Partida Rol por web

Álvaro respiró aliviado cuando vio como sus compañeros habían neutralizado las amenazas. Por suerte ninguno de sus compañeros había salido herido, no al menos físicamente, porque aquello quedaría grabado en sus mentes y el daño psíquico que podía causarles era devastador. Pero no tuvo demasiado tiempo para respirar tranquilo. 

Casi por casualidad vio a un tercer agresor. Era un chico muy flaco que vestía un pantalón de chándal y una camiseta blanca. Sus rasgos eran evidentemente africanos, sin duda era un súbdito marroquí o argelino que iba armado con un arma blanca. Un cuchillo militar similar al que portaban los dos terroristas abatidos. Aquel joven andaba rápido desde la parte de atrás del polígono y se encontraba a pocos metros del agente Damián Tur. Si no hacía algo para evitarlo, posiblemente atentaría contra su vida.

Por suerte o por desgracia, Álvaro tenía una clara línea de disparo contra él. Si se daba prisa y sobre todo si tenía la puntería necesaria, sobre todo por la lejanía a la que se encontraba aquel asesino, salvaría la vida de Damián y sino... quien sabe que pasaría, pero tenía muy mala pinta.

Fernando creía que se le iba a salir el corazón del pecho. Para cuando se calmó lo suficiente como para darse cuenta de lo que había pasado, tenía delante dos cadáveres, y había abatido a uno de ellos justo al lado de Aína.

Miró a su compañera: en vez de su arma, empuñaba una defensa extensible y un spray... y el hombre al que acababa de matar tenía un cuchillo enorme. A Fernando se le revolvío el estómago.

Fue a enfundar el arma, mientras se dirigía hacía Aína, pero dudó, y la mantuvo apuntando a una zona segura, alternando la mirada entre su compañera y los dos cuerpos que yacían tirados en el suelo.

 - ¿Estás bien? - preguntó, aunque se sintió idiota al hacerlo. La chica estaba ilesa, pero no podía estar bien: no lo estarían ninguno de ellos.

Álvaro no se esperaba una situación como esta. Damian estaba en peligro, la gente corría...por suerte el resto de compañeros habían podido resolver casi toda la situación.

Cuando vio al que parecía otro terrorista, se puso nervioso, muy nervioso. Ya tenía el arma montada, con lo que la sacó en décimas de segundo, aunque para el fueron varias horas.

Miró a su objetivo, miró la mirilla del arma. ¿Debia disparar? Veía como la corredera del arma temblaba. Respiró profundamente, muy profundamente. Apuntó. Y sin esperarlo, el arma se disparó.

Tal como tenía entrenado, realizó el doble tap. Sin pensarlo, por instinto.

Y observó...

Todo había sucedido muy rápido y muy lento a la vez. Había estado convencida de que el hombre del cuchillo la alcanzaría y debería luchar por su vida. Por suerte sus compañeros habían abatido a ambos antes de que eso sucediese. Aina sintió verdadero alivio al verlo caer y comprender que estaba muerto. Pero la tensión seguía ahí, y mientras sus compañeros se interesaban por su estado ella solo pudo mirar a ambos terroristas y recordar las palabras de aquel joven.

-Falta uno, ¡Falta uno!-

Dijo primero como para sí misma y después a sus compañeros con tono apremiante y ojos tan abiertos que casi se le salían de las cuencas.

A los pocos segundos se escucharon dos disparos más. Aina buscó con la mirada de donde habían procedido.

Cuando todo parecía tranquilo, se escucharon de pronto dos nuevas detonaciones. Álvaro, que llegaba junto al Subinspector y con Rubén, acababa de accionar dos veces el disparador de su arma y un tercer terrorista acababa de ser abatido. Sin duda el tercero del que Aina hablaba. Se trataba de otro hombre joven, el cual se había acercado sigiloso y por la espalda hacia Damián Tur. De no haber sido por la acción de Álvaro y su buena vista, muy probablemente, Damián hubiera sufrido las consecuencias de haber estado atento únicamente al enemigo evidente.

