Partida Rol por web

[SoE] Loch Varn

[Cosas del Director]

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20/01/2016, 12:34
Narrador
Sólo para el director

Arven

Descripción

Arven es una mujer valiente y comprometida que cree en los valores de la caballería. Sueña con unirse a la prestigiosa orden de los caballeros Hilderins, pero incluso un simple rango de caballero al servicio de la familia Mac Lyr cumpliría sus espectativas.

Tiene una salud frágil, defecto que no puede perdonarse a sí misma. Trata de duplicar sus esfuerzos y su audacia para compensar su aliento débil, lo que la puede llevar a realizar actos imprudentes.

A pesar de su belleza, Arven no piensa en romances o matrimonios y hace un par de años fácilmente la habrían calificado como un marimacho. Sin embargo, Aessan ha hecho todo lo posible por suavizar el comportamiento de su protegida. Además, le ha enseñado algunas baladas de soldados que han hecho que Arven piense en algunas aspectos de la vida de un guerrero que nunca se había planteado: la muerte de un camarada de armas, amores predestinado a romperse por la llamada a las armas, heridas incapacitantes, el miedo, la edad... Su resolución permanece intacta, pero empieza a entender que sus ideales serán probados duramente y con frecuencia.

 

Historia

Arven nació en Melwan. Pronto se hizo amiga de Yldiane, pues las dos niñas fueron criadas por el mismo Dàmàthair y compartían el mismo espíritu aventurero, que las llevó a hacer más de una tontería y a soportar sus consecuencias. Sin embargo, al contrario que su amiga, Arven rápidamente desarrolló cierto gusto por el entrenamiento militar. El salvaje ataque de los Feondas a Melwan hace siete años selló su vocación como luchadora.

Rota por la muerte de sus padres durante el ataque, juró matar a todo aquel que se atreviese a enfrentarse a Melwan, ya fuese humano o Feondas. Tras varios años de aprendizaje, su coraje y audacia la hicieron destacar entre sus compañeros y fue a trabajar para la familia Mac Lyr. El caballero Aessan se convirtió en su mentor y ella encuentra a un sólido aliado en él. La joven ha desarrollado sentimientos conflictivos por el guerrero y hace todo lo que puede por ganarse su respeto y reconocimiento.

A pesar de ser una campesina, Arven sabe que con el respaldo de un noble puede convertirse en caballero, una ambición por la cual no deja de esforzarse casi obsesivamente. No le importan los títulos o tierras, pero se siente atraída por los valores militares que ensalzan el arte de la guerra, valores sin los que un guerrero es poco más que un animal salvaje de acuerdo a la mujer.

Arven aún no ha decidido si, llegado el momento, solicitará el acceso en la orden de los Hilderins o si seguirá al servicio de los Mac Lyr. Aessan le ha dejado claro que una carrera en los Hilderins requiere un gran respaldo, pero que puede conllevar gloria y reconocimiento. Por el contrario, quedarse con los Mac Lyr puede interpretarse como falta de ambición, aunque defender el valle de sus amenazas es también una honorable tarea.

...El regreso de su amiga Yldiane la preocupa: le gustaría escuchar las historias de sus viajes como Varigal, pero teme que se haya convertido en una granuja, dedicándose a pequeños hurtos y conspiraciones, lo que acabaría con su amistad para siempre.

Notas de juego

Ariakan escribió:

Arven: La joven estaba cansada. Había estado entrenando toda la noche y eso le había pasado una factura muy alta. Era consciente de su debilidad física, pero aún así, a base de tesón y pura fuerza de voluntad, acudió aquella mañana a primera hora para completar su entrenamiento matutino. 

Cogió su espada de madera y comenzó a golpear al 'palus' con todas las energías restantes, que no eran muchas, pero jamás desfallecería, como no lo hicieron los héroes de la antigüedad. Preserveraría costase lo que costase.

Se le acercó un soldado, que la miró con una sonrisilla estúpida, de aquellas que parecían decir '¿una mujer peleando? vaya pérdida de tiempo'

Arven se dio cuenta y se giró hacia él, empapada en sudor, aunque apenas hubiese empezado

-¿De que te ries? ¿es de mi?- no le gustaba la gente que se comportaba de aquella manera

El soldado contestó con aquella sonrisa estúpida

-Pues claro ¿de quien iba a ser si no? no hay aquí nadie más, golpeas de manera alocada, y te cansas pronto, será por ser mujer-

-Pues si tanto te hace gracia, desenvaina y crucemos espadas, así verás mi destreza-

-Pero niña!, ¿Que vas a hacer contra una espada de metal, con la tuya de madera?-

Solo había determinación en su mirada, y ciertamente, algo de imprudencia

-Desenvaina-

Lo siguiente ocurrió rapidísimo, el soldado, aún sonriente, desenvainó su espada corta, y Arven se lanzó contra él, rápida como un rayo, usando la reserva de energía que le quedaba, el soldado poco pudo hacer ante su rapidez, y la muchacha le golpeó en el pecho y el rostro, con la rapidez de la picadura de una serpiente. Su oponente se quedó sorprendido en extremo.

-¿P-p-pero como?- solo acertaba a decir

-No me subestimes, nunca, ni a mi ni a nadie-

Se giró y volvió a su entrenamiento, jadeando por el esfuerzo titánico anterior.

perenzal escribió:

Arven tosió de nuevo, y a continuación se cubrió la boca con un pañuelo. Cómo odiaba ese maldito helor que terminaba por minarla. Cómo odiaba no poder participar de la contienda, en cumplir con los deberes y obligaciones propios de su condición. No aquel día. Se incorporó en el rudo camastro del establo. Trató de incorporarse con dificultad. Después de cuatro intentos consiguió ponerse de pie. Luego trató de dar un paso sin desplomarse, afianzándose al suelo todo lo posible. La pocilga en la que estaba escondida daba vueltas y vueltas. Cómo odiaba aquel lugar. Dio un paso. No pienso quedarme aquí mientras otros se dedican a ayudar a esta gente. Dio un paso. No pienso permitirlo. El enfrentamiento acabará de comenzar ahora. Todavía estoy a tiempo. Dio un paso. La puerta estaba cerca. Esto era una prueba. Sir Ahram jamás permitió que nada se interpusiera en las batallas. Dio un paso. Sir Urvalor se mantuvo firme tres días en combate sin comer siquiera. Un simple resfriado no podía vencer a un guerrero.

Despertó ya a la noche. No había llegado a dar el paso siguiente. Un desmayo era algo impropio de quien pretende grandes gestas contra el mal.

-¡Maldita sea!- gritó. Y dio un puñetazo en el suelo. Fibras de heno saltaron volando a su alrededor. ¡Maldita sea!- Repitió.

Luego ya pensó en que si el combate no había resultado a favor de los suyos más le convenía cerrar la boca y prepararse para luchar. Ni siquiera tenía la espada. Sacó su daga y de nuevo trató de levantarse. La puerta, esta vez desde fuera, comenzó a abrirse. Arven empuñó el arma con todas sus fuerzas. No permitiría que el mal venciese. Que nada la venciese.

-Venid.- Dijo impasible.

darofar escribió:

Sus pasos cansados la arrastraban hasta el borde de la ciudad, apenas podía sentir los dedos de las manos enfundados entre las pieles de su improvisado ropaje invernal. Algunos copos de nieve se resistían a fundirse y se arremolinaban encima de aquel lodazal. El frío y la humedad no habían podido hacer mella en su determinación, tampoco el hambre. Pero su cuerpo no opinaba igual. Un paso tras otro arrastraba sus botas hasta el linde de aquel poblado en busca de calor. 

-Valor.

En su cabeza seguía recordando la cacofonía de las risotadas salvajes de aquellos delincuentes. La habían tirado de su caballo y la habína despojado de sus bolsa de oro. Entre varios por sorpresa pudieron flanquearla y arrebatarle sus pertenencias, pero no se arreisgaron con el filo. Al menos conservaba su espada. Al principio corrio tras ellos, esperaba que su montura quedase rezagada en algún momento pero el destino no deparaba tal suerte para Avren. Tuvo que caminar.

Y había caminado sin descanso una noche y un día enteros.

El bullicio de la taberna en aquella tarde fría era inconfundible. Solo siete casas conformaban el pequeño poblado, de todas ellas emanaba humo negro por sus chimeneas. Era una cruda tarde invernal y la actividad había cesado mucho antes que de costumbre ¿O quizá es que era ya tan tarde?

Se cruzo con dos figuras que la ignoraron por completo sumidos en el calor de sus grandes gabanes. Ella se dirjió a la construcción aledaña al gran salón de madera. Allí deberían estar los caballos. No se equivocaba. Lo que no podía creer es la suerte no solo de encontrar su caballo, sino ademas al mas joven de los asaltantes entretenido preparando una pequeña mesa con un juego de dados y dos banquetas alrededor de un hogar que alimentaba de calor a los jamlegos.

-Fé.

Antes de ser vista se deslizo entre las sombras y esperó. Pronto de dentro de la posada otro de los jóvenes asaltantes salió con las manos llenas de comida y bebida caliente. Se sentó a la mesa improvisada entre amenazas, burlas y aspavientos. Avren salio desde las sombras y se plantó en medio de la caballeriza con la espada en mano.

