| BOSQUE |
Sonreí abiertamente y le di un tierno beso en los labios para después relatarle lo que me habían dicho.
- Me han jurado lealtad, me han jurado que se comunicarán con los árboles de todo Anárion para una alianza conmigo. Al parecer utilizan el sonido de sus hojas al viento para comunicarse con los árboles de otras islas y me han jurado conseguir información sobre el estado del castillo, de Asis y de su ejército. ¡Podremos seguirle bien de cerca!- exclamé entusiasmada.
| Bosque |
Aquello era increíble. Asis seguro que no contaba con tener unos espías tan cerca y que pasasen tan desapercibido. Era algo a tener muy en cuenta y que nos aventajaba muchísimo.
-Ahora más que nunca no debéis contárselo a nadie.-advertí a Marenwën, poniéndome serio.-No puede llegar a los oídos de Asis que sois capaces de hacer tal cosa. Lo comprendéis, ¿verdad?.-acaricié su mejilla, sin saber bien porqué, atontado, mirando directamente a sus ojos.
| BOSQUE |
Sonreí al mirar directamente a sus ojos, como él estaba haciendo con los míos.
- Podéis estar tranquilo, Aradan. Sólo vos y Yukku lo sabéis, con eso me parece suficiente- le expliqué pasando mi mano por el trozo de espalda que alcanzaba a acariciar, por encima de sus ropajes-. Si antes ya tenía seguro que quería ocultar mis poderes ahora con más razón debo hacerlo. Si algo he aprendido en éste tiempo es que no nos podemos fiar de nadie, Aradan. Cualquiera podría traicionarme en cualquier momento.
| Bosque |
Asentí con la cabeza, conforme por su forma de pensar, que era la misma que la mía. Ahora había que tener más cuidado que nunca.
-¿Qué os apetece hacer?.-le pregunté, sin separarme de Marenwën.-Imagino que desearéis descansar, yo al menos si lo preciso.-sonreí.-Me exijo mucho cuando entreno, debo decir.-era algo visible por como estaba de sudado aún.-¿Vos cómo os encontráis?.-me interesé, mirándola detenidamente por un momento.-Imagino que practicar vuestra magia debe ser agotador también.
| BOSQUE |
Asentí con la cabeza.
- Yo también creo que deberíamos descansar, al menos un poco. A mí el entrenamiento también me deja exhausta por el desgaste de energía pues la exprimo todo lo que puedo. Debo acosutumbrarme a luchar con el mismo agotamiento pues probablemente sea eso lo que suceda en batalla. Creo que Asis será un hueso duro de roer- le dije a Aradan, dándole un tierno beso en los labios-. Siempre podemos tumbarnos en la hierba o si preferís un lecho... No os lo negaré.
| Bosque |
Un hueso duro de roer... Eso seguro. Recibí su beso y miré a mi alrededor. Imaginé que le apetecería más estar aún en contacto con la naturaleza, así que agarrándola de la mano caminamos por el bosque en busca de un buen sitio. No tardé en divisar un pequeño claro. Los rayos del sol no conseguían traspasar la copa de los árboles, así que había una sombra muy amplia.
-¿Qué os parece aquí?.-le pregunté, pero dejándome caer en la hierba, para apoyar luego mi cabeza en el tronco de un árbol.-Si preferís otro sitio no me molestaré.
| BOSQUE |
Sonreí ampliamente al ver que tomaba la iniciativa y me guiaba por el bosque hasta dar con un claro bastante apetecible, pues la sombra que otorgaba los árboles parecía muy placentera. Sonriendo aún, me tumbé a su lado y le abracé, apoyando mi cabeza en su pecho y después cerré los ojos al escuchar los latidos de su corazón. Era un sonido de lo más agradable.
- Es perfecto- susurré, sintiendo cómo el viento acariciaba mi rostro-. Si no fuera por lo feliz que me hacéis... No sería capaz de seguir adelante con todo ésto. Me superaría, lo sé. Tengo la suerte de teneros a mi lado y jamás sabré cómo agradecéroslo.
| Bosque |
Estar en aquella situación era muy agradable. Me sentía bastante bien en aquella posición, con Marenwën apoyada en mi pecho.