Los agentes se movieron rápidamente. Lo primero que hicieron fue comprobar el estado de los terroristas. Dos de ellos habían muerto, concretamente el que trató de atacar a Aina y el que acababa de ser abatido por Álvaro. En cambio, el terrorista que había recibido los impactos de bala procedentes de la pistola de MaMi, seguía con vida, aunque se estaba desangrando. Con el se quedó el agente Javier y también Rubén, mientras el resto de agentes se hacía con las armas de los terroristas, comprobaba el camión y se hacía cargo de los heridos.

María y Aina fueron hacia el camión. La joven que había sido arrollada por este tras girar bruscamente a la izquierda, seguía viva aunque se dolía en el suelo mientras sollozaba. Tenía varias fracturas en el cuerpo, la más grave de ellas en la pierna, una fractura abierta de tibia y peroné. Sin duda estaba grave, pero sobreviviría. 

Álvaro y Fernando se unieron a Damián Tur y el oficial Más, para hacer el recuento de heridos y desgracidamente también de fallecidos. Siete personas más habían sido arrolladas por el camión. Cuatro de ellas estaban heridas y con diferentes fracturas y contusiones en el cuerpo. Una de ellas presentaba un gran dolor en el abdomen, pues al parecer el camión le había pasado por encima y era desde luego quien parecía estar en un estado de mayor gravedad.

Tres eran los fallecidos. Todos ellos chicos jóvenes. El más dramático era un chico al que parecía que una de las ruedas del camión le había pasado por encima de la cabeza, la cual estaba aplastada como una sandía y sus sesos y sangre se habían vertido sobre el asfalto. Los otros dos habían muerto por policontusiones. El panorama era desolador, pero lo más importante en esos momentos era tratar de mantener con vida a los dos heridos más graves, la chica con la fractura de tibia y peroné y el hombre con aplastamiento en el abdomen.

Mientras tanto, el subinspector se encontraba al teléfono. Estaba gestionando la situación con los servicios de emergencia. Iban a necesitar ambulancias y también iban a necesitar a la guardia civil...

Por un instante me quede perpleja viendo como se derramaba la sangre del arabe que habia caido abatido frente a mi. A lo lejos, muy a lo lejos y tal vez como si estuviese bajo el agua o metida en una bolsa escuche a Aina peleando con su arma y a Alvaro y Fernando, algunos gritos y mas caos, pero mi atencion se detuvo mientras en camara lenta veia como la sangre comenzaba a bañar el suelo alrededor de mi victima.

Era la primera vez que disparaba contra alguien y era la primera vez que mataba a alguien. No sabia como asimilar aquello. No sabia que era lo que sentia, o tal vez no sentia nada, no estaba segura.

Como si me sacaran de un tubo reaccione un segundo despues al ver que aun tenia trabajo que hacer. Habia heridos, cuerpo, sesos y mucha mas sangre cuando me acerque al camion. Sin vacilar y concentrada me acerque a joven que parecia estar mas grave y con la pierna abierta mostrando el hueso. La imagen era dantesca y nunca supe como pude ser tan fria y enfocada sin mostrar aprension ante aquella situacion pero en ese momento solo queria salvar la vida de aquella chica, no podia perderla como habia a nuestro compañero dias atras.

- Vas a estar bien, vas a estar bien, solo mirame y no te preocupes que la ayuda viene en camino, vale?

Console a la chica y comence a hacer un torniquete improvisado para que no se desangrara y asegurandome de que no fuese a desmayarse.

María atendió a la muchacha rápidamente. Era increíble descubrir cómo en situaciones de máxima tensión podíamos reaccionar. Mis compañeros habían resultado mucho más fiables que mi arma, y agradecí tenerlos ahí.

Mientras la agente rubia estaba con la joven herida pensé en la furgoneta. Hay que revisarla Si al final hiciese un gran ¡Booom! resultaría desastroso. Todavía no podemos bajar la guardia.

Me acerqué al vehículo con la intención de revisarlo, de comprobar que no hubiese ningún dispositivo que pudiese causar más daños. Tal vez con un temporizador o algo parecido. Miraría debajo, dentro, en el capó... esto lo había aprendido de Álvaro. Registraría cada rincón imaginable o inimaginable del vehículo. De estar limpio me pondría con los papeles ¿Era un camión alquilado? ¿A nombre de quién iba? Tal vez hubiesen más terroristas en algún lado.

