-Conmigo ya os digo yo que no. Como dije, no tengo nada que perder ya. Descubrí mis cartas para acusar a alguien que sí era traidor, ya lo habéis comprobado. Maté a Julieta porque ese matrimonio no debía celebrarse, y estábais a punto de casarlos, no había más tiempo y fui radical. Ese fue mi único crimen, aunque con él arrastrase a más gente. Como dije, fue por mi familia, no por traición. Dos veces he muerto ya por ello, y como véis, es el único argumento que usan para atacarme. Y ni siquiera lo sabrían si yo no lo hubiese admitido.
lo malo de darme la poción es que si me matan a mí, quizás me la lleve. Espero que eso no ocurra, al menos ahora. Mercucio tiene las papeletas de la votación este día.
Miró a Caroline, incrédulo. — ¿Por ti que así sea? ¿El qué? ¿Que me maten mientras estoy encarcelado? ¿En serio? ¿Y tú eres la Caroline Montesco que me ha acogido en su casa desde que Romeo y yo eramos niños? — La mirada de Mercucio era entre decepción, incredulidad y puro asco. — Eso de volver de entre los muertos varias veces parece que insensibiliza a la gente, aunque en tu caso ya venías así de serie. Porque lo de hacer que tu hijo se suicide y estar aquí, tan tranquila... Denota cierta psicopatía. Y es a mi a quién se me encarcela... Válgame Dios. — Puso los ojos en blanco. Aquella mujer comenzaba a no tener remedio alguno.
Exasperado comenzó a caminar por el pasillo central hacia fuera de la Iglesia. Comenzaba a estar harto de seguir allí con semejante gente. Con semejantes traidores a su propia familia.
-Mercucio, querido... Ya me cansa que solo apeléis a ese argumento para atacarme. Claramente no tenéis otro, y os recuerdo de nuevo que si yo no lo hubiese dicho, ni os habríais enterado. Sí, hice lo que hice, y las muertes y traiciones siguieron independientemente de mis ausencias, mis muertes y mis resurrecciones. Alguien sigue mintiendo y matando entre vosotros, y como ya dije con Dave Paris, no hay familias en eso, y no me equivoqué a pesar de que él también simpatizaba con los Montesco.
Desde que llegué, desconectada de razones, pedí explicaciones. Me las han dado en mayor o menor medida, menos tú. Hablan de encarcelarte, no de muerte, y comprobar si siguen las muertes. Me parece razonable, por mucho que tú dramatices.
— ¿Dramatizo? ¿Cuándo? Me estoy entregando porque no tengo nada que temer. Pero sé que lo más seguro es que muera, puesto que yo sé que yo no soy el traidor, y que me querrá quitar del medio. Es lógico. — Puso los ojos en blanco y decidió que ignoraría a esa persona. Claramente tenía serios problemas mentales. Salió de la Iglesia a esperar que vinieran a arrestarlo, no quería seguir hablando con esa mujer.
El Padre volvía de sacristía en donde acababa de llamar a la policía para que se llevaran con ellos a Mercucio
-No se preocupe, la cárcel es un sitio seguro, el único que ha muerto dentro fue Davis y se suicido para mas tarde usar el frasco de vida que menciono Caroline para volver. Mientras este allí, no hará daño a nadie y nadie le hará daño. Por lo que si mañana esto continua, lo lógico seria actuar contra Teobaldo o un servidor. Si alguno de los asesinos aun continúan convida, deben estar entre nosotros tres quienes aun no hemos visto al señor en persona.
Miro al padre y le sonrío con suavidad.
-No, Padre.- Le contesto con sinceridad y respeto.- Yo por la noche duermo.
Se toco la barbilla pensativo. -Espero que lo que dices sea cierto querida.
La Iglesia estaba mucho más vacía de lo que recordaban; el hecho de que ambas familias fueran diezmadas y los otros asistentes habituales también estuvieran fuera del radar quizás fuera un indicio de la gran falta que había en aquella zona Santa; se podría considerar que era algo que entristecía a Teobaldo, pero en verdad no era así... al menos, no por todos.
-Sinceramente; no me esperaba que esto fuera a ocurrir. -Comentó Teobaldo mirando las vidrieras de los Santos en completa tranquilidad y armonía- Pero supongo que así es como debe terminar.
