Tu decides, aunque parece que no va a ser tan necesario...
okey esperemos^^
- Podemos hablar en un lugar privado, Señor Ramsey. - Le dijo con todo claro y serio el vástago Gangrel mientras entrecerraba los ojos. - La situación es bastante complicada como para hablar de ella tranquilos en un lugar donde puede ser oída por oídos indiscretos y la verdad, aunque prefería que el primero en enterarse sea el Señor Langley, usted era mi segunda opción. -
El Príncipe confía en él como su mano derecha en temas de seguridad, no veo por que no puedo hablar con él. Además, siendo uno de los que más cerca al Príncipe se encuentran, lo más seguro que será la forma más rápida de que la información llegue hasta él.
El hombre te mira y luego observa al recepcionista. Luego te mira, su mirada parece no estar muy a gusto con la propuesta. Se saca el cigarro de la boca, y exhala otra bocanada de humo. -Bien señor L'strange, ya que insiste, lo haremos a su manera, pero más le vale que sea importante, no quiero saber que me ha hecho perder mi tiempo- dijo mientras caminaba hacia el ascensor. -: ¿Que espera, una invitación? vamos- dijo con apenas paciencia.
El ascensor tal y como lo recuerdas es amplio, un espejo atrás, cómodo, y espacioso, además de suave. El protocolo era sencillo, Ramsey sacaba una llave, abría un panel bajo los botones, giraba y el elevador llegaba al tercer piso. Pero esta vez tan solo oprimió el botón para ir al segundo piso. La demora no fue demasiada, tu y tu reflejo, junto con él y su reflejo, se mantuvieron tranquilos. Las puertas se abrieron y revelaron un pasillo alfombrado, con las puertas de cada departamento del edificio, con el primer paso afuera del ascensor de Ramsey, las luces se encendieron, y este caminó tres puertas más allá en completo silencio.
Del bolsillo sacó unas llaves, observó uno a uno, son unas manos nudosas y sucias, hasta llegar a alguna con el patrón que buscaba. La introdujo en la cerradura del 203-B. Y abrió la puerta, estiró la mano y encendió la luz con un clic.
-:Adelante, este sitio es más discreto- y caminó hacia adentro. Las ventanas estaban desnudas, sin cortinas, solo el vidrio separando de la noche, que había tomado un color azul oscuro, mientras la capa de nubes grisáceas se desvanecía. La sala estaba iluminada apenas por el bombillo amarillo arrojando su luz, varios muebles cubiertos por sábanas blancas, y un olor a bodega, a polvo, que estaba reforzado por una ligera capa del mismo sobre todas las cosas, el pasillo hacia las habitaciones se sumía en las tinieblas, dejando ver las puertas cerradas. Las paredes blancas y desprovistas de cualquier cuadro u ornamento, aquel departamento estaba vacío al parecer.
-:Espero que se siente más... seguro- dijo mientras parecía darle énfasis a la última palabra, con un toque ligero de sarcasmo, apoyó la mano derecha sobre el mueble más largo de la habitación, y te miró a través de sus lentes. -: Al grano L'strange, viene aquí pidiendo ver a Langley, que tiene un asunto importante, y más le vale que lo sea... ó yo mismo tendré el placer de hacerle comer un poco de la tierra de los hermosos jardines del elíseo- comentó el vástago quitándose los lentes, con un tono serio, sin casi mover su rostro.
Edward intentó no sonreir. La situación era peliaguda... normal... pero peliaguda.
Él esperaba hablar directamente con el Príncipe, pero eso no va a ser posible, así que esta es la única opción.
Apoyó su espalda en la pared y después, se metió las manos en los bolsillos. No quería que el otro vástago viera como apretaba los puños hasta que los nudillos se le queden blancos.
Y "tomando aire" comenzó a contarle al Señor Ramsey todo lo que sabía. Sus impresiones, sus conjeturas, todo lo que había pasado. O por lo menos todo lo que él sabía. Todo lo que había vivido en las últimas horas, todo, salió por su boca en forma de relato.