-Levantaos- dijo con un hilo de voz que resultó mucho menos imponente de lo que suponía -Defended vuestras miseras vidas con lo que tengais puesto-

Aquello fue todo menos limpio. Cuando todo se hubo calmado tenia un corte en la pierna derecha y tres costillas rotas. Los caballos estaban muy nerviosos, pero nadie había venido a comprobar que sucedía. Los dos jovenes delincuentes yacían en el suelo con un tridente y una oz en sus manos. Los gorgogeos de uno de ellos la sacó de su pequeño trance. Se acerco a él, podía ver en sus ojos el miedo de la muerte cuando gentilmente deslizo su daga entre las costillas del muchacho y le dio muerte. 

No podía mas, estaba agotada. La mesa y las butacas habían quedado por el suelo, al igualq ue las bebidas calientes. Pero pudo comer algo de la hoagza de pan y el trozo de queso, a pesar de estar machados de barro, estiercol y paja. Se recompuso con dificultad y se dirjió a la entrada de la taberna. Aún quedaba uno de ellos, de sus antiguos compañeros de camino. Uno de os delincuentes que le dejaron tirada en medio de los paramos de aquel lugar confiando en que una mujer menuda y debil como ella no podría sobrevivir.

Avren franqueo la puerta de madera y se zambulló en el calor del gran salón con su espada en mano y su figura erguida.

-Justicia.

Elara escribió:

Arven se levantó bruscamente golpeando la dura madera de la mesa con ambas manos.

-¡Inconcebible!-dijo con un tono de indignación acompañado de un siseo de dolor tenue. La madera se había cobrado una venganza al ser golpeada y ahora podía notar como las palmas de las manos le ardían por el golpe.-¿Y permitís que cuatro... cuatro...?-dio un paso hacia atrás pero titubeó en su discurso al notar las patas de la silla, que había volcado con el ímpetu del levantamiento, contra las piernas. Miró hacia atrás comprobando que no fuese ninguna triquiñuela facinerosa y retomó lo que decía- ¿Y permitís que cuatro mamarrachos vengan y destrocen el lugar noche sí y noche también? ¡Inconcebible!- cuanto más decía esa palabra más indignada sonaba- ¿Qué será lo próximo?¿Darles las gracias por la cerveza vertida, las mujeres profanadas y los maridos abiertos en canal?- sacudió la cabeza negando con viveza aunque el gesto bien le dejó un mareo que tardó varios segundos en disiparse. Sentía la boca seca y la garganta rasposa.

-Yo me encargaré, sí, señor. Si unimos fuerzas- ése era el momento culmen del día, el momento en que su arrojo se contagiaba al resto y todos se unían como un solo ser en pos de la justicia en aquel villorrio casi abandonado-podremos con todo, juntos somos invencibles, ¡ellos son menos y no cuentan con que prestemos resistencia!

Algunos hombres más corpulentos que ella se incorporaron y sintió el calor extendiéndose por sus venas, euforia, victoria. Los hombres se acercaron y una sonrisa se dibujó en los labios.

Hasta que su boca dio contra el frío suelo de la calle. Tardó varios segundos en hacer que su mente le dijese qué había ocurrido hacía escasos segundos, cuando el valor y el sentido de la justicia y el bien hacer había imbuído el corazón de todos.

De todos no, aquellos aldeanos bastante tenían con sobrevivir a las visitas de los asaltantes (que, si bien hacían grandes daños también pagaban relativamente bien y nunca destrozaban lo suficiente como para dejar inútil el principal punto de reunión de la aldea) como para hacer caso a los delirios de grandeza y pureza de una loca errante que ni le iban ni le venían sus asuntos así que, antes de que la hora de la "fiesta" llegase, lo mejor era echarla y seguir viviendo sus vidas.

Arven tosió contra el empedrado, levantando una nube de polvo de entre sus grietas y se pasó la lengua por la boca buscando la herida que le llenaba la boca de sabor a óxido. De nuevo sus buenas intenciones caían en un saco vacío y había recibido la más ingrata de las respuestas. El desprecio había sido tal que ni se habían quedado fuera para jactarse de cómo mordía el polvo así que ahí estaba ella, sola, con su dignidad y sus ideales.

Pero eso no iba a detenerla. Si aquella panda de catetos babiecos no querían ayuda y preferían ser destruidos ella los salvaría sola... más adelante, cuando "sola" significase con un grupo de aguerridos defensores de todo lo bueno, lo virtuoso y lo que merecía la pena en aquel mundo.

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20/01/2016, 12:35
Narrador
Sólo para el director

Ean

Descripción

Ean es un hombre joven, con una gran determinación. Una vez toma una decisión nada puede pararle. Suele ser el que apuesta más alto, pero no se preocupa en particular por sus promesas. Paciente y observador, Ean es astuto, aunque sus mayores cualidades son su perseverancia y tenacidad. Su moral es flexible y no precisamente rígida. De hecho, muchos le podrían considerar abiertamente inmoral. En más de una ocasión ha tenido problemas acostumbrándose al comportamiento de los montañeses, que se preocupan más de su propio interés que los habitantes de la ciudad, y son mucho menos respetuosos con la vida privada de sus vecinos.

Normalmente se guarda sus observaciones para si mismo y, aunque a menudo se harta de la ingenuidad agresiva e idealista de Arven, Ean no puede negar que se siente atraido por la joven y en ocasiones lamenta su propia falta de convicción en comparación a la chica.

 

Historia

Ean nació en Tulg Naomh, la capital del ducado de Tulg, donde sus padres tenían una curtiduría de cierta reputación. Desde pequeño mostró cierta habilidad para la arquería y pronto acompañó a su padre en las expediciones a campo abierto, en las que obtenía pieles de calidad para el negocio familiar. Sin embargo, Ean aspiraba a algo más y la vida en la ciudad pronto le mostró una forma diferente de utilizar sus habilidades.

Inicialmente se dedicaba a espiar conversaciones ajenas y realizar pequeños trapicheos por el mero hecho de romper la rutina. Aunque le divertía la sensación de peligro, se empezó a mostrar mucho más precavido cuando descubrió algunos secretos desagradables de gente supuestamente respetable. Se volvió bastante cínico y, con el paso del tiempo, empezó a espiar a otros para cualquier contratante anónimo. La información que recogía de sus objetivos tenía tan pocas posiblidadesd de escapársele como los animales que cazaba.

Junto con los beneficios de su trabajo, llegó la rivalidad con una joven conocida como "Azurine" por el azul grisáceo de sus ojos, el único rasgo visible que dejaba entrever el visor de su yelmo. Más de una vez los dos espías habían buscado la misma información. Ean quería saber más sobre la misteriosa chica, pero nunca consiguió descubrir su identidad. Aparentemente no tenía vida pública y parecía vivir en las sombras de Tulg Naomh. Sin embargo, un evento repentino hizo que Ean tuviese que abandonar su ciudad natal sin llegar a resolver este misterio.

Una noche, mientras buscaba una pista sobre unas entregas sospechosas, Ean escuchó una conversación entre un influyente caballero y un oficial de la Casa de la Moneda, la institución real que trata con el transporte y la fabricación de fondos. La discusión trataba sobre la apropiación indebida de una importante cantidad de Daols. Desafortunadamente, Ean fue visto y tuvo que abandonar la ciudad para escapar de la ira del corrupto caballero.

Se retiró a las montañas, dejando únicamente una nota evasiva a sus padres y llegó a la aldea de Melwan. Desde su retiro, empezó a planear la caida del caballero corrupto. Con esa idea empezó a buscar la aceptación local, en particular de la familia Mac Lyr, a quienes ve como potenciales aliados.

Notas de juego

Ariakan escribió:

EAN: El jabalí estaba tranquilamente bebiendo en la charca, ajeno a lo que sucedía a su alrededor. Ean y Hormon, agazapados tras unos arbustos, contemplaban a la presa, uno nervioso, el otro tranquilo e inmutable como la piedra más dura.

-Ean, ¿Disparamos ya?- preguntó Hormon en voz baja. Ean ni siquiera respondió, se limitó a sacar una flecha de su carcaj y a ponerla en la cuerda del arco, sin tensarlo.

-Oye, respóndeme!- elevó la voz Hormon, y el jabalí pareció tensionarse, por su parte, Ean tensó la cuerda del arco, con la flecha dispuesta para volar. siguió sin contestar a Hormon.

-Si no quieres hablar, iré yo a por el jabalí, se nos va a escapar!- El chico dio un brinco por el arbusto y avanzó 10 metros a la carrera para disparar a su presa.

Hormon disparó, el jabalí salió a correr hacia él, y la felcha pasó a un metro de la presa. Al ver la carrera desbocada del jabalí, Hormon se quedó paralizado, sin saber que hacer, despues de todo, era un chaval. Solo en el último momento, logró moverse un poco, y el jabalí, en vez de ensartarlo con sus colmillos, le dio un topetazo que lo mandó volando por los aires, mientras el pobre Hormon gritaba

-Ean! Ean! ayuda!-

Cuando se recompuso del golpe, Hormon corrió de lado a lado para evitar que el jabalí le impactase de nuevo, no había respuesta por parte de Ean.

