Fernando se quedó callado un segundo, mirando a los ojos a la doctora, y negó suavemente con la cabeza.
- Pero es que no se puede hacer responsable de un detenido, doctora; esa responsabilidad es nuestra. Es como si yo le dijera que me hago responsable de un tratamiento.
El joven medía sus palabras, porque intuía que pisaba un terreno resbaladizo. ¿Qué ocurriría si aquella mujer decidía no atender al detenido? ¿Se verían entre la espada (el Cabo del puesto) y la pared (la doctora)? ¿Qué dirían sus jefes? ¿Y su compañero? Si su compañero veterano decía que ¡ole!, ¿quién se creía que era el novato para ponerse intransigente?
- Si yo sólo quiero soltar a este desgraciado en la Guardia Civil y pirarme a dormir de una vez... - se lamentó.
Fernando no había empezado el turno con un pelotazo, ni había vuelto a casa borracho, ni había zurrado a su mujer, ni había entrado en un domicilio ilegalmente, ni pasaba de lo que dijeran en la Junta Local de Seguridad, ni era un perroflauta; ¿por qué tenía la sensación de que el único pringado de aquella película era él? No era justo.
- Yo comprendo que usted quiere atender bien a su paciente. Vale. Pero le va a tener que atender en estas condiciones, por su seguridad, por la del paciente y por la nuestra. Si este hombre se vuelve a poner agresivo y le hace daño a alguien, a mí no me vale con decir que la doctora se hizo responsable de que yo no hiciera bien mi trabajo.
Fernando cruzó mentalmente los dedos y respiró hondo. Aquella chica, en aquel momento, tenía mucho más poder que todas las patrullas de servicio del municipio.
La doctora miró por encima el hombro a Fernando. Por su parte Capllons se quedó callado, como de costumbre en aquellas circunstancias. No lo conocía demasiado, pero ya sabía demasiadas cosas de él que no le gustaban. La tensa espera hasta la respuesta de la doctora ante la disertación que aquel joven agente había planteado, acabó en el mismo instante en que la doctora "perroflauta" lanzó un bufido mientras negaba con la cabeza.
- Polis... - Susurró. - Està be, John Wayne... - Se acercó a Enzo. - Està be... tu guanyas...
Fue en ese preciso momento cuando Fernando pudo respirar y Capllons le miró con cierta admiración. La doctora examinó a Enzo y éste se portó increíblemente bien. Por fin las cosas empezaban a salir como tocaba. Finalmente la doctora redactó el informe. Salvo los arañazos de la espalda y las erosiones de las muñecas producto del roce con los grilletes, que por supuesto la doctora no pudo obviar de ninguna manera en su informe, todo estaba correcto.
- Que tenguin un bon servei... - Dijo la doctora con cierta desgana antes de que abandonaran la consulta.
- Te felicito Fernando... - Dijo Capllons de nuevo camino del coche. - Esa mala puta es dura... Me ha tocado un par de veces y... - Soltó una risotada. - Nunca la he podido domar como tú. ¡Eres un John Wayne, como ha dicho la perroflauta! - Y de nuevo soltó una carcajada.
Enzo también se rió tras aquella afirmación y como si no hubiera pasado nada se metió en el coche patrulla ayudado por Capllons. Parecía que había olvidado el odio que le profesaba a Fernando, como anteriormente olvido el que le tenía a Miquel. Al parecer todos en aquel municipio estaban locos. Esperaba que no echasen nada en el agua potable, pues pronto estaría como ellos.
- ¿Vamos para el cuartel de la green police? - Le peguntó a Fernando como si la respuesta no fuera obvia. - Creo que le gustas a la doctora perroflauta y necesita un buen polvo... - Soltó de nuevo una carcajada. - ¿Por qué no quedas con ella?
- ¡Sí! - Exclamó Enzo. - ¡Dígale algo, guey! ¡No me sea gallina!
Aquello acabó de desconcertar a Fernando por completo. Su compañero, un pirado de mucho cuidado, le estaba alentando a quedar con una chica estirada que poco tenía que ver con él. Pero lo más surrealista del asunto era que el detenido con el que habían tenido sus más y sus menos, acababa de crear una extraña complicidad con Miquel. Ambos sonreían y se miraban. Incluso pudo observar como Enzo le daba un codazo a Miquel para picarle a que continuara con aquel intento de emparejarle.
- Vi como le miraba... - Dijo entonces Enzo. - ¡A esa jinetera le gustates!
Pese a la desgana con la que respondió la doctora, Fernando respondió con cortesía al abandonar la consulta.
- Gracias. Buena guardia.
- John Wayne... qué graciosilla, la Doctora Hippie - pensó con cierto fastidio.
Arrancó el coche, y se restregó los ojos con la mano izquierda mientras salía acelerando suavemente, en dirección al cuartelillo.
- Espero que el Cabo de los picoletos no nos ponga pegas ahora - pensó.
Sólo quería terminar la noche, librarse de aquel par de desgraciados (tenía tantas ganas de perder de vista a su compañero como al detenido) y meterse en la cama a dormir.
