Partida Rol por web

- ¡Oh por dios! - Exclamó entonces la asistenta del hogar llevándose las manos a la boca horrorizada en una sobre interpretación digna de una película de serie B. - No señora, no. - Respondió escandalizada. - No he oído nada de eso. - Resopló. - Lo que me comenta del coche... No es que yo sea de esas que le gustan los chismes, ni que me pase el día mirando por la ventana... Pero el vecino de más abajo creo que tiene uno de esos. Es azul... Lo se porque mi prima Encarnita tenía uno igual... - Hizo una pausa dejado caer la escoba ruidosamente contra el suelo. - ¿No creerán qué...? - Pero no acabó la pregunta.

No, seguro que no eres de esas que les gusta enterarse de todo...

Desde luego Maria Esperanza Hernandez encajaba perfectamente en el perfil de cotilla, pero tal vez eso le fuese bien a Aina. Por otro lado también disponía de su doble filo y había que andar con cuidado. 

-Bien- asintió cuándo la empleada del hogar aseguró no haber oído nada sobre más sucesos tensos por la zona. 

Bien, los vecinos de abajo. Tomó nota mentalmente para no olvidarlo. -No, no. No creo que tenga ninguna relación una cosa con la otra- Dijo al ver la reacción de la mujer, lo último que necesitaba era que pudiese irse de la lengua y alertar al sospechoso. -Le pido que sea discreta en este asunto y que, si viese cualquier cosa, nos avise a comisaría.- Seguro que estaría encantada de colaborar con ella. Por el momento creía tener todo lo que necesitaba, por ahora al menos. Tal vez llegaría el día en que hubiese de volver a hablar con aquella mujer, pero si le daban mucho más bombo Maria Esperanza duplicaría la importancia de todo su encuentro.

Miró a Capllons, no estaba segura de no haberla cagado en algún momento, pero bueno, de los errores se aprende, y en todo caso todavía habían muchas opciones de lo que realmente podía haber sucedido allí. 

Nadie suele creer a los borrachos, pero por suerte ha dado conmigo y tampoco tengo nada mejor que hacer por ahora. 

Porque ¿y si lo que contó Annie fuese cierto? Aunque una parte importante de ella le decía que podría ser una rencilla de la mujer pelirroja, que al pasear el perro recordase algún desplante del conductor del coche y decidiese acusarle. Fuese como fuese alguien se llevaría un toque, pues deseaba terminar con los malvados, pero también con los malintencionados.

- De acuerdo señorita... - Respondió la limpiadora. - ¿Su teléfono es, por si fuera menester? 

Aina le facilitó a la empleada del hogar el teléfono de la policía local. La mujer lo apuntó en su teléfono móvil y finalmente se despidió de los agentes. Cuando se encontraban junto a la puerta de entrada desde la finca, ésta comenzó a abrirse de forma automática y en ese mismo instante escucharon a la mujer con la que acababan de entrevistarse, alzando la voz desde la entrada de la casa.

- ¡Cualquier cosa les digo...! - Exclamó mientras se despedía de nuevo con la mano.

- Eso no va a estar callada ni diez minutos... - Sonrió Capllons. - En menos de una hora tendremos en boca de todos que un violador en serie anda suelto.  - Se encogió de hombros mirando a Aina. - Sabes mejor que yo como es este pueblo. Un pueblo de chismosos... 

Ambos se introdujeron en el vehículo policial. De nuevo Aina estaba a los mandos del mismo. Ésta dudó un instante antes de arrancar el vehículo. Necesitaba unos segundos para determinar el siguiente paso a seguir. 

- ¿Hacia dónde nos dirigimos, inspectora? - Bromeó Capllons.

Era cierto, había cometido un error de novata. Sabía que aquella mujer disfrutaba hablando y haciéndose la interesante, su vida seguramente era muy aburrida, le sería incapaz tener la boca cerrada. Había provechado que hablase por los codos, pero se había pillado los dedos, Capllons tenía razón y Aina apretó los dientes asintiendo una vez con la cabeza, aceptando su error y avergonzada por ello.

