El joven se mostraba amistoso y de buen talante y pregunta con curiosidad acerca de la ausencia de la joven en estos dos últimos días.
A la pregunta de Nikolau, el joven contesta raudo.
- Ni hablar... no hay en el mundo historia lo suficientemente hermosa o alguien con tan mal juicio, que la dictara capaz de asemejarse a la belleza de la dulce Violant.
Entonces se abre la puerte y ve como entran en el local los recién llegados, mirándoles con curiosidad.
Al entrar en aquél jardín Ulrien paseaba por allí distraído y absorto, contemplaba y tocaba con respeto las distintas plantas y frutos mientras Madre Bruna le hablaba. “Puedes preguntar, y puedo no responder” pensó frente la pregunta.
Sin embargo fue menos rudo ya que simplemente se encogió de hombros e mostró indiferencia.
–Regresamos al Norte… porqué es lo que nos han ordenado.- Aseguró el joven lacónicamente pero sin grosería. Apenas miró a su interlocutora, evidentemente por timidez, aquella mujer tenía algo que sabía imponerse.
Siguiendo la escena anterior.
Solo la mera idea de una taberna repleta de gente ya hacía que el joven Falx sintiese urticaria por todo el cuerpo. Bien sabido es que difícilmente podrían haberlo arrastrado hacía allí, de no ser por cierto incentivo que se prometía excelso tanto a la vista como en su corazón. Así mismo, la verdad es que si, también sentía hambre, pero ambos (corazón y estomago) se habría removido si llegaran a entrar en el local segundos antes de escena y hubiesen sentido el comentario del bardo.
Avanzaron hacía la mesa, pero Ulrien miraba con desconfianza aquél extraño y se debatía sin saber si quedarse o irse afuera en busca de mayor tranquilidad. Estúpidamente el joven era muy rápido en sus juicios, y aquél individuo, no le gustaba. Y mucho menos por el descaro que inspiraba.
La presencia de la posada revigorizó los ánimos de Tarien, quien se alegró de encontrar a Violant y a Nikolau.
La promesa de una buena comida y mejor noche, entre sábanas, eran una bendición y merecido descanso. Tras varios dias de marcha, pues desde que llegaran a Lunil aún no habian dormido bajo cubierto.
- Saludos, compañeros... y a vos también. Dijo Tarien al chico vestido de forma rara. - Venimos de visitar a Madre Bruna y comprar algo de ropa, aunque no hemos podido ir al armero. Se dirigió hacia la mesa, pero pensó que quizas antes de sentarse sería mejor quitarse un poco el polvo del camino y la sangre de encima.
- Mi nombre es Tarien Falx. Se presentó, con educación y como inquiriendo el nombre del joven. - De Dalowin. hizo un gesto como si también fuera a presentar a su hermano, pero lo dejó presentarse él mismo... si es que tenía ganas de hacerlo.
El grupo se presentó y compartieron la mesa, degustando con apetito los platos que en la mesa les aguardaban y que a medida que se acababan y pediaís os traían Albert y Janin.
Querelar escuchó las presentaciones y se presentó como un humilde juglar en busca de conociminetos y canciones, tras lo cual, a modo de bienvenida, os regaló los oídos con hermosas canciones y tonadas de distintas partes del reino.
***
Pasó casí dos horas entre buena comida, bebida y, sobretodo, buena música cuando de repente una figura familiar entró en la posada. Era Judas, pero su aspecto era horrible, sus ropajes manchados de mugre y sangre, más que con lo que le dejasteís, y en su rostro tiznado de suciedad, marcados reguerones de piel clara atestiguaban amargas lágrimas no hacía mucho.
Sin ser del todo consciente tus pies te llevaron a Lunil, y de corma casual, hasta la Posada del Norte donde de seguro encontrarías a tus compañeros. Pasaste a través de los guardias que custodiaban el poblado sin que ellos te retenieran.
Cuando cruzaste el umbral de la posada por la que salía hermosa música, encontraste allí a los hermanos Falx, a Nikolau y aquel bardo que conocisteís no hacía mucho, el tal Querelar.
