Después de una hora de trabajo, estaba hecho. Susan se seco el sudor de la frente con el brazo y no pudo evitar sonreír. Se sentía satisfecha con el resultado; ahora habría que probarlo. Se puso de pie con cuidado, tenia las piernas un poco entumecidas por todo el tiempo que estuvo sentada en "posición del loto" mientras realizaba el ritual; sus articulaciones crujieron y ella se estiro. Ahí sobre el suelo en medio de un pentágrama con varios símbolos arcanos alrededor habían un par de guantes de cuero negro. Su sentido místico le decía que el ritual había salido bien, los guantes estaban imbuidos de una magia que los haría indestructibles, que anularía el poder de Breiz... que le ayudarían a llevar una vida mas normal. Heller le había indicado donde dormía el chico. Apagó las velas que habia dispuesto por toda la habitación, cogió los guantes y fue a su puerta, llamo con un par de golpes.
-¿...Breiz?, soy Susan, ¿Podemos hablar un momento?.
Siempre le pasaba lo mismo, se encariñaba con quellas cosas que menos duraban, como la ropa que cada cierto tiempo terminaba desintegrada a sus pies. Le gustaba esa campera, le era cómoda y lo protegía de las inclemencias del tiempo, además podía usarla para dormir como manta ya que era bastante amplia. Noi olvidaba tampoco como la había usado varias veces para esconder sanguches o algún trozo de carne cocida. Podía pasarse horas pensando en esas prendas que se le iban, y siempre tenía que cambiar... aunque en el fondo él seguía siendo lo mismo.
No sabía cual era la razón por la que el alemán se comportaba un tanto diferente, sospechaba que era algo relacionada a la chica alada pero nunca lograba entender del todo a la gente. Fred parecía siempre el mismo, como un dínamo de energía inagotable. Y la otra chica, Susan, la veía un tanto parecida a él. O eso le gustaba pensar. En definitiva, terminaba armando en su cabeza el panorama que se le ocurriera, ya que no creía poder conectar realmente con nadie.
Más allá de la euforia de ciertos momentos, de los nervios y del peligro que había compartido el día anterior, del despliegue que había realizado Heller en algo que parecía ser el comeinzo de un proyecto; el joven Le Beau volvía a lo mismo. La vida es inercia, y los mutantes tanto como los humanos tienden a seguir siempre iguales, los cambios son lentos, y el entendimiento de las cosas por más obvias que sean puede costar.
Estaba seguro de que debía entrenar, por lo que había estado preparándose para eso, con las ropas que le había dejado el dueño del lugar en esas habitaciones.
Oyó varios golpes en la puerta y la voz de Susan llamándolo.
Si, claro, adelante... se acercó a la puerta y la abrió lentamente. De repente se acordó de que no habían hablado desde la vuelta en el avión, de que no sabía realmente si lo había visto desnudo. ¿Estaba molesta con él?
Su rostro se puso como un tomate y tragó saliva ruidosamente. No sabía que decir o hacer.
Susan le sonrió a Breiz; con esa sonrisa típica en ella, sin enseñar los dientes pero sonriendo a su vez con los ojos lo que hacia que se formaran unas arrugas pequeñitas a los lados de estos. Entro en la habitación de Breiz mirando alrededor, pero sin observar nada en particular.
-Ey! es mas grande que la mía.- Mintió bromeando, tratando de romper el hielo.
La Susan que entro por su puerta era un poco distinta a la que conoció la noche anterior, ya no iba maquillada y su pelo ahora estaba recogido en un moño, con un par de mechones sueltos que enmarcaban su cara. Ahora iba descalza, con los vaqueros de la noche anterior en donde se apreciaban algunos desgarrones y una camiseta de color rosa. No llevaba pulseras ni collares y la verdad se le veía mas cómoda con este aspecto. Se fijo en Breiz, que parecía incomodo con su presencia, o quizás había estado haciendo ejercicio y por eso estaba rojo. Se detuvo un segundo en sus ojos que le parecieron la mar de interesantes.
Susan se apoyo en la pared y parecía dudar un poco, buscando la manera de comenzar la conversión. Después de un breve suspiro dijo:
-Bien... iré directo al grano. Veras, Heller me hablo un poco de tus poderes... no por nada en especial, si no por que creía que yo podía ayudarte. No entiendo mucho... por no decir nada... de los poderes producidos por mutaciones, pero si sé como aislar varios tipos de energías a través de la magia... no se si lo sabes pero soy una Hechicera.- dijo y estuvo apunto de hacer saltar de sus manos chispas de colores, pero le pareció excesivo- y... bueno... me dijo Heller que algunas veces te costaba controlar tus poderes.. sobre todo a través de tus manos.- Observo las manos del chico caídas a los lados de su cuerpo y sintió un terrible impulso de cogerlas y comprobar de que se trataba aquel poder. Pero no era difícil para Susan imaginar lo complicada que había sido la vida para Breiz, aquello no era un juego. "El rey midas" pensó Susan, eso le había venido a la mente ayer cuando Heller le hablaba un poco de Breiz. Saco de uno de los bolsillos traseros de su pantalón un par de guantes de cuero y los observo unos segundos en silencio.- He creado esto... para ti... se que quizás me estoy metiendo donde no me llaman, se que no me has pedido ayuda pero... de verdad que nunca había visto una aplicacion mas importante que darle a mi magia.- dijo todo esto sin mirarle a los ojos, sintiéndose un poco avergonzada, porque sentía que era una entrometida. Por fin levanto los ojos y le miro, levantando también el par de guantes y ofreciendolos con un gesto.
