algo tedioso. Eso sí, parece que te conoce todo el mundo. ¿ Lo tuyo es ser el relaciones públicas?

- No tanto como el relaciones públicas, más bien... soy como el jefe de todo esto. - Dijo con una sonrisa. - La verdad es que a todos estos chicos los he reclutado yo o alguno de los que has visto por aquí. Jean, es otro de los reclutadores, pero él, por su juventud, se encarga de la gente más jóven y después tenemos a dos hombres que siempre van de traje y llevan gafas negras, ellos también reclutan. -

En ese momento, el movil de Malcom sonó.

El miró el mensaje y sonrió, para después volver a mirarte a los ojos.

- Tenemos otro recluta que viene en avión. - Confirmó.

Cogió la taza de café, le dio un sorbo y la dejó junto a tu mano, dejándo la suya sobre la tuya.

- Pero de todas las personas que he reclutado, tú has sido en la que más empeño he puesto, ¿sabes? Me habrías partido el corazón si no te quedabas aquí. -

Me sonrojé un poco cuando me dijo que era como el jefe de aquello, pues yo llevaba hablándole todo el rato como si siguiera siendo mi compañero y eso, me hizo sentirme un poco idiota y avergonzada por no haberme dado cuenta.

- Perdona por mi comportamiento, no sabía que tú mandabas aquí...pensaba... - Suspiré. - Supongo que aún te veo como un compañero, no sé si me voy a acostumbrarme a que seas mi jefe...

Bajé la vista a la mesa, para ver cómo dejaba el café sobre ella y como colocaba su mano sobre la mía, lo que me hizo terminar de enrojecer hasta límites insospechados, aunque fueron más bien sus palabras las que me pusieron así.

De todas formas, en un alarde de valentía, levanté la cabeza y le miré a los ojos para responder a eso.

- Si hubieras empezado por esas últimas palabras habría aceptado " el trabajo " y el quedarme aquí sin la más mínima pregunta.

Y Malcom sonrió.

Era una de esas sonrisas que te decían todo, completamente todo.

Y fue en ese momento, cuando por fin te has convencido que ese era tu lugar.

Ese lugar, entre gente como tú, con tus cualidades.

Al final, has encontrado un hogar dónde podrás estar tranquila.

Malcom te miró a los ojos y comprendiste, con esa mirada, que lo de jefe quedaría en un segundo plano cuando esté contigo.

Terminastéis el café y pasastéis ese par de horas charlando de vuestras vidas, de los objetivos, miedos, y todo lo que podría ser relevante o tal vez no tanto. Cuando Malcom se tuvo que marchar, se despidió de ti con un suave beso en tu mejilla y una amplia sonrisa, y una simple frase: Nos veremos muy pronto.

Decidiste que era tiempo de ver tu habitación y claro, darle de comer a tu gato.

Subiste por el ascensor y al entrar a la habitación la viste tan grande que tardarías semanas en decorarla a tu gusto... pero estabas cansada, la acción de los últimos días casi no te ha dejado pegar un ojo.

Te tumbaste en la cama de dos plazas en tu cuarto y tu mascota se subió a tus piernas.

Había mucho que hacer, y te dormiste en tu cama, sabiendo que tenías todo el tiempo del mundo para hacer todo lo que tenías en mente en este momento...

¿THE END?