María actuó con presteza. La herida que presentaba en la pierna era sin duda muy grave y fue a la primera a la que decidió practicar los primeros auxilios. Pese a que tenía una hemorragia y la sangre vertida sobre el asfalto era muy llamativa, enseguida se dio cuenta de que tampoco era de gravedad crítica. Eso no quería decir que no tuviera que ser tratada como una urgencia, todo lo contrario, pero aplicar un torniquete de buenas a primeras no era la solución óptima.

Un torniquete solo se aplicaba en casos en los que el sangrado era muy abundante y que de no hacerlo, la víctima corría el riesgo de desangrarse y ese no era el caso. Enseguida llegó al lado de María su compañera Rosa. Portaba consigo un botiquín, así que una vez se lo entregó, María se puso unos guantes de látex por tal de no infectar las heridas del paciente y aplicó presión con una venda estéril sobre la hemorragia.

Por raro que pudiera parecer, la chica no se estaba quejando. No lloraba, no gritaba de dolor y tampoco se movía demasiado. De hecho miraba como ausente, como si lo que estaba sucediendo a su alrededor no fuera con ella. María trató de preguntarle por como se encontraba, pero ella tan solo la miró y como si no le hubiera escuchado, volvió a desviar la mirada hacia otro lado. La chica había entrado en estado de shock, eso era muy evidente, aunque María poco podía hacer en ese caso. Al menos estaba aparentemente tranquila y enseguida llegarían los santiarios.

Mientras tanto Álvaro y Fernando se encargaron de comprobar al resto de heridos. Uno de los jóvenes presentaba un estado grave. Había sido aplastado en el pecho por la rueda del camión. Le costaba respirar, pero moverle o hacer cualquier otra cosa podía ser peor que dejarle allí estirado. Por suerte pronto llegó Antonio con el maletín oxidoc. Fenrando y Álvaro se encargaron de sacar la bombona de oxígeno, ponerle la mascarilla y abrir las válvulas. Al menos con oxígeno puro respiraría mejor hasta la llegada de las ambulancias.

El resto de compañeros se acercaron al resto de heridos y a los muertos. Atendieron a los heridos como bien supieron y taparon a las fallecidos con mantas térmicas a falta de otra cosa. Enseguida aparecieron en el lugar varios jóvenes que dijeron ser médicos y enfermeros. Bajo su supervisión los agentes continuaron aplicando los primeros auxilios a las víctimas a la espera de que llegasen las ambulancias. Los minutos de espera se hacían eternos y aunque habían pasado muchas cosas en muy poco tiempo, tan solo habían pasado ocho minutos desde los atropellos y los disparos, por lo que era normal que todavía ningún vehículo e emergencia hubiera llagado al lugar.

Mientras todo sucedía, Aina se acercó al camión y fue inmediatamente seguida por el subinspector. Los dos iban a comprobar que no hubiera más peligros ocultos en el interior del vehículo que habían utilizado los terroristas para sembrar el pánico y la muerte en el pacífico pueblo de Llanura del Buenpaso.

Por su parte, Aina se dirigió al camión. Debía comprobar que no había nada que pudiera explotar. Esperaba que no hubiera ningún otro peligro que hubieran pasado por alto. ¿Quién les decía que no había más terroristas en la caja del camión? ¿Y si había preparado un explosivo con un temporizador? Fuera como fuera, Aina revisó el camión de arriba abajo y no encontró nada que pudiera suponer un nuevo peligro.

Enseguida llegó tras ella el subinspector. Entre los dos volvieron a comprobarlo todo de forma mucho más minuciosa. Aquel hombre de gesto preocupado se encargó junto a la joven agente de registrar centímetro a centímetro aquel camión. Se veía que era un agente experimentado. No había llegado a ser el jefe de aquella plantilla por puro enchufismo, como por desgracia sucedía en muchos otros sitios. Aquel agente se lo había ganado con sus muchos años de servicio y se notaba que era todo un profesional.

- Parece que está todo bien... - Dijo el subinspector y entonces abrió la guantera del vehículo y extrajo una carpeta de la que sobresalían un sinfín de papeles. - Mira a ver si esta el permiso de circulación...

