Aquel olor te envuelve de nuevo, demasiado cansada, el tacto del cuero frío sobre tu frente aliviaba ligeramente el dolor de cabeza, la explosión de luz cegadora inundo el cuerpo de Solaine, ese silencio, nada importaba, y el brusco tirón de tu mano, pero esta vez para evitar que termines en el suelo.
Abres los ojos, una vez más, caminando por una delgada línea entre dos mundos que cada vez se hacían más difíciles de distinguir, exhausta, una suave música rompía el mortal silencio que lo invadía todo, era de noche, pero una luna llena iluminaba el callejón donde habíais aparecido, El Buscador te arranca el arma de la mano y la empuña dirigiéndose a la esquina del lugar, desde la cual, mira a ambos lados, te hace un gesto para que lo sigas, y ante ti se abre lo que parece la calle principal de un pueblo, afirmarías que americano, un aire helado te rodea, provocando un escalofrío en tu maltrecho cuerpo, todo es muy raro, es como si las casas estuvieran abandonadas, pero sobre todo, lo más extraño, era que nada rompía la quietud de la noche, exceptuando aquella seductora melodía.
Casi en volandas, levantada por el poderoso brazo de aquel asesino cruzas la calle, sobre la fachada del edificio, un cartel que anuncia que el lugar fue una tienda, pero poco queda de aquello, los cristales rotos y en el suelo, restos de extremidades aparentemente humanas desperdigadas de cualquier manera…la presión sobre tu brazo desaparece…
Separarla de su arma fue tan fácil como quitarle un caramelo a un niño... Roux, como si fuera una muñeca de trapo, se dejó guiar por el asesino siendo sujetada por éste mismo... No conocía aquel pueblo... Y su estado abandonado y aquella melodía desconocida no le quitaban el miedo que ya sufría de por sí, pero llegó hasta la tienda, cerrando los ojos hacia otra dirección al ver los restos humanos...
- ¿Qué es...? ¿Dónde estamos...? - preguntó mientras buscaba con la mirada un lugar donde poder sentarse y descansar...
Una especie de banco de madera cerca alejado de la visón que intentas evitar se convierte ante tus ojos en el lugar más acogedor del mundo, y te encaminas hacía allí, pero nuevamente eres agarrada con fuerza del brazo y arrastrada sin demasiado cuidado a través del destrozado ventanal, lo que provoca un corte de relativa importancia en tu desnudo antebrazo.
Finalmente te deposita en lo que parece un probador, apenas te ha dado tiempo a fijarte, pero es obvio que es una tienda de ropa, al hacerlo se da la vuelta, con el arma empuñada, como si hubiera oído algo diferente a la música, unos segundos, y se relaja de nuevo, pero con el dedo en la boca te indica que guardes silencio, sale de tu campo de visión, sin apenas hacer ruido al moverse, apenas pasa un minuto cuando vuelve y se fija en ti.
Demasiado hermosa y brillante todavía hablaba como si dijera cosas obvias, algo así como que el cielo es azul o verdes las hojas de los árboles, No importa el nombre, todo en el futuro es igual, no hay distinciones, un rastro de pesar en sus palabras, Debes esperar aquí, no salgas de la tienda, bajo ningún concepto, no hagas ruido saca una pistola y la coloca sobre el mostrador, sin en dos horas no he vuelto, más te vale que te metas en la cabeza esa bala que tanto ansiabas, y extrae de su bolsillo un impecable proyectil que deposita junto al arma, al instante la reconoces.
Se da la vuelta y comienza a andar hacia la improvisada salida.
La francesa apenas gimió de dolor cuando recibió el corte en su brazo, pero se mordió los labios. Otra herida más que sumar a su maltratado cuerpo...
Se sentó en el provador, tragando saliva y asustada. Justo cuando iba a abrir la boca para preguntar qué ocurría, la cerró con la advertencia del asesino, y ésta se agazapó, sin moverse, cogiendo el arma y la bala por si las moscas...
Se abrazó a sí misma cuando éste se fué, y ya quieta, apoyó la cabeza en la pared, buscando descanso... ¿Por qué tanto silencio y secretismo? ¿Quién iba a pasear por aquellas calles que fuese una amenaza para El Buscador...?
Seguía haciendo frío, mucho, abrazada a ti misma no se mitiga demasiado, pero estás demasiado cansada, apoyas la cabeza en la pared, rendida, agotada, destrozada por todo lo sucedido en apenas, ¿Cuánto?, ¿dos horas?, ¿una?, ni siquiera lo sabes, y realmente no importa demasiado, los párpados se cierran, extenuados.
No sabes cuanto ha durado el descanso, pero ha sido bastante reparador, puesto que no ha sido perturbado por ninguna pesadilla ni visión, ha sido un ruido diferente a la incesante música el que ha te ha sacado de tu sopor, tu cuerpo parece pesar una tonelada, y tus músculos están bastante ateridos debido al frío, pero tu cabeza parece algo más despejada.