Aquellas insinuaciones sobre jugar a los médicos con la hippie le pillaron fuera de juego, y no pudo evitar sonrojarse ligeramente.
- Ya veremos - dijo con tono cortante, queriendo zanjar el tema - Lo primero, al cuartel, a ver qué nos dicen ahora.
Como secundando su comentario, Fernando aceleró.
Ya de nuevo en el cuartel de la Guardia Civil de Inca repitieron el protocolo. Sin embargo esta vez, Enzo quedó ingresado directamente en calabozos por orden del Cabo Primera. En esos momentos aquel hombre estaba tomando declaración a una persona por una denuncia. Cuando acudieron al gabinete de atestados se encontraron a Brenda frente al Cabo Primera. De esa manera respiraron aliviados, pues al final si iba a poner la denuncia. Ahora, aunque luego la retirase, su actuación estaba del todo respaldada.
- Pasen, pasen... - Dijo entonces el responsable del turno de noche de Guardia Civil. - ¿Traen el parte médico del detenido?
- Así es... - Afirmó con rotundidad Capllons haciéndole entrega del mismo al Cabo.
Éste se lo miró por encima y afirmó con la cabeza satisfecho. Acto seguido procedió a firmar las diligencias que le habían entregado y le entregó la copia sellada a Capllons.
- Perfecto compañeros... - Dijo él. - Siento lo de antes, pero es lo que se acordó. ¿Protocolos, saben?
- Tranquilo, no hace falta se disculpe. - Intervino Miquel. - Si está así acordado, así lo haremos. ¿Necesita algo más?
El Cabo Primero hizo un gesto con la mano. No necesitaba nada más de la Policía Local, suficiente trabajo le habían dado ya.
- Pues entonces, buenas noches y buen servicio. - Se despidió Capllons. - Y suerte, Brenda. Que todo vaya bien...
- Muchas grasias, señor ofisial. - Respondió ella. - Han sido muy amables. ¿Cómo está Enzo? ¿Se enfado mucho conmigo? - Preguntó asustada.
Ciertamente no parecía que Brenda estuviera muy convencida de lo que hacía. Muy posiblemente retiraría la denuncia en un par de días. Miquel y Fernando u otros compañeros tendrían que volver a casa de Enzo en más de una ocasión, pero así estaba la cosa... Volverían las veces que hiciera falta. Sólo esperaban que en una de éstas no tuvieran que lamentar males mayores.
- No sé ni siquiera si debería responder a esto - pensó Fernando.
- Él está bien. Pero lo importante es que no vuelva a pegarte: para eso estás aquí.
- Y si se enfada, que le den... sólo faltaba.
Ya dirigiéndose a los guardias, Fernando se despidió.
- Buenas noches compañeros, gracias por todo.
Deseando que Capllons no tuviera ganas de cháchara, Fernando se dirigió al coche. Sóĺo quería regresar, sacarse el uniforme de encima, darse una buena ducha y echarse a dormir.
Los guardias se despidieron cordialmente de los compañeros de la Policía Local y Brenda no volvió a mirar a Fernando ni a Capllons. Finalmente salieron de aquel cuartel cuando ya empezaba a amanecer. Aún era pronto para los primeros rayos de sol, pero lo primero que escucharon al poner los pies sobre la acera fue a un madrugador gallo dándoles los buenos días.
Sí, había sido una noche complicada para todos y en especial para Fernando. Su primera noche había sido un caos de despropósitos y de insultos al protocolo. Sólo esperaba que no fuera la primera de muchas similares y que tan sólo hubiera tenido muy mala suerte en su primera jornada como Policía.
Fernando se puso a los mandos del volante y condujo en silencio hasta Llanura del Buenpaso. Capllons tampoco dijo mucho. Cambió un par de veces la emisora del coche y declaró abiertamente el sueño que tenía y las ganas de llegar a su casa y meterse en la cama. Si Fernando le contara… Pero no le contó, tan solo asintió y fue todo lo correcto que sus agotados nervios le dejaron.
Finalmente llegaron al cuartel sobre las 5:45 horas. Tan solo quince minutos antes de la finalización del servicio. Sorprendentemente, la puerta del cuartel estaba abierta y había alguien en el interior. Gracias a los cielos se trataba de los compañeros que habían llegado para hacer el relevo. Muy puntuales, para lo que podría haber supuesto el novato después de lo que había visto hasta la fecha de aquella plantilla.
- ¡Buenos días! - Dijo policía que todavía no debía llegar a los cuarenta años. Fernando se fijó en los galones que llevaba sobre los hombros y comprobó que de trataba de un oficial. - Jose Más. - Se presentó. - Además de oficial en esta casa de locos, soy el Policía Tutor. Así que trato siempre con locos... - Bromeó, aunque en su fuero interno lo decía bien en serio. - Debes de ser Fernando. ¿Qué tal el primer día? - Se interesó.
Fue entonces cuando salió del vestuario el subinspector jefe de la Policía Local de Llanura del Buenpaso. Aquel hombre era enorme, casi abarcaba la totalidad del marco de la puerta. Fernando no sabía si había llegado hasta la posición que ostentaba por los conocimientos que atesoraba, pero bien podría haberlo hecho mediante un desafío a muerte con el antiguo jefe de aquel lugar. A tenor de lo que había visto, tampoco le extrañaría.
