Hatcher y Cortés cabalgan a toda velocidad en dirección a la granja de los Thompson, casi en el mismo instante en el que llegan hasta ella, Jack les alcanza.
Los tres hombres se encuentran ante aquella espeluznante escena. La granja está completamente envuelta en llamas. El viejo letrero de madera, el cual presumís que estaba colocado sobre la puerta de la granja, había sido reducido a cenizas casi por completo, tan solo unas letras "mpson" dejan constancia de lo que horas antes habría sido el letrero de bienvenida a la granja. Bajo él, tumbado sobre el porche boca abajo, véis el cadáver de un hombre consumiéndose por el fuego. Su brazo derecho sujeta otro pequeño cadáver contra su pecho. Ambos arden a las puertas de su casa en un fallido intento del padre de salvar a su hijo.
Jack contempla la escena y toma un pañuelo para ponerselo en la boca intentando contener las arcadas que le producen esta escena tan sumamente de mal gusto. Se gira para ver si hay alguien más por alli cerca a quien preguntar que ha ocurrido y quien ha echo esta barbaridad.
La escena era desoladora. Extraída directamente de las peores pesadillas del bueno de Cortés. Solo en el mundo onírico hubiera imaginado que sería testigo de un horror semejante. Padre e hijo, ardiendo sin esperanza en la granja que había sido su hogar y que se había convertido en una trampa para ambos.
Dos lágrimas ruedan por las mejillas de Cortés, arrastrando con ellas mugre y polvo y dejando dos blancas líneas a su paso. Una era de tristeza. Fluía por la pena de ver a aquellas buenas gentes como parte de una tragedia tan atroz que no podría borrarla de su mente. La otra era de rabia y se deslizaba por su mentón con una promesa de justicia alimentada por la venganza.
Antes de que ambas perlas de agua salada tocaran la superficie polvorienta de la finca de los Thompson, Cortés salta de su montura y se cubre la boca con el pañuelo, comenzando una carrera decidida hacia el porche del edificio. Iba a sacar los cuerpos de los Thompson de ahí. Era lo único que se podía salvar y lo único que podía hacer. Todo lo demás estaba siendo consumido por las llamas. No tenía esperanza de encontrar a nadie con vida en el interior de aquel infierno.
Si estaba en su mano, les daría cristiana sepultura a ambos. Lo menos que se merecían aquellos pobres diablos era no quedar desfigurados el día de su muerte para que sus seres queridos pudieran llorar sobre una cara reconocible.
A cada paso que daba, su odio por Parson era mas y mas fuerte...
Jack observó al hombre que se disponía a sacar los cuerpos, o al menos lo que quedaba de ellos, del incendio y se acercó a él.
- Permitame amigo que le ayude.
Y sin decir nada más ayudandose con lo que sea retira escombros para poder sacar los cadáveres. Para sofocar las llamas se basta con una tela fuerte que lleva debajo la silla del caballo. Intentó apagar los cuerpos para que pudiera quedar algo de ellos.
Desde dentro de la casa podéis escuchar el llanto y los gritos desesperados de una mujer. Parece que aquel hombre y su hijo no eran los únicos que se encontraban en la casa en aquel fatídico momento.
Cubriendo su nariz y su boca con el pañuelo que llevaba anudado a su cuello, Doc se adentra en la casa armado de valor sin dudarlo dos veces. Se apresura a buscar a aquella mujer, quizás aún pueda sacarla de allí con vida.
Esperen aquí! - os grita mientras le perdéis de vista adentrándose entre las llamas.
Pasan los minutos, los gritos de la mujer cesan, pero ni ella ni Doc aparecen por la puerta.