- Yo únicamente quiero respuestas -dijo Bomei a sus compañeros. - No iré hasta allí con la intención de derrotar a nadie, iré para conocer la verdad, de liberarnos de tanto secretismo y que así podamos proseguir siendo conocedores de toda circunstancia que nos rodea.
Tomó aire, momento en el que aprovechó para mirar a la máscara que aún tenía en su mano antes de añadir.
- Pero no podemos negar lo que somos, somos los protectores de nuestras villas, y como tales, debemos protegerlas sin vacilación de cualquier amenaza -dijo señalando a la bruja. - Pero una vez derrotada, tenemos que ir hasta él. Porque nos lo debemos a nosotros, y se lo debemos a nuestras villas, todos merecen dejar de vivir entre secretos.
Colocada en posición para el combate que se avecinaba, Bomei se preguntaba si sus palabras tendrían algún tipo de efecto sobre el resto. Al menos tenía que intentar hacerles ver como se sentía. Y para eso había dado posiblemente el discurso más largo de su vida.
La mujer ataviada de negro negó con la cabeza apesadumbrada. La balanza se equilibraba con la decisión de Bomei.
—Shou-Kung no va a darte respuestas niña, pero tampoco las mereces. Te ofrecía la libertad y has elegido las cadenas de esa máscara. Así sea pues—entonces la bruja miró a los protectores que se habían mostrado partidarios de ella—. ¿Y vosotros niños míos? ¿También vais a elegir la prisión?
—¡Ogra por favor!—exclamó consternado Donang—¡No puedes hablar en serio! ¡Esa mujer es malvada!
—No sé como puedes estar tan seguro de eso—le replicó Bai Hu—. Algo no está bien, ¿no lo ves? Y no creo que seguir haciendo lo mismo sirva de algo. Cuando superé a mis compañeros y me nombraron Shangu-Shouhu, la mayoría consideró que era un error. Ahora sé que los equivocados eran ellos.
—Esa es la historia de todos nosotros—refrendó las palabras del félido Qiang Huo—. Es hora de que el valle cambie.
—Entonces sólo nos queda pelear—dijo Rikitsiki desenvainando su espada.
—Algún día pero no hoy—dijo la mujer dando un paso al frente y mirando directamente al ser iluminado—. El dragón tiene a sus campeones y yo tengo a los míos—entonces miró a los tres Shangu-Shouhu—. Cuando llegue la hora lucharéis y lamentaréis vuestra decisión.
Entonces de ella brotó un humo negro que la envolvió tanto a ella como a sus tres campeones. Cuando se disolvió, todos habían desaparecido.
Bomei dio un puntapié al suelo. Sentía pena y rabia por la marcha de los demás, sobre todo de Bai Hu a quien había cogido gran estima. Pero el tiempo apremiaba, tendría luego tiempo de reflexionar, pero ahora debían actuar.
- No sabemos cuando volverán ni cuantos de ellos, pero debemos estar preparados. Propongo que los Shangu Shouhu vayamos a nuestros respectivos templos como a otro de nuestros compañeros que se han marchado. Debemos informar de que la amenaza es real.
Interrumpió su discurso por unos instantes para dirigirse a Chang Wang y a la fortuna.
- Quizás ella debería quedarse en Baohu Yosai con vuestra protección. Necesitamos que alguien nos informe de cualquier movimiento sospechoso. En cuanto todos los templos estén informados volveremos contigo. Creo que es hora de que confiemos en el poder de todos los templos para nuestra propia defensa.
Entonces Bomei se percató del tiempo que llevaba hablando y que ninguno más de los presentes se había pronunciado.
- Siempre que estéis de acuerdo, claro. Si tenéis alguna objeción ahora es el momento, de lo contrario, comencemos nuestra defensa del Valle.
Con la desaparición de la mujer, el bosque comenzó a recuperar su color, de la misma manera que lo hizo Daiwang-Bailu. La fascinante fortuna blanca recuperó su brillo y su movimiento. Miró a los tres Shangu-Shouhu, a la Perfección e hizo una reverencia.
—Entiendo—dijo enigmáticamente—. Las piezas están puestas en el tablero. Este futuro no lo puedo vislumbrar.
Y dando media vuelta, el Señor del Bosque se internó en la espesura.
—Tendréis que ser cautos en vuestras acciones—negó el ser iluminado a Bomei con gesto grave—. Las villas cuyos campeones se han marchado pondrán en duda vuestro testimonio. Y eso sólo alimentará el caos y la disputa.
La Perfección miró al cielo. El sol desaparecía y el cielo se llenaba de miles de puntitos luminosos.
—Sed conscientes de una cosa. Las reglas ya se han establecido y esto es un duelo de campeones. Los Shangu-Shouhu de Feng-Tae, Yun-Shui y Hun-Zi lucharán contra los Shangu-Shouhu de Huo-Tao, Bao-Sheng y Shan-Bae. Si engrosáis vuestras filas preparándoos para una guerra el enemigo también lo hará. Y eso traerá más muerte y caos al valle.
El ser luminoso empezó a levitar y brillar. con más intensidad.
—No os preocupéis por Randkai. Él está bien, también tiene una misión que cumplir—dijo quitándole importancia a la desaparición del Shangu-Baohu—. Sois libres, podéis tomar las acciones que queráis. Pero sed conscientes de que el destino de Tiangulong descansa sobre vuestros hombros. Este es el camino del Ancestral, este es el camino para alcanzar la Perfección.
Y entonces se descompuso en un millar de puntos luminosos, tantos como estrellas hay en el cielo.
Y con la deasparición del ser luminoso quedaron muchas dudas y pocas certezas. Había una sombra en Tiangulong, una a la que hasta el momento, habían podido frustrar sus planes. Pero ante ellos se planteaba un futuro incierto, uno que ni siquiera las más elevadas fortunas podían acertar. Y como telón de fondo, todo parecía formar parte de una contienda entre el camino marcado por Shou-Kung durante ocho mil años y la marca de Tai-Yue.
Ahora más que nunca el futuro del valle estaba en manos de los seis Shangu-Shouhu, aunque ahora con objetivos distintos.