Partida Rol por web

La mañana transcurría sin demasiados percances o molestias, todos habíais tenido tiempo de asueto suficiente para asimilar lo sucedido la noche anterior, y para recuperaros de las heridas que pudierais haber sufrido. Con un sonido sordo el hilo de comunicación de la base cobro vida, y las vibraciones  se encargaron de desempolvar los altavoces largo tiempo en desuso.

-Buenos días, espero que todos halláis podido descansar. Hay asuntos urgentes que debemos tratar sin demora, os espero en la sala de reuniones dentro de 5 minutos.- Se pudo reconocer perfectamente la voz de Heller, pese a el estado de los instrumentos, y tras el breve comunicado que pudo oírse en toda la base, la transmisión se corto.

¿sala de reuniones? Este lugar estaba lleno de pasillos, habitaciones, artefactos... era mucho más grande que cualquier construcción que recordara... y ahora debía descubrir donde quedaba la dichosa sala de reuniones. Todavía le costaba recuperarse de lo último que había vivido, sobre todo el hecho de ajustar su cabeza al neuvo paisaje que se iba formando. ¿era eso lo que habría querido aquella persona que lo guiaba pero al que nunca llegó a ver?

Avanzó, inseguro, mirando hacia todos lados, buscando algo que le señalara como llegar a la sala de reuniones.

Susan estaba de vuelta en la base después de hacer unas compras.  Recuperar sus cosas de la habitación de hotel tendría que esperar. Se había calzado sus zapatos nuevos y para estrenarlos estaba dando un paseo por las instalaciones de la base, descubriendo asombrada una habitación nueva cada vez. Escucho el altavoz. "¿Sala de reuniones....?"... pensó un segundo, "Ah si, cerca de las habitaciones" recordó y se dirigió hasta allí.

Frederick se dedicaba enteramente a su pelo, desde la llovizna se había encrespado más de lo necesario y despues de comer algo se había preparado una ducha, echando mano de un acondicionador, champu del bueno...

Mientras se daba la mascarilla y la dejaba reposar haciendo unos sudokus escuchó el alzavoz... sin haberse dado cuenta de que tenía el lápiz en la boca mientras pensaba en el pequeño mapa de números se llevó un sobresalto de alarma, el lapiz se hizo pedazos y fué a coger la diadema de su cintura, pero se paró al escuchar la voz de Heller... "la madre que lo"... "muy gracioso Heller", susurró como si su compañero pudiera oirle...

Se aclaró el pelo y se fué a la sala.

Para un segundo que tenía de respiro, para un mísero momento en el que podía olvidarme de todo, abstraerme y no pensar en lo complicada que era mi vida y en lo mucho que echaba de menos la anterior, escuché la voz de Heller y no pude reprimir un gemido lastimero, pidiendo piedad, bueno, más bien tiempo para mí.

Asuntos urgentes, asuntos urgentes, repitió mi cabeza, burlona, haciéndome poner los ojos en blanco y rodar por la cama, dejando en la mesilla el libro que estaba leyendo y suspirar de verdadero estupor.

Hubiera preferido mil veces tener que lidiar de nuevo con aquella bestia que tener que aguantar otra de las reuniones de vete a saber qué.

-Menuda mier…- comencé a murmurar, mientras me calzaba los zapatos y me arreglaba un poco pelo en un espejo demasiado sucio para mi gusto, el cual me hizo arrugar la nariz y fruncir el ceño.

Salí de mi cuarto con un enfado que trataba de ocultar y caminé hacia la Sala de Reuniones sin prisa, sabiendo que llegaba tarde, pero no quería tampoco darle la satisfacción a Heller de que podía disponer de todos nosotros las 24 horas de del día como si fuéramos un servicio de hotel.

-No vamos a cumplir todas tus exigencias, Heller- susurré para mí misma, al tiempo que doblaba una de las innumerables esquinas de aquel lugar perdido bajo tierra.