Mientras tanto, Ean miraba a su presa, manteniéndola en el punto de mira, mientras pensaba..

-Maldito estúpido, eso te pasa por impaciente, ahora correrás un rato delante del jabalí hasta que decida matarlo-

Hormon continuó corriendo y pidiendo ayuda, hasta que por desgracia, el animal volvió a cogerlo y lo revolcó por el suelo, solo un milagro podía evitar que los colmillos afilados de la bestia no lo abriesen en canal.

Pero Ean lo tenía todo previsto, quería que Hormon recibiese una lección por su ignorancia y estupidez.

Soltó la cuerda del arco, y la flecha voló hasta el jabalí, matándolo al instante...

perenzal escribió:

Eam no llegaba a entender aquella vida entregada y sufriente de los campesinos, aferrados a sus tierras y enterrados en ella como las mismas patatas que plantaban. En más de una ocasión esa imagen le permitía incrementar su concentración, cuando el tiro exigía una paciencia indeleble y una aguda mirada. Mantener la tensión del arco, la fortaleza en el brazo durante esos segundos de espera en que la presa o la diana, en que hombre o animal, aparecían durante un instante permitiendo la diana. Una vez un viajero le dijo, cuando le contemplaba en su entrenamiento, que había infinitos modos de errar, pero solo un modo de acertar en adecuadamente. La vida para él era una flecha lanzada, y no estaba dispuesto a que las férreas barreras de una moral plebeya se interpusieran en el vuelo. Sencillamente no lo entendía. La moral que para los débiles se conformaba de principios inamovibles, era dominada por los poderosos que la utilizaban a su antojo. Él no estaba dispuesto a ser una herramienta del señor para sus intereses. Él era distinto. De modo que se apostó junto a un viejo roble cubierto de una fina capa de nieve y tensó su arco. Luego esperó el momento oportuno. Y disparó.

Mr. Sandman escribió:

Ean estaba sentado en el alfeizar de la ventana. Habían conseguido dar con el denominado señor de las llaves del templo, gracias a la mujer embarazada que Ean se ligo ayer por la noche. Si estaba embarazada, y si tenia marido...y? Había conseguido como dar con el amo de las llaves, y de paso se había llevado un buen polvo... Sonrió para sí, realmente le importaba un pimiento lo que pensasen de él el resto de personas.

De momento parecía que el camino que llevaban el resto del grupo no llevaba a ningún sitio, Pero Ean no se movió del lugar que ocupaba. Estaba observando la vista que se posaba bajo sus pies, la plaza del pueblo. En ella reposaba el mercado, el centro neuralgico de la ciudad. Centenares de hormiguitas iban y venían, comprando, vendiendo, robando...y ninguno de ellos se percataba de que alguien les observaba, como dios desde su nube, observando nuestro devenir día a día.

Sí, como un dios, ese es el sentimiento que me embarga...

Entonces escucho un movimiento, rápidamente giro la cabeza, Liam se levantaba. Bien, empieza el juego.

Ean recuerda, en la cama, ayer por la noche, con la mujer.

“La estaba penetrando, poco a poco, con cariño. Con sus fuertes manos agarraba las de ella, la tenia debajo, la poseía, en estos momentos era un dios.

-Así que...mmm...el sabe como entrar en el templo no?- Le susurro al oído suavemente Ean, luego se lo mordisqueo, sabía como hacer sentir placer

-Claro que si, por algo es el maestro de las llaves...aaaah...pero no pares por favor...-

Ean poco a poco fue disminuyendo el movimiento, tornando más suave la fricción, hasta casi parar...

-Y nos lo dirá?-

-Joder no pares! Claro que no os lo dirá, seáis todo lo jodidamente chungos que seáis, le tiene mucho más miedo al señor de la oscuridad! no os lo dirá jamas! Joder, lo más probable es que os intente tender una trampa, engañaros! Pero por favor continua hombreton, hazme tuya!-

Ean tenia lo que quería, así que reanudo la marcha, acelerando el proceso...dios proveía lo que prometía”

Cruzó las piernas y apoyó los brazos en ellas. Dejo reposar la cabeza en las manos, y observaba la escena con su mirada analítica.

La capilla...la mole humana se quedo impertérrito. Nada...

La entrada principal... la ballena humana seguía sin decir nada, pero una gota de sudor le resbala por la nariz. Mala idea, como pensábamos, por ahí no entraremos a no ser que sea dejando un reguero de cadáveres, probablemente alguno de los nuestros.

La entrada de servicio...La papada de Jugernaut tembló, ligeramente. Así que es una trampa eh? La más segura es la peor...

Las alcantarillas...un leve guiño apareció en el ojo del hombre, casi imperceptible para alguien que no estuviera acostumbrado a los detalles, a ser paciente, a observar el lenguaje no hablado.

De un salto bajo del alfeizar y recogió su arco.

-Si lo tenemos amigo, las alcantarillas es nuestro camino.-

La enorme masa humana levanto la vista con los ojos abiertos como dos lunas llenas.

-Pe...Pero yo no he dicho nada...-

-Lo se maestro de las llaves, pero es lo que no has dicho lo que ha hablado por ti...-

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20/01/2016, 12:35
Narrador
Sólo para el director

Liam

Descripción

Lo que más caracteriza a Liam es su libertad de pensamiento: al igual que su mentor Venec, todo le parece interesante, sin restringir su curiosidad a ningún tipo de dogma. A sus ojos, toda fuente de conocimiento es valiosa. Pero de su mentalidad abierta también proviene su mayor debilidad: una persistente duda sobre qué camino va a tomar su vida. ¿Heredar la tienda de Venec? ¿Viajar a grandes ciudades en busca de conocimiento? ¿En qué se convertiría entonces? ¿Escriba? ¿Herborista? ¿O incluso un doctor en la ciudad? Incluso una vez se planteó convertirse en un magientífico.

Aquellos que no le conocen a menudo le juzgan como un soñador distraido. Al contrario, Liam tiene los pies bien puestos sobre la tierra a pesar de su curioso y constantemente activo cerebro. Y ese es, ciertamente, su problema. A menudo se muestra indeciso, puesto que tiene problemas valorando todas las alternativas y entonces se esconde detrás de complejos discursos que tratan de explicar todas las posibles opciones además de ayudarle a tomar una decisión.

 

 

Historia

En un principio Liam sustituyó a la joven Ionnthèn Adeliane, que había dejado bruscamente la ciudad, como aprendiz de Wailen. Sin embargo el joven tuvo problemas abrazando el culto a los espíritus de la naturaleza, puesto que no podía evitar cuestionarse todo, incluso las teorías más básicas. Pasaba su tiempo reflexionando, no creyéndose ciegamente todo lo que se le enseñaba, y realizando preguntas que realmente nadie podía contestar. Tras varios años, Weilan le dijo que debería abandonar la idea de completar su aprendizaje y mandó al Ionnthèn de vuelta a su casa.

Fue un momento difícil para Liam, pues realmente aspiraba a convertirse en un Demorthèn. Afortunadamente para él, encontró en Venec, el farmacéutico de Malwen, un modo de expresar su curiosidad intelectual y libertad de pensamiento. En realidad el viejo no seguía ni las viejas tradiciones ni era un practicante de Magiencia ni seguía las doctrinas del Templo. Le intrigaban todos esos temas e incluso le interesaban los enigmas teológicos del Templo, pero, al contrario que la mayor parte de la gente que busca respuestas absolutas, Venec se esforzaba en juzgarlo todo completamente, sin prejuicios sino con sabiduría. Liam se benefición de la vasta erudición de su maestro, utilizando su taller para acceder a varios libros y documentos sobre temas variados.

Pero ahora esa cornucopia de conocimiento se está empezando a secar y otras preocupaciones, dejadas de lado durante un tiempo, vuelven a aparecer. Durante un par de años, la mayor preocupación de Liam ha sido su hermano mayor, Terent, que nunca consiguió encontrar su lugar en la comunidad. Terent dejó Melwan hace dos años, volviendo sólo de forma esporádica e inesperada, hablando con vaguedad de sus actividades. Según algunos, se ha convertido en un Varigal, pero un rumor persistente le hace miembro de los Plumas Negras, una banda de forajidos que se mueven en las proximidades del valle de Dearg. Otros afirman que ha sido visto merodeando las proximidades del valle de de Loch Varn. Liam tiene problemas imaginándose a Terent como un bandido, pero no pudo evitar notar durante su último encuentro que la pose de su hermano es la de un hombre acostumbrado a llevar una espada en su cinturón.

Notas de juego

Goicu escribió:

Mientras corro se ven las nubes de vapor salir de mi boca. El frío en este condenado lugar es insoportable. Cuando doblamos la esquina de una casa en ruinas me apoyo en la pared y recupero el aliento.

-Joder Ean, ¿por qué has hecho eso? Ese soldado nos podría haber dado información sobre lo que está pasando. Sinceramente con este frío podrían ser los Feondas, pero aquí Urvan no lo tiene claro. Aunque quién sabe... simplemente podría estar viniendo otra época como la Era de Hielo. O uno de esos grupos antimagiencia. - intento calmarme un poco, la acción de Ean no me ha gustado nada y estoy perdiendo un poco los estribos por culpa de esto. - ¿El resto estáis de acuerdo? si es así al próximo que encontremos podríamos intentar cogerle con vida para interrogarlo.