Aina hizo caso al jefe. Rebuscó entre los papeles y finalmente, entre recibos varios del seguro, informes de la ITV y otra documentación, encontró lo único que realmente un policía necesita, una pequeña carpeta que contenía la tarjeta de inspección técnica, permiso de circulación y el último recibo del seguro. La furgoneta estaba a nombre de un tal Miquel Blas Portmany. Evidentemente no era ninguno de los tres terroristas. ¿Estaría robado el camión?

- Mira Aina... - El jefe le enseñó a su compañera los cables bajo el volante del camión. - Le han hecho un puente. Esta robado... - Afirmó con rotundiad.

Justo en ese momento comenzaron a escuchar sonidos de vehículos de emergencia acercándose al lugar. La Guardia Civil estaba llegando por fin al polígono. Un total de tres coches se plantaron en mitad del lugar de la tragedia en poco tiempo y en otros pocos minutos comenzaron a llegar ambulancias. Los primeros en sera tendidos fueron el joven que había sido aplastado por el camión a la altura del pecho y la chica que había tratado María. 

Los heridos menos graves tuvieron que esperar un poco más, pero finalmente, todos los heridos fueron poco a poco siendo atendidos y trasladados al hospital. La  Guardia Civil se encargó de los muertos y de la investigación de lo que había sucedido en aquel lugar y mucho más tarde se presentó en el lugar el secretario judicial para levantar acta. Para ese entonces el sol ya empezaba a asomar por el horizonte y el turno de guardia de la Policía Local de Consell llegaba a su final. 

Habían pasado gran parte de la noche frente a un ordenador. Por turnos se dedicaron a comparecer ante el oficial Más, quien se hizo cargo de tomar declaración a todos los agentes uno por uno. No podían dejar en el tintero ningún detalle de lo sucedido. Había sido el incidente más grave sucedido en Llanura del Buenpaso en toda la historia del municipio y posiblemente también uno de los más graves de toda isla y les había tocado a ellos.

Habían tenido que hacer uso de las armas de fuego y habían resultado muertas tres personas. Debían justificar mucho y muy bien el uso defensivo de las armas, pues de lo contrario todavía podían acabar imputados en un delito de homicidio. Por ello, era clave dejar muy claro que en el momento de los disparos, los agentes sintieron peligrar sus vidas o las de terceros en el caso de Álvaro y que el uso defensivo del arma fue inevitable.

Aún así habría un juicio y de momento, María, Fernando y Álvaro se verían inmersos en un procedimiento administrativo contradictorio en el que posiblemente se les retiraría el arma aunque fuera de manera provisional, pues en España la normativa en cuanto al uso de armas de fuego por parte de un agente eran un completo galimatías sin demasiado sentido... pero como les habían enseñado bien en la academia ante un caso totalmente irracional, tan solo les quedaba la frase: "es lo que hay"...

FIN.

Era todo un alivio que no hubiesen más terroristas dentro ni ningún explosivo o algo similar. Parecía que la pesadilla había pasado, al menos por el momento. ¿Quien les aseguraba que no hubiesen más radicales en algún lugar?

Asintió a Luis Mate, agradecía contar con él en aquel momento, su experiencia era inestimable para ella, quien a penas había comenzado a trabajar en el cuerpo. 

- Quizás por la matrícula podamos saber dónde estaba el camión. ¿Crees que es posible que pudiesen tener algún piso franco cerca de dónde estuviese el vehículo? ¿Podrían haber más terroristas detrás de esto?- Le daba miedo que tras el éxito, o fracaso, según se mirase, de aquella acción los posibles compañeros de los árabes decidiesen realizar otro ataque en las inmediaciones de Llanura, o en el mismo pueblo, aunque lo más sensible sería, sin duda, el puerto de la cabeza.

- Si... - Respondió el subinspector. - Pero eso ya no es cosa nuestra. Suficiente hemos hecho... y lo que nos queda por delante. - Añadió. - No hay que olvidar que la investigación se escapa a nuestras competencias. Colaboraremos en todo lo que haga falta, pero son los verdes los que tienen que tomar cartas en el asunto. - El jefe decía aquello con desgana. Era evidente que si de él dependiera, indagaría en aquel suceso hasta levantar las baldosas del suelo en busca de pruebas. Sin embargo, él sabía mejor que nadie hasta donde podían llegar. - Tranquila Aina. - Le dijo abrazándola por encima del hombro. - Sé que lo que ha sucedido es terrible y que removerías mar y tierra para buscar a los culpables, pero tenemos que saber cual es nuestro sitio, Aina... 