-No digáis tonterías.-comencé a decir.-Sois la elfa más fuerte que conozco. Lucharíais con uñas y dientes aunque no me hubieseis conocido y lo sé con certeza.-sonreí, aunque no podía verlo.-No debéis agradecer nada, Marenwën. Es más, ni yo lo haré. El destino nos juntaría de alguna manera u otra. Estábamos predestinados, lo sé.-era un elfo que creía bastante en el destino, así que tenía la certeza que de alguna manera u otra Marenwën habríamos terminado conociéndonos y terminando en relación. Al menos era agradable pensarlo así...
| JUGADA MASTER |
Aquel claro y la hierba donde se habían tumbado eran tan confortables que se quedaron dormidos en cuanto se mantuvieron unos segundos en silencio. El sueño se apoderó de ellos en la misma medida que lo hizo el agotamiento por los entrenamientos tan exhaustivos. Se rindieron al mundo de los sueños y en su poder estaba perecer o no, pues una vida paralela les esperaba allí.
Aradan se vio sorprendido de repente por su maestro, el que tenía en Rowren. Ese hombre se acercó mientras Aradan trabajaba en una piedra, un encargo que habían recibido de la familia real. Aún no tenía nada definido, sólo estaba dándole forma. El maestro interrumpió su faena y Aradan entendió que debía ser algo importante.
- Aradan, debéis acudir al castillo real. Solicitan un cambio en el encargo que nos hicieron llegar, pero desconozco completamente lo que desean así que debéis acudir a la sala del trono. Allí os espera el Rey Kenneth- dijo el maestro.
Cuando Aradan fue a dejar la piedra en su mesa de trabajo se dio cuenta que la forma que le estaba dando era la de la Princesa Marenwën. Sin más, se dirigió hacia el castillo pues su maestro lo había ordenado y bien sabía que no debía contrariarle si quería seguir manteniendo su empleo.
Caminó hasta el castillo y una vez allí los soldados le abrieron paso hasta la sala del trono donde, efectivamente, se encontraba el Rey Kenneth sentado en su trono. A su lado estaba Gilraën, la Reina. Al otro lado, a su derecha, estaban la Princesa Marenwën y el jefe de la Guardia Real, Natael. Ambos estaban cogidos de la mano y se miraban con complicidad. Justo después ambos desviaron la mirada hacia Aradan y mientras Marenwën la mantenía fija en sus ojos, Natael se dispuso a mirar a Kenneth. En sus ojos brillaba cierto odio, cierto rencor y mucha envidia.
- Os he hecho llamar para solicitar un cambio en el pedido. Dijimos que necesitábamos a mi hija Marenwën esculpida en piedra pero ahora necesitamos que hagan también a Natael. Van a contraer matrimonio así que necesitamos una bien grande para ponerla en la plaza de Rowren- explicó Kenneth.
Aradan de repente sintió una punzada de celos y comprendió lo mucho que amaba a la Princesa.
| Sueño |
Estaba... ¿soñando?. No lo tenía demasiado claro, no era del todo cociente. Acompañé a mi maestro hasta el castillo y desde que vi a Marenwën al lado de Natael me sentía engañado, enfadado, celoso y lleno de odio por ambos.
-¿Cómo dice?.-pregunté a mi rey, como si no recordase que estaba muerto.-No haré tal cosa. Ella no debe estar con Natael, no es su destino. Su destino es estar conmigo, ¿verdad Marenwën?.-alcé mi mano para que la agarrase y viniese conmigo, dejando a Natael allí. Sentía como si me hundiese además de mucha impotencia. ¿Qué diablos pasaba?.
| JUGADA MASTER |
Kenneth pareció sorprendido por aquella reacción. Debió pensar que ese elfo no sabía quién era él pues se dispuso de inmediato a levantarse de su trono para dirigirse hacia él, pero Marenwën le detuvo con la mano interponiéndose entre ambos. Con una mirada el Rey Kenneth volvió a sentarse y fue la elfa la que se dio media vuelta para mirar a Aradan.
- ¿Cómo os atrevéis? Mi deber está con Natael. Vos no sois más que un simple empleado de la piedra, empleado que ha desafiado al propio Rey. ¿Conocéis el castigo por vuestra insolencia?- preguntó Marenwën con la cabeza bien alta y el ceño fruncido, intentando así demostrar un poderío que sorprendía también a Aradan.
