Partida Rol por web

Del otro lado de la puerta se pudo escuchar una conversación con Reinhard. Por lo visto vuestro compañero debía abandonar su puesto de vigilancia para ayudar con las medidas de seguridad. El grupo se las tendría que apañar con un miembro menos, posiblemente para el resto de la investigación.

- La verdad, el tema del cambiaformas nos tiene bastante preocupados. Bien sabéis que se nos ordenó investigar, y querría saber si sería posible que me diéseis algo de información al respecto. Se mucho sobre cambios, pero convertirse en monstruo... vos parecíais saber más sobre esa licantropía. ¿Seríais tan amable de darme algo de vuestro tiempo para instruirme al respecto? -

Hago una señal al interior de su laboratorio, para que me explique más cosas, allanando así el camino a mis compañeros.

-Sabe lo más importante que se debe saber. El resto son cuentos sobre luna llena y espíritus del bosque. Con gusto le prestaré uno de mis libros para que lea unos cuantos cuentos populares, perfectos para que podáis añadir a vuestro repertorio de historias para narrar en las fiestas de la corte. -Fue lo más cortés que le consiguió sacar.

- Vamos, mi muy querido amigo. No seáis así, sabéis que no solo vivo de narrar historias en la corte... -

Hizo un gesto, uno calculado, como una reverencia a medio realizar con un imaginario sombrero que, obviamente, no llevaba en este momento. Intentaba entablar una relación amistosa.

Con su labia natural Bert había logrado algo de amabilidad pero aquello no le pareció suficiente. Se arriesgó con un conjuro con el que rara vez se negaban sus caprichos. El bardo aguardó unos segundos con un extraño sentimiento de duda, solo sabría si el hechizo surtía efecto cuando Abdel hablara.

-En verdad, no se en qué más os puedo ayudar. Es cuanto tengo para ofreceros. -El hombre tenia su atención puesta en Bert, con un extraño gesto de lamentar no poder ser de más ayuda.

-Llevaros a cambio un frasco de antitoxinas. Es bueno para eliminar los venenos del organismo y para el ardor de estómago si se toma en pequeñas dosis.

- Vamos, amigo. El antídoto seguramente será útil, pero estoy seguro de que habéis preparado muchas otras pociones. Seguro que incluso algunas damas de la corte os piden vuestros servicios para temas "extramatrimoniales", ¿verdad? -

Parecía que su don especial había surtido efecto, dado que Abdel estaba más solícito de lo habitual, como solía ocurrir. Únicamente tenía una hora, pero era tiempo más que suficiente para saber si el alquimista tenía una aventura con la reina, y, sobre todo, para entretenerlo mientras sus compañeros registraban a fondo sus aposentos.

-Mis únicas amantes son la alquimia y la magia, si es eso lo que insinuáis. Hablad claro de una vez ¿Qué es lo que esperáis encontrar? ¿Cotilleos y trapos sucios? Nunca me importó lo que dicen las lenguas viperinas y no tengo ningún escándalo que contar, me temo que estáis buscando en el sitio equivocado. -Aún era pronto para que Adbel se estubiera resistiendo a los efectos del hechizo, lo que indicaba que no tenía nada que compartir.

Vaya, parecía que el alquimista era casi un monje, ascético.

- Vamos, yo no espero que mis amigos me cuenten cotilleos, únicamente espero, como vos bien hacéis, su sinceridad. Y la mía os doy.

Obviamente, me encantaría tener cotilleos para seguir adelante con mis canciones, que tanto gustan a las damas y nobles de la corte, pero ahora no es eso lo que me intriga.

El tema de nuestro amigo el orco cambiapieles... parecíais saber más de lo que dijisteis. ¿Acaso habíais encontrado antes situaciones similares? -

Por la parte de la reina y los engaños iba a obtener poco. Así que tendría que sacarle toda la información posible de lo que sí tenía. Y, desde luego, irse antes de que los efectos de su encanto dejasen de hacer efecto... y avisar al resto. Cosa, por otra parte, que no sería excesivamente compleja.

Adbel se pasó la mano por la cara, incluso las amistades podían cansarse se la compañía si eran demasiado pesadas.