Eso es todo. Dijo al finalizar.
El hombre te escuchó intercalando suaves caladas de su cigarrillo, para expulsar anillos de humo, parecía a veces distante e indiferente a tu relato, solo en pocas ocasiones te observó directamente, sin saber que significaba aquel gesto. No te interrumpió en lo absoluto, pero conforme ibas acercándote al final, su rostro expresó alguna agria actitud. Y su boca hizo un gesto de desagrado.
-: Ya me fue informado lo ocurrido en el Elíseo señor L'strange, debo decir que no estoy nada contento con lo sucedido, y puedo asegurarle que no seré el único... claro está, la razón por la que decidí escucharle, es porque su nombre es uno de los cuatro de la cuadrilla en cuestión... - continuó mientras abría un poco la ventana y lanzaba el cigarrillo terminado por ella. la pequeña chispa cayó parabólicamente y se perdió en la oscuridad.
-: ¿Dígame L'strange, que busca esperando que el príncipe le atienda? puedo hacer miles de conjeturas y llegar a la conclusión de que he desperdiciado valiosos minutos de mi noche, como si fuera un maldito profesor de Colegio escuchando a un grupo de alumnos que vienen de una riña- y se acercó, su mirada expresaba algo... de agresividad. -: Pero ni yo soy un profesor, ni usted es un Alumno, y Amanda Kingsley no está a su mismo nivel... - y se giró nuevamente. -: Langley no le atenderá esta noche, el amanecer no tarda demasiado y estos asuntos requieren tiempo... vamos, es Langley... y acá solo he venido a oír la misma historia. Le voy a hacer un consejo L'strange...-
y se acercó, sacando un cigarrillo pero sin encenderlo. -: Más le vale aparecer mañana, porque haga lo que haga, Langley hará que reciba lo que merece, si es usted inocente, seguro que podrá librarse de esto... pero si no...- dijo levantando la mirada -Ni el mismísimo Satanás en persona podrá aplacar el castigo que caerá sobre usted, ahora, si tiene algo de importancia que decirme, dígalo ahora... o lárguese a esperar que le llamen, o a huir como una rata cobarde, lo que le guste más.-
Señor Ramsey, permitame aclararle un par de cosas. No existe tal cuadrilla. En mi vida había visto a esas personas. En segundo lugar, si hubiera querido escapar, lo hubiese hecho esta misma noche y no me aparecería en el Eliseo para hablar con el Príncipe ofreciéndo mi cabeza si es lo que él quiere... y en tercer lugar... no le tengo miedo al diablo, mas si se la tengo al Príncipe Langley. Dijo Edward sin sonreir, tan serio como nunca se lo había visto.
Y en otro orden de cosas, no tengo nada más que decir, sólo apuntar que soy inocente y nuevamente, mi no-vida está a disposición del Príncipado de la Ciudad. Concluyó el Vástago antes de retirarse.
-: A mi no tiene que darme explicaciones L'strange, esta vez no soy yo quien estaré al frente del problema del Elíseo, y si conozco a Kingsley, usará lo que juegue a su favor... puede que jure que no es de esa cuadrilla, pero también se me informó que usted partió con ellos... de cualquier modo, anímese, podría haber sido peor, podrían haber roto las leyes de Langley y las leyes del Elíseo- entonces saca un encendedor y prende el cigarrillo. Sonríe, pero no de forma tranquilizadora o amena, parece burlarse. Seguro que ya está también informado de todo lo sucedido.
-Entonces eso dígaselo a Langley, cuando le cite. Por mi, su cabeza puede estar en una bandeja de plata, o pueden ponerlo a tomar un baño de sol, si me hubiese pasado la no-vida atendiendo las tragedias de los neonatos, habría desperdiciado muchas de mis noches- continuó fumando, como si fuese una chimenea. -Pero esta vez lo hice, solo por asegurarme que Langley reciba más información, ya sabe, cosas del cargo que me obligan a hacer de niñera de vástagos como usted L'strange. Pero bueno, un placer haberlo recibido...- mordió el cigarro al decir lo último
-: Lo veré mañana en la noche, seguro que sí L'strange.- dijo finalmente cuando salías del departamento.