Me quedo expectante mientras aguardo la respuesta del resto del grupo. No creo que tengamos problemas en conseguir reducir a uno de ellos. Mór parece lo suficientemente fuerte como para hacerlo.

artemis2 escribió:

Liam sabía perfectamente como le veían sus compañeros. Siempre pensando y continuamente hablando consigo mismo en voz alta. Y no podía culparles, no del todo. Después de todo la vida fuera de las murallas era dura, requería de reflejos ágiles y decisiones rápidas. Lo contrario de lo que él era. Pero no era indecisión lo suyo, si no que veía demasiadas posibilidades, era demasiado consciente de como un cambio en una pequeña acción podía hacer girar las ruedas del destino y aplastar a hombres y reyes. Cierto, el resultado era el mismo, Liam no era alguien con buenos reflejos, pero a cambio estaba acostumbrado a pensar y enlazar datos. Y por eso precisamente una vez montado aquel puzzle-llave puso la última pieza, una pieza sencilla y que un niño habría sabido colocar bien, al revés.

La caja se abrió sin activar los resortes de la trampa que le habrían aplastado. Y es que cualquiera que supiese algo de Thordwood Markwood sabría que el comerciante, debenido en asesino y traficante de vida, siempre aguardaba al final para asestar una puñalada. En el último momento, cuando la victima, fuese de su cuchillo o de sus negocios, ya se creía con la victoria. Liam era capaz de tomar decisiones, incluso decisiones impulsivas, solo que no le gustaba hacerlo sin sopesar las consecuencias. Y por eso ahora el grupo podía escuchar como Ean se quejaba de que solo habían obtenido un montón de “papeles inútiles” en lugar de estar incrustados en el suelo. Toda una mejoría en su opinión.

Liam revisó los papeles con rapidez organizándolos en tres grupos. En el primero dejó lo que los alguaciles podrían usar como pruebas, en el segundo lo relativo a los negocios y contabilidad de este, y en el tercero y más pequeño extractos de compras y alquileres diversos. “Papeles inútiles” o migas de pan que les llevarían hasta los aldeanos que Markwood había estado vendiendo como esclavos y que por algún motivo, que pensaba descubrir, habían terminado alimentando a los feond y atrayéndoles a la aldea.

Mr. Sandman escribió:

Observaba con atención un viejo libro que acababan de encontrar. Estas tan centrado en tus lecturas hijo, que un día te pondrán un elefante delante, y no lo veras porque tu nariz estará pegada a algún libro... eso solía decir su madre, y tenia toda la razón.

Esta vez no era un elefante, pero casi. Delante de ellos se encontraba, sudando profusamente un hombre realmente orondo. Liam calculo nada más verlo que seria unas cuatro veces él. Lo tenían sentado en una silla, de la que sobresalía por todos lados, y lo estaban interrogando. Bueno, el resto. Liam no podía despegar sus ojos de ese libro, era uno de los tratados de alquimia más antiguo que había visto nunca, se aventuraría a afirmar que uno de los primeros escritos. Pero para eso tenia que estudiarlo minuciosamente, cada frase, cada palabra...y lo haría, no le cabía duda.

Pero ahora tenía cosas más importantes de que preocuparse, como cierto individuo enorme y la manera de entrar en el templo. Dejo el libro encima de la mesa y se levanto de la silla. De reojo observo a Ean sentado en la repisa de la ventana detrás de él, con cara de fastidio. Delante estaban el resto de compañeros haciéndole infinidad de preguntas al gran hombre, de momento sin respuesta.

Liam se situó delante de él, mirándole detenidamente. El hombre entrado en carnes sudaba sin parar, evidentemente tenia miedo, pero no había abierto la boca. Liam empezaba a pensar que le tenia más miedo a otra persona que no era ellos...

-Bien bien- dijo mientras empezaba a pasear arriba y abajo, hablando casi distraído.

-Vamos a sopesar las opciones que tenemos...- Otra vez!?! Se escucho a Ean detrás, con voz de fastidio. Liam se giro y le dedico una mirada seria, le dio una reprimenda en silencio.

-Si amigo, me gusta tener claro las opciones, y numerarlas para que ha todos nos queden claras. Eso pone de los nervios a mis compañeros, pero que le vamos ha hacer, no puedo evitarlo.- Sonrío casi para él mismo, mientras de fondo se escuchaban suspiros resignados del resto.

-Vale, que opciones hay para entrar en el templo? Creo que son cuatro, hagamos un repaso...-

-Primero tenemos por la capilla, pero en ella dicen que habitá un fantasma...- Rápidamente miro al gran hombre, seguía sudando, pero no noto nada más. Me encantaría entrar por ahí y ver el supuesto fantasma... aunque muchos dirían que no existen las almas en pena, y los que si que creían no recomendarían pasar por ahí, la sed de conocimiento de Lian hacia que le dieran igual todas esas opciones, él quería saber y conocer. Y si era peligroso... bueno pues ya pensaría algo en el momento.

-Luego tenemos la entrada principal...evidentemente la menos segura de todas...- Se queda un segundo en silencio...luego carraspea.

-En tercer lugar la entrada de servicio, la que mis amigos ven como la más segura.- Se fijo en como el hombre pareció moverse, pero no lo tenia claro.

-Y por ultimo las alcantarillas, dada por imposible al estar llenas de cocodrilos...- Liam no percibió nada, aun así sonrió.

-Vale Ean, lo tienes?-

Una voz se escucho detrás suyo, si lo tenemos amigo, las alcantarillas es nuestro camino.

Auri escribió:

Caminaba con calma, paso a paso, por el estrecho sendero. Sus pies, uno delante del otro, se turnaban para continuar adelante, mientras su cabeza estaba en otra parte, aquí, allá, acullá…

Miraba a todos lados, observando con los ojos bien abiertos, contemplando los árboles de luengas ramas y hojas del color del jade que flanqueaban el camino, absorbiendo su tonalidad, su textura, el suave movimiento que las hacía danzar al compás de la brisa. Sus mirada del color del ópalo recorría todos los rincones que alcanzaba, aprehendiendo todo lo que la naturaleza quisiera enseñarle.

Un pie tras otro, dejando el resto del mundo atrás. Un pie tras otro, resueltos, ermitaños, en un hermoso recorrido y un incansable caminar. Decidido y solitario, con un destino aún por determinar.

[...]

Llegó a la gran bifurcación, la del camino del oeste, y cogió sin dudarlo el sendero que transcurría por el valle, a orillas del apacible río. Se trataba de un pequeño rodeo, pero la quietud de su entorno y la gran diversidad de flora y fauna de aquella zona atraían al muchacho sobremanera. Así que, decidido, marchó por el sendero del valle, contemplando lentamente las cosas silenciosas que, sin embargo, a él le susurraban siglos de información.

[...]

Las aguas murmuraban a su lado, susurraban retazos de un pasado, esbozos de un futuro, le contaban historias de quien por allí pasó, quien pasa y quien pasará. Él escuchaba, con el grueso gorro de lana calado hasta los ojos, escuchaba y observaba, percibiendo los estratos del pequeño desnivel que había formado con los años el cauce —que le mostraban el tiempo que llevaba aquel río vivo—, observando la erosión de los lisos cantos y las rocas del fondo del mismo —quienes le hablaban en silencio de los lejanos lugares desde lo que habían llegado hasta allí—, fijándose en las diferentes tonalidades de las distintas capas de algas que cubrían las orillas —las cuales mostraban la historia de aquel río, sus momentos de enfermedad y sus momentos de salud, sus etapas de vida exuberante y las de escasez y necesidad—.

De pronto, inmerso como estaba en sus pensamientos, escuchó algo que no debería sonar en aquel lugar, algo que le hizo levantar la cabeza y entornar los ojos, mirando atento, tratando de discernir entre las primeras pléyades si lo que había escuchado era verdad, o por el contrario había sido fruto de su imaginación.

[...]Y, en aquel momento, de nuevo lo escuchó.[...]

Un grito. El joven dejó caer la piedrecita que había cogido unos segundos antes de la ribera del río y se adelantó rápidamente por el sendero, agazapándose tras unas rocas que había en un promontorio un poco más adelante, ocultando la vista del resto del camino que giraba allí, siguiendo uno de los meandros de la corriente. Entonces descubrió la causa de aquella llamada de socorro: una joven, menuda y de apariencia delicada, arrinconada contra la pared de piedra del lateral, clavaba una mirada aterrada en un grupo de animales que se habían colocado a su alrededor, rodeándola: una manada de chacales.

—Chacales… —murmuró él, para nadie en particular, advirtiendo al segundo de qué se trataba— están hambrientos, han salido a cazar de madrugada y ella estaba sola en los caminos… no se puede ir solo por estos caminos hoy en día aunque, en el fondo, la entiendo…

El muchacho se bajó la bufanda un poco, para tener más movilidad, y contempló la escena, tratando de averiguar cuál sería la mejor solución.

[...]