Seguro que, de haber alguien que realmente fuese peligroso, huirá, o tapará su rastro. ¿Adiós al coche? Tal vez. Suspiró. En cualquier caso el posible violador desaparecería de Llanura del Buenpaso, al menos por una temporada, de eso estaba casi segura. Pero ¿para qué? se divertiría en otro lugar, así que no le suponía un avance. Bueno, céntrate, tal vez no suceda así.

-Vayamos al puerto de la Cabeza ¿te parece?- comentó a su compañero. Después tendrían otras obligaciones, como la de regular el tráfico a la salida del colegio, a las 13:35. -Si no vamos ahora ya no nos dará tiempo, y me gustaría que me pudieses explicar un poco como está la cosa por allí- 

Capllons sonrió ante lo que Aina le acababa de sugerir. No obstante, al ver que lo decía en serio su expresión cambió borrando aquella sonrisa. Miró entonces el reloj y se encogió de hombros.

- Son las 19:23. - Dijo en alto. - Antes de vuestra llegada acabábamos a las 20:30 el turno de tarde. No hubiera dado tiempo, pero ahora que acabamos a las 22:00... - Se volvió a encoger de hombros. - ¡Porqué no!

Capllons le dio las indicaciones oportunas a Aina para dirigirse a la zona costera del municipio. Pese a que Puerto de la Cabeza pertenecía a Llanura, Aina nunca había estado allí, aunque había oído hablar de aquella zona. ¿Quién no? Lo cierto fue que condujo durante casi diez minutos por una carretera convencional hasta que comenzó el ascenso a la montaña. Pasó entre el ascenso y el descenso otros veinte minutos y por fin, acabó por llegar tras otros diez minutos aproximadamente al lugar indicado. El trayecto fue algo difícil, pues fueron muchas las curvas que tomaron y aunque no era de las que se mareaban al volante, sintió cierta desorientación una vez llegaron a su destino.

Ciertamente el Puerto de la Cabeza estaba en una zona de difícil acceso. Pero en los últimos años se había revalorizado como destino turístico, principalmente para turistas alemanes y británicos. Durante el trayecto, Miquel le habló a Aina de ese lugar. Pese a ser parte de su municipio iban bastante poco. Allí se encontraba una pequeña oficina de la Guardia Civil con un destacamento de veinte agentes.

No era una zona demasiado grande, pero debido al turismo que allí se congregaba si era un punto de conflicto bastante recurrente. Peleas y vandalismo no faltaban en las noches de verano y no por nada Puerto de la Cabeza era conocido como "el nuevo Magalluf". Parecía que al fin y al cabo podía ser un lugar bastante divertido.

- Hasta ahora siendo tan pocos agentes... - Chasqueó la lengua. - No veníamos mucho por aquí. Salvo para algún accidente o algún tema de ordenanzas... no pasábamos. Pero ahora que hay unidad nocturna y somos más... Es cuestión de tiempo que empecemos a hacer patrullas por aquí. - Sonrió de nuevo mostrando sus blancos dientes. - ¡Ni te imaginas como se pone esto de noche!

Entendía que no patrullasen demasiado aquella zona. Si no hubiese sido por las indicaciones de Capllons, no estaba segura de que hubiese llegado. No al menos sin haberse perdido un par de veces.

Además el que hubiese guardia civil hacía pensar que debía estar controlado, pero ellos eran la policía de Llanura de Buenpaso y eso significaba que Puerto de la Cabeza era también responsabilidad suya.
-Pues la verdad es que no había venido nunca. No tengo ni idea de la locura que pueda ser por las noches- corroboró a su compañero, parecía que la frase de su compañero no le había parecido de aquellas que no esperan respuesta.
- Parece el típico lugar donde se emborrachan y se dedican a romper cosas- El turismo podía resultar devastador, sobretodo cuando abundaba ese tipo de turista que viene a beber y hacer todo lo que en "su casa" no hace.
- Y las relaciones con los guardias civiles como están?- era de suponer que debían ser buenas, colaborar juntos en los casos necesarios, formar equipo. Pero a veces no sucedía así.

