El clan Lávidr, con sus más de 50 integrantes avanzaba entre la maleza hacia las tres grandes montañas conocidas como Moledora, Desgarradora y Mordedora. Su nueva tierra estaba hacia el oeste de la torre conocida como GreyHorn, donde los Varl defendían las tierras más al sur de las amenazas provenientes del Norte y del este, más allá del mar de Ventur. El camino fue corto considero el trayecto desde el pueblo del valle, donde Jerknir les despidiera con cierta satisfacción en su rostro; pues a su modo, estaba satisfecho con lo acontecido.
Se encontraban en unas colinas yermas y frías, con el viento helado calando duro entre sus prendas. Era ya entrada la tarde, y en pocas horas llegaría la noche. Los guías enviados por el jefe local habían partido tras llevarlos hacia sus nuevas tierras y explicarles sus límites.
Era hora de empezar una nueva vida en aquellas tierras, tierras que habían pagado con sangre y a las que, desde aquel momento, habrían de llamar hogar. Y desde aquel momento, en el lugar donde algún día se asentaría un gran salón, se asentaba un gran estandarte que ondeaba con el viento, el estandarte del clan Lávidr.