—Llevo algo de carne en mi mochila, pero no será suficiente… ¿o sí? Además, ella tiene que salir de ahí y tiene la pared a su espalda. Le cortan el paso a ambos lados del camino. ¿Podría ayudarla a correr? No sé si ella correrá mucho… No es buena opción arriesgarse. ¿Y trepar? Yo puedo llegar fácilmente encima de este risco y echarle una mano desde allí. Podría subirla, si no le saltan encima en cuanto la vean moverse… O también… ¡oh, no! ¡demonios!

…pero entonces uno de ellos salta. Y ella no puede evitarlo, salta también, olvidándose en ese mismo instante de que debe pensar. Bastón por delante, se coloca frente a la joven, que ya se acurruca en un rincón con los ojos cerrados esperando el mordisco mortal, y recibe con el fuerte fuste de su leal compañero el bocado, empujando al animal de nuevo lejos, de vuelta al suelo.

En ese preciso instante, antes de que él pudiese decidir la mejor opción, una joven había aparecido prácticamente de la nada y se había interpuesto entre el primer atacante y su presa, impidiendo que la alcanzara. Ganado aquel tiempo, él tuvo los segundos necesarios para sacar de su mochila los pedazos de carne que le quedaban y los lanzó lo más lejos que pudo, llamando la atención de los chacales desde lo alto del risco. La manada, al olor de aquel alimento —aparentemente más fácil de conseguir que el otro— se lanzó en tropel hacia la pieza, mordiendo, desgarrando y quitándose pedazos de res unos a otros.

—¡Dadme la mano! —gritó entonces el joven— ¡subid aquí!

Al momento, ella no pierde un segundo en reaccionar.

—¡Hacedle caso, subid! —le encomia a la joven temblorosa.

La ayuda a ascender por el risco hasta alcanzar la mano del muchacho de cabello pajizo que las llama desde encima del promontorio; después, engancha su palo en el asidero correspondiente de su petate, y comienza a escalar ella también, aprovechando la distracción para salir fuera del alcance de la hambrienta jauría, tras los pasos de la escuálida muchacha que ya se encuentra, por fin, a salvo.

***

Allí estaba, a lo lejos, sobre el horizonte, al fin podía divisar el perfil desigual de los edificios de la capital, irregular y asimétrica, desde su posición en el elevado promontorio del camino del valle que flanquea el río. La biblioteca ya estaba cerca, al fin. El joven recordaba los sucesos de un par de años atrás, en aquel mismo lugar, recorriendo el mismo camino. Sonrió, complacido.

—Aquel día todo salió bien —se comentó a sí mismo, acordándose de la frágil muchacha y de la resuelta joven que lo había ayudado a rescatarla, impulsiva, altiva y diferente.

Recordaba cómo la joven había marchado, tras agradecerle su ayuda, en dirección contraria, sin mirar atrás, a ritmo enérgico y solitaria, vagando errabunda por el mundo, al compás de su rítmico tam-tam.
Ajustándose las correas de su mochila y con el libro que había estado ojeando bajo el brazo, Liam recogió el muestrario que había ido recolectando por el camino, cerrándolo con suavidad mientras lo envolvía en un paño de fino cuero, dispuesto a seguir adelante y alcanzar su destino. Echó a andar, con los ojos azabache bien abiertos, la mirada despierta, inquieta, la atención fija en todas partes, cual si de un inquieto alumno se tratara. Con paso calmado emprendió el camino, ávido de conocimientos, meditativo, insaciable.
Caminaba con calma, paso a paso, por el estrecho sendero. Sus pies, uno delante del otro, se turnaban para continuar adelante, mientras su cabeza se encontraba en otra parte, aquí, allá, acullá…

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20/01/2016, 12:36
Narrador
Sólo para el director

Mòr

Descripción

La fuerza de Mòr contrasta con su temperamento. El joven disfruta de la tranquilidad y la soledad en campo abierto con los caballos. Está enamorado en secreto de Neala, pero guarda para sí sus sentimientos, porque teme perder el afecto de la mujer. Tan tímido como dotado musicalmente, nunca canta aunque toca maravillosamente el laúd. Pero nadie en la aldea conoce sus habilidades, pues sólo toca cuando está solo, lejos de la aldea. Incluso Neala estaría sorprendida de escucharle tocar.

Mòr se toma su vocación como Ionnthén muy seriamente, y presta mucha atención a las enseñanzas de Wailen. Trata de ser ejemplar en sus estudios para conseguir el reconocimiento y orgullo de Wailen y Nar, su padre adoptivo, dos personas que significan mucho para él.

Mòr es un hombre tolerante y bueno, capaz de aceptar la forma de ser de todo el mundo, ya sea la personalidad determinada de Arven, el silencio irónico de Ean o las enrevesadas explicaciones de Liam. Yldianne de alguna forma fascina al Ionnthén, porque dejó Melwan para vivir sus sueños y viaja por todo el mundo. Mòr está lleno de todo tipo de sueños y tiene una visión bastante ingenua de la península, pero las historias de la joven le han dado ganas de ver más de Tri-Kazel.

 

Historia

Mòr se llama así por su impresionante físico; su nombre significa "coloso" en la antigua lengua de Tri-Kazel. Proviende de Melwan, donde pasaba su tiempo entre la forja de Nar y los establos de Neala. Como era huérfano, fue adoptado por el herrero Nar, que le enseñó su oficio. A pesar de varios intentos prometedores, su aprendizaje no llegó a nada, pues Mòr era demasiado soñador para el cuidado y la consistencia esperada por Nar. Entonces, el antiguo caballero trató de enseñarle el uso de las armas, sin mucho más éxito.

Esta situación exasperaba a Nar, que no soportaba ver a su hijo adoptivo soñando despierto en vez de preprarse para algún oficio útil para la comunidad: la naturaleza le había dado una fuerza notable y era responsabilidad de Mòr darle uso. El joven no carecía de buena voluntad y siempre se dispone a ayudar cuando se lo piden, pero su naturaleza melancólica siempre acaba sobreponiéndose.

Afortunadamente, la Demorthèn Wailen ha tomado a Mòr bajo su ala y el joven gigante parece tener buena aptitud para convertirse, finalmente, en el aprendiz que la Demorthèn ha estado esperando tanto tiempo. Trabaja mucho más duramente y con más entusiasmo que cuando Nar le enseñaba las artes de la herrería, incluso cuando Wailen a menudo se enfada por su naturaleza soñadora.

En realidad, Mòr se siente mucho más cómodo y sereno junto a Neala, la criadora de caballos de Melwan. Su naturaleza tranquila le permite tener una relación privilegiada con esos animales; le encanta pasar las horas con el ganado, ya sea cuidándoles en el establo o sacándoles al aire libre. Más aún, Mòr se ha encariñado con la música desde que escuchó a Neala cantando y tocando el laúd. Como agradecimiento por su trabajo en el establo, la joven mujer, que ha notado su interés en la música, le ha ofrecido un laúd propio. Mòr pasa cada vez más tiempo lejos de la aldea, tocando su laúd cuando sale con los animales.

Notas de juego

DarkMaste escribió:

- "Me llamo Mór, o eso creo. La gente del pueblo a menudo se ríe de mí porque soy un gigantón pacífico y piensan que soy tonto e incapaz de ver la malicia en los ojos de los demás. Sí la veo, aunque sé que es debida a los miedos e inseguridades que la vida hace germinar, como oscura semilla, en sus corazones.

Desconozco mis objetivos, más allá de contemplar las estrellas en la noche, y los nubarrones y el incierto horizonte durante las horas de luz. Es poco lo que sé, demasiado lo que ignoro y quizá más aún lo que he olvidado.

No sé cuál es el significado de este laúd, pero sí sé que despierta una calidez extraordinario en mi corazón. Así que, por favor, no lo toques." -

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20/01/2016, 12:37
Narrador
Sólo para el director

Urvan

Descripción

Urvan es sensible y no tiene demasiada confianza en si mismo. No ha completado aún su iniciación y alberga dudas sobre su compromiso. Cree en el uno, pero ¿debe alguien luchar y matar para servirle? Espera que el Creador le entienda y perdone, especialmente ahora. Cuando vuelva a Gwidre, si sobrevive a los peligros de los valles, sabe que tendrá que aceptar su futura vida con determinación. El Templo sólo merece devición sincera, sin ambigüedades. A menudo, el joven observa a Jaber, preguntándose si la vocación del Vector no sería más apropiada para él que la de un Filo. Pero también teme que su timidez le impida predicar con convicción y seguridad. Al final, Urvan teme el futuro, primero por los peligros de su viaje pero también, y especialmente, porque le da miedo tomar una decisión que le encasille para el resto de su vida cuando no está completamente convencido de tener la voluntad y cualidades requeridas.

 

Historia

Urvan quería ser un bardo, pero sus devotos padres le dejaron al cuidado del clero, para que pudiera ser un soldado del Uno. El padre de Urvan sólo siente desprecio para aquellos que rechazan la verdad del Uno y no olvida que su propio padre murió durante la Guerra del Templo a manos de los soldados paganos de Reizh.