Y ahora?
Edward salió al frío de la noche otra vez y llamó a un taxi. Tenía el dinero justo y no podía ir gastando por allí más de lo que tenía, pero era necesario. El amanecer se acercaba y no podía regresar andando hasta el refugio de su Sire si quería hablar de lo sucedido con ella.
A los pocos minutos, el taxi paró junto a él y subió. No era el mismo que antes, por lo que su supocisión no era válida.
Le susurró la dirección al taxista y espero en el asiento de detrás hasta que se detuviera en el refugio de su Sire. Cuando llegó, pagó la carrera más la propina y se bajó, para después caminar hasta la puerta del refugio de su sire y tocó un par de veces la puerta.
A casa de mi Sire, a explicarle lo sucedido y a dormir, para levantarme ni bien se vaya el sol.
Esta vez casi no te fijas en el taxista, y la noche transcurre con relativa calma, conforme vas llegando, empiezas a sentir como tu cuerpo reacciona al final de la noche, y aunque la oscuridad que precede el amanecer es intensa, sabes que falta poco tiempo para que el sol aparezca. Bajas y caminas de nuevo hacia el hogar de tu Sire. El timbre anuncia tu llegada, a medida que la intranquilidad aumenta, la noche está a punto de llegar a su final definitivo.
Esta vez la puerta permanece cerrada por algunos minutos, hasta que Samantha aparece por la puerta. Frunce el ceño.
-: Bien Ed... de vuelta tan pronto?- también notas un poco de inquietud en ella, debe sentir que la noche va a terminar pronto y seguramente se habría estado preparando. -:Vamos, entra, entra rápido- dice y cierra la puerta, la sala está sumida en una oscuridad casi completa.
-: ¿Y bien...?- te pregunta mirándote con calma, pero al mismo tiempo algo de tensión.
Edward pasó rápidamente al refugio de su Sire y sin pensarlo dos veces, soltó por esa boca todo lo que había pasado. Sobre todo, su encuentro con el Señor Ramsey, diciendo cada una de las palabras que el vástago, mano derecha de Langley le había dicho.
Contó todo. Con pelos y señales, todo.
No dejó nada en el tintero. Repitió cada una de las palabras, gestos, expresiones, todo lo que había visto.
Y después se sentó en el sofá hastiado.
Samantha nuevamente te escuchó en silencio, apenas intervino para mirarte. Cuando habías finalizado, expresaba algo de preocupación por sus ojos, y tenía una mirada que podrías haber calificado como maternal... de alguna forma. Siendo criaturas de la noche, ese tipo de sentimentalismos eran distantes y apenas si lograban tocar los frios corazones de dos criaturas muertas, dos vampiros. Dos entes que no deberían existir.
-:Estoy preocupada Ed... mucho- dijo mientras miraba hacia el techo de la habitación -: Lo que vaya a suceder no será nada bueno para ti, y si Ramsey dijo que no iba a involucrarse, es porque será Welsdon quien tomará a su cargo todo el asunto...- comentó con un aire algo más severo. Dick Welsdon es el otro guardián del Elíseo, lo has oído nombrar un par de veces, aunque se encarga más de los monumentos y su preservación, así como de la producción artística, un Toreador más del que preocuparse y una carta que juega en tu contra dadas las circunstancias.
