Partida Rol por web

-...Parece que ya se despiertan, señor...-
Las voces se repetían en vustro cerebro como una erupción de dolor punzante en la nuca. La luminosidad asaltaba a vuestros ojos obligándos a entrecerrarlos. Poco podíais hacer.
-Adminístrales otra dosis, doctora...-
-¿Esta seguro? Es peligroso...-
Poco a poco vuestras mentes se fueron despejando y ese incipiente dolor se convirtió en una balsa de aceite en la base del cráneo. Empezabais a tomar consciéncia.
Abris los ojos. Pero no acabais de reconocer a nada ni nadie de lo que os rodea. Aunque el sitio os resulta familiar...

Por el rabillo del ojo veis a una enfermera que sostiene una caja de inyectables junto a tres hombres armados vestidos con uniforme de la armada del Príncipe.
Os sorprende llevar encima únicamente la clasica bata de hospital y tumbados en unas camillas.

Abro la boca intentando articular alguna palabra pero solo me salen unos débiles sonidos guturales. Todo está borroso pero creo reconocer a Karl en una de las camillas, es un alivio... más bien es un milagro.

Muevo el brazo para intentar levantarme pero me duele todo. Pongo todo mi empeño en ello pero al final desisto y vuelvo a reposar mi dolorido cerebro en la almohada.

- Que está pasando?... - consigo decir al fin.

La luz me cegaba según abrí los ojos, produciéndome un dolor de cabeza que era cmo si alguien tuviera mi cerebro en sus manos y lo estuviera apretando a conciencia. Cerré los ojos de nuevo. Traté de volver a abrirlos, ya que aunque no escuchaba nítidas las voces, sabía que no estaba sola, aunque tampoco esta vez obtuve mucho mejor resultado. Tras varios intentos, al fin conseguí dejarlos abiertos, aunque aún había demasiada claridad. Estaba desorientada, pero parecía que por alguna razón estaba en una enfermería o un lugar parecido, pero había demasiada seguridad para ser algo normal. La situación no jugaba mucho a mi favor, pero aún así sonreí al pensar que lo habitual es que fuera yo la que observara a los pacientes abrir los ojos tras un accidente, no abrirlos yo y ver cómo otro médico me trataba, que era bastante menos grato.

Sabía que me iban a decir que me estuviera quieta, pero aún así traté de incorporarme un poco, para observar co más detenimieto mi situación y ver quién era el encargado de tratarme.

- ¿ Qué ha sucedido? ¿ Quién es el médico ? ¿ Y por qué hay gente armada en una enfermería? - Pregunté todo seguido, auque no demasiado alto, ya que notaba la garganta como seca.

Todos los sonidos a su alrededor eran como maquinaria pesada chirriando y golpeando en la base de su craneo.

-¿Donde demonios estoy?- pensó -Arg, lo que está claro es que no estoy muerto ¡Menudo resacón!-

Poco a poco empezó a escuchar con más claridad, pero no se atrevió a abrir los ojos aun.

La voz del operario Boucher cerca le reconfortó, al menos uno había sobrevivido junto a él. -Que tragedía- aun no se atrevía a hablar, solo a pensar en que otro estupido accidente que podría haberse evitado, había acabado con la vida de a saber cuantos obreros. -maldito seas Mike- refunfuño para si mismo.

Entonces la angelical pero dolorida voz de la Dra Fischer le devolvió las ganas de abrir los ojos. Miró a su alrededor y la localizó. No veia con claridad, pero seguro que era ella. Tras intentar durante unos instantes enfocar la imagen para mirarla, se ruborizó al imaginarse a sí mismo en esta escena y decidió girar la cabeza e intentar disimular. Ya era la segunda vez en un dia (había perdido la noción del tiempo) en el que estaba distraido por culpa de la Dra, realmente empezaba a sospechar que le gustaba y eso no era bueno, solo una distracción que le había llevado a esta situación.

Se torturó un poco más e hizo el intento de averiguar lo que había y estaba pasando.

-¡Mierda, el disco!- Dijo al fin al darse cuenta de que no vestía su mono de trabajo.

El espacio a su alrrededor era vacío y blanco. Hellmuth se hallaba flotando en mitad de él. Sin punto de referencía alguno. Un sonido de un corazón latiendo se escuchaba de fondo. Cada vez latía más lento. Hasta que el transcurir del tiempo se detuvo definitvamente. Pero... que és el transcurrir del tiempo? tan solo una mera ilusión formada por nuestras mentes. Helmuth desde hace mucho tiempo lo sabía muy bien .... demasiado bien... .

De golpe su mente empezo a formar una de estas ilusiones. Se hallaba sentado en un pupitre de una clase de la academía en la que había ido cuando era un estudiante. Se miro las manos y no tenian el aspecto arrugada con el que se había acostumbrado, o más bien resignado, a verselas. Su piel era tersa y blanca como la de un joven de 20 años. En el fondo había un porfesor dando una clase sobre el tiempo y su significado. Helmuth se dio cuenta que algo no encagaba. Desconectó de la clase mientras empezó a dar vueltas a este misterio. Muchas formulas matemáticas se conectaban entre si, entrelanzandose como serpientes en pleno acto de apareamiento.Un momento de iluminación. De golpe todo apareció tan claro!.  Como había podído ser tan estúpido de no haberlo visto antes? Como nadie se había dado cuenta hasta ahora?. Una voz familiar le interrumpió. Era su profesor.

