La tele del restaurante mostro lo que seguramente el capitán le intentaba decir, antes de ser interrumpido varias veces, sin duda la ciudad volvería al caos en poco tiempo. Observe al capitán y asentí con la cabeza.
-No se preocupe por mi, veo que tiene trabajo, si desea hablar conmigo, venga a la Iglesia, cuando tenga tiempo, ademas algo me dice que voy a estar muy ocupado realizando exequias... espero que pueda detener esto pronto. -De alguna forma le hablaba para que supiera que estaba allí para lo que la ciudad necesitara, pero ahora debía elegir las palabras adecuadas, por si la gente del local tuvieran otras intenciones que no fueran alegrarse o lamentarse.
Terminaría su comida y volvería a la Iglesia, alguien debia encender una vela por el alma perdida.
El móbil de Fulgencio timbró allí dónde se encontrase.
En la pantalla salía Dave París, el hijo del gobernador.
Tanto si llegaba a contestar como si saltaba el contestador automático, la respuesta de David sería más o menos la misma:
¿Señor Capuleto? Soy Dave Paris, ¿me recuerda? y tras una pausa, en voz baja ¿Podemos vernos? Deberíamos hablar...
Mientras Fulgencio lee el periódico sobre la noticia del asesinato de Ted Montesco, escucha su móvil, al contestar a reconoce la voz del hijo del Gobernador, Dave Paris.
-Dave, hijo, claro que me acuerdo, ¿como ha estado tu padre?... claro, claro ¿Necesitas algo? dime en que lugar y a que hora para poder encontrarnos...- En el rostro de Fulgencio se dibuja una incógnita ante tan inusual llamada.
Dave citó a Fulgencio en el Café París, uno de los clubes más distinguido de la ciudad. Era un terreno neutral, un negocio familiar que nada tenía que ver con ninguna de las dos famílias.
Dentro, el ambiente era tranquilo y agradable. Algunos ancianos leyendo el diario, ejecutivos haciendo un descanso de sus ajetreadas vidas, jovenes tras una noche de fiesta que se había convertido en mañana... Dave pidió un capuccino y esperó al patriarca de los Capuleto. Era importante que aquello saliese convenientemente.
En cuanto llegó Fulgencio, lo saludó con cortesía y educación, levantándose para darle la mano.
Don Fulgencio... le agradezco que me atienda en las actuales circumstáncias. se sentó de nuevo cuando él lo hubiese hecho Mi padre está preocupado por la paz de la ciudad. Alguien ha terminado con Ted y es más que probable que la venganza llegue antes que la justicia. Escala hace lo que puede, pero tenemos a muchos jóvenes de gatillo fácil en nuestra noble Verona...
Dave necesitaba saber cuales iban a ser las intenciones de los Capuleto.
Fulgencio Capuleto llegó como era su costumbre puntual a su cita con Dave Paris, el lugar le pareció acogedor y de buen gusto se notaba la costosa educación que el gobernador había invertido en su hijo. El Don Capuleto no llegó sólo, le pidió a uno de los guardaespaldas de Teobaldo que le acompañara más por protocolo de seguridad que por miedo a sufrir algún atentado. Le pide a Sansón que espere afuera del café.
Fulgencio estrecha la mano cordialmente del joven Paris y toma asiento. Le pide al camarero un café turco y luego escucha atentamente lo que le tiene que decir Dave.
-Te adelanto muchacho que ningún miembro de la familia Capuleto o personal que esté a sus servicio tuvo que ver en el desafortunado atentado que cobro la vida de Ted Montesco.- Agradece al camarero el café y antes de continuar le da un breve sorbo a la cargada bebida.
-No te voy a negar que me sorprendió un poco tu llamada, sabes que mi relación con tu padre esta respaldada por décadas de trabajo en conjunto y que mis lazos con el brazo de la ley son tan poderosos que prácticamente puedo andar de aquí para allá sin que nada ni nadie ose intentar levantar un dedo para señalarme, por respeto y más que nada miedo de lo que pudiera suceder quién atente contra el apellido Capuleto, te aseguro hijo que caerán varios antes de que alguien pueda llegar a tocarme un pelo, incluso ni ese capitán Escala puede entrometer su nariz de sabueso en los negocios propios de la familia Capuleto, por eso mismo me llamó la atención tu llamada.- Fulgencio deja de lado el café a la mitad de la taza y mira fijamente al hijo del gobernador.
