FECHA: 8 DE ABADAR DE 4715 RA, DÍA DEL JURAMENTO.
HORA: OCASO.
LUGAR: ANTORCHA: SALA DEL PUEBLO.
CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO. TEMPERATURAS FRÍAS.
Halberd mostró el artefacto cuando Emil hizo referencia, como si fuera una especie de azafato de algún concurso retro de TV. Pero se dio cuenta de que no le gustaba ser el azafato de Emil, era incómodo, así que decidió no hacer nada más y quedarse quieto junto al cajón de madera a esperar que terminaran de hablar. Él ya había indicado a sus compañeros que lo mejor era llevarse la máquina a casa de los Baine y con un mapa delante marcar el lugar, y no tenía mucho que decirle a la amable concejala. Con un poco de suerte mañana Kohnnir estaría despierto y podría hablar con él. Ah, a ese buen hombre sí que tenía mucho, mucho que preguntarle. Empezó a hacer una lista mental de todas las cosas que le habían fascinado hasta ahora.
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Varias personas están saliendo de sus casas y acercándose a la Sala del Pueblo conforme se corre la voz de que los últimos aventureros han vuelto, y que éstos sí que han tenido éxito.
- "En nombre de toda Antorcha, os doy las gracias, Rifts Warriors." -
Escucha atentamente a Emil y dice:
- "Son noticias muy preocupantes, las que nos traéis. Mercenarios, androides, y bandidos a quienes hemos dejado medrar ante nuestras propias narices sin hacer nada por pararles los pies. Todo esto debe ser investigado más a fondo y el Consejo deberá deliberar al respecto en los próximos días. Espero que, como decías, Khonnir se ponga bien enseguida y pueda ayudarnos en esta cuestión y estudiar la máquina que habéis traído.
En Antorcha preferimos celebrar juicios, aunque son juicios rápidos y sumarios. Pero si Garmen era el responsable, o al menos uno de los principales, por lo que decís, su sentencia mínima hubiera sido el exilio. Interrogaremos esta noche a este muchacho en el templo de Brigh y mañana será juzgado. No nos gusta que se haya producido una matanza en el pueblo, pero si es como decís, fue una lamentable circunstancia inevitable.
En cuanto a vuestra recompensa, lo prometido es deuda." - La Concejal se retira a las habitaciones de la parte posterior de la Sala del Pueblo y al poco vuelve con dos cofres que abre ante los Rifts Warriors, a la luz de las antorchas puede verse que están repletos de monedas de oro relucientes.
- "Os pido que descanséis, que permanezcáis al menos unos días más en el pueblo, y que estéis disponibles para responder a las preguntas que puedan surgir, en particular las de Khonnir, el más brillante de todos nosotros. El pueblo correrá con todos los gastos de alojamiento, comida y bebida." -
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Shidi arrastraba la misma amargura que Vicky y Xavier manifestaron en voz alta en el almacén abandonado, solo que la guardaba para sí. Él, había asentido solamente, sin añadir palabras a lo que bien dicho estuvo en aquel momento. Era un soldado con escrúpulos, no un sanguinario, alguien que cargaría con aquellas muertes de muchachos imberbes el resto de su vida, teniendo que conciliar el sueño por las noches. Las palabras de consuelo que Emil tuvo a bien ofrecer en su momento, ayudaban a digerir el mal trago, pero era evidente que un sentimiento de pesar sobrevolaba las cabezas de la mayoría de sus compañeros.
Mientras Emil exponía el informe completo de la misión a la concejala Dolga Freddert, aguardaba en posición de descanso no muy lejos del elfo. No pareció inmutarse hasta que la enana mencionó la matanza en el almacén de Garmen, lamentando lo sucedido meneando la cabeza de izquierda a derecha un par de veces, apretando los dientes.
Con el anuncio del pago prometido y una estancia a gastos pagados, poco le importó tener que estar disponible los próximos días para quien quisiera detalles más precisos de toda la mierda que había abajo. Le alegraba saber que esas gentes estaban mejor de salud y ahora que su gran líder vivía para contarlo, estaba seguro de que habían logrado obtener aliados de cara al futuro de la unidad en ese lugar, cualquiera que fuera el mundo donde les habían escupido.
