Partida Rol por web

Mis sospechas sobre el druida no se disipan durante el trayecto, sabía o más bien intuía que el fulano buscaría alguna excusa para escaquearse en el último momento y no entrar en el bosque con nosotros, y justito. El providencial sonido de un cuerno parece que le da la excusa que necesitaba para marcharse justo cuando más le necesitamos. 

Genial. -Mascullo contrariada-  Pues para venir hasta aquí le bastaba con indicarnos la dirección.

Me quedo unos segundos mirando alternativamente a Ossac alejándose por un lado y el neblinoso bosque al otro mientras barajo la posibilidad de dividir el grupo, ordenándole a Alan que siga al druida discretamente, para ver si mis sospechas son fundadas. Finalmente decido ignorar mi intuición, a pesar de la vocecita interior que insiste en advertirme contra el druida, prefiero mantener el grupo unido. Sea lo que sea lo que haya al otro lado del río, lo afrontaremos los cuatro juntos.

-Eso parece - Asiento a las palabras de Alan. - Preferiría no tener que matar a esas cosas, pero si nos vuelven a atacar tendremos que volver a defendernos y esta vez no me andaré con melindres.     

Bueno. Pues ya que nuestro guía se ha largado, cruzaré primero- Comento mientras empiezo a despojarme de la mochila, el cinturón, el correaje con los cargadores, la aturdidora eléctrica y la chaqueta hasta quedarme en camiseta.

Enrollo los cargadores, la aturdidora y la cantimplora en la chaqueta y los meto en la mochila, a la vez que saco el rollo de cuerda para atarla alrededor de la cintura. -Atadla a algún árbol. Yo haré lo propio cuando llegue al otro extremo y tendremos un improvisado pasamanos que nos ayude a cruzar. ¿ok?

Sin más, tomo la mochila de las asas y tras ganar algo de inercia balanceándola la lanzo con todas mis fuerzas hacia la otra orilla. Tras el lanzamiento me dispongo a cruzar el río sosteniendo en brazos lo único de lo que no pienso separarme, el arma reglamentaria.

- A la orden, Mayor.- La iniciativa e ímpetu de Tara animaron al ranger, pues se había llegado a imaginar a sí mismo saltando en pértiga, emulando al mismísimo Serguei Bubka.

Mientras la Mayor Davidson se despojaba de su chaleco y equipo, Alan Whiteface caminó sobre las incómodas piedras e intentó realizar un buen nudo de seguridad en uno de los árboles próximos a la orilla. La longitud de la cuerda de Tara era suficiente  para salvar la distancia y cumplir con su cometido. Tras asegurarse varias veces tirando de la cuerda, se giró y levantó el pulgar a Davidson, quedando a la espera de cómo ella intentaba vadear el rio. La profundidad no era mucha, pero el agua era traicionera, y Alan sujetaba la cuerda por si tenía que tirar de su compañera. Como mandó, el resto no cruzaría hasta que ella asegurase el otro extremo a modo de pasamanos.

Era el momento para tomar un breve descanso, al menos para Aldo y Fern. Mientras los dos soldados se dedicaban a trabajar en conjunto, aunque estuviera parado, Aldo no dejó de darle al tarro, mientras veía que Tara se preparaba para cruzar, cuando llevo las manos al asa de la mochila lo vio claro, iba a tirar primero la mochila, para pasar luego ella.

- Si la tiras hacia ese punto, hay solo un poco menos de distancia, será más fácil que llegue - dijo entonces señalando a un sitio mientras se acercaba a Tara.

La mochila de la mayor Davidson voló sobre las aguas trémulas con toda la gracilidad que un objeto tal podía permitirse. Guiada por el consejo del lingüista, la oficial de las Fuerzas Aéreas logró que la bolsa con su equipo aterrizase en la orilla opuesta, lejos del agua, y todo lo suavemente que era posible para evitar dañar o romper accidentalmente parte del equipamiento.

