Partida Rol por web

FECHA: 8 DE ABADAR DE 4715 RA, DÍA DEL JURAMENTO.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

LUGAR: BAJO LA COLINA NEGRA: CUBIERTA CIENTÍFICA.

CLIMA:(EXTERIOR): INVERNAL. CIELO DESPEJADO. TEMPERATURAS FRÍAS.

- Claro. - Respondió Muxu ocultando una sonrisa al ver la emoción del enano ante algo que le gustaba tanto. Luego se dio media vuelta y fue deshaciendo el camino andado para guiar a Halber hasta la taquilla complicada que estaba haciendo rabiar a Alexa. Seguro que entre los dos lo conseguían.

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Una nueva lucha acababa de desencadenarse en el extremo sur de la Cubierta de Ingeniería, donde quedaba un único dron lo suficientemente poderoso e independiente como para no verse afectado por el reinicio del Módulo de Mando que Halberd había llevado a cabo.

Ahora esa poderosa máquina golpeaba una y otra vez el grueso Raxus con una especie de porra que no paraba de fluctuar con una energía que, por suerte para el Enano Titan Juicer, parecía que no paraba de fallar. De ese modo no desencadenaba todo su efecto completo, aun así los golpes y porrazos resultaban bastante dolorosos.

Emil se posicionaba tácticamente para ayudar a Raxus tratando de distraer, sin demasiado éxito, al blindado centurión de metal y mecanismos. Briaeros trataba de asestar ágiles estocadas a la máquina, pero el blindaje era demasiado denso y la fina punta de su acero encantado no lograba perforar.

Xavier, entretanto, había entrado a la estancia y había buscado posicionarse en un punto un poco más elevado, una mesa, desde la que pudiera tener línea de visión sobre el mecánico enemigo.

Muxu reía quedamente mientras se acercaba el Vibro-Cuchillo, todavía apagado, a la parte inferior de sus ojos.

Raxus dio un giro espectacular, cortando nada más que aire y estando a punto de perder su hacha mágica. Vicky, seguramente inspirada por el grotesco enano, golpeó su daga hechizada contra el denso blindaje del centurión metálico, haciendo que su arma saliera dispara y aterrizara quién sabe dónde. Seguramente sería imposible buscarla mientras durase el combate.

Debido a la presencia de sus compañeros y de Xavier subido a lo alto de una mesa a su lado, Daeron sentía que apenas podía vislumbrar a la máquina contra la que peleaban tan infructuosamente los Rifts Warriors. Por eso, avanzó hasta tenerlo claramente a la vista, le apuntó con la Varita de Khonnir y le golpeó con una sucesión de dos dardos hechos de pura fuerza mágica.

Thomas entró en la sala del conflicto hasta ganar un hueco tras las anchas espaldas de Raxus.

Mientras, Equilibrium avanzaba con la velocidad que le daban sus implantes cerebrales, pese a los obstáculos, llegando junto a la visión perturbadora de Shidi, quien parecía estar sufriendo alguna clase leve de ataque epiléptico.

Mientras Halberd observaba pensativo el entorno, Alexa guardó con cuidado sus ganzúas dobladas. Sin duda le llevaría muchas horas de delicado esfuerzo enderezarlas de nuevo para que volvieran a ser funcionales. Era una tarea que prefería hacer ella en persona, pero que requeriría de mucha calma, tiempo y concentración.

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Halberd estaba observando la taquilla cuando vio a Equilibrium salir disparado de la habitación. Algo debía estar ocurriendo, de modo que siguió sus pasos a un ritmo mucho menos acelerado. Por el camino vio a Shidi, el duro ex comando rosa, sollozando en posición fetal en el suelo. Desde luego era para alarmarse, pero habían muchas cosas que hacer de pronto se había dado cuenta de que no tenían tanto tiempo.