Echando un leve vistazo al Capitan Prince Escala, Teobaldo Capuleto le saluda con la mano con total tranquilidad. El hecho de ver a gente resucitar era algo más que común estos días; de hecho, parecía ser que era la nueva "norma" de aquella playa. Que todos los días resucitaran dos, mientras que por las noches lo hiciera tan solo uno; en este caso el Capitán Prince Escala; no era la resurrección que a Teobaldo le hubiera gustado ver, pero al menos no era un Montesco.
-Bienvenido, Capitán. -Saludó sin inmutarse siquiera- ¿Algo interesante en el otro lado?. Por desgracia cuando Christinne fue asesinada por los secuaces de los Montesco no pudo comunicarse con nuestros patriarcas. ¿Usted ha tenido más suerte?.
Por un momento Teobaldo dudó un poco sobre si comentarle acerca del incidente que terminó con tres muertos. Pese a ello, decidió inquirir un poco sobre todo eso. A fin de cuentas, Gregorio se lo merecía.
-¿Que tal está Gregorio?. Él se ha cargado a Dave Paris y a Benvolio Montesco con tal de salvar mi vida. Al parecer, esos dos eran miembros de los Conspiradores e iban a matarnos.
No sabía si se estaba burlando o que, pero no se anduvo con rodeos estupidos, pues ya tenía a su presas acorraladas, y tenía la corazonada de que ambos estaban confabulados.
Mercucio Della está encerrado en prisión, y Gregorio seguramente debe estar muerto, tal vez, no lo se-
Tomó su MP5 y apuntó a los dos Capuleto restantes, está vez no quedaría nadie con vida, si atender razones.
-Que Dios me perdone, pero de esta no saldrán con vida, asesinaron a los Montesco y a su propia familia con tal de alcanzar el poder... El padre Lorenzo ya no los traerá a la vida-
Y sin mediar ninguna palabra más, abre fuego contra ambos, dejando que la munición de nueve milímetros termine con las vidas de ambos, terminando finalmente con la corrupta presencia de las familias criminales.
La Madre que lo parió; sin lugar a la menor duda, no esperaba que aquel policía se convirtiera en un vigilante justiciero al estilo Inspector Dred; por lo que, Teobaldo aprovechando que tenía los bancos de por medio, decidió saltar por encima de ellos para tener mayor cobertura a la par que sacaba las armas de Gregorio y Sanson, empuñándolas como duales.
-¡Christinne! -Exclamó Teobaldo- ¡No hay que contenerse!.
Algo era evidente, Christinne tendría que abrir fuego sí o sí, si este quería terminar con todo, iba a tener que hacerlo a costa de recibir un balazo por su parte, por la de Christinne o por parte de ambos los dos. No iban a permitir que este se fuera de rositas como si nada.
-¡Yo soy el que descubrió a Benvolio Montesco! ¡El que hizo que ese hijo de puta traidor muriera gracias a la ayuda de Gregorio!. ¡Y lo mismo para Dave Paris! ¡No me metas en ese mismo bando, mamonazo!.
Cuando veo que el Capitán Escala levanta su arma me pongo en pie de un salto y me aparto de Teobaldo. Cuanto más alejados estemos menos probabilidades hay de que pueda acabar con los dos a la vez y por lo tanto tenemos una posibilidad de matarlo nosotros primero.
Con rapidez desenfundo a "Maria", la pistola de mi primo, y empiezo a disparar al policía lo más rápido que puedo, rezando entre dientes para por lo menos darle o distraerle.
Varias patrullas se apostan frente a la iglesia del padre Lorenzo, desde un alta voz se escucha la orden de rendición inmediata a quién esté dentro, el capitán Escala desenfunda su arma y toda la policía se prepara para ingresar cuando Christinne Capuleto abre fuego al contingente derribando en un inicio al capitán dejándolo tirado en el suelo, mientra que la fuerza policial responde con todo lo que tiene y una lluvia de balas acribilla a la joven quién cae sin vida nuevamente, esta vez en tierra santa.
El chaleco antibalas te ha salvado la vida.
Con el sacrificio de Christinne haz logrado escapar de la iglesia.