Ella tambien escondía la mirada, pero no venía por lo que Breiz temía. Era evidente que había notado su turbación, y decisió mirar hacia otro lado meintras ella le hablaba. Vino, a darme un regalo... No sabía si había recibido regalos antes, había tantos momentos que no recordaba, era demasiado pequeño entonces. ¿su padre le había regalado algo, sus tíos?
La verdad es que era la primera vez que sabía lo que era recibir algo de esa manera. El corazón se le subió a la boca, todo le temblaba mientras agarraba aquellas prendas.
Mientras los miraba y no sabía que debía hacer, se acordó de algo que le habían contado alguna vez sobre su madre, Ella también usaba guantes, para no tocar involuntariamente a las personas, ahora él podía hacer lo mismo.
Sus ojos se encontraron con los de la hechicera, el labio inferior subía y bajaba Gracias... se miró la manos y le temblaban aún más. Se los colocó lo más rápido que pudo, torpemente. Le quedaban justos, eran cómodos. Perfectos. Trataré de no romperlos. La miró de nuevo y rápidamente volvió a bajar la mirada. Gracias. Volvió a repetir.
Se hizo un incómodo silencio ¿entrenan las hechiceras?
¿Entrenas..? preguntó
Cuando Breiz cogió los guantes Susan se relajo, y una sonrisa apareció de nuevo en sus labios. Los vio en las manos del chico y le gusto mucho como le quedaban.
-Gracias.-Breiz parecía algo emocionado.
-Ni lo menciones.- dijo Susan haciendo un gesto con la mano para quitarle importancia.
Esta vez no se reprimió y rápida, cogió una de sus manos y la estrecho como si acabaran de conocerse.
-Susan Carter.- Dijo presentándose, sonriendo mientras daba un firme apretón de manos a Breiz.- Perdona tenia que probarlos. Estos guantes contendrán tus poderes, no podrás desintegrarlos. Se me ocurrió que fueran de cuero negro por que combina con todo.
El chico guardo silencio unos instantes mientras veía sus manos. "-¿entrenas?", le pregunto pasado unos segundos.
-Entrenar... pues la verdad es que no lo he hecho nunca. Hice defensa personal en un Gimnasio, se me daba bastante bien, se hacer unas cuantas llaves y en teoría puedo desarmar a una persona.-Guardo silencio unos segundos y después soltó una pequeña carcajada- perdona, suena un poco tonto hablar de técnica de defensa personal cuando puedo churruscar a alguien con solo concentrarme un poco. La verdad nunca he entrenado mis poderes para otra cosa que no sea el estudio de la magia; para bien o para mal nunca he tenido que usar mis poderes contra alguien... bueno, eso hasta ayer por la mañana cuando los del ejercito intentaron capturarme.- diciendo esto apretó un poco los puños y pareció visiblemente enfadada- Pero me defendí instintivamente, salí de allí por los pelos. ¿Tu si entrenas?, sabes... ¿pelear y esas cosas? creo que debería comenzar a aprender. Lo de ayer... con el tal dientes de sable y el tío de las copias no fue jugar a las casitas. Podríamos entrenar juntos si quieres.- Dijo y le sonrió, pronto recordó que estaba descalza y que parte de la única ropa que tenia había quedado sucia e inservible después de lo de la noche anterior- pero antes tengo que buscar algo de ropa urgentemente. Los únicos zapatos que tengo son de tacón y torturan mis pies.- dijo haciendo una mueca de tristeza, recodando todas sus cosas, que tuvo que abandonar en la habitación de hotel. Entre ellas sus zapatos favoritos, unas Converse All Star regalo de su madre.
Todavía estaba algo estupefacto cuando Susan estrechó su mano. Era cálida y firme, esa sensación tan poco frecuente le recorrió la espina. Era demasiado para él, no estaba emocional y psicológicamente preparado para aquello. No sabía si aquél contacto le recordaba a aquella chica que todavía poblaba sus pesadillas o simplemente le hacía pensar en su padre. Instintivamente quiso soltarse, pero fue tarde, ya ella se había presentado Podría resultar dañada... sin embargo, confía en lo que me ha dado...
Fue tan bueno que ella mostrara su faceta habladora, que se sacara la timidez, ya que Breiz no hubiera sabido mucho más que decir. Ella tambien había perdido mucho, y parecía no importarle contarle tantas cosas. El cuerpo le seguía temblando, ya tanta charla personal lo ponía nervioso. Mientras ella se movía y gesticulaba, el muchacho miraba, todo, miraba nada, se rascaba inquieto la nuca, sobre todo trataba de observarse a sí mismo, sin entenderse. ¿Qué me pasa? Actúo como un idiota...