- ¿Con los verdes? - Preguntó algo exaltado Capllons. - ¡Ja! ¿Relación? ¡Ja! - Negó con la cabeza. - No nos llevamos simplemente. - Se encogió de hombros. - Si alguna vez vinieran por Llanura... Pero pasan de todo. Cuando les pedimos refuerzos siempre están ocupados. Una vez por ejemplo tenía un problema y pedí apoyo. Me dijeron que estaban en un incendio en Mancor de la Vall. Llamé a Bonifacio, el policía de allí y le pregunté y me dijo que nada... que no había ningún incendio... - Bufó enfadado. - Si yo te contara... - Dejó caer.

Aina y Miquel realizaron una ronda peatonal por la zona. Principalmente por primera línea. Estaba todo bastante tranquilo de momento aunque lo cierto era que estaba bastante concurrido. Realizaron varias rondas hacia un costado y el otro de la avenida y Aina empezó a acostumbrarse a ser mirada de una manera algo diferente. A algunos inspiraba respeto, a otros miedo y a otros todo lo contrario, pues la miraban con cierto desprecio.

A esas horas ya empezaba a haber bastante afluencia de turistas. Algunos iban vestidos como de fiesta, otros bastante más casual, otros con bañador y otros parecían ir más desvestidos que vestidos. Además de turistas también había algunos ticketeros, que trataban de hacer entrar a los turistas en sus locales. Las ofertas de bebida, ya fueran cervezas o chupitos a muy bajo precio. Además de pubs y discotecas, también había un sinfín de restaurantes de comida basura, tiendas de tatuajes, y algún que otro supermercado 24 horas, en el que la mayor parte de los productos en venta eran licores.

Además de turistas y ticketeros, también se encontraban en las calles algunas personas afroamericanas que portaban un montón de souvenirs adquiridos en las tiendas chinas, gafas de sol, sombreros de lentejuelas, relojes de calidad baja, vacas que bailaba, objetos luminosos, cuernos de demonio de atrezzo y un sinfín de artículos absurdos varios. Además, también había otro tipo de vendedores ambulantes, parecían pakistaníes o hindúes. Éstos, además de objetos similares a los que portaban los sudamericanos, también portaban flores.

- Verás... - Comenzó a contarle Capllons a Aina. - Esta zona en invierno esta muerta. Realmente aquí hay mucho trabajo pero sólo durante los meses de verano. Digamos que desde finales de mayo a mediados de septiembre. Peleas, vandalismo, drogas, prostitución... - Saludó con la cabeza al dueño de un kebap. - Él es Largbi, nos hace buen precio. - Y sin más prosiguió allí donde lo había dejado. - ...todo eso esta al orden del día. También hay quejas de los vecinos por la música y cada año hay algún precipitado. En año de mundial o eurocopa suele haber disturbios. Piensa que aquí se juntan hooligans ingleses con alemanes... mal asunto... - Se detuvo mirando hacia el mar. - Suele haber bastantes detenidos en esta zona, sobre todo por la noche. Si finalmente nos hacen venir por aquí, creo que no nos aburriremos. ¿Alguna pregunta?

Escuchó lo que le iba explicando su compañero. Desde luego aquel lugar parecía el más controvertido de todos los que debían cubrir. Imaginaba que también podrían ir pasándose de vez en cuando para simplemente hacer ronda, bueno, como estaban haciendo ahora mismo. Haber recibido malas miradas le convencía de que más de uno prefería vivir sin normas, así que quizás terminasen por montar follón. 

