Partida Rol por web

Tras acercar el auricular al oido, Facundo frunce el ceño, antes de informarle a Ernesto, el unico de los presentes que parece ser capaz de entender lo extraño de la situación - No hay línea - asevera, con gesto serio

Casi sin darse cuenta busca su propio celular, un smartphone de ultima generación, con el que se ha podido comunicar desde los lugares mas recónditos del país. Sonríe complacido al notar que el aparato indica tres de las cuatro líneas posibles en cuanto al estado de la señal y selecciona de la agenda en memoria los números de la oficina de Buenos Aires antes de pulsar SEND.... y sentir como el pitido que surgía del aparato de su jefe también se replica en el suyo - Y el mio tampoco tiene señal - agrega, explicando lo que todos los presentes pueden escuchar

Sin embargo, más allá de su absoluto lame-culismo, el locutor se anima a proponerle a Ernesto un posible cambio de planes - Viendo la locura que le agarró a este - señala a Jorge - Y la verdad es que ni siquiera sabemos si esa placa la tenía de antes - se interrumpe a si mismo - Crees que vale la pena separarnos? O mejor nos mantenemos en un único grupo. Por las dudas, vió - completa aparentando bromear y sin querer reconocer que se está empezando a asustar por la situación

-Señor Ernesto, tenemos walkie talkies, pero sólo para el radio de la finca, no nos va a comunicar con nada que esté a más de un par de kilómetros a la redonda. -Tenía la vista fija en la cabeza de Jorge aún, y sacudió la suya, negando. -No podemos usarlos más que entre nosotros, pero ya es algo.

Se levantó del suelo, donde había estado arrodillado junto a Facu, ayudándole a amarrar al tipo con más y más vueltas de cable.

-Hay un cuarto donde se guardan los vinos abajo en el sótano, con llave y fácil de atrancar desde fuera. Y no tiene ventana. No está lejos, bajo las cocinas. ¿Lo llevamos allí? Antes de que... ¿despierte...?

Mientras hablaba se había acercado al mostrador de recepción, detrás del cual sacó un manojo de llaves de un cajón que abrió con una que llevaba él en su propio llavero. Y también abrió otro cajón que contenía algunos viejos walkie tolkies, unos trastos grandes y llenos de polvo.

-Ya no usamos de ésos... los celulares son más cómodos, con los mensajes de whatsapp... -murmuró señalándolos.- No sé si estarán cargados... En fin.

Cogió uno y lo manipuló, esperando ver si aún servían. Seguía murmurando para sí más que para el resto, preocupado y asustado a medias.

-Las cintas. Ahí debe estar la respuesta a todo, ¿no? Joder, encerremos a éste y vayamos a visionarlas. Pero ¡ya!

Me pongo a teclear en mi ordenador- tambien estaba la camara frigorifica de las camaras, la puerta metalica parecia recia-digo levantando la vista un par de segundos para fijarla en Martín-[B]si Jorge puede ser tan fuerte necesitará algun sitio especialmente resistente.[/B]

-Si lo metemos en el frigorífico aunque lo apaguemos la va a pasar muy mal... y mas con tanto metal en el cerebro.
Es preferible el sótano, aunque el problema es que estaría rodeado de armas instantáneas... detalle menor

Dice mientras levanta a Jorge agarrándolo de los pies contra las axilas para arrastrarlo

-Por donde el sótano? Martin.

-Por acá. Vení.

Agarró y cargó el peso del guardés por los sobacos. Y luego se giró hacia los demás hombres.

-Ayúdenos, señores, que si despierta por el camino... Y además, mejor no separarnos, ¿no creen? Tomen algo contundente por si acaso.

Empezó a moverse en dirección a las escaleras que llevaban al sótano de las cocinas, después de deslizar de nuevo el manojo de lleves en su bolsillo, y de tenderle a Ernesto el walkie talkie que había estado manejando.

-Pesa como un muerto, el condenado...

Añadió entre dientes, sin quitarle ojo de encima por si notaba que volvía en sí.