- Dejadle, seguramente le haya dado un golpe de calor. Yo me ocuparé de él- dijo Natael, solicitando el permiso para llevar a cabo su plan, dedicándole una mirada a Kenneth. Éste asintió con la cabeza y sin pensarlo dos veces, el jefe de la Guardia Real se llevó a Aradan cogiéndole fuertemente del brazo. Lo arrastró hasta la puerta de salida y después se cerró-. ¿Os habéis vuelto loco? Entiendo que la belleza de Marenwën haya podido abrumaros pero debéis conteneros. Acabo de salvaros la vida pues tened por seguro que la Princesa os hubiera condenado a muerte por desacato a su padre. Sin embargo yo estoy dispuesto a daros una segunda oportunidad pero tendréis que ayudarme con un asunto...- dijo Natael. De repente miró a ambos lados para asegurarse que nadie podía escucharles y que los soldados que custodiaban la sala del trono estaban demasiado lejos. Nadie podría oír las palabras que susurraría a continuación-. Pronto se celebrará mi enlace con la Princesa. Cuando llegue ese momento, me ayudaréis a acabar con Kenneth.
| Castillo - Hogar |
Aquello no podía estar pasando, tenía que ser una pesadilla. Tal vez lo era, pero no me daba cuenta de ello.
-¡Aléjate de mí!.-exclamé, empujando a Natael con fuerza, echando mano a mi cinturón y dándome cuenta que no portaba mi espada. ¿Qué estaba pasando?. Entonces corrí, salí de allí sin mirar atrás, volviéndome loco. Si llego a tener mi espada ahora mismo estaría hundida en el pecho de Natael por aquel plan tan macabro.
Sin darme cuenta llegué a mi casa. Tenía muchas ganas de ver a mis padres, los echaba de menos. Esperaba que ellos fuesen los de siempre...
| JUGADA MASTER |
Aradan se dirigió ofuscado hacia su hogar donde en teoría deberían estar sus padres pero cuando llegó se encontró un lugar vacío, cubierto de polvo y suciedad. Parecía un sitio en el que nadie vivía, en el que no existía movimiento diario. ¿Realmente Aradan vivía allí?
Antes de que pudiera hacer o decir nada más, alguien comenzó a zarandear su cuerpo y le sacó de aquella pesadilla. Era Marenwën, que tumbada a su lado se esmeraba por despertarle.
- Aradan, despierta- decía la Princesa una y otra vez. Cuando por fin el elfo abrió los ojos se dio cuenta de que seguía tumbado en aquel claro del bosque donde se habían quedado a descansar después del duro entrenamiento que habían tenido ambos-. Estabas teniendo una pesadilla. Hay noticias nuevas sobre Asis.
Aradan se dio cuenta que Azael estaba de pie detrás de Marenwën, esperando a que el elfo se despejara para poder anunciarle lo que ya le había contado a Marenwën. Sonrió y dio un paso al frente.
- Las tropas están listas. Los soldados que enviamos a las otras islas regresan con grandes ejércitos preparados para luchar en cuanto se les de la orden. Los nuestros también están embarcando para dirigirse al encuentro con ellos y juntos atacar Rowren- explicó Azael con el orgullo palpable en cada palabra que pronunciaba-. Por precaución Natael ha sido relevado de su cargo. No se encuentra en las mejores condiciones. Todos los soldados de la Guardia Real coinciden en que vos les sabréis dirigir como es debido. Confían ciegamente en vos- informó Azael, dejando un momento de silencio para que Aradan asimilara aquella noticia.
| Bosque |
Entonces desperté. Algo en mi interior me decía que todo era un sueño, pero no era capaz de darme cuenta. Suspiré con fuerza al ver que todo era una mala pesadilla. No tuve mucho tiempo para relajarme...
-¿Yo los lideraré?.-pregunté, incrédulo. No era un gran entendido en guerrillas, ni estrategia. Era cierto que era un tema que me gustaba. Jugar al ajedrez con mi padre era nuestro pan de cada día, pero aquello era muy distinto... Había vidas en juego.-No os fallaré, ni a ellos.-dije con total convicción En el fondo de mi alma no me encontraba muy seguro de aquel cargo, pero la mayor parte de mi ser me decía que podría hacerlo. Era difícil de explicar.
Ya me encontraba de pie, enfrente de Azael y Marenwën, apretando sin darme cuenta las manos.
-Estoy listo.
| BOSQUE |
Asentí con la cabeza y sonreír al ver que aceptaba el cargo.
- Se sentirán muy felices cuando los soldados reciban la noticia. Ahora deberíamos ir al castillo y prepararnos para la batalla que se avecina. Esperemos que sea también la última, no me gustaría perder demasiados hombres- dije con gesto preocupado.
Los tres nos encaminamos hacia el castillo con paso decidido.