- Por el momento no - Respondió a lo de si habían preguntas - Aunque no puedo asegurarte que más adelante me surjan algunas, quizás dentro de unos días incluso - Miquel, con sus más y sus menos, parecía un tipo bastante agradable. con aquellos dientes tan blancos que le recordaban a las grajeas de chicle, pero estaba teniendo paciencia con ella y era capaz de reconocerlo. No creía que le negase futuras consultas, ¿acaso no eran compañeros?, si todos colaboraban podrían llegar más lejos que yendo cada uno por su lado y despreciándose entre ellos.

- Me gustaría saber cómo se archivan los casos en la oficina. Ya sabes, como tenéis organizado el tema de los archivadores, las mesas... para cuando toca el papeleo - Deseaba que no le contestase que lo dejaban todo donde caía, aunque realmente era lo que parecía, por el aspecto de la comisaría nadie diría que allí tenían nada organizado. Estaba decidida a cambiar aquello si era necesario. 

- Buena pregunta, chica... - Dijo entonces Capllons. 

Miquel miró la hora en su teléfono móvil y empezó a resoplar mientras se rascaba la coronilla. Aquella pregunta parecía haberle hecho pensar más de la cuenta. Finalmente pareció decidir algo y miró de nuevo a Aina justo antes de abrir la boca.

- Es un poco tarde ya... - Resolvió. - Pero si nos vamos ya hacia el pueblo... - Afirmó con la cabeza mientras acababa de calcular lo que iban a tardar en llegar a Llanura y el tiempo que le iba a costar enseñarle aquello. - Igual nos da tiempo de que te explique por encima...

Capllons se puso esta vez a los mandos del volante. Su conducción policial se tradujo más bien en conducción temeraria. Cogía las curvas a una velocidad excesiva y Aina pasó miedo en algunos momentos del ascenso a la montaña que se encontraba entre la zona costera del municipio con la zona de interior. De hecho acabó el trayecto algo mareada, pero lo que si pudo comprobar era que si un día tenían prisa, Capllons sería un buen candidato para ponerse al volante. Al fin y al cabo, pese a la velocidad excesiva, parecía controlar bastante bien el coche...

Durante el trayecto y aunque Aina no pudo estar demasiado atenta a lo que su compañero le contaba acerca de los archivos. Al fin y al cabo el susto que llevaba en el cuerpo le impedía pensar en otra cosa que en salvar la vida en su primer día de trabajo. Lo que si llegó a captar es que hasta el año 2021 los archivos eran todos en papel. De ahí la gran pila de archivadores que se amontonaban sin demasiado orden en armarios y también sobre un palé en un rincón de la oficina. A partir de esa fecha, se introdujo un programa de gestión y todos los documentos que se generaban desde entonces quedaban informatizados.

Finalmente llegaron a Llanura sanos y salvos. Durante media hora Capllons le enseñó muy por encima el funcionamiento de aquel programa. Ni el mismo lo controlaba del todo todavía, aunque si pudo enseñarle como se hacía para introducir un nuevo documento o buscar uno antiguo y cuatro o cinco aplicaciones más, que de momento no iba a necesitar, según palabras textuales de Capllons.

Fue entonces cuando dieron en el reloj las 21:15 y Capllons se puso en pie. Estirándose como si llevase horas trabajando. Lo cierto era que había sido una tarde relativamente tranquila, salvo por la pequeña investigación que Aina había llevado a cabo. De no haber sido por el "caso" de Annie Henderson, igual no hubieran hecho nada más que ir aprendiendo procedimientos, manejando los programas informáticos y conociendo el término en general.

- ¿Sabes qué, Aina? - Dijo entonces Miquel. - Creo que puedes ir recogiendo todo. - Sonrió. - Ya sé que acabamos a la diez, pero yo me tengo que quedar en el turno de noche con una de tus compañeras. Entro de servicio a las 22:00 y quiero cenar y relajarme un poco antes. Así que... Vete para tu casa que ya salgo yo si hay alguna incidencia. - Hizo una pausa y se puso serio. - ¡Es una orden! - Dijo en tono de broma.