Criado desde su niñez en la fe del Templo, Urvan es un creyente sincero, pero demasiado sensible y soñador según su familia. Desafortunadamente, una vez en la orden de los caballeros del Filo, el brazo armado de la iglesia en Gwidre, no obtuvo una buena reputación ni trató de complacer a sus supervisores. Entre reprimendas y castigos, Urvan acabó consiguiendo una sanción disciplinaria: tenía que ir en peregrinaje a inspeccionar varios lugares abandonados en la Taol-Kaer durante la Guerra del Templo. La idea es forzarle a sobreponerse al exponerle a los peligros de la carretera y a la hostilidad de los paganos Talkeritas. Escolta a Jaber, un Vector del Templo, un hombre austero que le soporta, pues el Vector no tardó en darse cuenta de que Urvan tiene un buen corazón, pero que carece de la firmeza y disciplina que los Filos del Templo deben tener.

Los dos hombres llevan ya dos meses en los caminos y han visitado a varios clérigos aislados en las montañas y varias capillas e iglesias abandonadas. Ambos han estado notablemente más tensos desde que cruzaron la frontera de Taol-Kaer. Jaber explicó a Urvan que una capilla dedicada a un santo local se encuentra en las proximidades de Loch Varn y que en el valle del Dearg hay un monasterio regido por dos representantes del Templo. Por primera vez en su vida, Urvan está en un país donde la religión del Uno no es la verdad oficial, donde el clero del Templo no tiene ninguna autoridad.

Vestido con la túnica gris de los adeptos forrada con el rojo de los Filos, Urvan sabe que no va a ser bienvenido. Muchos talkeritas fueron asesinados por los caballeros del Filo del Templo durante la guerra, hace medio siglo. Teme la hostilidad de los montañeses paganos de Taol-Kaer hacia él y Jaber, y duda seriamente ser capaz de defender al Vector. Las posibilidades de esa situación despiertan su imaginación...

Notas de juego

Ariakan escribió:

Las piernas le temblaban, el corazón le latía a mil por hora, y sus manos parecían nerviosas, sujetando su espada y su escudo. Sudaba copiósamente dentro de la armadura, y no por el esfuerzo, si no por el nerviosismo. Hoy tocaba entrenamiento de combate, y eso suponía utilizar armas de verdad, golpes, moratones, cortes y dolor, mucho dolor si lo hacía mal. Su oponente parecía sereno, y desde la distancia, el instructor les gritaba

-Fuerza para vencer!, rapidez para vencer!, resistencia para vencer!-

Su oponente comenzó a andar hacia él, despacio, midiéndole, pero Urvan se limitaba a estar estático, con un pequeño temblor que hacía tintinear las placas de su armadura

-Esto no es para mí- Se repetía mentalmente

-No se que hago aquí, ni como he llegado, voy a perder el entreno, Karl es muy superior a mi, ¿No podría dejar todo esto simplemente e irme a mi casa? maldita sea, acabaré tan magullado que no podré leer la nueva obra de Lord Kassel-

Karl se acercó a distancia de ataque, e intentó percutir en la defensa de Urvan con una estocada rápida.

El joven aprendiz de caballero, cerró los ojos instintivamente y dio un paso atrás, mientras interponía el escudo entre la espada de su oponente. Los metales chocaron con un sonoro -CLANK-

-No,no,no!, para karl!, yo no quiero esto!- Continuó pensando mientras su oponente, ante la pasividad de Urvan, continuaba con su ataque, con nefasto resultado, ya que Urvan esquivaba o paraba cualquier ataque. Se escuchó de nuevo al instructor

-Vamos Urvan, deja de bailar como una señorita y contraataca! esto es un entreno de combate, no una fiesta de danza!-

Pero Urvan no podía, aquello no le gustaba, el escudo le pesaba, la espada le encallecía las manos y la armadura le rozaba el cuerpo, se sentía incómodo con todo, y no tenía muy seguro aquello de llegar a ser caballero.

Esquivó el último ataque de Karl, moviéndose hacia un lado, y cuando su oponente le lanzó un golpe de escudo, lo paró con el suyo propio, aquello le dolió, como a todos, pero a Urvan no le gustaba aquella sensación. Karl se desestabilizó por la parada de Urvan y no vio la espada de este, golpeando su casco con potencia. Gracias a Dios que las espadas estaban romas, si no, le habría partido el cráneo.

Urvan respiraba agitadamente, manteniendo la espada aún en la posición final con la que había vencido a Karl. Su cuerpo rebosaba de adrenalina, y el temblor de sus piernas era mayúsculo. Había vencido, si, pero no estab orgulloso de ello.

Belgeval escribió:

«Tonterías».

La voz cargada de desprecio de padre resuena en mi cabeza, haciéndome torcer el gesto de manera inconsciente. Esa es la palabra que utiliza siempre que intento ser franco con él respecto a mis deseos. Parece mentira la influencia que tiene sobre mí. Solo una palabra suya, «tonterías», precedida tal vez de un gruñido ronco, y todos mis sueños se desvanecen en la marea de lo probable, de lo que nunca se hará realidad. Creo que padre nunca se ha preocupado realmente por lo que yo pienso, por lo que yo siento. A decir verdad, tampoco sé por qué espero nada más de él. La vida en estas tierras es dura. Tengo suerte de haber pasado la infancia y convertirme en el hombre que hoy soy. Tuve que trabajar muy pronto en el campo, manchándome con el fango de las tierras de cultivo y cortándome con las malas hierbas. No es de extrañar que los padres acostumbren a ver a sus hijos como mano de obra que asegure la subsistencia de toda la familia. No debería ser tan ingrato.

Y sin embargo…

Cuidado —advierto a Liam, que anda despistado con uno de sus mapas, a los que por más vueltas que dé no logra saber con exactitud dónde estamos, y está a punto de tropezar con una nudosa raíz que sobresale de las hediondas aguas del marjal. Liam se da la vuelta para mirarme, y su pie topa con la retorcida raíz, lo que lo manda dando traspiés hasta que sus botas se sumergen en el agua. Emite un sonido de frustración mientras trata de salir de la charca, y no puedo evitar sonreír mientras sacudo levemente la cabeza—. Te lo dije. Guarda tus mapas. Aquí no nos servirán de nada.

El pantano es un lugar verdaderamente inhóspito. Las ciénagas y turberas desprenden un hedor rancio que se eleva en vaharadas, mezclándose con el aire brumoso. La niebla cenicienta es tan densa que es imposible discernir la hora del día, más allá de una aproximación. Los insectos zumban a nuestro alrededor, y el sudor pegajoso que me produce el peso de la cota de malla se enfría en el gélido aire matinal. Llevo varios días sin asearme apropiadamente, pero ya me he acostumbrado a la incomodidad y al fango. Todo parece sumido en la quietud más ominosa. El ambiente está preñado de presagio.

«Soustraine —dice la voz de mi mente—, guíanos en esta tierra baldía».

Desde que tengo uso de razón, Soustraine ha sido mi almenara en las noches más frías. Aunque para disgusto de padre siempre me he tenido por un hombre más de reflexión que de acción, llegué a convencerme a mí mismo de que el propósito de servir a Soustraine como parte de su clero era algo elevado. Poético, en cierto modo. Y sin embargo, ahora que me veo tropezando a ciegas por un lodazal sucio y muerto de frío, molesto por el peso de la espada que cuelga de mi cinto, empiezo a cuestionarme mi decisión de unirme a sus caballeros… Sacudo esos pensamientos de mi cabeza. Ya soy mayor para andarme con sueños. He elegido un camino noble y valeroso, y es el que voy a seguir. Lo demás son solo ideas absurdas.

Tonterías.

Micaelian escribió:

Es la fría lluvia sobre mi piel lo único que me hace saber que sigo vivo.

Mantengo los ojos cerrados, tratando inútilmente de aislarme de cuanto me rodea. Si me esfuerzo lo suficiente, casi soy capaz de dejar de oír los lamentos de los moribundos, de dejar de respirar el olor del miedo, de la sangre y de la muerte. Mi mente intenta conjurar la imagen de mi dios Soustraine, tendiéndome su mano, reconfortando mi alma en señal de la más pura gratitud. Pero cuando al fin logro verlo en mi cabeza, sus ojos no me sonríen. No es amor lo que este dios siente hacia su humilde siervo.

«¿Por qué? —me pregunto—. ¿No es esto lo que pedías… lo que exigías de mí? ¿No serán perdonados todos los pecados, si mi devoción es pura y mi arrepentimiento sincero? ¡Mira a tu hijo! ¡Mira cómo ha condenado su alma en tu nombre!».

El esperado alivio no llega. No importa cuánto intente justificar lo que hemos hecho… lo que he hecho. Esta no puede ser su voluntad.

Oigo a un hermano gritando mi nombre, felicitándome por mi actuación, pero no abro los ojos. Ahora que he arrojado algo más de oscuridad en mi corazón, me detesto un poco más.

Es la fría lluvia sobre mi piel lo único que me hace saber que sigo vivo.

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20/01/2016, 12:37
Narrador
Sólo para el director

Yldiane

Descripción

Yldiane es una chica intuitiva y curiosa, muy consciente de lo que la rodea. Es especialmente celosa con su independencia y le gusta estar sola... al menos a primera vista, puesto que la pérdida de sus seres queridos la marcó profundamente. En Melwan tiene una sola amiga, Arven, a la que ha conocido desde la niñez.