— Ah, Equilibrium. ¿Todo bien por ahí? — dijo al cruzarse con él, que ya estaba de vuelta — Necesitamos la E-Pick que recogió Emil abajo. Creo que entre nosotros y Callahan podremos abrir la taquilla en un rato, pero me parece que estamos muy justos de tiempo. Le preguntaré a Daeron. Creo que sería bueno también llevarnos los drones que estén en mejor estado... Pero hay que verlo bien para no tener que cargarlos en balde y que no se nos agote el tiempo para volver. Shidi no está muy bien tampoco, me parece, y tal vez la vuelta sea un poco lenta con todo...

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No habían encontrado nada de valor o interesante hasta que se cruzaron con ese nuevo androide. Vicky no lo dudó y avanzó tras los "tanques", atacando con poco éxito. De hecho, en medio de la batalla, su daga salió disparada. La ranger intentó compensar la falta de armas con la fuerza de sus músculos, pero tras una patada fallida que casi le cuesta un contrataque, la mujer decidió desistir. Otros Rift Warriors habían llegado a la zona, con lo que optó por apartarse y dejarles hueco. 

Sin embargo, apenas se había alejado, sus compañeros consiguieron acabar con él. La ranger respiró ahora aliviada y se puso a buscar su daga perdida.

- Chicos, mi daga ha salido disparada, si alguno la ve agradecería que me avisase... - dijo Vicky mientras buscaba en la sala su arma.

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Entró en la habitación con cuidado al notar los ruidos de combate, se sorprendió al encontrar al enorme robot lanzándose golpes con sus compañeros. Dudó sobre la forma de proceder que podía ayudarle, disparar con la ballesta era casi imposible, corría el riesgo de dañar a alguno de sus aliados pues los movimientos eran demasiado rápidos e impredecibles, por eso mismo optó por negarse a disparar. Tenía que emplear otra estratagema.

La magia era la solución, al fin y al cabo él era un poderoso mago que podía lanzar dardos peligrosos por sus manos. Hizo memoria acerca de los hechizos que disponía y levantó el dedo índice cuando se le ocurrió el que era pertinente para aplicar. Estuvo apunto de pronunciar las palabras mágicas correctas cuando el robot cayó al suelo produciendo un pesado ruido.

—Bien hecho, chicos —dijo mientras aplaudía las acciones de sus compañeros—. Estaba a punto de desatar todo mi poder, pero me he contenido, tenía miedo de causar daños a terceros. Bueno, busquemos en las habitaciones que quedan vacías y larguémonos de aquí ¿no?

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Aquel armatoste de metal pegaba duro, bastante duro y había puesto en aprietos al enano. Y es que no tuvo la fortuna en sus dos primeros golpes, puesto que erró por mucho lograr impactarle. Ya más concentrado, y con el apoyo de sus compañeros, pudo lanzar dos poderosos hachazos que acabaron, junto con el resto de golpes sufridos, con la máquina.

Sin embargo, el último golpe que le lanzó le había dejado hecho polvo a Raxus, que tuvo que descansar un poco antes de proseguir el avance. Afortunadamente para él, ahora mismo sus compañeros registraban la habitación por lo que podía recuperar el aliento tranquilo. 

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Escucho a Hallberd y me quedo pensando. Pues yo no creo que estemos tan justos. Creo que nos deben de quedar aproximadamente 2 horas, y a paso lento y cargados no creo que tardáramos mucho más de una hora en llegar hasta el lago. Pero tampoco podemos dormirnos, así que vamos a buscar a Emil, abrimos esa condenada taquilla y nos largamos de aquí cagando hostias.

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Daeron se dedicó a escrutar los hologramas, intuyendo que en ellos podría ver algo más. Y sin embargo no era capaz de descifrar nada nuevo. De alguna manera sabía que podía hacerlo. O mejor dicho, tenía la impresión que antes era capaz de hacerlo. No obstante, esos conocimientos y saberes que acumuló en el pasado estaban mayormente perdidos. Numerosísimos paréntesis en blanco plagaban su memoria. Estaba seguro que en uno de ellos estaba el conocimiento de cómo usar ese cacharro... pero ya no. Suspiró resignado y decidió hacer algo de utilidad, que era revisar las últimas habitaciones sin investigar que el holograma le mostraba en el mapa general que cualquiera podría ver, aún sin conocer cómo usar el aparato holográfico.