- Parece que el señor Bohr esta en uno de sus frecuentes viajes astrales- se dibujo en su cara una sonrisa maliciosa mientras todo el resto de compañeros de clase empezarón a reir- Vijile señor Bohr. Ya ha suspendido dos veces este curso. Si lo suspende una vez más le hecharemos de la académia

Helmuth se levanto y con una sonrisa sarcástica dijo

- Se equivoca señor profesor. YO no he suspendido, usetd si-seguidamente se levanto y,sin mediar palabra, se marchó por la puerta que daba al pasillo.

 Al cruzar la puerta se volvio a hallar en el vació blanco. De golpe aparecieron un grupo de luces muy fuertes dispuestas en una especie de círculo como si se tratara de un OVNI que estuviera apunto te aterrizar encima suyo. El vació se fue diluyendo. El OVNI se fue transformando en una lámpara de una enfermería, las típicas que se utilizan encima de las camas de operaciones. Varios medicos y enfermeras le miraban desde arriba. Había un medico que le hablaba. Movía la boca pero no escuchaba ningún sonido.Solo el latido de un corazón y de fondo un pitido. Poco a poco su percepción auditiva fue volviendo a la realidad.

- Doctor Boh? me escucha? esta usted conciente? doctor bohr?- le decía el medico apuntandole con una pequeña literna en los ojos.

Bohr instintivamente le agarro el brazo, aparto la linterna  y , mientras se le pusieron los ojos como dos platos mirando al vacio, dijo con un tono de sorpresa casi como una exalación

- El tiempo!- fijo la mirada al doctor, relajo su tono de voz y prosiguió- el tiempo .... no es más que una ilusión

Las literas donde os encontrabais, se repartían en un semi-circulo. De manera que podíais veros los unos a los otros.
Al cabo de unos instantes, uno de los soldados se acerca a vuestras literas. Parecía gobernar por encima de los demás, de manera que deducisteis que era algún tipo de oficial.
-Parece que nuestros polizones se han despertado...- Empieza el hombre con un deje de menosprecio. -¿Se puede saber cuando os colasteis?-

Aun estais un poco aturdidos, aunque ya vais tomando conciencia de vuestro entorno. Os encontrais en una enfermería. Pero no se trata de la enfermería de la base Sigma, sino de la sala médica de una nave estelar. Desconoceis cómo habreis llegado hasta allí. Lo último que recordais es el terrible accidente y vuestros cuerpos flotar enmedio de una luminosidad cegadora.

-Teneis pinta de colonos civiles.- Sigue el hombre con la misma actitud en su tono. -¿Como cojones...? Bah! No es necesário. El capitán os sabrá hacer cantar... he, he, he...- Su risa parecía más bién el chirrido del metal oxidado. -¡En marcha!-

Entonces las camas empezaron a levantarse hasta colocarse de forma vertical, de manera que os quedais de pié. Entonces os dais cuenta de que no estais solos. Maxi también estaba.
Los dos hombres armados se acercaron mientras os encañonaban.

-Eh jefe!- Exclama Maxi. -No creo que esto haga falta!-
Comentario que le hizo ganar un buén culetazo.
-Vale!, Vale!...-Se rinde mientras empieza a caminar a empujones. Recibís el mismo trato.

 Karl no opuso resistencia, estaba claro que todo era un malentendido y se arreglaría en cuanto tuviesen la oportunidad de explicarse ante el capitán.

Pero algo en las palabras del oficial le turbaba, ¿acaso pretendían torturarles?

Estaba claro que los políticos eran malos bichos y que los cientificos de posción podían resultar pedantes, pero el ejercito le causaba pavor.

Nos estaban tratando como si estuviéramos invadiendo su nave.. pero no era eso lo que más me preocupaba, aunque debería haberlo sido. Lo que verdaderamente tenía en mente es cómo habíamos llegado a esta nave, ya que al menos que las teleportaciones sin ningún tipo de explicación fueran posibles, cosa que científicamente deshechaba totalmente como opción, no deberíamos de estar aquí.

Al menos, me alegraba de no estar sola, aunque él no estar sola significara estar con gente que apenas conocía, bueno, quitando a Maxi claro, lo que me llavaba a otra pregunta. ¿ Dónde estaban Mike y los niños ? Esperaba que nos les hubiera pasado nada malo, tenía demasiado cariño a mis ya considerados sobrinos.

Viendo que no estábamos en condiciones de decir nada, casi ni de respirar, por la reacción de los militares, continué el camino que nos marcaban en silencio. Tenía fe en que todo esto no fuera más que un malentendido.

Que demonios ha pasado? si hace nada pensaba que estaba muerto enterrado por toneladas de acero! Sera cosa de Mike? si... el sabía algo que no me quería contar cuando metió a Fischer en todo esto... o... tal vez sera cosa de lo que descubrimos allí dentro? maldita sea! ahora que habiamos llegado al punto más interesante de la investigación! no soporto que pasen estas cosas!

- Esto esun ultraje! No somos ningunos polizones! exijo saber que ha pasado aquí! como es que estamos aquí??!! - un golpe con la culeta de un rifle lo hizo callar en seco- Vigila con lo qe haces alacrán vestido de militar! exijo hablar con tu capitán!- otro coletazo lo hizo callar otra vez. Poco podía hacer un hombre de constitución débil como la suya contra unos militare fornidos como ellos así que se dejo llevar por la situación.

 Karl observó de reojo a sus compañeros buscando complicidad en sus rostros, debía intentar sosegarlos o acabarían muertos a manos de estas bestias.

Fue entonces, viendo la cara de desconcierto de la mayoría de ellos, cuando cayó en la cuenta de la extraña situación que estaban viviendo.