Facu volvió a empuñar la cuchilla de cocina que lo hacía sentir tan seguro, aunque esta vez la tomo desde el filo, dispuesto a utilizarla cual martillo contra la cabeza del tal Jorge si este osaba abrir los ojos nuevamente

- Yo lo vigilo - comentó seriamente, descartando cualquier posibilidad de ayudar a cargar el peso muerto del cuerpo - Y me ocupo de volver a dormirlo si se despierta - agregó mirando al provinciano con otros ojos "Uno que me escucha. Si. Está claro que es mejor que nos mantengamos juntos" pensó sin ganas de reconocer publicamente que un don nadie coincidía con sus ideas "Está claro que solo repite como un loro lo que me escuchó decir a mi"

Ernesto se había levantado, taciturno, tras haberle encontrado el pulso esperado. Al menos, no está muerto, este hijo de puta. Pero el resto de los acontecimientos no resultaron del modo que esperaba, o en realidad, sí. Lo supo por la sensación que tuvo cuando Facundo avisó de las líneas cortadas. Otra vez, yo sabía que otra vez. Su rostro permaneció impasible, con esa inexpresividad que da el encontrarse de frente con la mierda o la muerte. De acá me los voy a llevar a todos en cajones de manzana*. Pasó una mirada por el resto, mientras continuaban moviéndose y discutían entre ellos qué hacer a continuación. Si es que no me tienen que llevar a mí primero.

Casi pudo oír la voz de su compañero, riéndose de nuevo.

A estas alturas, Tano, a vos no te matan ni por casualidad.

- A ver - dijo Ernesto, mientras agarraba el walkie-talkie que le extendía Martín - Estamos en una situación confusa, pero nada que no pueda manejarse. Vamos por partes. Empecemos por el sótano, que sí, coincido que es la mejor opción - hizo un gesto a Martín y a Diego para que procedieran - Después, nos vamos todos a ver esas cintas. Mientras que seguimos intentando encontrar de dónde viene la señal - aclaró, mirando a Josep. Lo único que faltaba era que le diera un ataque paranoico y desapareciera por su cuenta - Cada uno de ustedes, esté atento. En el bosque vimos cuatro personas, y si este tipo era una de ellas, todavía quedan los otros. No me parece una buena idea intentar cerrar la casa, por ahora.

Les hizo un gesto a los muchachos para que emprendieran viaje hacia el sótano, y a los demás para que los siguieran.

- Después de encerrar a este y ver las cintas, decidimos qué hacer.

- Me parece bien - Facundo, con su cuchilla todavía aferrada por el filo, dispuesto a usarla como cachiporra si resultaba necesario, dejó pasar a quien portaban el cuerpo desvanecido de Jorge y se puso a continuación, listo para descargar el mango de su arma sobre la placa metálica que acababan de dejar al descubierto

- Todos juntos al sotano - confirmó seriamente - juntos - insistió, como queriendo dejar en clara que esa había sido su idea - Y preparados para lo que sea -

Sin prisa pero sin pausa os dirigís de vuelta al comedor, cargando con el cuerpo de Jorge y evitando que Alicia tropiece mientras teclea en su netbook a la vez que camina.

En efecto, tras de un mueble del comedor ya una puerta que lleva a la bodega, un espacio no muy grande pero más que suficiente para tumbar un cuerpo, incluso tres más, si hicera falta (hihihihi).

Allí dejáis a Jorge tras comprobar que sus constantes vitales siguen correctas y cerráis la puerta con la llave de Martín, quedando así cerrado el acceso por una puerta recia de madera.

Mientras, Alicia parece haber encontrado algo...

La cara de Alicia muestra por un momento un gesto de reconocimiento, pero en seguida cambia por uno de estrañeza.

Parecía, pero no. Usando el modem interno del portátil, la joven ha captado una señal de wifi extraña, de origen desconocido, que pareciera cambiar de nombre cada poco, apareciendo y reapareciendo. Cada vez el nombre es una combinación de números y letras diferente. Ni logra engancharse a ella, ni triangularla.

Tras pasar la mano por tercera vez por la unión entre la puerta y el marco, para asegurarse que las junturas de aquella abertura a la bodega estuvieran selladas como si de un búnker se tratara, Ernesto se dio vuelta hacia el resto del grupo y evaluó qué decir. La situación era ridícula, pero de un ridículo tan grave que lo dejaba desprovisto de palabras sensatas.

No puedo decir lo que pienso, porque esto se va a la mierda.

Por el rabillo del ojo captó el cambio de expresión de Alicia, y se acercó a ver qué era lo que había generado la reacción. Un espacio de su mente vagó hacia el pañuelo que le había puesto al otro hombre en la cabeza, presionándole la herida y la placa para que contuviera lo que podía seguir sangrando. Lo poco que pudiera, dado que a ese tipo había que llevarlo a un hospital.

Lo único que nos falta es que se nos muera. O que mate a alguien.

- ¿Qué es eso? - preguntó, al mirar por encima del hombro de la española.

Ernesto se manejaba con la tecnología, con seca soltura, pero aquello era más de lo que podía entender.