Agradeció llegar a comisaría y bajar del coche. De no ser por que siempre llevaba las uñas cortas se hubiese roto alguna al agarrarse con tanta fuerza a dónde pudo durante el trayecto. 

Joder con Alonso... ¡uf! Pero había que reconocer que en según qué circunstancias su habilidad podía resultar muy útil. Seguramente mi conducción le haya parecido un peñazo, pero creo que, de no ser necesario, es mejor dar ejemplo y circular con normalidad...

Atendió cuando le explicó el modo en que archivaban los documentos, tanto los digitales como los físicos, y aunque fue un poco rápido y no pudieron profundizar se vio capaz de ponerse con ello en su próxima jornada. Que Capllons empalmase también con el turno de noche le pareció un punto a favor de su compañero, había que reconocer que estaba realizando un esfuerzo para que ellos pudiesen familiarizarse con su nuevo puesto. 

- ¿Estás seguro? ¿No prefieres que me quede yo mientras descansas un momento? - No quería sentar ningún precedente, pero cubrir dos turnos... bueno, era perfectamente comprensible que necesitase un momento para desconectar y comer algo.

- ¡Tranquila, me las apaño bien! - Exclamó aquel hombre. - Estoy acostumbrado a hacer dobletes... - Sonrió. - Cosas de trabajar en sitios con plantillas pequeñas...

Una vez se cambió de ropa y guardó su uniformidad en una bolsa que se llevaría consigo a casa, pues todavía no le habían asignado taquilla, se despidió de Miquel Capllons y se marchó a casa. Su primer día de trabajo como Policía Local había dado a su fin. No había sido muy emocionante, pero había aprendido muchas cosas. Sobre todo rutina. Al fin y al cabo, todo era trabajo y como decían en la academia, lo importante era llegar a casa.

Asintió a Capllons, sin mucha ceremonia, no podía decirse que Aina fuese, a priori, una chica efusiva. En el fondo valoraba aquello de Capllons, y comprendió que  sus compañeros parecían tener muchos defectos, pero también disponían de diversas virtudes. Era posible que en algunos fuesen más complicadas de descubrir, pero seguro que con el tiempo los conocería y sería capaz de averiguar cuáles eran los puntos fuertes de cada uno. Parecía indispensable saber para qué se podía contar con cada uno de ellos, de este modo, si formaban un buen equipo, tal vez pudiese resolver todos los casos que se pusiesen por delante, incluso el de su vida, que no era otro que la desaparición de su hermano. 

Se despidió con un gesto de cabeza ya cambiada. El cielo ya oscurecía, el verano y su calor se acercaban y los días eran largos, sin embargo tocaba ir a casa, se le había pasado volando la tarde, pero debía asimilar muchas cosas y repasar sus errores, como hablar demasiado, o quizás encadenar mal las palabras, frases y preguntas realizadas a la mujer de la limpieza en aquella enorme casa. 

Cuando llegó a su hogar suspiró. Quizás se cruzase con Mabel , una llegando y la otra saliendo. Agradecía la soledad y la calma pero le sorprendió descubrir que, tras la cena, echaba de menos a su compañera para jugar una partida mata-zombies. 

No se le daba nada mal, seríamos un buen equipo si el apocalipsis llegase.

Escuchó un poco de música en el jardín, mientras observaba el cielo estrellado, después se dejaría caer en los brazos de Morfeo, tumbada en su confortable cama, al día siguiente tocaba levantarse temprano para hacer ejercicio.

Abarcamos muchos campos... tenemos que hacer muchas cosas muy diferentes y un error puede ser terrible. No es un trabajo fácil la verdad y tenemos mucha responsabilidad si nos equivocamos. Además claro esta que tenemos que hacer y ver cosas feas. Por no decir que la gente nos tiene mal vistos y a veces tenemos enfrentamientos con ellos por culpa de nuestro trabajo...