Descendió hacia una habitación del sur, todavía sin explorar, y encontró a numerosos compañeros preparados para entrar. Asintió con la cabeza, a modo de dar a entender que él estaba dispuesto, y momentos más tarde entraron a sopetón en el interior. Pronto ruidos de pelea se sucedieron y el arcano asomó la naricilla para observar cómo un droide se liaba a chispazos con sus amigos, llevándose Raxus la peor parte.

Daeron pretendió lanzar un conjuro incandescente contra el autómata pero viendo su blindaje y de qué estaba hecho, pensó que bien poco de daño le haría a ese enemigo.

¿Entonces cómo diantres ayudo?, se preguntó el joven, revisándose por si portara algo útil de apoyo. ¿Qué tengo en mi mano? Oh, claro. La varita del Concejal. Eso seguro que funciona, se dijo el mago, apuntando con ella al enemigo e invocando el poder del objeto que lanzó diversas andanadas de proyectiles de pura fuerza, impactando en el robot y haciendo que se estremeciera. No obstante fue Raxus quien, llevándose los peores ataques del droide, respondió igual de letal. O más. Con su hacha lanzó numerosos tajos que, finalmente, terminaron por desmontar a la maquina.

- Buen trabajo, Raxus - admitió el arcano, observando cómo el enano estaba malherido y necesitaría asistencia. Y mientras ayudó a buscar cualquier cosa en la nueva sala apareció Halberd, interesado en el tiempo que les quedaba antes de que el efecto de respirar agua se disipara.

- Halberd, si tuvieras tiempo echa un vistazo al aparato de hologramas. Para mi que quizás se pueda obtener más información de él de lo que parece - comunicó dubitativo, sin tener certeza absoluta de lo que afirmaba.

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- Francamente, creo que ahora es el momento de distribuir tareas gente. No me gustaría ir pillados para la vuelta. - Comenté. - Es más Emil, si estamos razonablemente seguros de que hemos limpiado este cacharro, sugiero que alguien salga de aquí para vigilar el acceso y ahorrarnos sorpresas con eso de que a "alguien" le hemos cortado el grifo. Enviarán a alguien como Dios existe. - Indiqué tocándome la nariz.

- Y si me apuráis, alguno más podría vigilar el almacén de marras para saber a qué nos enfrentamos ahora mismo. Seguro que hemos agitado el avispero y las cosas han cambiado. Los demás, podemos hacernos cargo aquí. De hecho, ¿por qué no me dejáis probar con esa taquilla? Creo que no sabéis como tratar a una señorita, caballeros. - Dije mirando socarronamente al resto.

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Halberd se pasó la mano por la cresta, mirando fijamente el reloj de arena de Daeron desde que entró en la sala.

— No sé, Equilibrium. Verás, yo calculo que para volver podemos necesitar una hora como dices... Pero la taquilla se puede llevar unos buenos veinte minutos o más. Y rebuscar entre los drones destrozados, que sería una pena dejar aquí... sobretodo ese, pues se puede llevar otro tanto. A no ser que me ayudéis, claro. — dijo esperanzado. — Bueno, tal vez vayamos justos, pero creo que si nos movemos lo conseguiremos. ¿Qué son esos hologramas que dices, Daeron?

Halberd no hizo mucho caso de la fanfarronería de Xavier con la taquilla, porque estaba siempre igual si no era con una cosa era con otra, pero no pudo sino darle la razón en una parte.

— Coincido con Callahan. Si esos mafiosos tienen algo de luces se darán cuenta enseguida de que algo les está fallando...

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Las caras no eran de bienvenida. Cero sorpresas. Tal vez a veces me pasaba con la broma. Pero si no bromeaba alguien, todo aquello sería demasiado serio. Y si era demasiado serio, cada cual empezaría a pensar en lo horripilante que era todo.

¿Acaso no lo veían?

Desagradecidos.