-: Quédate esta noche Ed... seguro que vendrán a buscarte aquí, mañana será otra noche... y tendrás la audiencia con el príncipe... Langley no suele darle espera a este tipo de asuntos...- comenta intranquila. -: Acomódate...- lo dice con un suave hilo de voz.
tengo esa sensación de dejavú... voy a empezar a pedirte que seas específico. :P
Estoy seguro que no será nada bueno para mí. Pero no puedo hacer otra cosa. ¿Escapar? Eso es imposible. Sólo me quedaba dar la cara y aguantar el chaparrón. ¿Por qué? Por qué soy así. ¿Qué más puedo hacer? Digo Edward mientras se tumbaba en uno de los sofás.
Gracias por dejarme quedar esta noche. Mejor que me pillen aquí y no solo en mi refugio. Continuó para quedarse tumbado allí mismo, en la oscuridad de la noche.
Su cuerpo sentía como el sol iba saliendo, pero la sala era completamente a prueba de la luz solar. No había una rendija por la cual entrara algo de luz y por eso podía quedarse allí, tumbado, descansando para la noche siguiente.
¿Especifico? ¿Quieres que relate lo que cuento y no que ponga "cuento todo lo sucedido"?
Perfecto, tengo un archivo con notas. :D
-: Escapar no es una opción Ed... desafiar a Langley es una estupidez, y aunque puedas aplazar por algún tiempo el castigo... eso sería declararte culpable. Creo que tienes pocas opciones de salir indemne, y la mejor apuesta es buscar a un asesino del que no tienes ninguna pista- comentó con seriedad.
-: Supongo que si... pero estoy yo recuerdas? no creo que deje que desaparezcas fácilmente Ed... ya te he salvado una vez, creo que puedo hacerlo otra vez, siempre y cuando esté en mis manos. Pero no puede convertirse en una costumbre...- dijo mientras se sentaba en posición del Loto y cerraba los ojos. -Descansa Ed, mañana será un día largo-
No tardaste en sentir el sol apareciendo, y al mismo tiempo, el letargo diurno te abraza con suavidad, sumiéndote en el sueño antinatural al que estás condenado por el resto de la eternidad. Pronto los sonidos, los olores, las sensaciones quedan reducidas a nada, y las tinieblas se encargan de borrar todo rastro de consciencia durante el largo, largo día.
Al menos esta vez descansas acompañado por Samantha, un hecho que no ocurría hace ya bastante tiempo ya.
Si, queda mejor.
No, no hay Sofás, acuérdate que la sala está solo con el tapete.
Reserva a 2/12, No recuperas Fuerza de Voluntad esta noche...
Vamos a la siguiente escena.
Agobiado y cabreado por la mala noche, sin mencionar perdido, decidió que lo mejor sería descansar, aquel sujeto perseguidor quizás no estaba sino observándolo. Masculló todo el tiempo mientras trataba de ocultar la motocicleta en el callejón, muy a su pesar, con rastros de basura y cartones. Se limpió las manos con suciedad y algo de su vitae, en el pantalón, y esperaba que nadie tuviera la mala idea de ir a tocar a "su bebé".
Caminó, mientras a lo lejos vió como el carro ahora estaba en su dirección allá a lo lejos. "Ya te cogeré" pensó y luego tomó la tapa de la alcantarilla frente a él y la levantó con fuerza. Abajo sonaba el goteo y el olor era horrible, pero al menos soportable, y por lo que podía escuchar, no estaba demasiado inundado. Se lanzó y sus pies le sostuvieron con fuerza, chapoteó algo de agua, con una pestilencia moderada. La oscuridad del tunel se extendía hacia ambos lados, miró a cada uno. Silencio, ni movimientos, ni nada. Las paredes estaban mohosas y babosas también, efectos de la misma, pero no parecían nada mal. Subió por la escalerilla y sacó medio cuerpo del agujero, tomó la tapa y aseguró la cloaca.
Luego volvió a bajar y cmainó unos pasos, internándose en la más completa oscuridad frente a él. Cuando se sintió satisfecho, se sentó contra una pequeña saliente, sus pies húmedos, se recostó sentado, sus manos entrelazadas sobre su abdomen, y cerró los ojos. Mañana sería otro día. Otra mierda de día.
Mensaje del director.