Al ver esa caravela horripilante, mi miedo se intensifica. Queridos amigos y familiares, para otra ocasión. Si me libré a la primera puede que me pueda librar la segunda... Hago un quiebro a la guadaña y agarro el hilillo con las manos muy delicadamente. Luego lo miro al darme cuenta de que no se me ocurre que hacer con él. Mierdaaaaa, quiero vivir, quiero vivir, vamos, se buena chica y deja la guadaña tranquila.
Al principio, asiento a Mâgan, y acompaño a la mujer en el camino a la salida. Pero, en cuanto compruebo que la mujer llegará sola siguiendo mis indicaciones, doy la vuelta y saco arco y flecha, dispuesto a cubrir al oficial por si hubiese problemas.
No nos queda mucho tiempo... Si realmente hay prisioneros encerrados, debemos darnos prisa. El humo del fuego en este lugar cerrado no tardará en asfixiarnos.
Tèol y Mâgan
Mâgan se acerca despacio al caído y comprueba que está muerto. Dos flechas salen de su pecho. En ésto, aparece Tèol junto al oficial, el cual, mantiene aún la cabeza del hobbit en una mano mientras sostiene la espada con la otra.
El humano, seguido a unos pasos de distancia por el hobbit, se encaminan por el oscuro túnel apenas iluminado por dos o tres antorchas. El túnel finaliza en una caverna un poco más amplia. A la izquierda, se ven varias puertas de reja metálica de lo que parecen celdas. A la izquierda, junto a la pared, hay una mesa con un par de velas de sebo encendidas. Un hombre bastante mayor, ronca estruendosamente medio tumbado sobre la mesa con la cabeza sobre los brazos. Junto a su mano, hay una jarra y una copa. El olor a vino, heces y sudor inunda el lugar. Clavado en la mesa hay un largo puñal al alcance de su mano. En su cintura, hay un anillo metálico con llaves.
Al fondo, hay una celda con puerta de madera pero aparentemente está vacía y con la puerta abierta.
De las celdas, llegan casi inaudibles sollozos y gemidos...
Resto salvo Ariance
El soldado, procede a taponar la herida de Ariance con una vendaje no muy limpio y apretar con fuerza mientras ordena a otro soldado que le ayuda que busque un botecillo de sales que lleva en el zurrón. Tras un rato apretando, la herida ha cesado de sangrar pero aún muestra un feo aspecto.
El soldado, acerca el botecillo de sales a la nariz de la pelirroja. Poco a poco Ariance, vuelve en sí. Aunque aún mantiene los ojos cerrados y se queja levemente.
El soldado, respira aliviado, mira a Darnhald y a Bimbur y asiente con la cabeza.
- Se salvará... Ha tenido suerte...
El enano, asiente con la cabeza y se sienta junto a la pelirroja llevándose las manos a la cara para tantear su herida.
El soldado se vuelve a Ashram.
- Déjame ver esa herida... - le comenta de forma tímida.
Mientras, Marie habla con Haldir, el jefe de los rojizos, el cual permanece sentado con las manos atadas a la espalda. Ambos parecen aliviados de que todo haya terminado.
Tèol y Mâgan: Acercarse al dormido, exige una tirada de acechar. Rajarle el cuello o golpearle, una vez junto a él, requiere sólo una maniobra fácil.
Ariance
La guadaña baja... todo queda oscuro y de repente, el dolor te inunda con fuerza. Duele. Duele mucho. Puedes sentir todo tu dolorido cuerpo. Tus entrañas rajadas. Un fuerte olor inunda tu nariz. Pero lo peor es el frío que te cala hasta los huesos. Alguien habla cerca de ti pero no entiendes las palabras. Sólo pensar te duele.
Poco a poco, eres consciente de tu entorno...
El dolor me enloquece toco mi tripa y sangra, huele mal, será mis vísceras.
Al ver la guadaña, cierro los ojos resignada y entonces el dolor me lleva a otro lugar. Primero huelo, luego escucho, el dolor sigue. Abro los ojos un poco y la luz llega a mí.
Comienoz a reconocer el entorno. Estoy muy cansada y dolorida. Vuelvo a cerrar los ojos y sonrío.
Magan se acerca hacia el guardia con su espada en la mano, tratando de hacerlo de la manera mas sigilosa posible, para una vez estar cerca colocarle la espada en el gaznate y despertarlo.
Motivo: Acechar
Tirada: 1d100
Resultado: 89(+53)=142
En silencio, me coloco en posición para poder soltar un disparo limpio hacia el carcelero, en caso de que nos dé problemas, evitando que Mâgan se encuentre en línea de fuego.
Parece ser que por fin alguien se encarga de mi, asi que me tumbo y dejo hacer, esperando que el dolor remita, teniendo esa leve esperanza que tienen los heridos.
Mâgan y Téol
Mâgan se acerca en silencio hasta el durmiente, le pone la espada en el gaznate y le despierta. El tipo se sobresalta al ser despertado de golpe. Sus ojos muestran los efectos del vino y se abren desmesuradamente al sentir la espada en su cuello y más al ver la cabeza del Sartan en la mano de Mâgan. Se levanta despacio poniendo las manos en alto. Está aterrado. Es un tipo mayor que cojea un poco y no parece un luchador.