- Venga, venga, no me echéis esas miradas. Os digo que puedo hacerlo. ¿Acaso os digo yo cómo hacer vuestro trabajo? - Le comenté tratando de calentar un poco sus frías miradas.

- Bueno, tal vez lo haya hecho en algún momento. Pero coño, algunos son menos duces que el vinagre. - Pensé.  

- Dejadme ese trasto y echadme una mano. No puede ser tan complicado. - Les dije cogiendo el E-pick y dirigiéndome hacia la taquilla.

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Durante veinte tensos minutos, Xavier Callahan se concentró única y exclusivamente en el E-Pick negro, en sus dos compañeros más inmediatos en ese momento, Equilibrium y Halberd, y en la maldita cerradura de la taquilla abollada y golpeada. El E-Pick sin duda estaría consumiendo energía de su batería interna, pero resultaba a su manera una maravilla tecnológica, una suerte de ganzúa electrónica. Sin duda más eficaz que un juego de ganzúas convencionales, como las que había intentado infructuosamente usar Alexa, quien ahora se había marchado hacia otra zona de la Cubierta de Ingeniería.

En breves momentos, la taquilla metálica de glaucita finalmente se abriría, revelando algún tesoro oculto, o al menos eso esperaban los Rifts Warriors que estaban trasteando con su cerradura.

Pensando en taquillas, tras recibir una nueva Tarjeta Blanca de las biónicas manos de Briaeros, Emil decidió ir en busca de la taquilla que había quedado sin abrir en las profundidades de la naveta destruida. Probablemente una taquilla que el buhonero Sanvil Trett también habría tratado de abrir, aunque seguramente sin éxito, al no poseer una Tarjeta Blanca para desbloquear su sofisticado cierre electrónico. Briaeros y Raxus fueron con Emil para escoltarlo, por si quedaba algún peligro oculto en la naveta, aunque todo se notaba notablemente silencioso, salvo el ocasional tintineo de un plafón luminoso o el leve chisporroteo de un cuadro eléctrico. En todo caso, el lugar parecía ahora ligeramente más apagado, desde que el nucleo del reactor principal estaba funcionando de nuevo dentro de los parámetros normales de seguridad.

Muxu estuvo un rato riéndose como una demente, para gran molestia del trío de cerrajeros, hasta que finalmente cayó desmayada. Daeron acudió a ayudarla, esperando poder hacer algo por ella, aunque sin saber muy bien el qué. De forma similar, Alexa fue hasta donde Shidi todavía yacía tendido en el suelo, esperando poder convencerle para que se levantara y acudiera a donde estaban los demás. La situación de Muxu entristeció a Vicky, quien no pudo evitar llorar, desconsolada.

Thomas se había quedado solo una vez más, y notaba punzadas de angustia al sentir que no le importaba a nadie. A veces, la vida era dura y cruel, y también despiadada e indiferente.

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Halberd empezó a ayudar a Xavier algo incrédulo, como si en cualquier momento tuvieran él o Equilibrium que hacerse cargo de la apertura de la cerradura  Pero cuando vio cómo se puso a manipular la cerradura electrónica, concentrado y en silencio, se dio cuenta de que sabía más del asunto de lo que le había parecido.

La persistente risa enloquecida de Muxu le taladraba el cerebro, pero no dejó lo que estaba haciendo. Era evidente que estar en aquellas profundidades tecnológicas, tan fabulosas para él, a algunos les afectaba mucho en el ánimo. Por suerte se desmayó, y como Daeron andaba por ahí no se preocupó demasiado.

Cuando por fin la taquilla se abrió, Halberd suspiró satisfecho.

— Bien, Callahan. — pues no se le había dado muy mal para ser humano. Se notaba que tenía experiencia en abrir y robar cosas. Se acercó a la taquilla, interesado en ver qué objetos valiosos guardaba.

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- ¡Hombres de poca fe! - Les dije sonriendo cuando la taquilla emitió una característico "clinc" de apertura.

No había sido cosa compleja, sobre todo con aquel cacharrito que ojalá terminase por decorar mi macuto.  