-¿Que me dices tú, hijo?, que información tienes acerca del asesinato de mi acérrimo enemigo, ten cuidado y mira donde pisas, que mucha gente esta volteando a verte con ojos de desconfianza ya que estuviste en el momento y lugar equivocado, en medio de dos familias con diferencias tales como diferencias mismas tiene el agua y el aceite.- Fulgencio se recarga en el sillón y entrelaza las manos.
-Algo me dice que tu sabes más de lo que preguntas, Dave... después de tu padre soy el protector más fuerte de esta ciudad, hijo, y si esos Montesco levantan un dedo en contra de cualquier Capuleto... te aseguro que la ciudad arderá y sangrará como nunca lo ha hecho.-
Las palabras de Fulgencio no le dejan indiferente. ¿Él? ¿Sospechoso del crimen? No dába crédito.
En primer lugar, debo decir que os creo. En lo tocante a la inocencia de vuestra família, quiero decir. se encogió de hombros como si fuera una obviedad Un asesinato tan directo y brusco contra el pater familia de los Montesco os convertiría en principales sospechosos, así que sería estúpido ni siquiera intentarlo. Y los Capuleto, especialmente usted, no tiene nada de estúpido. Antes al revés.
Tomó un largo trago de su capuccino, especialmente para darse valor para lo que venía ahora.
Como os comentaba hace un momento, considero mi obligación mediar entre ambas famílias para evitar el derramamiento de sangre. Y con este objetivo me he querido reunir hoy con vos. Puedo hablar en nombre de mi padre, el gobernador. Quizá concertar una reunión entre vos y Romeo, o puede que hacer de correo para intercambiar mensajes... lo que sea necesario para evitar la guerra abierta. miraba a los ojos a Fulgencio, la sinceridad entre ambos hombres era absoluta Y sin embargo me explicáis que soy objeto de miradas y quizá sospechoso del horrible crimen... os aseguro que me cogéis de sorpresa.
Intentó hacer memória. Todo el día de ayer había sido confuso, extraño.
Acompañé a Ted y su esposa a hacer unas compras. No recuerdo cómo acabamos en la boutique de vuestra família, creo que fue más bien cosa del azar y la equivocación. No os negaré que hubo palabras entre Gloria, Ted, Carolina, Julieta... hizo un ademán como indicando que su interlocutor ya sabía como iban esas cosas Después Ted dijo de marcharnos, yo iba a acompañarlos, pero su esposa se ofreció a atendernos, creo que sus palabras fueron algo asi como "No puedo dejar que llevéis cualquier cosa al baile del gobernador"... entonces Caroline Montesco y yo dimos un par de pasos detrás de Glória en dirección a la tienda... cuando nos dimos la vuelta, Ted ya no estaba allí.
Se mesó los cabellos. Las palabras del Don eran preocupantes.
Quizá alguien lo llamó o había quedado para verse con alguien en el aparcamiento dónde lo hallaron... ¿quién podría haber hecho algo asi? He intentado lo imposible desde entonces para esclarecer el asunto, pero el Capitán rechaza mi ayuda...
Miró a Fulgencio a los ojos, no se conocían mucho, pero había querido ver una oferta en las palabras del patriarca Capuleto.
Por favor, ya cuento con la protección de mi padre, pero agradeceré igualmente la suya. le confió Del mismo modo intentaré influir en los Montesco para que no hagan daño a nadie de su família, señor Fulgencio.
Aunque estaba complicado.
¿Yo? En serio? xD
Fulgencio sonríe levemente ante la propuesta de Dave Paris ofreciendo su apoyo y protección, el Don se limpia con una servilleta y se levanta del lugar, luego se dirige a Dave amablemente, despidiéndose y agradeciendo la charla.
