Partida Rol por web

Aldo se interesó por algo que Dervalloc había dicho.

- ¿Puedo preguntar por la relación entre vosotros y los ceoltíre? - dijo el lingüista.

- Comercio. - Respondió con naturalidad, como si fuera obvio. - Los ceoltíre viven en los llanos que hay más allá de los valles, donde abundan los prados y los terrenos abiertos. Eso les permite tener pastos donde crian animales, huertas y campos de grano. De ellos proceden la harina, el queso o el pescado que comemos, por ejemplo. Nosotros, a cambio, les suministramos pieles, cataplasmas curativas y madera.

- También son el enlace con los muintíre, los clanes que viven en la costa. - El caudillo añadió rápidamente aquella aclaración, como si estuviera obviando algo importante que debía explicar.

Después de la ilustrada demostración de su anfitrión con la espada, mientras Aldo y Dervalloc hablaban, el Mayor Whiteface se quedó absorto intentando hacer memoria de su época en el instituto en Kansas, concretamente de las soporíferas clases de ciencias naturales del flemático profesor Alley, lo recordaba bien, con su pajarita, su chaqueta con coderas, su ritmo tedioso y ese viejo proyector remendado con esparadrapo con el que hipnotizaba a los chavales a base de diapositivas de animales y minerales cada martes a primera hora de la mañana clac-clac, clac-clac... 'Creo que ese mineral lo tengo visto...'

La memoria de Alan siguió dando vueltas al mineral que había visto en la fragua hasta que, finalmente, cayó en la cuenta al recordar las clases de instituto. Se trataba de siderita, un carbonato de hierro.

- Habéis comentado algo sobre los sidhe - dijo el lingüista retomando la conversación de antes de hablar de la bebida -. ¿Sabéis quienes residen en ellos? - preguntó Aldo.

En sus tiempos de viajero había visitado algunos lugares de culto celtas, en irlanda, sobretodo, todos llenos de piedras gigantes que formaban un conjunto con cierto sentido, había oído que esos lugares, donde se asentaban esos megalitos, se llamaban sidhe, sabía que las leyendas hablaban de seres feericos que vivían en aquellos lugares, pero nunca había oído a nadie dirigirse a ellos por el nombre del lugar, o quizá sí y puede que no lo recordara con claridad.

- Creo que te refieres a los túmulos. - El foraoisetíre frunció el ceño en un gesto meditabundo. Daba la impresión de hablar sobre algo nebuloso, un conocimiento largo tiempo olvidado. - En Tír Bunaidh, se decía que los Sidhe vivían bajo ellos. Aes sídhe, creo que así les llamaban los seansear. - Su expresión dubitativa se aclaró en ese punto, cuando miró al lingüista en busca de una confirmación, como si aquel nombre le resultase más familiar. - Ossac, nuestro druida, seguramente podría hablaros mejor sobre ellos, aunque dudo que lo que os cuente sea más de lo que ya sepáis sobre ellos.

- Sin embargo, - Levantó el índice para enfatizar sus palabras. - aunque en Tír Bunaidh los Sidhe nunca eran vistos, aquí sabemos que están ahí. Sus flechas de luz están recogidas en los relatos que hablan sobre las derrotas de los guerreros de Morrigan y de los fomoré. Pero los Sidhe que las disparan permanecen ocultos a nuestros ojos. Y no viven bajo túmulos. - Por la forma en que se expresaba, daba la impresión de valorar más la ayuda práctica que suponían aquellos supuestos aliados invisibles que de sentir una admiración o un temor reverencial.