- Ahora es cosa vuestra, pero yo no abriría esto sin más. ¿Una taquilla perfectamente cerradita en medio de toda esta mierda? - Dije interrogativo. - No sé, Equil, huele a trampa. ¿Quieres husmearla? - Le comenté. mientras la histérica Muxu empezaba a ponerme los pelos de punta.  

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Halberd miraba con curiosidad los objetos que Xavier iba sacando y examinando antes de guardarlos en la mochila. Podían tener miles de años, pero podrían ser muy útiles.

Dio una palmada en el hombro a Xavier antes de apartarse.

— Estupendo Xavier. Uy...— ​​​​​​notó el tacto pegajoso de la sangre en el mercenario, y cuando miró efectivamente tenía la mano manchada de sangre. Se limpió en la pared de glaucita. — Desde luego necesitas un par de remiendos, ¿eh? Oye, ¿por qué no buscas a Shidi? Tenía una pistola de nanitos curativos. Yo también, pero tenemos que reservar todas sus cargas para curar al concejal. O para una emergencia. Sólo tienes que convencer a Shidi. Está un poco extraño. Creo que le ha dado claustrofobia.

Con un gesto resuelto cambió de tema y volvió a sacar sus herramientas de la mochila. 

— ¡En fin! Voy a revisar los drones destrozados. Alguno debe tener todavía piezas que puedan servir para... bueno, ¡para cualquier cosa! ¿Me acompaña alguien? — preguntó, y afloró una sonrisa cuando Equilibrium se acercó, así como Vicky también. Era estupendo que siempre hubiera compañeros bien dispuestos. — Genial, chicos. Vamos, vamos. Estos cacharros todavía pueden guardar algún pequeño tesoro en su interior. — se giró hacía Daeron antes de empezar con la tarea — Ah, Daeron, con el lío de la taquilla no te comenté, pero qué interesante es el sistema de mapas holográficos, ¿verdad? Y esas salidas cerca del ascensor parecen un atajo que lleva a las cavernas de nuevo, ¿lo has visto? Puede ser interesante para dejar esto bien cerrado y no tener que volver a recorrer el desierto indoor... — ​y con suerte ver algo interesante que todavía no había sido descubierto.

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Abrió los ojos, lenta y dolorosamente. La luz blanca del lugar hirió sus pupilas y un atroz relámpago de dolor cruzó su cuerpo. Bajó la mirada a su cuerpo. Sangre seca, heridas de bala... Se tocó la cabeza. Las mandíbulas se cerraron con un chasquido, tratando así de evitar un quejido. Miró entonces en torno suyo. Las siluetas, borrosas en un principio, se fueron volviendo más nítidas. Eran sus compañeros, hablando entre ellos y bregando de aquí para allá. Nadie pareció ver que despertaba ni que necesitara tal vez algo de ayuda. Tampoco le importó. 

Todo era confuso, brumoso. 

¿Qué está pasando? ¿Qué te está pasando, Shidi?

Se incorporó con lentitud, sintiendo que un mareo le sobrevenía. Sintió ganas de vomitar, el sabor acre de la bilis en su boca, pero aguantó. Tendió una de sus manos hacia la pared, tratando de dar con una estabilidad que parecía rehusarle. No tenía un recuerdo claro de lo ocurrido. Sí, el fogonazo cálido de dos proyectiles contra su cuerpo, su tambaleo, golpear a un enemigo pero tras aquello... Solo oscuridad. 

Hacia tiempo que sabía que su cuerpo no era el de antes. Ni siquiera su cabeza. Eran copias. Malas copias de un original perdido para siempre. Tomó aire y tragó saliva, una saliva que sabía a hierro. Miró una vez más en derredor. Vio a Emil y se acercó penosamente a él.

-¿Qué... qué ha pasado?

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- ¡Ugh! Gracias hombre. - Digo mientras me llevo la mano a la "caricia" de Halberd.

- Sabes que sería gracioso Halberd. Que después de limpiar este tugurio, resucitar a Alexa y resolver toda la jodienda, saliésemos por donde sugieres y nos volaran a todos el culo. - Le comento con sarcasmo.