-Muchas gracias hijo, siempre es bueno charlar con gente como tú, saludos a cordiales a tu padre, espero verte pronto nuevamente.- Fulgencio palmea al joven Paris en el hombro y se retira de la mesa, llama a camarero que los atendió y paga la cuenta de Dave y la de él. Le hace un ademán a Sansón para que le abra la puerta de su coche y los dos desaparecen en medio del tráfico nocturno de una de las principales avenidas de Verona Beach
XD Lo mejor es no confiarse de nadie ;)
El Padre caminaba observando a la gente mas que a los puestos de comida, en ese día, buscaba una persona en concreto, alguien cercana a Julieta, pues tenia necesidad de conocer la situación actual de aquella familia, ahora que estaban pasando el duelo de su hija y ademas parecía ser confidente de la chica y puede que ella supiera la verdad sobre lo sucedido a Romeo...
-Si tal solo le hubiera hecha caso aquella vez... -Con suerte la encontraría en el mercado, como tantos otros días.
Después de los últimos acontecimientos, Mercucio pensó que lo mejor sería ir a ver a su primo. No había tenido ocasión de hablar con él y lo último que había sabido es que había muerto. ¿Y ahora aparecía allí como si nada? ¿Otro que fingía su muerte como Caroline? Aquello estaba empezando a ser de locos, por lo que trató de encontrarse con Dave para hablar de toda aquella locura.
Me reuní con mi primo un momento en un bar, cerca de la mansión de los Capuleto.
Llevaba gafas de sol y tenía un aire cansado.
Saludé a mi primo y pedí un capuccino que apenas probé.
Primo, mira, me sabe mal lo que ahora voy a decirte. Pero debido a la caza de brujas de Caroline contra mi, me he unido al bando de los Capuleto. su família siempre había sido equidistante, pero más cercana a los Montesco, sin embargo ahora... De momento, estoy viviendo en su casa.
No me había atrevido a volver a mi apartamento después de los últimos asesinatos en la ciudad. La ola de crímenes parecía no tener final.
Mercutio, ¿quieres un consejo? le pregunté soplando en el café Márchate. Sal de Verona Beach. Toma un vuelo a Los Ángeles o a Nueva York, dónde sea... aléjate de todo esto.
La recomendación era sincera. Todo se estaba iendo al traste y no deseaba ver a Mercutio frío, en un ataud, en casa del padre Lorenzo. Para mi ya era tarde, pero nadie perseguía a Mercutio, quizá él aún estuviese a tiempo de salvarse.
Cuando Dave le contó que se había unido a los Capuleto, Mercucio ni siquiera pareció sorprendido, pues era lógico. — No tienes que darme explicaciones. Es normal. Los Montesco no han sido muy buenos contigo, y, Caroline se ha vuelto loca. — Se encogió de hombros. Él sin Romeo en la familia, y con su madre habiendo admitido que murió por su culpa, no tenía tampoco mucho cariño a los Montesco.
— Escucha, yo no me voy a ir a ningún lado hasta que entienda qué cojones está pasando, Dave. Primero Caroline muere, luego resulta que no ha muerto y que mágicamente ha vuelto a la vida, y te culpa de robarle una.... ¿poción? ¿Y de haber hablado con ella muerta? — Frunce el ceño confuso y lo mira haciendo un aspavientos. — Venga ya, ¿nadie va a explicarme qué significa todo esto? — Suspira, se ve que está frustrado y cansado. No entiende nada y es normal. Sólo ha visto morir a todo el mundo y ya.
— ¿Y qué pasa con el Padre Lorenzo? Hay quien desconfía de él y realmente creo que pasa algo raro. ¿Cómo permite de esa manera que se use su iglesia para tanta matanza? Deberías contarme qué pasa, primo... Sino, seguramente, acabe muerto. No tengo manera posible de defenderme o de protegerme sino sé de qué me protejo... — Por unos segundos su rostro mostró miedo. Realmente temía por su vida. — Y tú, se suponía que habías muerto... — Se llevó las manos a las sienes. Comenzaba a dolerle la cabeza.
Asentí, de acuerdo a sus palabras. En verdad se merecía una explicación.
Te explicaré cuanto sé, Mercutio, pero no es mucho. Te lo aseguro. le confesé En primer lugar no sé nada sobre el Padre Lorenzo o los rumores que corran sobre él. Ni idea.
Esa era la parte fácil. Suspiré. Ahora venía la más complicada.