El temperamento de Yldiane puede llevarla a actuar impulsivamente, aunque es consciente de ese problema y trata de controlarlo. Como Varigal, ha arriesgado su vida en varias ocasiones y conoce un montón de historias de miembros de su orden que murieron a causa de su excesiva curiosidad o valentía. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, lucha en vano contra su naturaleza y se muestra despreocupada cuando no hay un peligro evidente. A veces se pregunta por qué pasar su vida en los caminos, pero no se muestra muy introspectiva al respecto.

 

Historia

Yldiane nació en Melwan y es la nieta del Demorthèn Wailen. Desde pequeña fue una niña lista y curiosa que no se cansaba de hacer innumerables preguntas a su Dàmàthair. Sus padres murieron por una enfermedad, y poco después los dejó su hermana mayor. Además, la repentina partida del valle de Dearg de Adelaine la dejó entristecida y abatida. Le costó mucho superar estos dos eventos, que ocurrieron cuando ella a penas tenía siete años.

Su abuela cuidó de ella y trató de iniciarla en las artes Demorthèn, pero Yldiane no tenía mucha vocación mística y Wailen pronto deshechó la idea. Era demasiado distraída, constantemente pensando en lugares lejanos, en su hermana o en los padres a los que no volvería a ver; cuestinándose constantemente cualquier cosa. Poco a poco se convenció a si misma de que una vida diferente le esperaba en otro lugar. En cualquier lugar.

Cuando a los quince años conoció a Jarn, un varigal apodado el Cortado, se mostró encantada. La chica quedó cautivada por las fantásticas historias del viajero, que pronto la invitó a unirse a la orden de los Varigals. Aceptó encantada y, tras dos años de aprendiz con Jarn, enpezó su carrera en solitario en el reino de Reizh, entregando paquetes en diferentes lugares.

El continuo vagar era muy diferente de la idea romántica que se había formado: mal tiempo, miedo, violencia y, a veces, cosas extrañas acechando en la oscuridad... Pese a todo, se aferró a esa sensación de que en algún lugar su vida estaba esperándola, en la siguiente cima, justo después del siguiente valle.

Tras varios meses en el norte de Tri-Kazel en los cuales se ganó varios enemigos, Yldiane se encaminó de vuelta a Taol-Kaer, con un nuevo paquete para Tulg Naomh. Este viaje le ha dado la oportunidad de pasar una vez más por su antiguo hogar, Melwan...

...A su regreso a Melwan Yldiane se encuentra en una situación incómoda. Su abuela se muestra bastante fría con ella y su amiga Arven está bastante obsesionada con su carrera militar. Y, sobre todo, Melwan está bastante cerca de Dearg y, aunque a penas recuerda a su hermana, Yldiane se ha sorprendido pensando en ella cada vez más a menudo.

Notas de juego

Muad_dib escribió:

Todo a su alrededor estaba negro. No literalmente, es solo que en ese momento no era capaz de ver nada positivo en aquella situación. Las ruinas que tenía delante mostraban unos símbolos que, aunque algo en su cabeza le decía que los había visto anteriormente, Yldiane no era capaz de recordar. Sabía que los gravados en las piedras estaban relacionados entre sí, la intuición o la experiencia, llámalo como quieras, se lo decían, pero no era capaz de conectarlos.

Alargando la mano rascó el musgo del monolito más cercano para poder ver sus dibujos con más claridad. La piedra estába fría y húmeda. Un momento, ¿había sido luz lo que acababa de recorrer el gravado? Normalmente no se le escapaba ni un detalle, Yldiane era tremendamente observadora, pero aquello, si es que había ocurrido, había sido tan leve y fugaz que no estaba segura de si realmente lo había visto o había sido su imaginación.

Aunque le gustaba estar sola, especialmente para pensar, en aquel momento le habría venido bien algo de ayuda para desentrañar aquel misterio. - La piedra norte con la del sur-este, esta con aquella, esta hacia allí... - su mente bullía. Hasta que la impaciencia le pudo.

- ¿Qué diantres? Sin riesgo no hay gloria. - Dedicó los siguientes minutos en reorientar las piedras para que se mirasen unas a otras formando la configuración que había formado en su cabeza. Justo antes de colocar la última un pensamiento cruzó por su cabeza. - Se que me arrepentiré, como suele ocurrir. - Suspiró. - En fin. - Colocó la última piedra y el suelo comenzó a temblar.

perenzal escribió:

-No deseo compañía- Respondió tajante. Cada posta, cada hostal y posada era la misma historia. El mismo muchacho, hombretón o caballero ansioso por ejercer de caballero. Yldiane se había cuidado desde niña en la soledad agreste, no necesitaba a brutos que le retrasaran el paso o buscaran sus faldas durante la noche.

-Eres torpe, gordo y no distinguirías menta de mandrágora aunque hubiera un cadáver al lado. –Yldiane miró de arriba abajo al forzudo- Además. No estás preparado para el mundo de ahí fuera. No hay cálido hogar ni cerveza. Las criaturas nocturnas acechan y te atrapan mientras duermes. Hay viajeros que aparecen descuartizados, con sus entrañas al sol como salchichas de cocina. La muerte acecha.

Siguió comiendo, a la espera de que se retiraba, mientras la imagen de algunos compañeros, que sí estaban preparados para el camino, le regresaba a la mente. Ese último acto grotesco  y repelente que nadie desearía interpretar y que a todos llegaría. El mensaje debía llegar cuanto antes al señor que esperaba, seguramente llenándose de ciervos o lenguas de colibrí, poco importaba. Iba a añadir que era feo, pero no quiso ser cruel. Luego lo miró con una mezcla de compasión y hastío, sentimientos que no solían juntarse al mismo tiempo.

-Lo siento. Tengo prisa. ¡Posadero!

toffeshop escribió:

La abertura de la cueva se puede entrever entre los árboles. La noche es casi cerrada, con la débil luz de la luna colándose por las ramas. Yldiane respira entrecortadamente, intentando que se escuche lo menos posible. El frío viento le corta la cara, haciendo que entrecierre los ojos. Apoyando una mano en un tronco cercano observa y escucha. El susurro del viento con las hojas... un animal que se mueve en otra parte del bosque... y la niña.

Hace mucho ruido, por qué no me habrá hecho caso, maldita sea, debería estar en el pueblo.

Se gira brevemente, lo justo para que le vea:

- Silencio - articuló sin emitir sonido, llevándose un dedo a los labios. Se vuelve una vez más, escuchando. Algo de todo esto no le da buena espina. Puede que la niña tuviera razón, y no sean unos simples ladrones.

Satisfecha cuando no cree que haya nadie por los alrededores, se gira y agachándose se pone a la altura de la niña, cogiéndola del brazo, y susurrando casi inaudiblemente:

- Vuelve a casa, no puedes ayudarme más, sólo harás que vaya más despacio - espeta. Necesita convencerla. No puedo ser responsable de lo que te pase, ¡entiéndelo!

Auri escribió:

Aquel sendero discurre por el centro de un tortuoso bosque, pero eso a ella le gusta. Con el paso brioso y el rítmico tam-tam de su bastón del camino acompañándola, ella disfruta del simple hecho de caminar por lugares profundos como aquel, pausados, solitarios. El petate al hombro y la mirada de determinación en sus brillantes ojos de topacio, su rostro se ilumina cuando comprende la perspectiva del viaje que tiene por delante.

[...]

Se arrebuja en la pesada capa, gruesas pieles que siempre la acompañan en sus viajes. El frío hiela sus orejas, así que se deshace la sencilla trenza y una cascada rubio-anaranjada cubre su cabeza y sus hombros, algo despeinada y rebelde, pero al mismo tiempo exactamente en su lugar, otorgándole un aura altiva y diferente. Ante la idea de iniciar nuevamente un camino, sonríe, complacida. Ella no es de allí, así que no le gusta estar tanto tiempo en la capital… en realidad, no es de allí, ni tampoco de ningún otro lugar. Y lo es de todos al mismo tiempo; ella es libre, caminante, ciudadana del mundo. Hay quien cree que va de un lado a otro, con un fin, con una meta. Ella asiente sonriente al escucharlo. Pero no es cierto, en el fondo, nadie la conoce realmente… En el fondo, la joven vaga errabunda, alegre trotamundos habitante de los Tres Reinos. Por guías tiene a las estrellas, por sábanas, los jirones de bruma de las noches más oscuras y por compañero el sol que camina junto a ella día tras día, imparable, incansable, eterno.

Y está a punto de llegar a la gran bifurcación del este, pero tiene muy claro por dónde quiere ir. No siente la necesidad de seguir el camino rápido, es más llano y sencillo, sí, y además es nuevo y tiene partes cómodamente adoquinadas… pero está lleno de viajeros y es apabullante. El camino largo, sin embargo, el que discurre por el valle, a orillas del apacible río, es más solitario y tranquilo. Además, nunca ha tenido prisa por llegar a un nuevo destino, porque ella no va de un lado a otro, en dirección a su meta, no. Su meta es el propio viaje, el propio caminar.

[...]

