---Refugio bajo la iglesia de la avenida 33----
Tras bajar las escaleras desde la sacristía de la iglesia el interior cambia completamente. Un complejo subterraneo de lujo y con una decoración cuidada se abre paso en lo que antiguamente eran las catacumbas.
Hay una zona común con sillones de cuero donde los vastagos se pueden reunir a charlar y es frecuente ver al menos uno trabajando con su portátil o haciendo alguna importante llamada. La gente que habita el refugio parece educada y disciplinada por lo que la convivencia aunque distante es cómoda. No conoceis el nombre de vuestros vecinos vampíricos pero tampoco os interesa, después de todo allí solo vais a dormir el letargo.
Las habitaciones cuentan con una cama de gran tamaño y un único cuarto de baño con una amplia ducha.
*La iglesia es inventada así que no busqueis su ubicación real XD.
El coche se detuvo frente a la oculta catedral en medio de aquella impresionante metropolis. Bruno nos indicó que aquel serie nuestro refugio, dentro de una zona considerada Eliseo. Me dió gusto oir aquello, pues no tenia animos ni salud para nada que no fuese descansar en paz. Mi cuerpo está demasiado dañado para caminar por mi mismo, por lo que pido ayuda a mis acompañantes para llevarme hasta nuestra suite.
Recorro distraidamente con la mirada hacia el lugar y sus pasillos mientras era llevado a la habitación, intentando detectar el ambiente de aquel lugar.
"Si el asesino fue capaz de burlar a toda la seguridad del Malkavian y volar nuestro avión, no creo que el titulo de Eliseo lo detenga si se entera de que estamos aun existiendo."
Una vez hemos llegado a nuestros aposentos, pido se me deposite en la cama, despues de lo cual nos termina de hablar Bruno para luego irse. Aprovecho nuestra soledad para hablar con mi hermana:
- "Ven aqui, amada hermana. Recuestate a mi lado un momento y permiteme regocijarme con tu existencia. Estuve a punto de perderte y no soporto la idea de que no hubiesemos logrado llegar. Mirarte y apreciarte cada momento para mi es un sueño y tu eres, por completa, mi razón de vivir y la imagen más hermosa que me permite cada noche apreciar mi eterna existencia."
Bebo un poco de esa sangre que el Principe tuvo la amabilidad de dejarnos, para asi sanar parte de mis graves heridas, las suficientes para poder acostarme por mi mismo. Mis ojos se cierran y mi alma (Si es que tengo algo llamado así), se esconde en lo profundo, para descansar durante aquel largo día.
El ocaso abraza mis sentidos con fuerza, presionando a mi voluntad por despertar. Mis ojos se abren violentamente al sentir que la no-vida vuelve a mi y que es otra noche más para existir en este oscuro y caprichoso mundo. Me levanto solo para mirar a mi hermana y contemplar su belleza mientras duerme. Siempre he sido el madrugador, el protector. Ayer creo haber hecho bien mi trabajo como tal y eso me ha devuelto las energias para seguir con nuestra misión y con mi incansable tarea.
Ahora aprecio la belleza del lugar, sus lujos y sus comodidades. Son hermosas e increibles para aquella locación. Claramente los vastagos de esta ciudad saben de apreciarse y de sentirse comodos. Aquello me daba gusto, pues yo tambien soy un tipo que aprecia la comodidad y el buen vivir.
Sin decir palabra alguna y sin la intención de despertar aun a mi querida hermana, me dirijo al baño para darme un ducha. Una vez dentro, comienzo a sacarme la tierra y la sangre seca, que junto con mis heridas, son las unicas evidencias de nuestra terrible llegada y recibida por parte de los temidos lupinos.
Continuo con mi aseo, preparandome para la llegada de Bruno a las 11 de la noche. Siempre soy muy puntual esta vez no será la excepción.
Después del ajetreado viaje, la visión de la catedral calma un poco mi ánimo.
Catedrales, catacumbas... todo era mejor que las calles... la soledad y el silencio eran dificilmente superables para mi.
Saber que está ubicada en la zona del Eliseo también hace que me sienta algo más segura. En una zona como esa no creo que nadie se atreviera a atacarnos, la justicia Camarilla seguro que era poco transigente con ese tipo de actos.
Camino detrás de mi hermano, aunque el no lo hace... más bien le llevan. En el fondo yo he tenido más suerte que él, aunque herida puedo moverme o más bien arrastras las piernas hasta lo que serán nuestros aposentos de noche.
Dejo caer mi maltrecho cuerpo sobre uno de los sofas y me quito el calzado, muevo los dedos palidos como si pudiera desperezarlos después de una jornada de pie. La voz de mi hermano me hace centrar mi atención en él.