- ¿Qué le pasa a esta cosa, que cambia así? Parece un... No sé, esquizofrénico - agregó, frunciendo las cejas - O histérico. Cambiando tanto no le debe servir a nadie para conectarse. Martín, ¿vos habías visto esto antes?

Echó una mirada a Josep. Seguramente el catalán paranormal le encontraría algún costado místico a ese delirio, pero lo que más preocupaba a Ernesto no era cómo se lo tomara, sino qué quisiera hacer al respecto. Sus ojos se desplazaron, acto seguido, hacia Diego, Facundo y Martín.

- Solucionado este tema importante, pasemos al siguiente. Vamos al cuarto de las cámaras de seguridad - dijo Ernesto, haciéndole un gesto a Martín - Diego, vos vas a saber ayudar si es que vemos algo. Tendríamos que fijarnos sobre todo la cámara de la heladera y la del establo ese del que hablaban. Vamos también a ver si encontramos algo para comunicarnos al exterior. Computadora ahí, ni a palos, ¿no, Martín?

Les hizo un gesto para que empezaran a caminar en la dirección que Martín mandase. Ver esas cintas era prioritario. Como lo había sido aquel video, el de la mina de RTVE, en el Espinar.

La puta madre que lo parió.

- y, si hay imágenes, del sitio donde estaban los autos - acotó el locutor tras pensarlo un momento - si había huellas alguien debe de haberlas hecho - agregó pensativo

- Y quizás despues, deberíamos ver si hay algun vehículo disponible. No digo que nos vayamos - se atajó, aunque estaba claro que exactamente eso era lo que prefería estar haciendo en ese momento - Pero para saber que en caso necesario podemos hacerlo. Despues de todo todo esto es demasiado extraño -

El joven encogió de hombros ante la sugerencia de Facundo. Y respondió bastante indeciso.

-Marcharnos...? Vehículos hay alguno, claro, o debería haberlos. Pero si faltan las mujeres... ya no sé.

Martín había asentido o negado a cuanto había ido puntualizando Ernesto, según lo que se terciara, confirmando lo que el hombre decía. Y ayudado a verificar que nada quedaba descuidado, para evitar que Jorge escapara en caso de despertar. Lo cierto es que no le preocupó demasiado su estado de salud, no después de que el guardés le atacara con un martillo y de que viera con sus propios ojos la placa metálica de su cráneo. Y si a eso sumamos las "explicaciones" del catalán...

Asomó su nariz sobre el hombro de Alicia, para no entender pedo de lo que hacía, y lo dejó. Lo que sí se dispuso es a llevarles hasta el cuarto de seguridad. Estaba inquieto por lo que las cámaras podían revelar...

-Vamos, vamos. Algo hay en las filmaciones que éste no quería que viera. Casi me mata para impedírmelo.

Y empezó a andar hacia allí.

Lo cierto es que Gallofre se habia vuelto un ser silencioso despues de descubrir lo que estaba pasando. No estaba nada convencido de que aquella explicación fuera la unica posible, pero lo que vio en la pantalla de Alicia no pudo hacer otra cosa que confirmarselo. 

Empezo a pensar que debia de haber una antena repetidora grande por la zona. Pero el jefe tomo la decisión de revisar las camaras primero. 

Y no pudo encontrar ningun motivo para no priorizar primero en las camaras. 

Seguia a Ernesto con paso firme y mirada cejijunta asintiendo a lo que decia, y observando a los demas como si fueran un grupo de colegiales que necesitaran de un maestro, y el fuera el ayudante del mismo. 

Lo que si apunto era algo que tenia en la mente desde hacia un rato. 

Jefe andaba pensando, que si la sala de las camaras es segura, deberiamos de usarla de cuartel general, no solo podemos ver los videos, sino tamien vigilar el perimetro, y estar seguro de si hay mas gentes controlados por la zona. 

No me gustaria que ninguno se encontrara con un controlado a solas. ¿No cree?

Lo cierto es que su idea era tan buena, que poco importaba lo que dijera el jefe, pensaba quedarse en esa sala y controlar la zona, y visionar todo lo posible. Eran pruebas de algo increible que sin duda merecia que alguien de su talento lo escudriñara.

No tardáis más de un minuto en estar de vuelta en la sala de pantallasde seguridad, con imágenes e todo el recinto rotando en los monitores cada poos segundos. Las cámaras han de tener capacidad para ver en la oscuridad, pues en la noche cerrada del exterior es posible ver las distintas zonas que se ofrecen a la vista.

El interior de la cámara frigorífica es, en efecto, visible. También la zona de los coches y en efecto hay un sistema de control que permite ajustar uno de los monitores para reproducir la imagen de cualquier lado en las últimas horas.