El río la acompañaba en su camino, alegre y cantarín. Sus aguas cantaban canciones de largos viajes —a través de tierras fértiles e imperecederas— y de duras etapas —transcurriendo entre horadadas llanuras, saltando entre afilados riscos y cruzando tortuosos desfiladeros—. Las aguas de aquel río hablaban del mundo, como el campesino habla del camino diario de sus campos a su hogar y vuelta a empezar. El tam-tam de su palo del camino, eterno acompañante de senderos, continúa marcando rítmicamente el paso, acompañando esta vez al rumor del agua, tan familiar ya, pero al mismo tiempo tan diferente, tanto, que cada vez son unas gotas diferentes las que le cantan sus canciones y las que ya han pasado una vez, no vuelven a pasar nunca más por el mismo lugar.

Entonces su sonrisa se le congela en el rostro, acaba de escuchar algo que no es la voz del mundo, que no es la tonada de la tierra. Aguza el oído, tratando de advertir de nuevo aquel sonido entre las difuminadas sombras y los áureos matices del ya tan familiar amanecer, aquel sonido que ha llegado a ella repentino y de pronto se ha desvanecido entre la calima.

[...]Entonces vuelve a suceder, lo vuelve a escuchar.[...]

Un grito. La muchacha sale corriendo en la dirección de la que cree que procedía aquel grito de auxilio, báculo en mano, sin dudarlo un instante. Desde el otro lado del recodo que dobla la revuelta del río ve a lo lejos que quien ha exhalado aquel alarido, no es sino una joven, pequeña y delgada, que trata de fundirse con la pared de piedra que tiene a sus espaldas de manera infructuosa, en un fútil intento de escapar a la manada de perros salvajes que la rodean, babeantes y hambrientos. “No debería viajar sola estos días por estos lares…” piensa “aunque realmente, no soy precisamente quién para opinar del caso…”.

Llega a pocos pasos del lugar donde se produce la situación y se detiene unos instantes, recordándose que debe pensar antes…

[...]

…pero entonces uno de ellos salta. Y ella no puede evitarlo, salta también, olvidándose en ese mismo instante de que debe pensar. Bastón por delante, se coloca frente a la joven, que ya se acurruca en un rincón con los ojos cerrados esperando el mordisco mortal, y recibe con el fuerte fuste de su leal compañero el bocado, empujando al animal de nuevo lejos, de vuelta al suelo.

En ese preciso instante, antes de que él pudiese decidir la mejor opción, una joven había aparecido prácticamente de la nada y se había interpuesto entre el primer atacante y su presa, impidiendo que la alcanzara. Ganado aquel tiempo, él tuvo los segundos necesarios para sacar de su mochila los pedazos de carne que le quedaban y los lanzó lo más lejos que pudo, llamando la atención de los chacales desde lo alto del risco. La manada, al olor de aquel alimento —aparentemente más fácil de conseguir que el otro— se lanzó en tropel hacia la pieza, mordiendo, desgarrando y quitándose pedazos de res unos a otros.

—¡Dadme la mano! —gritó entonces el joven— ¡subid aquí!

Al momento, ella no pierde un segundo en reaccionar.

—¡Hacedle caso, subid! —le encomia a la joven temblorosa.

La ayuda a ascender por el risco hasta alcanzar la mano del muchacho de cabello pajizo que las llama desde encima del promontorio; después, engancha su palo en el asidero correspondiente de su petate, y comienza a escalar ella también, aprovechando la distracción para salir fuera del alcance de la hambrienta jauría, tras los pasos de la escuálida muchacha que ya se encuentra, por fin, a salvo.

[...]

Se levanta de su sitio, agradeciendo al mundo y a la tierra su compañía y su vitalidad. Desciende de un salto del promontorio, bastón en mano, recordando los acontecimientos que una vez, en aquel mismo meandro, tuvieron lugar. Sonríe, orgullosa.

“Aquel día todo salió bien” piensa, mientras emprende de nuevo la marcha, recordando a la escuálida muchacha y al joven que las había ayudado cuando ella la intentó rescatar.

Rememora la marcha del curioso muchacho, sereno, tranquilo y con aquella mirada brillante, dispuesta a devorar el mundo. Rememora cómo él marchó, despidiéndola con una sonrisa, en dirección contraria, sin nada más que una mochila, un libro y la calma de quien no tiene prisa por llegar.

Calándose bien el sombrero sobre el pelo trenzado, Yldiane vuelve al ritmo del camino, de la marcha, que marca su palo de los caminos como siempre ha hecho. Ya está acostumbrada a hacerle caso, al fin y al cabo, es su compañero incansable en aquel eterno vagar. Su mirada de turmalina, radiante y curiosa, vaga por las maravillas del sendero, que brotan a su paso a medida que ella se aleja, una vez más, de la capital, recorriendo el mundo al que puede sentirse orgullosa de llamar hogar.

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20/01/2016, 12:45
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Sólo para el director

Ruinas Magientíficas (portada de escena cambiada):


 

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20/01/2016, 16:09
Narrador
Sólo para el director

Jugadores Apuntados

  Arven Ean Liam Mòr Urvan Yldiane
DarkMaste - - - [1] - -
Muad_dib 3 - - 2 4 [1]
Ariakan [1] [2] - - [3] -
Belgeval - - 3 (2) [1] -
Micaelian - - 3 2 [1] -
perenzal [3] [1] - - - [2]
darofar [1] 3 2 - - -
Goicu 3 2 [1] 6 5 4
toffeshop 3 2 - - - [1]
Elara [1] - - - - -
artemis2 2 - [1] - - 3
Mr. Sandman - [1] [2] - - -
Auri - - [2] - - [1]

 

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22/02/2016, 12:15
Narrador
Sólo para el director

Notas de juego

Abigail Mead – Full Metal Jacket OST - Leonard

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25/02/2016, 14:00
Narrador
Sólo para el director

[Sustitución] Sombras de Esteren

Hola. Después de un mes de partida, hemos tenido nuestra primera baja. Por motivos laborales y personales, un jugador ha tenido que abandonar la partida de Sombras de Esteren: Loch Varn.

El personaje que se ha quedado huérfano es Mòr: os dejo su descripción aunque, dada la trama de la partida, en estos momentos el personaje a penas recuerda nada más que esto de su propia historia.

La fuerza de Mòr contrasta con su temperamento. El joven disfruta de la tranquilidad y la soledad en campo abierto con los caballos. Tan tímido como dotado musicalmente, nunca canta aunque toca maravillosamente el laúd. Pero nadie en la aldea conoce sus habilidades, pues sólo lo hace cuando está solo, lejos de la aldea. Incluso los que mejor le conocen estarían sorprendidos de escucharle tocar.

Mòr se toma su vocación como Ionnthén muy seriamente, y presta mucha atención a las enseñanzas del Demorthèn. Trata de ser ejemplar en sus estudios para conseguir el reconocimiento y orgullo de las personas que significan más para él.

Es un hombre tolerante y bueno, capaz de aceptar la forma de ser de todo el mundo. Mòr está lleno de todo tipo de sueños y tiene una visión bastante ingenua de la península, pero las historias de los Varigal le han dado ganas de conocer más de Tri-Kazel

La partida es de ritmo medio y, como comenté al principio, está prácticamente recién empezada: el jugador sólo escribió tres entradas antes de quedarse semi-out por trabajo, ponerse enfermo y finalmente abandonar, así que, teniendo en cuenta el desconcertante inicio de la partida, hay total libertad para perfilar el personaje al gusto del nuevo jugador.

Os pongo los enlaces al sondeo previo y al hilo de reclutamiento. Los que estéis interesados, si podéis enviarme por mensaje privado una escena cualquiera en la que os imaginéis con este personaje, os lo agradecería.

Gracias y un saludo.

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07/03/2016, 13:06
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Sólo para el director

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21/07/2016, 09:28
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Sólo para el director

Notas de juego

Informe de Actividad

Fecha: 855
Asunto: Experimentación con el Flujo fósil
Página: 1/2

El elemento fósil muestra unas propiedades completamente nuevas en contacto con las plantas. Ya conocíamos los efectos herbicidas de esta sustancia, pero ha mostrado una reacción asombrosa. En contacto directo con el Flujo fósil las plantas se marchitan y pudren, pero no mueren. Al contrario, después de un tiempo de incubación, empiezan a desarrollarse y crecer. Esto explicaría, en gran...

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23/08/2016, 11:34
Narrador
Sólo para el director

Notas de juego

Señor,

Le escribo para informarle de una preocupante situación aquí, en Loch Varn. Varios de mis hombres han desaparecido sin dejar rastro, y lo mismo ha ocurrido a varios habitantes de Varn. Algunos de mis hombres han notado una extraña actividad en el bosque que indica que puede haber Feondas en las proximidades. Particularmente, hemos encontrado varias toperas de unos tres pies de ancho, algo realmente extraño en esta región. De todas formas, es también posible que un grupo de merodeadores que ha estado activo durante los últimos meses sea el origen de todos estos problemas.

Varias patrullas han informado de una actividad inusual en las proximidades del laboriatorio magientífico abandonado. Creemos que es posible que esa gente, o peor aún, esas criaturas, hayan tomado posesión de ese lugar. Requerimos refuerzos para limpiar ese sitio de lo que sea que esté merodeando por allí.

Espero noticias suyas.

Su leal sirviente,

Harald Torr