Sin embargo, su intento por vadear la corriente resultó infructuoso. Apenas se había introducido en el agua, su pierna izquierda chapoteó sonoramente cuando, bajo su pie, una piedra del fondo se deslizó y amenazó con torcer su tobillo al tiempo que podía atrapar la extremidad con otra piedra. Afortunadamente, Tara reaccionó a tiempo de evitar tal percance, se tambaleó ligeramente mientras se recuperaba del movimiento brusco para zafarse del peligro y, finalmente, asentó ambas piernas con firmeza contra el fondo, aunque sin haber avanzado nada.

Estábamos mirando los recodos del río por donde pretendíamos cruzar, el agua estaba bastante limpia y casi se podía ver el fondo, pero cualquier cauce de agua siempre puede ser traicionero.

Los militares se afanaban en cumplir con la tarea de cruzar, la mayor ha lanzado su mochila al otro lado, por un momento se ve como describe un arco pareciendo que no lo va a lograr, pero la fuerza del lanzamiento es suficiente para lograrlo y aterriza en un lugar seco y a salvo.

Van atando las cuerdas y cuando se aseguran comienza la mayor a cruzar, Fern se acerca para ayudar con la cuerda si hiciese falta, poco a poco la mayor va avanzando y se va introduciendo en el agua, al poco sus pies hacen un movimiento extraño pero sus piernas logran mantenerla en pié para continuar en su intento de cruzar el río.

- ¡SÍ! - gritó el lingüista triunfante al ver caer la mochila de la mayor sobre suelo firme al otro lado del río.

Entonces Tara comenzó a cruzar el río. Llevaba tan solo unos pocos pasos cuando trastabilló. Aldo contuvo el aliento, no parecía demasiado difícil, pero que la Mayor, sin la mochila a cuestas tuviera problemas, ponía en el sociólogo un nudo incómodo en la garganta.

Finalmente, la mayor Davidson pareció acomodarse al desigual piso del fondo y comenzó a vadear el río. Dió la impresión de que la corriente la engullía poco a poco, conforme la superficie del agua subía e iba cubriendo las piernas de la mujer. Pero en unos segundos más volvió a elevarse sobre el nivel de las aguas en su camino hacia la otra orilla. Tras el leve percance inicial, la mayor alcanzó la ribera opuesta sin mucho más problema y se aproximó a un árbol en el límite del bosque para atar la cuerda.

Cuando se acercó a la linde del bosque para asegurar la cuerda en un tronco, Tara se percató del silencio sepulcral que imperaba en el interior del bosque de los Sidhe. Ossac ya les había advertido de que los animales no se adentraban en esa parte de la floresta, pero daba la impresión de que ni el viento parecía soplar ni agitar ramas y hojas entre aquellos árboles.

Mientras anudaba la cuerda, un escalofrío recorrió la espalda de la oficial. ¿Un temor primordial que despertaba o sólo la reacción al contacto del viento frío que bajaba de la montaña, a lo largo del curso fluvial, con sus piernas cubiertas por el pantalón mojado?

Tras presenciar expectante como la Mayor había conseguido vadear, Alan reaccionó con el pulgar hacia arriba respondiendo a la señal de OK con la mano de Tara. El ranger comprobó la tensión de la cuerda que ahora cruzaba perpendicular al curso del rio y decidió poner a prueba su estabilidad. “¡Allá vamos!”. Antes de vadear se giró hacia sus compañeros - Evans, Andrews, si esto soporta mi envergadura no debería suponer un problema para vosotros. - En un primer contacto con el irregular suelo de piedras, se desequilibró y quedó algo encallado al igual que su compañera, pero en seguida remontó y retomó el paso.- No os confiéis de las piedras, más vale ir poco a poco y tantear el fondo.- recomendó a Aldo y a Fern. “Con razón a ella le ha costado empezar, y eso que yo tengo un agarre.”

La altura de Alan era una ventaja, pues sus piernas eran largas y eso hacía que el rio no pareciese tan profundo como cuando cruzó Davidson. A ojos de los demás, Whiteface cruzó agilmente una vez acostumbrado al terreno. Al llegar a la otra orilla sonrió a Tara – Funciona. - Seguidamente se giró e hizo un gesto con la mano, animando e invitando a los dos civiles para que cruzaran.

Los soldados cruzaban el río con aparente facilidad, aunque los resbalones y las dificultades eran comunes y visibles. Pasan al otro lado y Tara y Alan miran al resto esperando el cruce de no tan expertos militares entrenados para estas tareas.