El sonido es como de algo arrastrándose, abres los ojos y te fijas en que, el lugar, a pesar de estar abandonado, no ha sido saqueado, o por lo menos, si alguien lo ha hecho, no está interesado en la ropa que aún queda en las perchas y estanterías, el sonido parece alejarse ahora del lugar donde te encuentras.
¡¿¿¿...Qué ha sido eso???!
La profesora se aferró al arma, pegándose a la pared y aprovechando el sonido del silencio para escuchar mejor de dónde provenía aquel... arrastre. Tragó saliva, y demostrando de nuevo una gran voluntad, se asomó silenciosamente por el probador, entre la pared de éste y la cortina, en busca de aquel sonido...
Voooy aaaaa moriiiir(8)
Apenas veías más allá de dos palmos, la luz de la luna no iluminaba lo suficiente en el interior de aquella tienda, el sonido volvía a acercarse, y desde tu posición, apenas tenías una visión de la mitad de la tienda, pero allí, junto al mostrador, algo se movía.
No era más que una mancha borrosa, pero parecía caminar sobre dos piernas, con unos brazos largos y lo que parece una cabeza achaparrada, un mal apoyo y un dolor intenso en tu pierna, como si algo se hubiera clavado en ella, o te hubieran mordido, un pequeño movimiento para liberarte de la presión y algo cruje bajo tu peso…
El leve sonido hace que la figura se gire hacia ti, unos ojos amarillos, brillantes en la oscuridad parecen clavarse sobre ti, se mueve lentamente hacia ti un par de pasos, para detenerse de nuevo, y observas como lo que producía el sonido, es lo que parece un cuerpo humano, pero no le ves brazos ni piernas…
Tirada: 1d10(+9)
Motivo: Ver lo que se arrastra?
Dificultad: 15+
Resultado: 6(+9)=15 (Éxito)
Solaine abrió la boca, horrorizada, tapándose ésta con la mano para evitar gritar y hacer más ruido. Negó dos veces a la figura, como si le suplicase con aquel gesto que no se acercase más, mientras que con el arma, ya cargada con la bala, apuntaba al extraño ser.
Respiraba agitadamente, en estos casos suele entrar una ansiedad terrible, y los ojos le brillabande nuevo, absolutamente aterrada...
No te acerques, por favor, no te acerques... No te acerques... No te acerques... - se repetía a s´misma, una y otra vez, mientras apuntaba con el arma a la criatura...
Aquella pequeña figura parpadeo un par de veces, pero no continuó acercándose, al parecer ya tenía lo que quería, así que siguió su camino hacia la puerta trasera del local, con la misma parsimonia que había mostrado hasta ahora, y produciendo el mismo sonido al arrastrar el bulto que era aquel grotesco torso.
En apenas un par de minutos el silencio volvió a reinar en lo que parecían sus eternos dominios, perturbados por aquella música, ¿sería una intrusa?, ¿o una invitada?, no lo sabes, el caso es que seguía enlazando sus notas una y otra vez.
El dolor en la pierna de la francesa no había cesado, y al mirar, pudo ver una especie de escarabajo aplastado por el peso de su propia pierna, y un pequeño agujerito en sus leotardos con una gota de sangre brotando del mismo, nada en comparación con la que caía ya reseca de tu antebrazo.
Tirada: 1d10(+11)
Motivo: Ver a Solaine
Dificultad: 18+
Resultado: 4(+11)=15 (Fracaso)
Roux se levantó de inmediato cuando el dantesco ser abandonó la tienda, temblando de la tensión y pasándose la mano por la reciente herida con expresión asqueada al ver el escarabajo, pero impresionada por lo que le había causado semejante insecto... Miró a un lado y a otro, histérica. No sabía cuánto tiempo había pasado, ni tampoco si aquel hombre volvería... Pero la verdad, la verdadera verdad, es que deseaba por lo más sagrado que volviera...
Se apoyó de nuevo en la pared, ahora de pie, terriblemente triste... Esperando pacientemente a que aquel hombre volviera... Pero preguntándose a sí misma por qué no acababa con todo ahí mismo...
El tiempo transcurre lento cuando se empiezan a pensar demasiado, más bien se pierde la noción del mismo, el caso es que La-Roux permanece en aquella postura más de lo que sus piernas se lo permiten, realmente nunca pensaste en lo resistente que está resultando tu cuerpo, que ha soportado cosas de las que mucha gente, no se hubiera recuperado.