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Agradezco bastante salir de ese almacén y dejar atrás esa extraña sensación que me ha recorrido. Los niños de esa edad no deberían pelear, pero no es la primera vez que lo veo... o eso creo. Me vienen recuerdos de planetas en guerra en dónde reclutaban gente de esas edades y más pequeñas en un desesperado intento por defenderse. Pero este caso es totalmente distinto.
Llegamos donde el Consejo y no puedo evitar sonreír al ver que la enana todavía está despierta. Escucho el diálogo entre Emil y ella y me doy cuenta de que todavía hay cosas que se pueden hablar. Como el origen de la llama, los Gremlins que pueden actuar como guardianes de las entradas o que pongan más seguridad en torno al estanque.
Pero todo eso se podría hablar en los días siguientes, no tenemos por qué hablarlo ahora. Y además estoy cansado, contra más hablemos más tardamos en acostarnos. Así que permanezco callado esperando que Emil siga diciendo.
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Briaeros caminó junto al resto, en su habitual silencio, hacia la Sala del Pueblo de Antorcha. Lo ocurrido con esos muchachos era lamentable, pero el borg se empezó a oler algo así tan pronto pusieron pie en la superficie de aquel mundo. Eran primitivos. En la tierra decían que antes los niños lo eran durante menos tiempo, viéndose obligados por las circunstancias a convertirse en hombres. Si eso era cierto en el pasado de su mundo natal, podía ser cierto también en un mundo que parecía encontrarse en ese pasado.
Por si fuera poco, se añadía la siniestra mano de un canalla sin escrúpulos para terminar de complicar la situación. La postura de Xavier y Vicky era encomiable, pero, ¿tendrían aquellos muchachos alguien que se preocupara por ellos? Si no era así, poco consuelo encontrarían por mucho dinero que volcaran.
Escuchó la aclamación del grupo como héroes de Antorcha, y presenció la entrega de los cofres, adelantándose a recoger uno si ninguno de sus compañeros hacía ademán de hacerlo. Su tiempo en Antorcha se terminaba, tras algunos días que se preveían de descanso y de responder preguntas al consejo, pero ¿a dónde irían después?
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Emil observa el gesto de Briareos y asiente, tomando también él mismo otro de los cofres si ningún otro Rift Warriors lo hace. Luego asiente, igualmente, a las palabras de la concejal.
- Tanto mis compañeros como yo mismo hubiéramos preferido evitar las muertes. No somos unos asesinos. Pero en determinadas circunstancias uno debe defenderse. En la batalla es imposible limitar la fuerza de los golpes cuando se defiende la propia vida.- No había mucho más que decir, en todo caso.- Por supuesto, concejal. Seguiremos varios días en el pueblo, al menos, tanto para descansar de nuestras heridas como para reaprovisionarnos y decidir cuales serán nuestros próximos movimientos. Por supuesto, responderemos a las preguntas. Pero, si no os molesta, iremos a descansar. Han sido días difíciles.
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—Los Rifts Warriors siempre cumplimos, señora. Hemos salvado pueblos y aldeas en mundos que ni llegaría a creer. Por un precio justo somos los héroes que cualquier población pequeña y oprimida, por cualquier tipo de agente externo o interno, necesita para volver al orden —dijo Thomas elevando la voz para intentar que cualquier ajeno al acto les escuchara.
Cuando aparecieron los cofres, los ojos del mago se abrieron ampliamente. Al fin dejarían de vivir en la indigencia y podrían equiparse de forma aceptable, por fin desterraría la ropa de tendero muerto. Las cosas iban avanzando. Dejó que Briaeros y Emil cargaran con los cofres, Thomas era de la opinión de evitar cualquier esfuerzo físico innecesario si había alguien para hacerlo por él.
A diferencia de sus compañeros él no sentía demasiado las muertes de los tipos del almacén. Después de haber vivido en tres mundos diferentes, haber casi muerto en dos de ellos, los enemigos con los que se encontraba perdían bastante el sentido. Había sentido la muerte de los jóvenes armados cuando había ejercido como reportero de guerra, después cuando se unió a las filas de los Rifts Warriors en la tierra de las grietas y algunos de sus compañeros murieron. También había sentido dolor, temor y preocupación por la muerte cuando en dos ocasiones le volaron de forma literal la cara. Sin embargo en el último tramo, tras haber caído en coma en su mundo de origen, haberse despertado en el cuerpo de otra persona en otro mundo y después haber sido recompuesto por una inteligencia artificial la muerte se le antojaba como algo rutinario.