Parecía estar pasando por un túnel oscuro donde las palabras y los breves pensamientos parecían mezclarse, no sabía realmente que estaba haciendo, pero el ofrecimiento de ella a entrenar juntos lo sacó del trance.
Asintió con la cabeza entreno para aprender a controlar mis poderes, lo cual requiere entrenamiento físico de todo tipo... ne-necesito aprender a dominarme ¿realmente sonaba así de estúpido como parecía?
El chico parecía incomodo con su presencia; Susan se dio cuenta de que había "puesto el automático" y había estado hablando hasta por los codos; hacia tanto que no hablaba con gente de su edad!! y nunca con personas con una condición parecida a la suya, estaba emocionada y entusiasmada, pero entendió que no todo el mundo tenia por que compartir sus sentimientos. Pero aun así no podía reprimir su curiosidad.
-Y... que poderes son esos exactamente?, si puedo preguntar.- Guardo silencio unos segundos.- Sabes, yo también hago un tipo de entrenamiento para mantener mis poderes bajo control. Medito todos los días, ¿lo has intentado?- dijo recordando que ese día, por la emoción de las novedades no había echo sus ejercicios de meditación.
Pues... titubeó absorvo objetos... no la miraba a los ojos, lo evitaba luego... suceden cosas extrañas... e-eso, como lo que viste en el edificio ayer era evidente que se sentía incómodo, trató de cambiar de tema respondiendo a la segunda pregunta de la joven hechicera He tratado algunas veces de cerrar los ojos y concentrarme... pero me es muy difícil. Se me da mejor lanzando cosas o haciendo ejercicio... tragó saliva pero nunca alguien se ofreció a enseñarme así. Movía las manos nervioso, no sabía dónde ponerlas.
Susan no pudo evitar sonreír, no con la intención de reírse de Breiz si no por que pensaba que ella estaba poniendo nervioso al chico sin proponérselo y eso le hacia gracia.
-Si... vi como las balas se desintegraban al llegar a tu cuerpo... Pues si quieres podemos intentar lo de la meditación juntos, solo hay que buscar un lugar tranquilo por aquí. Al principio es difícil pero lo importante es no rendirse.- Guardo silencio unos segundos, estuvo apunto de reírse por que pensó que aquello pondría mas nervioso a Breiz pero se contuvo; de pronto se puso seria nuevamente- ¿Oye y como fue que llegaste aquí?... - Le habían contado, que lo habían rescatado de los militares, pero quería escucharlo de los labios de Breiz. "quizás se anime a hablar un poco" pensó Susan.
La chica sonreia con cada frase que Breiz soltaba ¿o era otra cosa? Realmente tiene una linda sonrisa
No podía pensar en mucho más. Miraba hacia todos lados, y terminaba cayendo en esa sonrisa. Su mano izquierda comenzó a rascar su antebrazo. ¿Qué hago..? Digo, ¿algo? intentó sonreir, la mueca nerviosa que se dibujó en su rostro denotaba que no estaba en control de sí mismo. Ni un poco. ¿y si me voy..? ni hablar... no... lo estoy arruinando todo... la chica me invita me...
Yo... yoo... puess tosió ruidosamente, parecía que la lengua se le había trabado y se estaba ahogando con su propia saliva.
Estaba atrapado. Lo-los a-agentes del gobierno me tenían... en un camión.
Comenzó a mover ambas manos, tratando de gesticular algo sin mucho sentido, como buscando palabras o ideas que se le habían escapado. Mientras las movía cayó nuevamente en la idea de que tenía esos guantes nuevos, y que no sabía que haría con eso. La idea del regalo le hacía sentir tan raro.
Heller, Fred y A-Angela me sacaron de allí. Y... bueno... a-aquí estoy...
Cuando finalmente pudo hilar un relato coherente se sintió algo aliviado consigo mismo. Se notó en el cambio de expresión de su rostro, aunque el corazón le martilleaba aún, y le bombeaba excesiva cantidad de sangre en sus mejillas.
Le dedicó a Susan una amplia sonrisa ¿Qué otra cosa podía hacer?
-Pues yo estoy encantada de conocerte, de conocerlos a todos!- dijo Susan animada. Ahora si estaba segura de la incomodidad del chico y no quería molestarlo mas; quizás la situación lo ponía nervioso; el hecho de estar los dos solos en la habitación de él. Pensó que se desenvolvería mejor si había mas gente- Voy a ir a picar algo en la cocina, vienes?.- dijo dirigiéndose resueltamente a la puerta.
pasamos a la otra escena a ver si nos reunimos todos? ^_^
La chica estaba resuelta, y Breiz no tenía palabras que decir ya. Quizá no era momento para ir a entrenar, así que la siguió sileciosamente hacia la cocina, siempre dos pasos atrás de ella, dejándola que marque el camino. Llevaba la vista hacia abajo y trataba de controlar su respiración.
Pues si, a ver si aparece el resto.