Unos pasos vuelven a escucharse, pisando sobre cristales rotos, pero una voz conocida rompe la tensión que volvía a acumularse en tu cabeza, Soy yo dos simples palabras que te relajan de inmediato, aquel hombre ha regresado, no tiene tampoco la mejor de las caras, a pesar del frío, casi insoportable ya, le suda el rostro, y ves un par de arañazos en su frente que antes no tenía, parece cansado, te mira por unos momentos, tus ojos se han acostumbrado a la penumbra, y ves algo mejor.
Debemos descansar unas horas, dormir, y buscarte algo de ropa de abrigo, o morirás de frío dice mientras saca nuevamente el cilindro que uso anteriormente, o por lo menos algo parecido, colocándolo sobre el mostrador, y emitiendo este una pequeña luz verde cuando pulsa un botón.
La francesa, que había preferido morir de frío a tener que encontrarse con otra alimaña de aquellas, suspiró más tranquila, temblando...
- Quiero irme de aquí... - rogó, abrazándose a sí misma, muerta de miedo - ¿¿Por qué hemos venido...?? No sé qué son esas cosas... Pero no quiero saberlo... - negó. Su cuerpo estaba tan magullado y dolorido que casi dejaba de sentirlo - No me dejes sola... - Parecía increíble que aquella mujer dijera aquello... Pero el agotamiento psicológico había sido tal en tan poco tiempo, que ya era poco consciente de lo que decía...
El Buscador te mira sorprendido por tus palabras, sin mediar palabra se mueve por la tienda con algo más de rapidez que antes, sin importarle al parece hacer algo más de ruido, rebusca entre algunas perchas, descartando varias, hasta que finalmente alza una, sacándole un plástico que recubría lo que parece un abrigo largo, de plumas, le quita el polvo con un par de sacudidas, y regresa a tu posición tendiéndotelo.
No hay compasión en sus ojos, ni rastro, sólo la objetividad parece promover este acto, la prenda no esta mal del todo, estaba protegida, Tenía que venir, señala a las estanterías, Deberías cambiarte de ropa, y coger calzado, dormiremos unas horas, y regresaremos, aún tenemos mucho que hacer de los amplios bolsillos de su camisa extrae algo parecido a una lata de refresco, pero sin ninguna marca ni distintivo, por si tienes sed, y la izquierda está el baño, no salgas de un radio de tres metros alrededor del cilindro, no pueden oírnos dentro de él.
Luego procede a sentarse y saca otra lata igual que la tuya, se acomoda contra una pared, sentado en el suelo.
La joven no tardó en colocarse el abrigo. La palidez de su tez podría compararse en aquel momento con la nieve... Se acercó a buscar unas botas, buscando lo más cercano a su talla para colocárselas en sus pies descalzos, apenas protegidos por aquellos tristes leotardos.
Pasó olímpicamente de ir al baño. Con lo que había comido apenas tenía necesidades, y asearse de nuevo no iba a servir de nada a la larga... Cogió otra de las prendas de una de las perchas, sin pasarse de los tres metros de seguridad, y le quitó el plástico para colocarlo sobre el suelo, cerca del hombre, "moldeándola" para que ésta hiciera de almohada.
Finalmente bebió algo de aquella lata, sin importarle lo que fuera, y cuando lo hizo se acomodó en el suelo, descansando sobre la "almohada", aunque aún seguía tiritando...
El sueño comienza a vencerte al cobijo de aquel asesino que te ofrecía una extraña sensación de seguridad, la bebida no estaba mal, parecía una especie de Acuarius, te había reconfortado un poco, al verte tiritar, el Buscador volvió a levantarse, y trajo un par de abrigos más que coloco sobre tu cuerpo en completo silencio.
La-Roux cierra los ojos, por lo menos físicamente, por que los sueños empiezan a parecerle incluso más reales que la vida que lleva en las últimas horas, de nuevo ese pueblo, de nuevo esa chica, rubia, pelo corto, ojos azules, es guapa, pero está llorando, mira al otro chico que le da la espalda, hay más gente, dos personas que la introducen en una furgoneta, en el edificio del fondo, un cartel, Hallstatt, la imagen se aleja, alejándose del pueblo, como si volaras sobre él.
Después vuelve a aparecer la modelo, no sabes donde está, parece desesperada, vagando sin rumbo por las calles de una ciudad…
Pero algo te despierta, Debemos marcharnos, date prisa, aún no ha amanecido, no sabes el tiempo que ha transcurrido, pero deben haber sido algunas horas, puesto que te encuentras más descansada físicamente, el Buscador ya esta de pie recogiendo aquel utensilio, ¿Alguna sugerencia de donde ir? te suena más a amenaza que a pregunta.
Roux abrió los ojos, más descansada. Aún así habría dado un ojo de la cara para seguir durmiendo...