—Sí, descansar nos vendría bien. Han sido unos días bastante duros, uno de los esqueletos me hizo un corte en la cara y quiero curarlo bien para que no deje cicatriz.
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Vicky se sentía un poco perdida con la respuesta que habían recibido. Por un lado, habría preferido que fuesen chavales del pueblo, para poder hacer algo por las familias. Por otro lado, el hecho de que fuesen personas que habían huído de sus tribus quería decir que ya no tenían contacto, y su responsabilidad para con ellos.
Vicky siguió al grupo en silencio y se mantuvo en segunda fila mientras el resto explicaba lo ocurrido. Estaba dispuesta a intervenir dependiendo del destino que le esperase al prisionero, pero se alegró de escuchar que habría un juicio y tendrían clemencia. Miró en dirección a dónde estaba el chaval, esperando que fuese consciente de que aquella oportunidad no se le presentaría dos veces.
Tan concentrada había estado en aquella situación que se había olvidado por completo del pago que se les había prometido. En comparación con las monedas que habían recolectado en la nave, aquello era una barbaridad. Por otro lado, estaban todos malheridos, habían perdido una vez a Alexa y suerte habían tenido que en aquél lugar se pudiese resucitar a un caído. Con aquellas monedas tal vez les llegaba para vestir al grupo debidamente (pensó mirando de reojo a Raxus) y armarlos con algo decente.
Miró a sus compañeros y en especial a Emil, que seguía siendo el líder oficial, esperando órdenes. No era la más fuerte del grupo, pero tal vez tenía menos heridas con lo que no le importaría cargar con parte del pago si era necesario.
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— Yo cargaré el otro co... — Iba a decir al elfo, pero Briaeros ya se movía hacia allí. Guardó silencio y le dejó el placer de cargar con cuatro mil monedas de oro hasta la posada de Val, un buen entrenamiento sin duda. Al no faltar voluntarios, dejó el asunto en manos de sus compañeros y se asomó por una de las ventanas del edificio consistorial, divisando a varios locales saliendo de sus casas. James T. Shidi les saludó, contento, satisfecho por un trabajo bien hecho en aras de la paz.
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- "Naturalmente, id a descansar, Campeones de Antorcha.
Hay mucho por hacer para recuperar el pueblo a como estaba antes de esta crisis, pero lo afrontaremos de otra forma sabiendo que el pueblo va a sobrevivir, pese a todo." -
La anciana enana sonríe y despide con la mano a los Rifts Warriors, que salen de la Sala del Pueblo y se encaminan a la Taberna la Fundición, llevando con ellos la pesada carga de dos cofres llenos de monedas de oro.
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- Nos vemos mañana concejal- dijo Emil asintiendo a las palabras de Dolga para, acto seguido, girarse y saludar igualmente a la gente de la Antorcha que se había acercado para mirar.- Regresemos a la Antorcha y descansemos un poco, camaradas.
No había mucho más que decir. Emil se sentía agotado física y psicológicamente. Quería comprobar, asegurarse, que tanto Alexa como Muxu estaban bien. Tal vez, incluso, estaban preocupados por ellos. Quería darles la buena noticia. Quería cerrar los ojos. Descansar. Respirar profundamente. Dejar pasar la noche y repartir el botín.
Habían resucitado a Alexa. Y habían obtenido un botín más que razonable para unos días de trabajo aunque, era verdad, había sido muy peligroso. Era un éxito, pero... Miró unos segundos a sus camaradas. A Vicky, a Xavier, quizás los más críticos con él, pero también a todos los demás. ¿Lo había hecho bien?
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Los Rifts Warriors, tras despedirse de la Concejal Freddert y de la gente del pueblo reunida, se dirigieron a la Taberna la Fundición para descansar.
Los pesados cofres llenos de monedas se llevaban mejor entre dos, así que Briaeros y Equilibrium llevaban uno, mientras que el sobrecargado Emil era ayudado por Shidi y Vicky al llevar el otro. El elfo acarreaba buena parte del botín del grupo y la armadura de Ulreth, por lo que estaba claramente sobrecargado.
El prisionero de los Puños de Cuerda fue conducido, todavía atado, a un cuarto de la Sala del Pueblo y encerrado allí. Sería juzgado al día siguiente.
// Salen de escena: Briaeros, Daeron, Emil, Equilibrium, Halberd, Shidi, Raxus, Thomas, Vicky. - Siguen en: Taberna la Fundición.