Donang siguió a su maestro en silencio, tras un largo minuto, hablo pausadamente.
— No osaría llevarte la contraria, maestro. Pero tras pensarlo detenidamente he cometido muchos errores en este combate, necesito mas control y precisión. Por eso me siento avergonzado, maestro.
Después movió la cabeza de un lado a otro, apesadumbrado.
— Ademas, desconozco el motivo de sus ataques, solo se que aquellos seres no eran humanoides normales.
—Hijo mío, ni siquiera las fortunas saben el futuro. ¿Cómo vas a saberlo tú? No te tortures con un futuro incierto. ¿Acaso no se equivocaron los que pensaban que nunca te convertirías en el Shangu-Shouhu? En un sólo segundo todo puede cambiar.
Sling miró a Donang con expresión paternal.
—Vamos aprendiz, debemos de hablar con los maestros.
Las palabras de su maestro le dieron tranquilidad y restablecieron su dolor espiritual. Donang hizo una pequeña reverencia
— Gracias maestro, como siempre su voz esta cargada de sabiduría.
Siguió a su maestro con el alma mas tranquila y la mente en calma.
Una hora más tarde, el Shangu-Shouhu se encontraba ante ellos explicándoles lo mismo que le había contado antes a su maestro. Nadie había oído hablar de una magia o poder así, pero eso no significaba nada. Estaba claro que había que estudiar este tema profundamente y alertas a las demás aldeas. Sin nada más que hacer por el tortúguido, se marchó a dormir. Mañana sería otro día.
Donang continúa aquí.