Por suerte tanto, el oficial que acababa de presentarse ante él, como el subinspector, parecían algo más profesionales que el compañero con el que le había tocado lidiar aquella larga noche. Inspiraban algo más de respeto y confianza en Fernando, aunque no sabía si tan solo era producto de los galones que lucían. Tarde o temprano lo descubriría.
- Buenos días, Fernando. - Le dijo el subinspector al novato con una sonrisa y acto seguido miró a Capllons dirigéndose a él. - ¿Novedades, Miquel? - Le preguntó bastante seco.
- Pues este joven ha empezado fuerte... - Respondió Capllons. - ¿Sabes quien es un tal Enzo? Un orangután de cuatro por cuatro. Un sudaca... - Describió Miquel.
El subinspector trató de hacer memoria y pareció caer en la cuenta. Acto seguido afirmo con la cabeza.
- Si, creo que sí... - Respondió. - ¿Vive en calle Libertad, no? ¿Qué ha hecho?
- Lo hemos detenido... - Respondió Miquel y algo se removió en el estómago del subinspector. - Violencia de género...
- Déjame ver el atestado... - Imploró el jefe. - ¿Y la Guardia Civil?
- ¡No podían! Se han llevado al médico a la chica y luego nos han puesto pegas con el detenido. Querían que sí o si lo lleváramos al PAC. - Le contó el veterano de la nocturna.
- Así quedó acordado en la Junta de Seguridad... - El subinspector se encogió de hombros. - Yo no estoy muy de acuerdo pero...
- ¡Hola primo! - Salió en ese momento del vestuario una cara conocida para Fernando.
Se trataba de Damià Tur. Aquel chico salió a medio vestir contoneando el cuelo como ya hizo el día en que fueron a presentarse y hablando en un tono de voz excesivamente alto. Fernando notó como el subinspector le miraba con ira, no le dejaba concentrarse en la lectura del atestado, pero el agente Tur, no se percató de ello.
- ¿Cómo ha ido el primer día? - Le preguntó a Fernando. - ¿Has ligado con muchas guiris? ¡Pillín! - Y soltó una sonora carcajada. - ¡Mira esto, mira! - Y le plantó el móvil delante de la cara a Fernando.
-
- Je... - Fernando impostó una risa mientras apartaba la cara del teléfono - La noche, bien, pero no hemos parado, con lo del detenido - respondió al oficial y al subinspector. El apelativo que había utilizado Capllons no le había gustado.
- Nosotros somos precisamente quienes no deberíamos hablar así - pensó, y, aunque miró a Capllons arqueando una ceja, no dijo nada.
Y, adelantándose para poder estrechar la mano del oficial, añadió: - Sí, soy Fernando. Encantado.
¿Policía Tutor?
¿Es el tutor de los policías en prácticas?
- Pues nada, chico... - Respondió el oficial. - ¡A descansar!
Entonces el oficial se metió en el despacho del subinspector y empezó a buscar un papel en uno de los archivadores. Para cuando lo encontró empezó a rellenar algunos campos en la misma mesa del jefe. Parecía ocupado.
Policía tutor en Baleares es el encargado de ir a los colegios y dar charlas a los niños, educación vial y también intervenir en caso de conflictos o delitos dentro del aula.
Mientras tanto el jefe seguía hablando con Capllons. Algunas de las cosas que Miquel le contó de la actuación no parecieron gustarle al subinspector. Su cara era un poema y ver como Capllons le narraba a su jefe con todo lujo de detalle, todas los fallos que habían tenido y como se hinchaba cada vez más su vena del cuello, todo un espectáculo. Sin duda Capllons y el subinspector no hacían las mejores migas, aunque por la forma en la que Miquel se lo contaba todo, así lo creyera éste.
Por su parte, el agente Tur, se fue hacia atrás al haber sido completamente ignorado por quien había calificado como su "primo". Parecía que el humor fácil de aquel agente no entusiasmaba a Fernando. Por eso, Tur se fue en busca de una nueva víctima. En este caso le tocó al oficial, que inmerso en el papeleo que estaba rellenando, al ver a aquel moscón acercándose con el móvil en la mano, cerró la puerta a la velocidad de un tsunami.
Damià no se dio por aludido. Abrió la puerta y le enseñó a José Más aquel meme. El oficial, resopló y se rascó la cabeza. Simuló una falsa sonrisa y con aquella el agente Tur se dio más que por satisfecho regresando a sus quehaceres, osea a no hacer nada.
Con esto podemos finalizar el capítulo. Ahora queda esperar a que acaben María y Álvaro y seguimos. Tendrás que esperar un poco.
Si quieres, puedes postear algo más. No hay inconveniente.
Fernando se cambia lo más rápido que puede y se dispone, ducha mediante, a dormir, rezando para que no todas las noches sean así, y para que su compañero no haga ruido por la mañana.
Por mi parte, fin del capítulo. :)
En GC hay algo parecido, Plan Director se llama o algo así.