-Todo lo que conozco está en los libros, ya os lo dije. Si sabéis leer y no sois alérgico al papel, con sumo gusto seleccionaré los más apropiados de mi colección. Contiene historia sobre el bosque, mitos del lugar y sobre la naturaleza de la licantropía.

La charla banal continuó un rato... Hablaron de los temas de interés del alquimista, y Bert le hizo pensar en un par de temas para entretenerse un poco más

45 minutos después de entrar, Bert se despidió

- Pues, entonces, mi buen amigo, volveremos a vernos. ¡Cuidáos! -

Salió hacia los aposentos, dispuesto a avisar a sus compañeros.

Puede ser una buena pista Dugan se acercó a la librería. Examinó el estante. Quizás el alquimista había recurrido a un libro para invocar al licántropo. Podría ser. El problema era como averiguar qué libro faltaba exactamente. Quizás Abdel lo tuviera en su estudio o quizás en otro sitio o puede que lo hubiese prestado a alguien. Era todo un dilema. 

A cada lado del espacio del libro faltante estaban: "Las Historias de los cuatro Reinos" y "Los primeros hijos del mundo". Seguramente el libro desaparecido trataba los mismos temas ocultistas, cuentos populares o leyendas.

¿Ves algo más? preguntó a Harlan.

Dugan no quería arriesgarse demasiado. Si los pillaban ahí dentro, tendrían que dar muchas explicaciones y, visto lo visto, no parecía que fueran a encontrar nada que incriminase directamente a alquimista. 

Tras una concienzuda exploración del dormitorio, Harlan llegó a la conclusión de que no había nada más que pudiera incriminar al alquimista. Antes de responder la pregunta de Dugan se pudo ver la decepción en el rostro del explorador.

- Nada de nada. Será mejor que nos vayamos de aqui. - Le respondió decepcionado. Unas bragas reales serian perfectas, pero no habian tenido la decencia de dejar nignuna pista. 

- Mejor vamonos, Antes he oido como Reinhard tenia que largarse... A saber para que lo habran llamado. - Comentó el cazador, dirigiendose a la puerta. Antes de salir escuchó unos instantes, a que no se escuchara nadie cerca, para procurar salir sin ser vistos. Sin la cobertura del guardaespaldas, ese habian quedado un poco vendidos. 

Tras una hora en la que Bert consiguió distraer al alquimista para conseguir tiempo a sus compañeros, se reunieron a las afueras del castillo, en una zona bastante discreta del jardín, entre unos setos y el muro, un espacio estrecho que no le venía a nadie de paso, solo a los amantes en busca de privacidad.

De los cuatro a los que se les encomendó la tarea de investigar, solo tres seguían con la encomienda del rey. Reinhard estaba ahora trabajando bajo las órdenes del capitán Rolan para repasar las medidas de seguridad que debía tomar mientras escoltara al rey en el día de su aniversario.

Harlan llegó a la reunion un poco desanimado. 

- No hemos averiguado demasiado... - Le informó el cazador. - Al parecer se reunió anoche con un hombre, jugaron una partida de ajedrez y por lo que pude deducir el alquimista iba perdiendo. No se quien del castillo pueda ser mas inteligente y diestro que ese hombre... Habia un par de copas con una botella de vino, ninguna de las cuales tenia marcas de carmín, por lo que creo que fue un hombre quien visitó. Tambien vimos que faltaba un libro en la estanteria. Estaba rodeado por otros de ocultismo, pero ni idea de que podria ser. 

- Creo que no encontramos nada mas. - Harlan se encogió de hombros. - Tu conseguiste averiguar algo hablando con él?

- Yo he conseguido poco, la verdad. Lo único que puedo sacar en claro es que no ha sido él quien ha tenido una aventura con la reina. Este hombre no parece interesado lo más mínimo en los placeres carnales... Pero me ha dado algo de lectura sobre los cambiaformas. -

Había usado una de sus mejores cartas, y le había salido bien, lo que no era habitual... pero no había sacado nada de información concluyente.

Había estado mirado algo los libros mientras llegaba el resto.