Partida Rol por web

Con un suspiro, Isabel pide una copa de vino y se sienta sola en una mesa. Después, decide que bueno, puede que no esté Ignacio, pero eso no significa que se tenga que aburrir... así que se recoloca el pelo y baja una pizca el escote: nada exagerado, pero sí lo justo para resultar incitante. Se quita el anillo de casada del anular y lo cambia de mano, de modo que no delate su estado civil. Echa un ojo a la concurrencia... ¿quizá hay alguien llamativo, alguien que despierte su curiosidad?

Estaba a punto de contestar a Cesare y a decir algo a von Kraken cuando Carlota se abalanza sobre mi y me abraza. Ambas comenzamos a hablar en montagnes, el idioma de la compañia mientras lloramos abiertamente de alegría por estar vivas gracias al coraje de este grupo de intrépidos aficionados al teatro; y de tristeza por Antonino y por el resto de compañeros quizás caidos.

¡Carlota! ya pasó, ya pasó todo... conseguí decir con algo de esfuerzo, porque mi garganta me dolía y la sentía tremendamente reseca debido al humo mientras me fundo con ella en un cariñoso abrazo. Mi voz sonaba sin brillo, casi afónica. No podría volver a trabajar hasta dentro de unos pocos días pero eso era algo que ni siquiera pasaba por mi cabeza. Pero seguro que si en la de Carlota.

Entre terribles tosas, producidas unas por el humo y otras por la intensa y amistosa a plicación de primeros auxilios por parte del Gran Kraken, me incorporo. "Desde luego te has lucido, chaval", pienso para mí, recordando los intensos momentos anteriores.

-¿Estáis todos bien? -pregunto en general, volviendo en mí por completo. Compruebo que sí, y que hemos rescatado a una compañera de la actriz vodaccia-. Lamento la indisposición, amigos. Estos licores avaloneses... -añado, guiñándole un ojo al vendelio, que sigue riéndose a carcajadas.

Me incorporo, tanteando alguna pared para asegurarme de no caer redondo de nuevo.

-Mi esposa -recuerdo-... hemos quedado con mi esposa en la posada. Deberíamos ir para allá, a ver si nos dice algo nuevo... y a ver si nos remojamos un poco los cuerpos, ¿hmm?

Recorres la posada de lado a lado con la mirada.

En una mesa al fondo ves a un par de hombres de aspecto burdo brindando, en la mesa tienen ya tres jarras vacías delante de cada uno mas la que tienen en la mano que acaban de empezar.

A continuación hay una mujer bien vestida, aunque sin mucho gusto para vestir según tu criterio, conversando con un hombre en apariencia de aspecto noble. Junto a ellos un hombre de aspecto misterioso tiene una jarra en la mano y actúa como si esperara a alguien.

Al otro lado de la taberna un joven gallardo te observa atentamente.

Finalmente la esquina hay un hombre leyendo varios documentos.

Evidentemente, Isabel fija su atención en el hombre más atractivo de la sala. No obstante, se hace la desentendida en primer momento; nunca hay que adelantarse al juego. Observa más cuidadosamente al hombre de los documentos, ¿ve el idioma desde la mesa? ¿Y el hombre que espera, qué aspecto tiene? ¿Se podría deducir su nacionalidad o su nivel social por la ropa?

Si en algún momento sus ojos se cruzan "casualmente" con el joven que la observa, le dedica una sonrisa amable y continúa explorando el entorno.

Observo a las dos actrices apartándome para que puedan conversar tranquilamente mientras me dirijo hasta donde se encuentra Ignacio, ya completamente recuperado de la perdida de la consciencia.

- Creo que es buena idea, puede que tu esposa haya averiguado algo de interés – respondo al castellano - Signoras, podemos preguntar por los alrededores por si algún compañero de la compañía consiguió escapar mientras nos internamos en la parte trasera del teatro – digo esperando sus respuestas con los brazos cruzados.
 

Mientras pienso en las opciones me rasco concienzudamente la barba a la altura del agujero mentoniano. - Tras un incendio se antoja prioritaria la ingesta de bebidas espirituosas.- Exudo reflexión con cada palabra, haciendo más que razonable si cabe la propuesta del castellano. -Pero nada de licores avaloneses...- Sin más, aguardo la respuesta del personal, a ver cuanto se posterga mi reencuentro con los beneficios de destilar y fermentar.

Desde donde estás no consigues adivinar el lenguaje de los papeles que ojea el individuo.

El tipo que espera tiene un aspecto de lo más normal. No destacarías nada sobre él. Ni siquiera podrías saber su Escala Social.

Cuando cruzas tu mirada con la del joven notas que no deja de mirarte. Al sonreirle simplemente se lleva parte del contenido de su jarra al gaznate.

Me dolía la garganta. Demasiado humo y demasiada sequedad. Necesitaba beber algo lo antes posible.

Si, por favor.

Y cada minuto que pasaba con el humeante teatro en mi campo visual se me encogía un poco mas el corazón, mezcla de miedo, incertidumbre y dolor por la pérdida de los amigos. Luego deberíamos ir al campamento donde estábamos alojados, porque los supervivientes seguro que nos reuniríamos allí. Y no me quedaba mas opción: todas mis posesiones y mi escaso dinero no estaban conmigo. Aún portaba las ropas que usé durante la representación. Mi ropa de calle debería estar ardiendo en estos instantes.

Isabel tiene curiosidad por el hombre misterioso que parece esperar a alguien. Demasiado anodino. El noble y la dama vestida sin gusto también son de su interés: ¿alguna joya encima que merezca la pena intentar robar? Puede ser un poco peligroso intentarlo en la posada donde se hospeda, pero cuando Isabel se aburre mucho actúa de modo insensato.

El joven que la observa... Isabel siente una oleada de paranoia. No le extrañaría ni lo más mínimo que la observara intentando decidir si acercarse a ella o no; pero tampoco la sorprendería que tuviera alguna otra idea en mente. Isabel es una fugitiva, junto a Ignacio. Nunca está de más la cautela. 

Devolviéndole la sonrisa, la castellana procura fijarse en rasgos distintivos, ropa, calidad de la misma, algún adorno en su vestimenta, complexión del rostro y el cuerpo... cualquier detalle que pueda darle más información de su origen, clase social, nivel económico...