Fern Se dispuso a ser el siguiente en cruzar, las manos casi no le sujetaban por el sudor, contrastando con el frío que sentía al meter los pies en el agua, contrastando el frío bajo la superficie y el calor que se sentía por encima.

Los pasos que daba el científico eran más seguros de lo esperado, cruzando con una rapidez inusitada, aunque un tropezón hizo que todos pensasen en una caída, pero no hubo miedo al ver que se afianzaba nuevamente y continuaba con igual ritmo el cruce. Finalmente con poca dificultad llegó a atravesar y reunirse con los compañeros que ya habían cruzado.

Las miradas volvieron al otro lado para observar al último del grupo que faltaba.

- Evans, no es tan difícil, un poco de cuidado para cruzar pero si yo he podido, lo hace cualquiera. Andrews sonreía al decir estas palabras, estaba muy contento de haber logrado cruzar de esa manera.

El resto de compañeros habían pasado, parecía que sin demasiada dificultad y Aldo se dispuso a hacer lo mismo. Agarró la cuerda con fuerza y comenzó a dar los primeros pasos dentro del río confiado en que todo iba a ir bien, en realidad ni pensando en que algo podría salir mal.

Pero ahí donde Tara casi besa el agua, Aldo fue a poner el pie. Metió la bota en un hueco entre dos cantos y perdió el equilibrio cosa que no era muy difícil si le sumabas el peso que llevaba a las espaldas. A cámara lenta para Aldo, no tanto para sus compañeros, el lingüista se sintió caer hacia el río pensando que quizá todavía podía salvar la caída, sin embargo, cuando intentó corregir la pisada del pie con el que había perdido el equilibrio, no encontró lugar donde apoyar la suela y el cuerpo continuó su trayectoria hasta caer al agua.

Se sumergió en parte y la cabeza también cayó bajo la corriente, todo pasó tan de golpe que Aldo no pudo evitar que mucha agua le entrase en la boca. Se levantó al instante, una vez realizada la caída, que hubiera recibido un 10 en un concurso de caídas estúpidas, volvía a tener punto de apoyo, y cuando levantó la cabeza escupió agua y boqueó buscando ese aire que uno piensa que le falta cuando traga agua de improvisto. La tos no tardó en aparecer. Se agarró de nuevo a la cuerda rápidamente.

- Estoy bien estoy bien - dijo apartando con una mano libre el agua de los ojos.

A partir de ese momento, la mayor parte del camino para cruzar el río fue relativamente sencillo, pero, no a mucho faltar para concluir el paso Aldo no lo vio demasiado claro, todas las piedras que pisaba parecían caerse, hasta cinco de ellas pisó antes de dar con la correcta, la que se mantendría firme para permitir al sociolingüista acabar de cruzar el río.

Al llegar a la otra orilla se agachó apoyando las manos en sus rodillas y respiró hondo, miró a sus compañeros y, con una sonrisa, dijo:

- Pensé que me iba a dar algo - de alguna manera tenía que acompañar el momento cómico que había visto el resto del SG-4.

El SG-4 se reunió por fin en la orilla correcta, sin nada que lamentar excepto el chapuzón fortuito de Aldo. Aunque el lingüista había tratado de quitar hierro al asunto, aquel desliz al vadear la corriente podía haberse traducido en algo mucho peor. Mientras Tara volvía a cargar su equipo a cuestas, una ráfaga de viento de la montaña recorrió el curso del río. La superficie del agua se rizó con pequeñas olas mientras que los tau'ri se acordaron (en el mal sentido de la palabra) de que sus ropas estaban húmedas, especialmente Aldo, hasta que la ventolera amainó.

Frente a ellos, el silencioso bosque de los Sidhe esperaba, con su densa neblina baja y sus altas coníferas de túpidas copas. Desde su posición, el equipo no acertaba a ver a nadie entre los árboles y, mucho menos, signos evidentes de civilización. Nada que pareciera remotamente una casa en la que alguien pudiera vivir, graneros en los que guardar comida o establos donde guarecer ganado. Mucho menos edificios que indicasen una utilidad tecnológica más avanzada.