- Así que, por piedad gente, ¿podríamos adelantarnos un par de ellos a echar un vistazo antes de hacer de carne de cañón? - Solicito con cansancio.  

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— Ah... pues sí, pues sí... es una posibilidad que no había pensado. — respondió a Xavier.

Luego estuvo buscando componentes con sus compañeros, pero tras la intervención del reactor se sentía agotado e incapaz de concentrarse. Vicky le tuvo que indicar continuamente que soltara la chatarra que iba recogiendo al tiempo que le pasaba circuitos en buen estado.

Cuando terminaron, se pasó la mano por la cara y se rascó los ojos.

— Gracias Vicky, sin ti creo que sólo me hubiera traído basura. Y gracias a vosotros también. — les dijo a Equilibrium y a Emil — Bueno... creo que ya está todo listo. Sólo falta que carguemos con los restos del androide. En el taller, ya con calma, podemos sacarle la cota de mallas pegada que tiene, y otro día investigar un poco de donde ha salido algo así...

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Vicky se había pasado un buen rato sin hacer nada, pues sin los conocimientos adecuados era un estorbo más que una ayuda. En cierto momento se dio cuenta de que había empezado a llorar mirando a Muxu. Algo avergonzada, se limpió las lágrimas esperando que el resto no se hubiese dado cuenta. No era que mostrar emoción fuese algo que aborreciese, pero cada vez que le daba uno de esos ataques emocionales no se sentía ella misma. 

Cuando todos terminaron de sus quehaceres, finalmente, Halberd propuso ir a buscar qué podían salvajar de los drones y demás enemigos robóticos caídos. Vicky no era una experta en electrónica y robótica, pero tenía suficientes conocimientos de herrería cómo para al menos poder discernir si había chatarra útil.

La justice ranger disfrutaba extrañamente de aquellos momentos en los que podía demostrar que era útil para el grupo y lo que era mejor, se la escuchaba. Se dio cuenta de que le gustaba trabajar con Halberd en gran parte precisamente por eso.

Cuando el enano le dio las gracias, Vicky le quitó importancia, aunque no pudo evitar una sonrisa sincera.

- A veces estoy inspirada, supongo. 

Se dirigió entonces a Xavier, quien al parecer estaba más herido de lo parecía. El hecho de que el hombre estuviese siempre de guasa hacía que fuese menos obvio cuando estaba herido.

- Aun tengo algunas redomas de las que encontramos en el otro nivel, debería poder ayudar. - con el estado mental de Muxu y Shidi, no era la mejor idea dárselas a ellos.

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HORA: MÁS AVANZADA POR LA TARDE.

LUGAR: PUEBLO DE ANTORCHA: ESTANQUE DE LAS LÁGRIMAS.

CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO. TEMPERATURAS FRÍAS.

Emil guió a los Rifts Warriors de regreso a la superficie, al Estanque de las Lágrimas en el pueblo de Antorcha, siguiendo la ruta sugerida por Halberd y corroborada por Daeron. El camino inverso al que en su momento habían seguido los cultistas fanáticos liderados por la androide de pelo violeta, ahora quemada al caer en una potente trampa eléctrica.

Los demás le siguieron llevando aquellas cosas que habían cogido. Daeron y Halberd llevaban el cuerpo quemado de la androide. Raxus acarreaba a la inconsciente Muxu. Otros habían recogido algunos objetos de las ruinas de la nave estrellada eones atrás.

Equilibrium avanzó adelantado, indicando a sus compañeros por dónde era más seguro pasar en cada etapa del camino.

Todos juntos hicieron el camino en menos tiempo del que había requerido anteriormente.

Tras salir de las cuevas, vadearon la corriente de las aguas contaminadas del Estanque de las Lágrimas, saliendo a la fría orilla. De vuelta en Antorcha. Hacía frío y se veía el Sol acercarse poco a poco al horizonte de poniente.

Una mirada hacia lo alto de la Colina Negra bastó para ver que los Fuegos de Creación volvían a estar encendidos en todo su esplendor.