Partida Rol por web

-¿Disponen ustedes de cirujano para atender al herido? Soy médico y puedo ayudar.

Digo por cortesía. Presupongo que tendrán a alguna persona competente que pueda encargarse de estos asuntos.

-Una obra del buen Lope siempre resulta digna de verse en las tablas... Iré a verla si no les hace inconveniente...

El fraile te mira desde detrás de unas espesas cejas.-La verdad hijo mio,-dice mientras te acerca la mano a la espalda, -es que nunca está de menos una mano más y siendo hoy sábado, andamos un poco escasos de tiempo. Las liturgias hijo.-El fraile te hace un ademán para que entres mientras continúa empujándote suavemente en la espalda.-Atenderemos al enfermo y rezaremos por él en la misa de once a Santa María la Nueva y San Antonio.-

-De acuerdo pues. ¿Tienen algún sitio vacío y a ser posible ventilado donde pueda operar? Voy a limpiar y a coser la herida de este hombre antes de que empeore -pido con más esperanzas que otra cosa. Imagino que todo estará abarrotado y tendré que operar en una habitación apestosa, repleta de enfermos e insalubre.

-Siempre es posible persuadir a algún responsable para que podamos estar cómodos y en soledad, si vuestra merced no tiene inconveniente...

Y dicho esto dejo caer, como por descuido, mi mano sobre la empuñadura de mi estoque.

-Ninguno, desde luego. Dejo en vuestras manos las cuestiones de protocolo. Aunque no me gustaría privaros del gusto de ver la obra de Lope. Os ruego que la persuasión, sin embargo, no pueda llevar a que alguien llame a los corchetes.

El fraile, que acaba de coger el mensaje dado por el hombre grande con estoque y pinta de jaque, se santigua varias veces, abriendo los ojos en demasía debajo de esas espesas cejas y mirando, ora al herido, ora al valentón.-Dios bendito,-dice-permitidme os conduzca a mi celda.-

De este modo, con una carretilla dispuesta de tal modo para estos menesteres, que en esta españa nuestra eran muchos, os conduce el obligado a su celda pasando por la sala del hospital, donde, mutilados de guerra, enfermos febriles y algún concurrido de poco aplomo y mucho lindo, pujan por ser quien más tosa. Que, como dice el refrán, quién no llora no mama.

Una celda pequeña, camastro de paja, ventanuco, crucifijo y mesilla. Nada mas. 

Me dirijo con Íñigo y el joven sonriente hacia el corral de comedias, a ver la obra del bueno de Lope.

Sería bellaca osadía estropearle el estreno a Lope, pero vive Dios que tengo que enseñarle modales a este joven tan feliz... Tal vez no en el corral, pero más adelante todo se resolverá...

Hallándome en la celda y dirigiéndome al fraile: —Necesitaré agua caliente y paños. Procuraré tardar lo mínimo posible para causar la menor molestia que esté en mi mano. Voy a salvar a este hombre. Dicho lo cual, comienzo a preparar el instrumental necesario para la operación. Puesto que el herido está inconsciente me ahorraré las yerbas sedantes.

 Acompañé en silencio a Iñigo y al valentón, disfrutando de la idea de ver la obra del Fénix de los Ingenios, estando seguro de que no me decepcionaría.

Pues allí que os llegais,el joven, el feo y el valentón, a los corrales de la cruz donde se está representando ya la comedia.

Veis como el hombre rodea la puerta principal acercándose al portón de cocheras, donde, con mucho tino, deposita en una mano la cantidad de oro que requiere pasar empezada la obra y sin molestar a la concurrencia.
Iñigo, el feo, dá la media vuelta y tapando su mano derecha con el cuerpo, encoge dos dedos de la mano y os saluda tocándose el ala del sombrero  haciendo bailar la gran pluma blanca que lleva.

Me pongo manos a la obra, haciendo uso de todo mi conocimiento y experiencia.

 Pago el dinero para poder entrar, deseando ver la obra...

-¿Cómo? ¿Pagar esa cantidad por una obra que ya ha empezado? Vive Dios que me negaré a ello, y si su preocupación es que no moleste a los hijosdalgo que haya allí dentro puede vueced estar tranquilo que no pisaré a nadie.

Y diciendo esto, sin más ceremonia, sigo adelante.