Partida Rol por web

Con la muestra de serenidad de Loretta, Tanya se tranquiliza visiblemente y su respiración se normaliza. Su mirada se cruza con la de la ratona y no puede evitar sentir un torrente de compasión por ella. Aguantando las lágrimas y las ganas de abrazarla, asiente en un intento de parecer fuerte y se dirige a la salida sin echar una mirada atrás.

Una vez fuera y lejos de oídos indiscretos, se gira hacia su compañera ratona con preocupación.

- ¿Cómo estás? - pregunta preparada para darle un abrazo de consuelo.

Las palabras atraviesan su nudo en la garganta:

-Dolida...pero aliviada a partes iguales... -se enjuga una lágrima que empapa su hocico, y entonces te dirige su mirada e intenta sonreir-. Muchas gracias, has sido una gran amiga, pero creo que esta aventura acaba para mí. Intentaré rehacer como pueda mi vida y buscar nuevas metas, vete a saber dónde. 

Dicho esto , reanuda la marcha de vuelta a la entrada de la villa, y añade:

-Ya he sido bastante carga, va siendo hora que forje mi propio destino -y con una mirada amable, añade-: y tú el tuyo, valiente Guardia Ratonil.

Las palabras de Loretta llegan al corazoncito de Tanya. Involuntariamente, se le hincha el pecho de orgullo al oírle nombrarla Guardia Ratonil.

Saluda con la patita mientras ve como Loretta se aleja hacia la entrada. - ¡Cuídate mucho! ¡Suerte y queso!

Y sigue saludando hasta que pierde de vista a la ratona. Es entonces cuando, pasada la rabia del enfrentamiento y la emoción de la despedida cuando finalmente es consciente de que está muy cansada.

- Bueno... ¿y ahora qué? - reflexiona en voz alta. Tendría que ir a buscar a Dain, seguro que ya habría informado de los resultados de su misión... Y a Quentin, su mentor... ¿Habrían decidido darle una capa? ¿Le habrían dado ordenes para la siguiente misión? Aunque si tardaban un tiempo en darsela y podía tener una noche de cómoda cama harían de Tanya una ratona feliz.

Tras despedirse de Loretta, Tanya dedica el resto del día a buscar un sitio en el que descansar. Vaga de posada en posada intentando conseguir un sitio en el que dormir para una ratona de la guardia, ofreciendo incluso su trabajo para pagar por la estancia.

Pero la pobre ratoncita se presenta sin equipo y con la ropa gastada de sus viajes (amen de no llevar capa alguna) a las tabernas y hoteles de manera que la toman siempre por una mendiga y la echan o le ofrecen el suelo (¿O tal vez Thom haya hecho correr alguna voz por la ciudad?).

Finalmente consigue un hueco en el suelo de un rincón de tasca sucia y maloliente, en la que apenas puede pegar ojo y tiene pesadillas en las que aparece Martin...