El interior es un vórtice que todo lo engulle y nada escapa de él. Así es el corazón de los Pecadores que han abierto la caja de Pandora y los ángeles en desgracia acudieron al llamado las suplicas con la única finalidad de terminar la desdicha de sus existencias.
Para muchos el viaje ha terminado, porque sus acciones nunca cambian pese a tener una segunda oportunidad en el Purgatorio sobre la tierra del Hombre. Para los pocos la travesía acaba de comenzar en un final que florece como una flor sobre una tumba cuyo contenido nutre a la agraciada planta.
Todo tiene que acabar... sin importar como.
La lluvia de plomo detiene en el acto al asesino de Julie. Harry vacía su segundo cargador y Aaron destruye las rodillas del verdugo inmortal logrando que este caiga al suelo y ganando un tiempo invaluable hasta que sucede la apertura de la puerta.
Entretanto la combinación de las válvulas es resuelta por Jules con ayuda de James y Aaron. Al parecer ellos recuerdan algo de un evento pasado en el bosque.
La acción libra los torniquetes de la entrada y ahora se puede acceder a la misma que por mera casualidad acaba de entreabrirse liberando un torrente de luz cegadora.
El finísimo rayo de luz es tan potente que ilumina todo el nivel, incluso sus más recónditos espacios y provoca malestar y daño a los Guardianes del OtroMundo. Las dos criaturas inmortales buscan cobertura del haz luminoso, por ende esa retirada temporal brinda el tiempo suficiente para que todos los sobrevivientes puedan huir por allí.
Aunque aquellos que despertaron en la celda sienten un peso enorme en sus cansados cuerpos y sus pasos terminan siendo una tarea hercúlea. Algo en sus interiores les atrae hacia la luz, aunque eso signifique su perdición hasta donde sus mentes puedan comprender.
Entonces la luz cubrió a todos hasta llevarlos al nuevo mundo. El corazón del Otromundo abría sus brazos a los sobrevivientes...