Después de ayudar a los heridos, los rebeldes fueron reuniéndose uno a uno en la nueva zona de reunión, finalmente llegó un estilizado Knightmare que nadie había visto nunca excepto fugazmente alguno durante esta última batalla.
La cabina del Knightmare se abrió y de él salió el famoso Zero y tras bajarse de este, comenzó a hablar.
- Hoy ha sido un duro día para todos… aunque hayamos ganado la batalla hemos perdido a más gente, algunos han muerto y otros han sido capturados por el enemigo.
Caminó un poco antes de continuar hablando.
- No se puede cambiar al mundo sólo con bellas palabras o con simples actos terroristas… No vamos a estar más cerca de la recuperación de Japón de ninguna de las dos formas. El hecho de que el fuerte mate sin compasión y con crueldad al débil… ¡Es imperdonable! Y para pararlo… hay que dejar de ser terroristas. Nuestro objetivo es ser aliados de la justicia.
El sabor amargo de la impotencia aún le llenaba la boca cuando se había dirigido junto a sus dos compañeros hasta el nuevo lugar acordado para la reunión, probablemente unos antiguos almacenes abandonados icono del precario estado de la población japonesa.
Pero no era como si aquello fuera a despertar la rabia que siempre yacía latente en su interior, no, no una minucia como esa cuando allá por donde pasaba veía paredes llenas de balazos, derruidas, el asfalto agrietado y cuerpos ensangrentados e irreconocibles salpicando el lugar, un cruento recuerdo de aquella batalla inútil.
Se habían adelantado. Siempre, daba igual cuan cuidadosos fueran; las redes de los britannian estaban mucho más extendidas que las de los japoneses y por más que vigilaran siempre iban un paso por delante. La palabra traidor no dejaba de resonar en su mente mientras se bajaba del Knightmare que le habían prestado y se sentaba en el suelo con cuidado, sujetándose las costillas con los labios apretados para no dejar escapar un gemido de dolor.
Ignoró la forma en que le palpitaba la cabeza en cuanto vio a Mizuki, a quién hizo un gesto con la mano para que se acercara, explicándole a media voz que Haruki había resultado herido pero que estaba vivo. Pero antes de que pudiera empezar siquiera a contar todo lo sucedido Zero empezó a hablar, haciendo que se le olvidara todo lo demás para centrar la mirada intensa de su único ojo visible en él.
- ¿Cómo? - preguntó antes de que pudiera frenar las palabras de su boca. Se retrepó con esfuerzo, volviendo a quedar de pie frente al misterioso estandarte viviente de los japoneses -. ¿Cómo estar del lado de la justicia si la justicia no está del nuestro, sino sometida al yugo de los britannian?
No era una pregunta para poner en tela de juicio las palabras de Zero, más bien iba dirigida con la ansiedad de quien ansia una solución a todos los problemas pasados, presentes e incluso futuros.
Al escuchó el discurso de Zero el discurso de Zero y la respuesta de Naoki. Él había estado en silencio y nadie se había percatado por su apariencia desaliñada que ni si quiera se habían fijado que sus rasgos no eran del todo japoneses.
- A esa pregunta puedo responderle yo señorita. - Dijo interrumpiendo y colocándose en un lugar donde se le viese bien. - Yo pertenezco a la federación china, la cual ha estado en contacto últimamente con Zero y… ¿Ve ese Knightmare blanco y Azul? Se llama Abiblion y ha sido diseñado allí en china, considerándose uno de los primeros Knightmare de séptima generación, incluso Britannia posee pocos Knightmares tan potentes. ¿Y sabes qué? Ha llegado hace poco pero no ha llegado solo y con esto tendremos el poder para plantar cara a las fuerzas de Britannia… han conquistado medio mundo porque poseían una tecnología superior al resto… pero ahora los hemos alcanzado y esa "Justicia" que imparten con su fuerza bruta será parada con la misma moneda…
Otra persona interrumpió la conversación
- ¿Es justicia entonces combatir el fuego con más fuego? Si les pagamos con la misma moneda, solo estaremos bajándonos a su nivel… ¿Esa es la justicia de la que hablan?
Se trataba de Yuugo, uno de los mejores pilotos de Knightmare rebeldes, conocido por haber frenado fuerzas de Britannia más de una vez.
Zero fue quien le respondió esta vez.
- No vamos a combatir el fuego con fuego… solo apagar el fuego que ha llegado a nuestras tierras… el que ha consumido nuestros hogares y a muchas personas importantes para nosotros… lo que es justo que recuperar Japón, la cual pertenece a los japoneses por derecho. Es la tierra en la que han vivido durante miles de años y por derecho les corresponde continuar haciéndolo, y no precisamente como esclavos de unos tiranos.
Tras unos segundos añadió
- Amigos, derrotemos al fuerte y ayudemos al debil.
Algo interrumpió los pensamientos de Naoki sobre lo que se hablaba, notó como que la abrazaban por detrás, lo cual le causó dolor cuando su abdomen fue tocado. Pero se percató que se trataba de Mizuki, que ya había llegado a su posición, la cual le dijo en voz baja.
- Me has tenido preocupada ¿Por qué siempre que te vas acabas hecha un desastre?
Tras unos segundos buscando las palabras añadió
- Y Haruki… Se recuperará, ¿no?
A Naoiki no le importaba combatir el fuego con fuego si aquello le permitía alcanzar su objetivo. Para ella, si tras reconquistar Japón seguían con el resto del mundo bien, quizás así vería saciada su sed de venganza para aquellos que habían arruinado su vida.
Por eso se descubrió afirmando con rotundidad a las palabras de Zero, aunque el hecho de que el tipo aquel ocultara su identidad le impedía tener por él la confianza ciega que tal vez hubiera desarrollado en otras circunstancias.
- Todo eso son unos buenos principios - empezó, haciendo un gesto de reconocimiento en dirección a Al -, pero me gustaría que entráramos en acciones más concretas. Y me gustaría tener una audiencia privada contigo, Zero.
Había hecho un esfuerzo por controlar el gemido que el abrazo de su cuñada le generó, pero de algún modo acabó modulándolo hasta convertirlo en un simple suspiro. Echó la cabeza hacia atrás, hasta apoyarla en el hombro de Mizuki que, como siempre, mostraba su lado maternal.
- Imprevistos, ya sabes. Hubo un chivatazo - respondió en voz baja. A su segunda hubiera respondido con un encogimiento de hombros pero lo cierto es que le hubiera dolido demasiado, además aquella falsa indiferencia hubiera estado feura de lugar -. Eso espero. Creo que no fue tan grave.