Era injusto. Asintió a las palabras de Mate con los hombros tensos. Aquellos eran sus vecinos, sus familias, sus amigos y su pueblo. ¿Como iban a estar de brazos cruzados? Pero el subinspector tenía razón, aquello ya no era labor suya.

Aina salió del camión cuando terminaron de registrarlo del todo. Hizo una señal a los compañeros que tenía lo suficientemente cerca como para un contacto visual. Con su gesto de la mano quiso transmitirles que el camión estaba limpio.

Aparentemente el peligro inmediato había desaparecido y los servicios sanitarios no podían tardar mucho más. Sintió como una descompresión brutal, de pronto se hacía sentir el cansancio y los nervios afloraban haciéndole temblar las manos.

Alrededor muertos y heridos, gente corriendo... ¿Curiosos grabando con sus móviles? Esperaba que no, que llamasen a sus familias para informar de que estaban bien, pero que no sucumbiesen al morbo que parecía haberlo infectado todo desde hacía demasiados años.

Se acercó a MaMi

-Menudo final de fiesta-

Parecía tener pocas palabras más. Se preguntaba si serían capaces de dormir aquella noche.

 - Deberíamos despejar una zona de paso, para que vayan entrando las ambulancias - dijo Fernando - ¿Quién me ayuda? ¿Tenemos cinta de balizar?

Sin prestarle más atención a los terroristas abatidos, se dispuso a dejar una vía de paso para que los vehículos pudieran acercarse hasta los heridos; además, tendría que venir una comitiva judicial, la Guardia Civil, el forense...  A Fernando sólo le apetecía irse a casa y sentarse, pero el trabajo sólo acababa de empezar para ellos.

Justo en ese momento comenzaron a escuchar sonidos de vehículos de emergencia acercándose al lugar. La Guardia Civil estaba llegando por fin al polígono. Fernando estuvo rápido creando espacio para que tuvieran sitio para estacionar junto a la escena de los crímenes. Un total de tres coches se plantaron en mitad del lugar de la tragedia en poco tiempo y en otros pocos minutos comenzaron a llegar ambulancias. Los primeros en sera tendidos fueron el joven que había sido aplastado por el camión a la altura del pecho y la chica que había tratado María.

Los heridos menos graves tuvieron que esperar un poco más, pero finalmente, todos los heridos fueron poco a poco siendo atendidos y trasladados al hospital. La Guardia Civil se encargó de los muertos y de la investigación de lo que había sucedido en aquel lugar y mucho más tarde se presentó en el lugar el secretario judicial para levantar acta. Para ese entonces el sol ya empezaba a asomar por el horizonte y el turno de guardia de la Policía Local de Consell llegaba a su final.

Habían pasado gran parte de la noche frente a un ordenador. Por turnos se dedicaron a comparecer ante el oficial Más, quien se hizo cargo de tomar declaración a todos los agentes uno por uno. No podían dejar en el tintero ningún detalle de lo sucedido. Había sido el incidente más grave sucedido en Llanura del Buenpaso en toda la historia del municipio y posiblemente también uno de los más graves de toda isla y les había tocado a ellos.

Habían tenido que hacer uso de las armas de fuego y habían resultado muertas tres personas. Debían justificar mucho y muy bien el uso defensivo de las armas, pues de lo contrario todavía podían acabar imputados en un delito de homicidio. Por ello, era clave dejar muy claro que en el momento de los disparos, los agentes sintieron peligrar sus vidas o las de terceros en el caso de Álvaro y que el uso defensivo del arma fue inevitable.

Aún así habría un juicio y de momento, María, Fernando y Álvaro se verían inmersos en un procedimiento administrativo contradictorio en el que posiblemente se les retiraría el arma aunque fuera de manera provisional, pues en España la normativa en cuanto al uso de armas de fuego por parte de un agente eran un completo galimatías sin demasiado sentido... pero como les habían enseñado bien en la academia ante un caso totalmente irracional, tan solo les quedaba la frase: "es lo que hay"...