Era evidente que la situación se había ido ligeramente de las manos, nunca mejor dicho; pues con la resurrección de Christinne y de Caroline Montesco no solo habían vuelto al paso anterior; sino que ahora Teobaldo había perdido el apoyo de tres personas que le hacían caso, Gregorio, Dave y Benvolio. Pese a ello, habló con voz calmada.
-Puede que esto parezca malo... -Y realmente lo es- pero siempre y cuando Christinne no haya confabulado en el otro lado, sea lo que sea eso...; es bastante sencillo redirigir las miradas hacia el que no está alzando a los muertos... o lo que sea que se encuentre haciendo...
El tampoco creía demasiado en sus palabras, mucho menos que alguien estuviera reviviendo a los muertos; puesto que no solo e una ocasión, sino hasta 4 veces alguien ha decidido revivir de un estado menos vivo al actual. ¿Cómo era posible que hubiera tantos revividos?.
Viendo como la situación se había vuelto bastante negativa, Teobaldo Capuleto decidió hacer el acto más extraño que tenía en su mente, y este era el hecho de tratar de asesinar al Hombre de Dios; los motivos podían ser varios y muy con sentido, pero eran momentos en el que el sentido común se había ido por la borda.
-Hay que matar al Padre Lorenzo. -Indicó con efusividad- Es un plan muy complejo que saldrá bien si todo ocurre como debe de ocurrir, que es algo que ocurrirá porque tiene que ocurrir y... cosas...
Era evidente que ni el propio Teobaldo estaba seguro de qué era lo que tenía que ocurrir, pero algo era evidente, y es que el Padre Lorenzo tenía que irse sí o sí. Ya buscaría el caos entre ambas familias y se aprovecharía de ello.
Padre Lorenzo
Era evidente que Teobaldo estaba nervioso; pues para no estarlo. Los nombres importantes de Verona Beach se habían reducido a tan solo a un puñado insignificante de personas, las cuales unas desconfiaban de las otras. Y si aún por encima alguien volvía a revivir, la situación se volvería como mínimo caótica.
-¿Ya está hecho?. -Inquirió el Príncipe de los Gatos al Gobernador- Estamos a las puertas de lograrlo si todo se hace bien... Y si Dios o el Diablo cierra las malditas puertas y no permite que se escapen más muertos...
Era evidente que Teobaldo estaba molesto con las innumerables resurrecciones que estaban ocurriendo en Verona Beach. Pues tan solo una mala resurrección más y la situación podría volverse rapidamente en contra de los Capuleto, en contra de la conspiración y lo que viene a ser aún peor, en contra de Teobaldo.
Teobaldo se masajeó los ojos lentamente, todo era un dolor de cabeza tremendo. Desde el caso de que él había "traicionado" a sus compañeros, una serie de resurrecciones ocurrieron que pusieron en jaque todo aquel plan. ¿Tan difícil era el hecho de terminar de una buena vez?. ¿Tan difícil era que los muertos terminaran muertos?.
-Señor Gobernador. -Preguntó el Príncipe de los Gatos- ¿Podría llenar de explosivos el "Daggers & Swords"?.
Era evidente que no iba a ser un plan "limpio" sino uno sonoro.
-Me gustaría enviar al Capitan Prince Escala al lugar y que este... bueno, no tuviera opción a resucitar... o que alguien encontrara su maldito cadáver, claro está...
Los ojos del gobernador Paris brillan maliciosos ante la propuesta de Teobaldo Capuleto.
-Claro que puedo hacerlo hijo...- El gobernador toma el teléfono y realiza algunas llamadas. Después de unos breves instantes cuelga y se dirige al príncipe de los Gatos.
-También me he adelantado un poco y esta noche se "suicidará" Mercucio Della en su celda.- de uno de sus cajones saca una pequeña tarjeta con una dirección escrita en ella.
-Este equipo de "Limpieza" colocará todo un sistema de audio en la bodega del muelle donde acabaste con tus otros dos hermanos para que el capitán Escala piense que estás esperándolo dentro y entre con confianza, una vez dentro podrás conversar un poco con él antes de enviarlo al más allá y así caiga la ciudad en manos de nuestra hermandad...- El gobernador saca un puro de su humidor personal, pasa su plateado encendedor por la punta y da unas cuantas bocanadas.
-El capitán Escala ya tiene una invitación en su escritorio en donde lo estás invitando a la bodega para que demuestres tu inocencia mediante pruebas contundentes, solo hay que esperar que caiga en la trampa.- Un para de anillos de humo salen de la boca del gobernador mientras una malvada sonrisa aparece en su rostro.