- Por todos los Dioses!! La llegada de Judas cambió completamente el curso de la noche. El buen humor reinante mudó en alerta. Tarien se levantó preocupado por el estado de joven mago: - Qué ha ocurrido? estas bién!? nada bueno presagiaba su aspecto.
- Por favor, toma asiento, cuentanos que ha pasado. Cedió su silla al recién llegado. Le alargó una jarra de vino de camino hacia la puerta, donde sacó la cabeza por si veía algo.
En cuanto al rubio joven de ancha sonrisa y de tratos “irritables”, para todo saludo Ulrien le propinó un leve alzar de cabeza, y volvió a bajarla, antes de sentarse distraídamente.
***
Pasó el tiempo, y el tío seguía haciendo gala de sus “facultades” musicales, o como diría el joven falx; seguía “haciendo el payaso”. Hasta que al final no pudo conterse; [-Brrrr… no aguanto a ese pavo.-] Justo entonces entró Jvdas, y el carismático “explorador” se levantó sorprendido como el resto. [–¡¡Por los arboles sagrados!! ¡Tarien! ¡¡NO le atosigues!!Dejadle sentarse traedle un poco de agua!-]
Al poco Violant bajó por las escaleras con un vestido largo sencillo pero bonito, su escote era pronunciado, su cabellera brillante y rizada, en cada paso su vestido se alzaba levemente siguiendo su música. En breve llegó a la mesa saludando a todos rodeándoos, su faz era feliz, días hacia que no se sentía así.
- Bien, por fin todos aquí! eso es bueno no creéis? nos va a hacer falta, jjiijij. -sacando hierro al asunto -
Luego se sienta sencillamente al lado de Ulrien, e intenta amenizar la comida siguiendo la conversación , comiendo y bebiendo con avidez y comentado sobre lo ocurrido en su primera aventura. Mientras la cena pasaba su miradas elegían a Ulrien. Algo en ella empezaba a fortalecerse esperando que algo en él lo decidiera todo..
El joven mago parecía ver a sus compañeros a través de una densa bruma. Con movimientos automáticos se sentó en la silla que Tarien le ofrecía. Tenía la mirada clavada en lo que portaba entre sus manos, un viejo libro, y no lo apartaba de él.
- Mi maestro ha muerto... Murmuró, sin que la voz del joven reflejara sentimiento alguno. - Han asesinado a Lucius... Las palabra se escaparon de sus labios, pero su rostro continuaba inmutable.
Una lágrima se deslizó por la mejilla de Judas, luego la siguió otra, y sin poder evitarlo, el joven mago rompió a llorar en amargo silencio.
Cuando llegó Judas y le escucha hablar.. Violant deja todo, terriblemente agravada, - pero.. -silencio-
Las palabras del joven mago dejaron helado a Nikolau, que desgracia mas grande, tenia muchas preguntas, pero no era el mejor sitio.
.- Judas, siento mucho la noticia, si necesitas hablar puedes contar conmigo, si puedo ayudarte en algo.
Las palabras nunca se le dieron bien a Nikolau.
El tiempo trancurrió de forma extraña. Durante unas horas el tiempo fue vivido por los presentes como una especie de sueño, como si vieran lo que ocurría sin ser plenamente conscientes hasta que se encontraban, horas antes de la alba, en dirección a las minas de Rocafreda.
Un grupo bastante peculiar, formado por unos jóvenes y una muchacha, se había juntado para acudir hacia esas minas. Unas minas en las que, tras varios hallazgos y confesiones por parte de unos salteadores, se suponía que un grupo de hombres bien organizado, con guardias y sacerdotes, levantaban los cuerpos de caídos para que trabajaran en las minas. Cada uno de los componentes del grupo tenía sus motivos para acudir a ese lugar.
Para sorpresa de los presentes, les acompañaban, por un lado, el heredero de la provincia de Rocafreda, Arnau Rocafreda, como representante de la autoridad local, al parecer el Lord de las tierras quería acudir personalmente, pero había llegado una misiva urgente desde Benedinburgo para que acudiera a la corte de forma rauda. También se unió el juglar llamado Querelar, quien tras conocer algunos detalles de la historia no dudó en unirse para verlo por su cuenta, haciendo alusión de que ayudaría a combatirles.