- "Ven aqui, amada hermana. Recuestate a mi lado un momento y permiteme regocijarme con tu existencia. Estuve a punto de perderte y no soporto la idea de que no hubiesemos logrado llegar. Mirarte y apreciarte cada momento para mi es un sueño y tu eres, por completa, mi razón de vivir y la imagen más hermosa que me permite cada noche apreciar mi eterna existencia."
Sonrio halagada por el cariño de mi hermano.
- Agradezco tus palabras hermano, y más en estos momentos en los que me encuentro hecha un adefesio después de lo ajetrado de la noche. Lamento que tu cuerpo esté tan maltrecho, bebe y sacia tu dolor.
Observo como se alimenta de lo que nos ha provisto el Príncipe, no obstante me mantengo a raya. Cuando ha terminado le hago reposar sobre mi mano y encima de la almohada.
Limpio con habilidad los restos de sangre que hayan podido quedar sobre sus labios y lo hago desaparecer dentro de los mios.
- Descansa hermano, el día sanará tus heridas y mañana podremos reirnos de todo lo que ha pasado esta noche.
Observo como su cuerpo se va quedando inerte y después le dejo rendirse al mio a la muerte.
"Lobos... Chuchos... Corriendo detrás de mi... No hay salida... No hay final... Solo Árboles... Oscuridad..."
Me despierto sobresaltada, jadeando de miedo, un jadeo exento de aire... un jadeo que solo es un recuerdo de lo que realmente pasaba cuando estaba viva.
Tomo unos segundos para serenarme y ubicarme de nuevo, después me levanto y busco algo que ponerme por la zona.
Elijo algo negro, tapado y largo.
Me acerco al baño, seguramente Alexander esté acabando ya de darse un baño. Me despojo de las ropas sucias y manchadas, después camino hacia la ducha y aparto la cortina.
- Deja que limpie mi alma a tu lado hermano, empecemos esta nueva noche con todo el esplendor de nuestra familia.
El agua que cae sobre mi cuerpo aun herido genera un pequeño dolor, algo placentero para un hombre rudo como yo. Rudo es un adjetivo que habla de mi falta de dudas al afrontar el peligro y de lo dificil que es provocar mi rendición, pero la odisea que viví desde que salimos de Italia, un avión en llamas a pleno sol, la caida durante el dia, y la busqueda y huida del bosque de lupinos, todo junto, es algo que superó mis capacidades. Por suerte lo logré y no me derrumbé hasta haber sacado a mi amada hermana de aquel infierno, o par de infiernos mejor dicho.
El olor de la sangre se va de mi piel y la tierra pegada escurré por el suelo de la ducha, mientras que solo quedan una pocas quemaduras aun en mi cuerpo. Mis musculos han recobrado su poder y mi espiritu ha vuelto a nutrirse con el sueño, la bebida y está calida agua que recorre todo mi ser, desde mi cabeza a mis pies.
La cortina se corre y veo a mi amada hermana, desnuda, en toda su belleza y abundancia, un esplendor y una visión hermosa y seductora. Sus palabras llegan a mis oidos como seda, acariciando y aliviando cualquier otra sensación. Su aroma me inunda, perfume de exquisito aroma, siquiera aplacado por la sangre y otras suciedades que le manchan, que ingresa en en mi alma y prende el fuego que siempre ha causado su embriagadora presencia a mi lado. Hago espacio para que ingrese y le ofrezco mi mano para que no resbale al entrar.
"El esplendor de nuestra familia."
Es la frase que ella utiliza, aunque no sé precisar bien a qué se refiere: ¿La elegancia, la belleza, el poder o la endogamia? Todas de ellas me gustan y me representan, y aunque jamás he tocado a mi hermana, los pocos restos de sentimientos y deseos mortales que aun me habitan claman por esa experiencia divina, religiosa.
Le contesto mientras mantengo mi posición para ayudar su entrada:
- "Por supuesto, hermana mia. Hoy comenzaremos con nuestro trabajo y lo que menos deseo es que luzcamos de una forma que no le inspiremos confianza a nuestros pares. Ven conmigo y asea tu cuerpo, tu mente y tu alma, pues necesitaremos de todas ellas para cumplir nuestro cometido."
El momento es magico, a pesar de no ser más que un pequeño receso en medio de una abrumadora tensión y un juego, en el que el más minimo paso en falso puede significar nuestra muerte total y definitiva.
Tras acabar con la 'ducha' , ambos acudis puntuales al encuentro con Bruno que os espera fuera del refugio junto a vuestro vehículo. Os saluda cordialmente y se pone al volante para llevaros ante la presencia del príncipe.
-Dejamos esta escena y pasamos de nuevo a la de trámites burocráticos-