Partida Rol por web

Los marineros apreciaron enormemente vuestra asistencia, especialmente el valiente con el que luchásteis codo con codo. Otro de ellos que había resultado herido, aunque no de gravedad, apreció enormemente vuestra magia, que le ahorró lo que hubieran sido varios días de reposo en condiciones normales.

Todos ellos aprobaron vuestras palabras y acordaron cumplirlas. La victoria fue tan aplastante que entre vuestras filas no se contó ninguna baja, pero sí entre las de los atacantes. Cuando su comandante logró volver al campo de batalla, se encontró con que todos sus hombres restantes ya se habían rendido, y conociendo el destino que le esperaba puso fin a su vida utilizando su propia cimitarra.

De un corte firme y apresurado su cuello comenzó a manar sangre hasta que, a los pocos segundos, cayó sin vida de vuelta al mar. La alegría de la victoria se esfumó al presenciar la deprimente escena, que le hizo a muchos de los presentes plantearse qué es lo que mueve a tantos hombres a embarcarse en esa clase de vida.

La tripulación continuó registrando en silencio los cadáveres de los demás caídos. Decidieron repartir todas las armaduras que se conservasen en buen estado, pero a vos no os tocó ninguna pues no las había de vuestra talla. Sin embargo, todos estuvieron de acuerdo en entregaros el bien más preciado: Una piedra preciosa que se escondía en los bolsillos de uno de esos rufianes. Su valor era desconocido pues no había ningún tasador a bordo... - ¡Podría tratarse de una valiosa joya! - Sonó una voz curiosa dentro de vuestra cabeza.

Las horas pasaron mientras el sol se escondía con lentitud en el horizonte y teñía el cielo de tonos anaranjados. Vuestra nave continuó su rumbo hacia la cada vez más cercana Tantras, la cual no tardaríais en alcanzar si no se presentaban más incidentes. Poco a poco la calma volvió a reinar vuestro viaje, acompañado de las amables olas y los últimos rayos de luz que le quedaban al día.

Rohar dejo que el viaje transcurriera tranquilamente, disfrutando de la amabilidad de los marineros, el viaje había sido todo una aventura y deseaba contarlo a su padre, ojala el capitán tuviese algo de tinta y papiro, escribiría un relato contando como el nombre de su clan resonó en medio del mar. Esperaba acordarse de sus lecciones de escritura ya que hacia mucho que no las practicaba.

Debería hablar con algún guardia nada mas bajar para que le ayudasen a llevar a todos los prisioneros al templo, esperaba que el grupo de prisioneros fuese una buena carta de presentación en el templo, desconocía cual seria la pena para el castigo de piratería, no deseaba que les mataran.

Y con estos pensamientos en la cabeza continuo mirando por la borda del barco dejando que el aire del mar golpease su cara y que sus ojos pudiesen vislumbrar tierra lo antes posible.

En efecto, tras un buen rato de estrujaros los sesos llegáis a la conclusión de que, por el pálido color amarillo pardo que presnta la piedra, debe tratarse de un cuarzo citrino. Lamentablemente, la piedra ha sufrido un desperfecto en uno de sus bordes, probablemente resultado de la reciente refriega... Pero todavía debería tener algún valor para los joyeros.

¡Recibido! Todo listo, gracias.