Al parecer mi querida Caroline era una especie de bruja. se encogió de hombros. Yo tampoco sabía como eso podía ser posible, pero era así Tenía en su poder dos pociones, un veneno y un potente filtro curador. En su locura, envenenó a Julieta y, temiendo que la registrasen o que la obligasen a darle a Julieta el antídoto, me lo deslizó a mi en el bolsillo.
Ella me había dado la poción sin yo saberlo. Quizá pudo haber motivos ocultos ahi o no, pero yo no podía saberlo.
Después, una vez muerta, se comunicó conmigo en sueños, pero no la creí y la verdad, no pude entenderla muy bien. eso había sido fallo mío, al no haberme dado cuenta entonces de que yo tenía la pócima Sin embargo, después de hablar con ella, revisé mis ropas y allí encontré la botellita. Pero para entonces Caroline ya iba a por mi y decidí no darle el gusto de confesarle que yo poseía lo que ella me había dado.
Hice una pausa. ¿Y si Mercutio era uno de los asesinos? Bueno, ya no había marcha atrás. Además, había que confiar en alguien al final.
Sin embargo cuando nos detuvieron a todos, el capitán Escala, alguien intentó matarme en las celdas. le contó No tuve más remedio que tomarme la poción o yo mismo hubiese terminado cadáver. Y aqui estamos. La poción funcionó y desperté horas después en el duro suelo de las celdas. Por eso se me dió por muerto.
No sabía cómo Caroline había conseguido inicialmente las pociones o como funcionaban, pero eso ya no era importante. Ambas se habían gastado ya.
Mercucio se había quedado ojiplático ante todo lo que le había confesado su primo. En ese momento podía verse como si en el interior de su cabeza estuviera intentando colocar todas las partes de aquel extraño rompecabezas. Tardó unos segundos en recomponerse y ser capaz de articular palabra alguna. — Wow... — Murmuró segundos después. — Si no fuera porque yo he podido ver con mis propios ojos como gente ha vuelto de entre los muertos... Diría que me pases un poco de esa droga. — Emitió una leve carcajada, intentando calmar la situación, porque era de locos. — Caroline una bruja... — Murmuró casi para si mismo intentando que aquella idea pudiera calar en su cabeza y no sonar absurda.
— ¿Crees que ella fue quien mató a Ted? — A estas alturas podía esperarse cualquier cosa. Y Teobaldo había dicho que los Capuleto no habían sido. Se quedó unos segundos pensativo y después miró a su primo a los ojos. — Creo que Benvolio también sabe cosas... Y apoya ciegamente a Caroline. Así que vete tú a saber... Si no ha aprendido de las artes de Caroline o algo así... — Se veía en su rostro que iba en serio. No se fiaba un pelo de Benvolio.
De repente pareció que una chispa iluminara sus ojos, como si hubiera tenido una idea. — ¿Crees que puedo irme contigo a casa de los Capuleto? En la Mansión Montesco solo queda Benvolio... Y, como digo... No estoy seguro de querer tener nada que ver con él. No sé demasiado de los trucos de la familia, la verdad... Pero supongo que puedo ser de ayuda en algo, para los Capuleto. — Se encogió de hombros. Lo único que quería es sentirse a salvo. Después de todo lo que había pasado, no se sentía seguro en ningún sitio... Pero al menos, su primo seguía vivo.
Mi primo no queria irse. Amaba demasiado aquella maldita ciudad. Sus sospechas no me pasaron desapercibidas.
Caroline, para mi desgracia, parecia amar profundamente a Ted, asi que no creo. Claro que tambien decia amar a su hijo y provocó su muerte. Asi que... me encogi de hombros, dando a entender que todo era posible En todo caso, Caroline tenia claro que los "traidores asesinos" eran tres. Ella, Benvolio.... y el padre Lorenzo?
En cualquier caso estabamos mal, varios de ellos seguian en activo y no teniamos mas que suposiciones.
En cualquier caso me extrañaria que en la conjura hubiese dos montesco y ningun capuleto. Sansón o Teobaldo aun podrian ser.
En parte se habia exiliado en la mansion para investigar.