El camino hacia las minas se sucedió silencioso, pues aún pesaba sobre los presentes las temibles noticias de Judas, quien comentó que cuando había ido a la torre de su mentor, encontró el cuerpo de este muerte junto a la torre. A pesar de las sugerencias de Albert, de que Judas no fuera a la torre, algo en el interior del joven le empujaba a creer que unos tipos que había visto un par de días antes, tenía que ser los responsables del asesinato, y algo le decía que guardaban relación con esas gentes de las minas.
***
El alba estaba llegando a su fin cuando la carreta, tirada por dos caballos, enfilaba el camino final hacia las minas. Según habían convenido, esperaban hacer un asalto sorpresa, llegando tan cerca como fuera posible, haciendo creer a los guardias de las minas, que se trataban de los portadores de cadáveres que el día anterior había interceptado el grupo de aventureros.
La idea era que Gustarson se hiciera pasar por el líder de la expedición, quien vistiera una armadura completa. A sus lados estaban Tarien y Arnau, portando armaduras de mallas. En la parte posterior de la carreta, escondidos por la lona, aguardaría el resto del grupo, Violant, Ulrien, Judas, Nikolau y Querelar, dispuesto a tomar por sorpresa a los centinelas. El objetivo era neutralizar a los centinelas antes de que pudieran dar la alarma para poder ingresar y neutralizar la mina sin que estos estuvieran sobreaviso.
El paso de las horas se hizo largo. Tras repasar una y otra vez con Gustarson, Ulrien y el resto lo que debian hacer, al final llegó el silencio.
Al ver el camino hacia la mina, Tarien se cerró la capa un poco más y dejó que la capucha le ocultara el rostro. No es que tuviera frio en esa mañana de verano, todo lo contrario, un fuego se había avivado en su interior. Aquellas personas merecían un castigo por lo que hacían, pero de ningún modo debía dejar que le nublara la vista, seguirían el plano más o menos trazado para sacar la máxima ventaja.
Siguió guardando silencio. Si alguien les detenía o preguntaba algo, Gustarson debería hacer su papel. Rozó la guarda de su espada un poco impaciente, pensando en el escudo que había dejado junto a los otros en la parte trasera de la carreta.
- Dioses! Caballero Rojo! Que no sea hoy nuestra última batalla! Masculló llevando la otra mano al pecho.
-Tsk!- Protestó por enésima vez Ulrien.
Lo que habitaba aquella carreta era un grupo demasiado numeroso para su gusto, quizás lo mejor habría sido ir con sigilo un par de ellos en una incursión y sin embargo se hallaba en medio de lo que para él era medio ejército. Estaba claro que iban a hacer que los mataran, y más con aquél saltimbanqui sumado en el grupo. ¿Qué narices pretendía hacer aquél tipo en situación de batalla?¿Cantarles una canción de taberna? ¿Quizás una nana a sus enemigos? ¿Animarles a beber hasta quedar fuera de juego? Y menos aún le gustaba las miradas furtivas, o descaradas, que dedicaba de vez en cuando a Violant.
Decididamente no le caía nada bien ese tío.
–Tsk- Chasqueó por enésima vez mientras se acercaban más y más a su destino.
Máster dos cosas;
1ª Has de reconfigurar la escena, diria que encara está com a secreta, no puc configurar els destinataris del meu post, es publica directament com "solo para el director"
2ª no es cosa meva, pero... No hauríes de cambiar ja d'escena? Ja no estem a Lunil! XD
Cert, cert. No ho vaig fer directament per que la gent no comencés a postejar en l'altra escena en lloc d'aquesta.
- ai... suspira Violant, sentada al lado de Ulrien, recaida entre la madera de la carreta aunque poco después se desplaza lentamente hacia el torso de Ulrien ciertamente algo más comodo.
Por algun motivo no se siente bien encerrada en esa carreta, sin luz, ni aire fresco, con sus piernas agarrotadas y su cabellera recogida; poco a poco empieza a sentir sensación de agobio, mucho agobio.. Al final a ratos saca la cabeza por entre la lona como cogiendo aire.. - cuando estemos cerca no lo haré pero es que no puedo..
El tiempo pasa y Violant afortunadamente empieza a adormecerse..