'Clac-clac-clac-clac...¡Bingo!' – ¡Sideritaa! - de repente todas las miradas se clavaron en Alan, se dió cuenta que acababa de exclamar en voz alta, muy alta – Jejeje, perdón por la interrupción, estaba abstraído. - dijo levantando una mano a modo de disculpa mientras comentaba a los suyos - El metal que hemos visto en su fragua es siderita, un carbonato de hierro, nada que no tengamos ya en la tierra,  se que no es mi campo - dijo riendo - por eso me he venido arriba. - prosiguió serio – Deberíamos contactar con los Sidhe, su armamento es superior al de los jaffa, valdría la pena tenerlos como aliados. ¿Qué opináis? - preguntó el mayor al resto del SG4.

Fomore, side, seansear, guerreros de verano, guerreros de invierno...   -Pienso frotándome los ojos con cansancio. No se si será por las traducciones de Aldo, pero me estoy rayando ya con tanto nombrecito y empiezo a liarme con quien es quien y qué pinta cada uno en toda esta historia. 

Si. Creo que será lo mejor -Respondo a Alan, quien viene a confirmar lo que suponía. Aún están en la edad de los metales. 

Preguntale al jefe a qué distancia se encuentran esos túmulos  -Le digo a Aldo mientras compruebo en mi reloj cuanto tiempo de misión nos queda- Luego averigua si el druida sabe algo más. -Le encargo desentendiéndome de una conversación que se presume densa y cargada de mitología, prefiero dejarles a su bola y que luego Aldo me sintetice lo importante.

Ah, preguntales también si seremos bien recibidos o si tenemos que llevar una ramita de olivo o algo-Añado dándole más faena al traductor antes de que se ponga a ello. - No me gustaría que nos reciban con flechazos de luz.

- Los Sidhe no habitan bajo túmulos aquí. Viven en una región del bosque al pie de las montañas, a algo menos de mil pasos de aquí. - Señaló con un brazo a un punto más allá de las paredes del edificio. - Pero desconozco cuál será su reacción ante vuestra visita. Normalmente, mi gente no tiene motivos para entrar en esa parte del bosque. Y ellos tampoco parecen estar muy interesados en dejarse ver y relacionarse con nosotros.

Intercambió rápidamente unas palabras en privado con la mujer que había traido la bebida y los cuernos. A continuación, ella abandonó la sala. - He mandado buscar a Connach. Si lo deseáis, él puede guiaros hasta la cabaña de Ossac, nuestro druida. Me temo que, respecto a los Sidhe, de poca ayuda puedo seros. - Cambió de posición en su sitio, aun sentado pero con un ademán pronto a incorporarse.

- No sabemos si seremos bien recibidos por los Sidhe. - comentó Whiteface tras la explicación de Dervalloc. - Mayor Davidson, veamos a ese druida. - y añadió - Si es un sabio quizás sirva de nexo para acercarse a ellos. – Dando a entender que, por parte de los forasteiné, poco aporte tecnológico de defensa se conseguiría, aparte del felino sónico que habían cazado.

Como militar Alan sentía curiosidad por toda clase de armas - Precisamos actualizar nuestro armamento para defendernos de los Señores del Sistema.- comentó. Al ver que el líder hacía el ademán de incorporarse Alan también.  Mientras se ponía en pie le dió un codazo suave a Aldo diciendo en voz baja – Cinco pavos a que ese druida luce una barba como Panorámix. - y rió enseñando sus dientes blancos.

- Muchas gracias - dijo el lingüista haciendo una reverencia con la cabeza hacia Dervalloc y tomando algo de aquella bebida que les habían servido -. Estamos seguros que la información que podamos intercambiar con vuestro druida será más que beneficiosa tanto para nosotros como para vosotros.

Se giró para escuchar al Mayor Alan mientras hablaba de la posibilidad de acercamiento hacia los Sidhe usando al druida como intermediario y se preparó para levantarse cuando la Mayor Davidson lo hiciera también.

- Como os gusta apostar - observó jocoso -. Preferiría que nos abriera las puertas a saber como narices lo hicieron los Sidhe para echar a Morrigan, pero que sea un fiel reflejo de lo que hemos leído en los cómics estaría muy gracioso sin duda.