Mâgan le hace girarse y le ata las manos a la espalda y tras obligarle a sentarse, coge las llaves. Hace un seña al hobbit para que le vigile mientras se dirige a las celdas.
Las cinco celdas, están ocupadas. Las cinco, contienen mujeres pelirrojas semidesnudas y con evidentes señales de torturas. Las cinco, están demacradas y famélicas además de sucias. Sus ojos sólo demuestran tristeza y ni siquiera cuando Mâgan abre las celdas se mueven para salir. Al contrario, se aprietan contra el fondo de la celda y empiezan a sollozar...
Todos salvo Mâgan Y Téol
Ariance duerme tranquila tras la cura de urgencia aunque está demasiado débil para si quiera incorporarse. El soldado empieza a mirar la pierna de Ashram.
- Hay que sacar el virote o perderás la pierna...
Hace una seña a Darhald y a Bimbur para que sujeten al albino.
- Ésto te va a doler... - le comenta mientras le ofrece una botella de licor de endrinos con alto grado de alcohol.
Mientras el enano y Darnhald, sujetan a Ashram el soldado mira al albino a los ojos mientras pone su mano en el virote. De repente, pega un empujón. Ashram grita y se desmaya. El virote sale por el otro lado acompañado de abundante sangre...
Magân no puede evitar sentir como su alma se encoge al ver tal muestra de terror en las mujeres pero no tiene tiempo que perder en consolarlas y convencerlas para salir de aquel lugar, el humo cada vez se hacia mas denso.
- Vamos, salid de aqui si no queréis morir- las azuza a la par que da un golpe seco de su espada contra los barrotes de la celda. - Sois libres ese demonio mediano está muerto y este lugar en está en llamas, salid o pereced!!- las insta gritándolas sin compasión a pesar de sentir una profunda lástima por cada una de ellas - Manteneos agachadas o el humo os acabará asfixiando- continúa gritando como si de bestias se tratase.
Cuando acaba de hablar Mâgan, hago una seña al carcelero con la cabeza y le digo:
- Tú también. Vamos, muévete o serás tocino asado. Detrás de ellas y sin intentar nada raro o te atravieso.
Mâgan y Tèol
Parece que el denso humo que empieza a aparecer las apremia más que las palabras del soldado y las mujeres, echan a andar más que a correr, debido a su estado, ayudándose unas a otras y tambaleándose hasta abandonar la zona de las celdas. El rojizo, sale delante de Mâgan de forma presurosa y mirando al hobbit con ojos curiosos pero atemorizados.
El humo aumenta, y para cuando alcanzáis el cruce de caminos es ya denso. Delante de vosotros, las mujeres se dirigen hacia la salida. Una sombra oscura se arrastra por el suelo. Comprobáis que es el animal de Ariance, el cual, malherido se arrastra hacia la salida...
Podéis ver la luz del sol allí delante entre el denso humo que inunda la cueva. Las mujeres, caminan por delante de vosotros y el prisionero está junto a vosotros así que, Téol se queda vigilando al rojizo y dirigiéndolo a la salida mientras Mâgan, con bastante respeto, coge al animal en brazos y se dirige a la salida.
Finalmente entre toses, lográis alcanzar la salida de la mina y respirar aire limpio.
Resto
Ariance y Ashram siguen inconscientes. El soldado está curando el ojo de Bimbur cuando Tèol y Mâgan salen de mina en pos de un grupo de mujeres pelirrojas que tiene un aspecto desolador. Rápidamente, los soldados, se apresuran a socorrer a las mujeres y a taparlas con sus capas. Las mujeres aún parecen desconcertadas...
Todos
Ya estáis todos reunidos. En el exterior se amontonan los pocos soldados de D'war que han sobrevivido a la batalla, vosotros, las mujeres pelirrojas, unos cuantos prisioneros rojizos y casi una decena de mujeres y niños junto con varios animales de granja. El sitio se queda pequeño para tanta gente. El sol empieza a declinar...
Tras largos y angustiosos minutos, conseguimos salir todos fuera, héroes, villanos y víctimas. Tras frotarme los ojos y respirar unas buenas bocanadas de aire fresco, observo la situación. En pocos momentos, decido que lo más sensato será acampar, y así lo propongo a Mâgan, Darn y el resto.
- Será un viaje largo, y no sabemos si pueden quedar grupos dispersos de rojizos. Deberíamos asegurar un campamento, descansar una noche y volver en formación cerrada, para evitar tanto huidas de prisioneros como emboscadas.
Si están de acuerdo, me preso a labores de ayuda en la instalación del campamento: atar prisioneros, reunir leña, improvisar jergones para los heridos, etc.
El beórnida estaba a punto de entrar de nuevo a por sus compañeros cuando empezaron a salir un grupo de famélicas pelirrojas, y tras ellas Magan y el pequeño duende
Asintió con la cabeza cuando les vio salir, las cosas empezaban a estar en su sitio.
Yo custodiaré a los prisioneros, si alguno intenta escapar será un placer separar su roja cabeza con mi hacha.- dijo mientras la balanceaba de un lado a otro
Tumbado en el suelo observo lo que hay a mi alrededor y quienes han sobrevidido, y lo ms sorprendete es que todos, incluso Ariance, esa zorra me ha dormido, tiene suerte que no pueda levantarme...