Aún sientes la fría mirada del italiano cuando atraviesas la cortina. Continuas entre la pared y la cortina hasta llegar a la puerta que te conduce al pasillo donde se encuentran el camerino, el despacho y el almacén.
Sin mucha demora, entras en el camerino y empiezas a cambiarte. Hasta tí, aunque apagadas, llegan las sonoras notas del piano de Johnson desde el escenario, las cuales actúan de bálsamo.
Crystal se queda sentada cuando Ezaniel entra a su camerino. Observando a todos los clientes, y por qué negarlo, al hombre escalofriante, aunque más de reojo que otra cosa. Se queda más tranquila al ver cómo dicho hombre abandona el local.
- Frío pero humano. - piensa sonriendo al ver cómo tiembla por el frío que hace fuera. - Vaya, y eso que el hombre se abrigó más que yo. Tendría que haber hecho caso a mi madre y haber salido más abrigada... - sigue sonriéndose, pues, ¿quién hace caso a su madre? ¿en todo? nadie.
Llama con un gesto al barman del local:
- Si vuelve ese hombre... échale un vistazo y no permitas que tenga la oportunidad de quedarse a solas con Ezaniel, ¿de acuerdo? Por lo frío que parece... temo que pensara en intentar algo poco honorable con ella.
Tras decir ésto, espera a que Ezaniel vuelva, al fin y al cabo no viven lejos, y pueden llegar casi juntas hasta sus respectivas casas.
- Mañana será otro día. Ajetreado, además.
Se puso algo más cómodo, un vestido negro hasta las rodillas un poco mas soso, pero con lentejuelas en la cintura a modo de cinturón. El vestido le estaba como un guante y le acompañaba un poco de escote; era uno de los que se ponía a la hora de interpretar en el local.
Dejó el rojo colgado de la percha mientras rebuscaba un cigarro para fumarselo a escondidas como quien dice. Iba a tener problemas con el alcohol y ni se había percatado, si lo hubiese sabido habría comprado más de lo que ya tenía en casa. Dudaba mucho que 4 botellas le durasen mucho más de un mes.
Pensativa aunque feliz apuró el cigarrillo mientras se retocaba ligeramente el pelo con el cepillo, dejando que las cerdas peinaran la superficie lacada con un suave movimiento de muñeca. Eres única. Se dijo a si misma frente al espejo, con una sonrisa inocente. Seguramente esa noche simplemente se limitaría a esperar a ver si algún buen hombre le invitaba a algo o si por algún casual alguien de las altas esferas la había visto.
Tenía que estar reluciente.
Cuando le pides que eche un vistazo, por si veuleve el hombre y lo de "cuidar" de Ezaniel, Sinnerman te mira extrañado. - Oh...., si.... Le echaré un ....vistazo. - Su rostro muestra preocupación ante tus siguientes palabras - ¿"Poco honorable"? Espero que no ... señorita Crystal. En verdad que no me gustan los problemas... - Y agacha la cabeza, mirando al suelo.
Esperas un rato. Pero Ezaniel parece estar retrasándose.
Meditaba sobre ello, mientras el alcohol (no demasiado hasta ahora) empezaba a hacerla sentir más a gusto, calentando su cuerpo en esta fría noche, y liberando sus pensamientos.
Entonces recurdó el momento que estuvo en el escenario. Desde allí se veía todo el público, y en el local tan sólo había visto humildes trabajadores de los muelles irlandeses (trasportistas y estivadores), una panda de jóvenes venidos de los barrios altos y el italiano de fríos ojos claros.
Salvo el italiano, que iba mejor vestido que los demás, no parecía que ninguno de los presentes fuera un cazatalentos, aunque quizás la excelente actuación de hoy atrajera más clientela, e hiciera que alguien importante viniera a verla algún día.
- A nadie le gustan, no creo que llegue a ser nada extremo, pero más vale prevenir, que curar. - se queda un momento en silencio, esperando, aunque al de no mucho rato, algo impaciente empieza a tamborilear con los dedos en la barra, hasta que se decide a acercarse a ver qué retrasa a su compañera.
- Voy adentro, ahora volvemos. - dice refiriéndose a Ezaniel además de a si misma.
Crystal se introduce tras la cortina, recorriendo el espacio existente entre la cortina y la pared.
Se introduce tras la puerta que lleva al largo pasillo por donde antes accediera al despacho. En una puerta cercana, frente a la del despacho, un cartel pone "camerinos". Tras llamar a la puerta de los mismos, Crystal se asoma, y contempla a Ezaniel, que ha colgado el vestido rojo de lentejuelas en un biombo.
Ezaniel y Jeremiah Johnson comparten el camerino, aunque el hombre está aún en el escenario, tocando el piano. Crystal se preguntó como se sentiría Ezaniel al tener que compartir el camerino con el hombre de color de casi 50 años.
Para preservar la intimidad de ambos tan sólo había un biombo que impedía que el veterano músico viera a Ezaniel tal y como había venido al mundo. También había un perchero, con ropa de abrigo de jeremiah y Ezaniel. Crystal supuso que ambos habían entrado esa noche por la parte de atrás del local, lo que era habitual en ellos.
Había también un par de muebles, a cada lado de la estancia, cada uno con su silla, un espejo y diversos cajones. En uno de los lados se encontraba un saxofon, colgado de una silla. Crystal supuso que ese era el costado de Jeremiah.
En el otro lado Ezaniel está terminando de vestirse de una forma más moderada a como había salido antes al escenario.
Ezaniel estaba terminando de cambiarse cuando oyó un par de golpes en la puerta y al instante esta se abrió levemente para mostrar el rostro de Crystal asomándose.
Menos mal que ya estaba vestida! Miró con los ojos abiertos y el corazón en un puño hacía la puerta sin haberle dado tiempo ni a responder a los dos toques. Cuando la puerta se abría pensó en el Italiano, no se habría atrevido...
Crystal!! Exclamó dejando salir el aire No me des esos sustos que una no es de piedra. Ahora Ezaniel vestía un modelo negro, hasta las rodillas, un poco mas soso que el anterior, pero con lentejuelas en la cintura a modo de cinturón. En el camerino olía a tabaco y en un cenicero cercano en la mesa de Ezaniel aun había un cigarro aplastado en este, junto a con la copa devino ya casi terminada.
Pasa...acabó sentándose en la silla que había frente a la mesa dime, ¿que quieres? alzó las cejas mientras se remiraba el maquillaje, con una gran sonrisa dulce.
- Tranquila, tranquila, sólo soy yo - dice sonriendo, pues en verdad no pensó que Ezaniel se asustaría de su presencia.
- Nada, saber si ibas ya para casa o hacia otro lado. Si vas hacia casa y quieres podemos ir un cacho del camino juntas. Si no, yo me iré ya. Por cierto, el tío escalofriante se fue nada más te metiste tú aquí.
El resto de la noche transcurre de forma tranquila en el local.
Ya sea juntas o separadas, Crystal y Ezaniel tampoco marchán del local demasiado tarde, pues al día siguiente a media mañana debéis acudir para tratar con el trasportista de la cerveza.
Los empleados Jeremiah, Niamh, Ishmael y Donovan se encargan de cerrar el local.