No se si los Capuleto te aceptaran, primo, no es mi casa. Se lo preguntaré y te avisaré. hacia a penas un dia que vivia alli y ya se traia a invitados Ves haciendo las maletas igualmente. Si no para ir a su casa, para marcharse de la ciudad...
Era bueno que no descartase esa opción.
Mercucio barajó el tema de que hubiera tres "traidores asesinos", él acababa de conocer ese dato. — Es posible... — Murmuró cuando comentó que debía haber alguno entre los Capuleto. Desde luego no podía sentirse seguro en ningún sitio. Finalmente suspiró ante las palabras de su primo y asintió. — Está bien. Iré haciendo las maletas... Con lo que sea, me dices algo. — Le puso una mano en el hombro, y sonrió. — Cuídate, haz el favor. Que no vuelvan a darme una mala noticia. — Le apretó un poco, en una muestra de afecto, y se marchó. Corrían tiempos difíciles.
Padre Lorenzo aun tenia las palabras del Capitan en sus sueños, aquellas que hablaban de tener la policía a su servicio y hacer lo que fuera necesario encontrar a los culpables, por eso ese día estaba caminando pensativo, hacia poco se había citado a uno de los policías que aseguraba compartir intereses con el difunto Prince Escala y ahora aquel hombre de dios estaba en las puertas de la casa de Teobaldo, esperando que apareciera dicha persona, para que demostrara que pudiera confiar en que hiciera una inspección de la casa de aquel supuesto ultimo asesino.
Y tal vez también en la de Mercucio.
Cita:
Ok, pos aquí estamos, a ver si lo he hecho bien.
Prince Escala, aparece ante los ojos de todo el mundo, y la mirada sorprendida gratamente de sus subordinados y colegas que se encontraban ahí con el, había vuelto a la vida y eso era motivo de júbilo entre su gente, pero la cosa no había terminado ahí, el capitán había vuelto a la vida cómo un espíritu vengador, y más aún después de enterarse que su buen amigo, el padre Lorenzo había muerto, su único aliado entre tantos malditos.
-Bien, me alegra verlos a todos, cómo sabrán, me asesinaron, por estrangulamiento, pero aquí estoy, por obra y gracia del espíritu santo, debo decir que después de todo lo sucedido, aquí en mi jefatura, envié un nota de investigación a asuntos internos, por que cómo sabrán, alguien aquí recibió dinero para asesinarme, eso me parece obvio-
Miró a todos en el lugar, cómo superior y sin pelos en la lengua, comenzó a dar una orden, y está vez, con fuego en los ojos y una actitud totalmente intimidante.
-A PARTIR DE AHORA, SE INSTAURA LA POLÍTICA DE TOLERANCIA CERO, LOS CRIMINALES SERÁN CASTIGADOS DURA Y SEVERAMENTE... Es que esperan una invitación? A TRABAJAR, VAMOS-
Rugió cómo el león más bravo y poderoso, en ese momento, se alejó de todo el mundo, aproximándose a la armería, para tomar una MP5 y un chaleco antibalas, además de sus armas que ahí permanecían resguardadas.
Junto con una radio, y así se dirigió a al aparcamiento.
-Aquí el Capitán Escala, dónde se encuentra Taobaldo Capuleto? Emitan una orden de aprensión para el y Christinne, no me importa cómo, solo háganlo-
Y así es cómo salió, para dar caza a ambos.
El ultimo mal viviente, aquel que orquestó todo en la última instancia de este macabro juego que él había creado, que ahora estaba sopesando si era verdad o no que era un inocente, pero ahora estaba oculto entre el equipo SWAT, y aquel que lo estaba suplantando era parecido hasta en la voz, lo que debía seguir haciendo, es estar oculto, para no dejarse ver, siempre manteniendo el contacto con el doble, guiando a sus fuerzas para rodear el lugar, no dejaría que Taobaldo se escapara.
También quería saber lo que tenía para decir, el micrófono estaba alojado y escondido en el cuerpo de aquel subordinado, llegó la hora de actuar, ya no había tiempo para esperar.
Ya puedes escribir en la escena, lo siento error mío al no percatarme de que faltaba incluirte.
Puedes describirme en que lugar te encuentras guiando al equipo de asalto en un post privado esperando una respuesta de Teobaldo Capuleto.