Ori se hizo a un lado para dejar que Konrad hiciese lo que quería. Y para quedarse en un segundo plano si las cosas se ponían feas, para que engañar.
El enano no conocía personalmente a aquellos que vivían allí, pero no tenía muy claro que alguien que viviese en un lugar como aquel acogiese a tres sujetos que pasaban por el lugar. En realidad no tenía claro que nadie acogiese por las buenas a nadie. Luego claro, ibas a buscar los documentos de propiedad de explotación minera, y habían desaparecido.
Negó con la cabeza, aún recordándolo.
Para llegar al castillo tenéis que cruzar la ciudad de Lancre. No es muy grande, calculáis que tendrá alrededor de 500 habitantes y el triple de ratas. Las casas se muestran dispersas y desordenadas, algunas aparecen en medio del camino y os veis obligados a rodearlas o incluso a saltar algún muro de jardín para poder proseguir.
A diferencia de Ankh-Morporkh las calles no presentan el bullicio típico de una ciudad, sino más bien lo contrario. Os cruzáis con un par de personas de aspecto pálido y un enano increíblemente delgado que tira de un carro de heno, mientras, en alguna esquina podéis oír los sollozos de un artista desconsolado que lamenta el día en que decidió venir a vivir aquí.
Antes de llegar a las puertas os percatáis que tres pares de ojos amarillentos os observan desde las sombras, sin embargo en ningún momento podéis distinguir que hay detrás de ellos.
El castillo es inmenso, sin embargo está casi en ruinas, miréis donde miréis hay algún trozo de piedra desprendiendose en ese mismo instante, parece abandonado, aún así, cuando Konrad llama a la puerta alguien la abre casi al momento.
Tras el portón podéis distinguir a un hombre alto y delgado, de piel pálida y vestido de forma galante aunque cubierto de polvo.
- Os esperábamos. Pasad por favor.
Lucky sonrió ante tal recibimiento y dio un paso al frente con intención de pasar.
-Muchas gracias, es muy amable, Lucky O'Brian para servirles.- Se presento ante el que le abrió la puerta
-¿Les hicimos esperar demasiado? Encontramos algunos atascos por el camino.-
El lugar era una ruina, pero era mejor que la calle desde luego.
"Vaya, ha sido fácil" pensó, además O'Brian había hecho bien el papel de "estamos aquí porque debemos estar aquí".
Tenía ganas de preguntar quién les había dicho que lo esperan, aunque seguramente hubiera sido su patrona.
Iba a seguir la frase de Lucky pero se le antojó pesado, mejor esperar a la respuesta de dentro mientras, por supuesto, ya empezaba a lanzar el paso hacia dentro.
Motivo: Tirada
Tirada: 1d6
Dificultad: 3+
Resultado: 3 (Exito)
El interior del hall está, como se podía prever, lleno de polvo y aparentemente abandonado. Pocos muebles adornan la estancia, solo un reloj sin manecillas, una cómoda bastante lujosa y un par de sillones tapizados en una piel rojiza y escamosa cubierta de grietas y parches.
El mayordomo os invita a sentaros con un gesto.
- Sabíamos sobradamente cuando llegarían señor... -El hombre deja la frase colgada- Ahora mismo les atenderán.
Ori siguió a sus compañeros y tomó asiento. No tenía muy claro de qué iba aquello, sin duda tenía que haber estado más atento a las palabras del Patricio.
Miró a sus compañeros esperando que alguno de ellos dijese algo sobre todo el asunto, y mientras tanto, en su cabeza trató de recordar la reunión con Vetinari.
Ignorando deliberadamente si la frase se quedó colgada por no conocer el nombre o por darle dramatismo, Konrad tomó asiento. En el castillo no había gran cosa que llevarse al bolsillo, así que se portó bien mientras jugueteaba con las grietas del curo y se preguntaba si era de cocodrilo, aunque nunca había visto un cocodrilo vivo y eso dificultaba enormemente la tarea.
Mientras esperáis sentados, al fondo del recibidor se abre una puerta y un olor a cocido nauseabundo inunda la estancia, de allí sale una mujer de edad avanzada e increíblemente encorvada que porta un enorme caldero, detrás le sigue otra mujer que parece reprocharle algo sobre la comida.
Cuando la cocinera desaparece detrás de una puerta lateral, la segunda mujer se os queda mirando y se os acerca.
- Bien bien. Ese inútil de Spriggings no me había avisado que ya estabais aquí. Contadme, ¿Qué os trae por Lancre?
Ori siguió con la mirada a aquellos que iban y venían, aún sin entender muy bien de qué iba todo aquello. Después de que hablase la mujer (¿por qué tenía un aire tan familiar?), esperó a que sus compañeros dijesen algo, al ver que nadie decía palabra, comenzó él.
- Asuntos oficiales, -otra vez LA palabra.- por lo visto están ocurriendo una serie de... hechos extraños en los alrededores. ¿Sabe usted algo?
Imaginaba que sí, sino no les habrían mandado ir allí, por supuesto, pero Ori no era mucho de hablar en público y ser quien llevase la voz cantante, por lo que en muchas ocusiones acababa realizando preguntas más bien básicas.
Konrad se mantuvo en su sitio, afirmando con gesto serio las afirmaciones de su compañero. Debían parecer una verdadera unidad en ese momento.
-Si no sabe nada también podría ponernos en contacto con Lady Morgolotta, al fin y al cabo estamos aquí por ella- seguramente el Patricio no tuviera tanta autoridad tan lejos de Ank, así que prefirió meter a su patrona en la conversación.