Se levantó, frotándose los ojos con cuidado y arrebujándose en su abrigo. Pero aquel hombre volvía a preguntarle por sus sueños, y ésta agachó la cabeza, intimidada, respondiendo por lo bajo...:
- Si vas a matar a las personas a las que te conduzco... No... - tragó saliva, echándose un poco para atrás. Era ahora el momento en el que el asesino le asestaba otro de aquellos golpes, a los cuales, desgraciadamente, ya se iba acostumbrando...
El Buscador te empujo de nuevo contra la pared, pero no con fuerza, sino simplemente para quedar nuevamente frente a tu cara, mirándote desde su elevada posición, colocando su mano en tu barbilla, obligándote a mirarlos a los ojos, ahora brillantes de rabia y dolor.
Este es mi mundo, ¿te gusta?, y esta zona es relativamente segura, ¿te parece divertido dormir cada noche con un ojo abierto?, matar a unas cuantas personas, deberían ofrecerse ellas misma en sacrificio habla con desprecio, con una emotividad que te parecía imposible hace unos instantes.
Y ahora, te juro que o me ayudas o te daré la muerte más horrible que pueda imaginar, y buscaré a cualquiera que te importe lo más mínimo, y les haré lo mismo, y sabrán que es por tu culpa jurarías que una solitaria lágrima recorre su rostro contraído por la furia.
Roux cruzó la mirada cristalina con la del hombre, contrastando con su furia, y en el fondo, al menos a su parecer, una desesperación sin límites... ¿Su "mundo"? ¿Aquel? A la francesa no se le daba mal calar a la gente con una sola mirada. Y aquel hombre, dentro de lo que cabía, la protegía. Aunque no la dejara libre... Aunque no entendiera el por qué de las cosas...
Intentó desviar los ojos de aquel tipo, aterrados, descarriados del tiempo y el espacio, afligidos... Y dos lágrimas resbalaron por su rostro cuando el Buscador dijo aquello último, juraría que haciendo esfuerzos por no llorar... ¿Era acaso su última esperanza? Ese gesto... Le daba lástima. ¿Pero cómo podía dársela un asesino que había acabado con la vida de su amor...? Se sentía mal. Se sentía horriblemente mal... Pero aquellas últimas palabras de Mikael... No entendía absolutamente nada.
- Esta bien... - sollozó cansinamente, entre la espada y la pared, bajando la vista... - Esta bien... Haré lo que quieras... - Ya había acabado con la vida de su marido, el único hombre para ella a pesar de todo. No era capaz de dejar que siguiera haciéndolo... Ambos caminos conducían a un mar de lágrimas - Pero no hace falta que me pegues... Ni que intentes cortarme las manos... - Ya estaba totalmente derrotada... Hipando... Cuando dijo, apesadumbrada... - "Hallstatt"... Una mujer rubia, de pelo corto... Ojos azules... Gesto triste... - Iba hablando sobre la marcha. El sueño había sido tan real que no hacía falta esforzarse en recordar - Unos hombres la meten en una furgoneta... Parecía haberse despedido de alguien... - se sorbió la naríz, sin mirarlo a la cara, con la mirada hundida... Antes de acabar de hablar, dijo, con absoluta sinceridad - La gente a la que matas... A la que vas a matar... No son responsables de tu dolor...
Marie... Marie... Por dios, que estés a salvo... Por favor...
Suelta tu barbilla, despacio, se gira hasta darte la espalda, y se aleja un par de pasos, recoge la espada que había depositado en el mostrador, la desenvaina, pero no del todo, el sonido del acero parece acompasarse con la melodía, la mueve buscando un reflejo imposible, ya que la oscuridad sigue reinando.
Suspira, Puede ser… se vuelve de nuevo te da parecido a una tortita de maíz, bastante dura, pero…si existe una posibilidad, por remota que sea, haré lo que tenga que hacer vuelve a recuperar su frialdad, su entereza, aquel hombre intimidante que imponía la ley a su criterio
Vayámonos te dice, captas el olor, pero esta vez te rodea por completo, no emana de él.
Cruzáis de nuevo la calle, te sigue sujetando de la mano, pero ahora logras acomodarte a su ritmo, o él al tuyo, todo sigue igual, o por lo menos aparentemente, y nuevamente esa piedra, que ya es obvio que no lo es, el ritual de siempre, te acerca a su cuerpo y la misma sensación.
La suave luz del amanecer os recibe, reflejada en la nieve de las montañas que rodean al pueblo, que se encuentra a unos quinientos metros, el cartel con su nombre da paso a un idílico paisaje alpino, una postal de las que presentan en algunas de esas lujosas agencias de viajes de New York.
Tu dirás la voz del Buscador, un pequeño sendero forestal, el sonido de los pájaros, el sonido de la vida, algo totalmente ausente unos instantes atrás, la falta de gente produce aquí una sensación muy diferente a la de aquel lugar.
Pasamos a Plaza de la Iglesia, Hallstatt