Quedo a la espera, a ver qué deciden los demás.
Se encogió de hombros en respuesta a Khazlian a la pregunta silenciosa de él. Sus ojos yan eran expresivos y la pregunta velada brillaba en ellos.
-No sé... si no es un dragón... no me importa irme.
Realmente no tenía sueño, aquella búsqueda tras las pistas la había espabilado aunque era ya tarde, pero si no había dragón a la vista quizás no fuera aquel el lugar en el que deberían estar.
Decidido, los feéricos nos quedaremos a acampar aquí. De preferencia arriba de los árboles, ¿no crees Kail? Así le sería más difícil al lobombredragón alcanzarnos.
La noche había avanzado, había cubierto a ese extraño grupo como si fuera una manta. Y, sin encontrar más pistas, decidieron que su siguiente paso era descansar.
Así, por un lado, Ceya, Kail y Namib se quedaron con las bárbaras, subidos a árboles, descansando y velando por la seguridad de aquellas criaturas.
El resto volvió a la ciudad, onde volvieron a separarse. Khazlian y Aylandris regresaron a la posada "El Haai de Plata", donde la encantadora Shivei les despertaría con uno de sus maravillosos guisos.
Sólo quedaban Entu y Meerelu, que caminaron juntos hasta la entrada al templo, donde la sacerdotisa se despidió de su compañero de raza, que continuó hasta una plaza donde la fuente no estuviera a rebosar.
Todos dormían vigilados por la luz de las tres diosas femeninas, que esa noche habían presenciado un horror en su creación. La muerte del Unicornio acudiría a los sueños de todos y cada uno de ellos...