Partida Rol por web

THE BLACK HAND, The Roaring Twenties

Capítulo II - "Mareas y Resacas" - Parte 3 (para Ezaniel y Crystal Zeeman)

Cargando editor
14/02/2013, 19:21
El Don

Las dos chicas tuvieron que cojer un taxi, o bien coger un bus y luego darse una buena caminata desde una apartada estación de bus en una carretera perdida hasta la fábrica.

La fábrica estaba fuera de la ciudad. No en las afueras, si no fuera de ella. Al oeste, más allá del Distrito Jurídico Oeste.

A parte de Uptown, aquél era el jodido lugar más apartado de Creeckville que pudiera existir. Y por si fuera poco, la zona el Distrito Portuario en la que se encontraba su local pillaba como uno de los puntos más alejados de la fábrica. El lugar era de por sí, apartado, prácticamente en medio del campo. De algún modo resultaba incomprensible que alguien erigiera la fábrica de cerveza tan alejada del río.

Una carretera se apartaba de la carretera general para llegar hasta allí, directamente a la única entrada de una tapia de ladrillo descascarillada y cubierta de moho, que rodeaba el enorme bloque que conformaba la fábrica. Al atravesar las puertas de la tapia, las dos jóvenes se encontraron con gran cantidad de camiones aparcados en el espacio interior, entre la tapia y el edificio. Ya se habían cruzado con alguno yendo y viniendo del lugar.

Tal y como les había indicado el tranportista que les trajera la última remesa, el lugar era una locura. Gran cantidad de operarios, casi cincuenta, se afanaban en cargar los camiones con barriles o con cajas repletas de botellines. A pesar del frío, algún valiente iba en camiseta de tirantes, aunque la mayoría iba abrigado, con gerseys de manga larga y cuello alto. casi todos estaban sudorosos y rojos del esfuerzo.

Todos ellos eran hombres, y muchos de ellos no dudaron en detener su trabajo un par de segundos para echar un vistazo a las dos mujeres que habían entrado en el recinto. Por supuesto, se oyeron los consabidos piropos, algunos más salidos de tono que otros.

Dos enormes portalones del edificio se encontraban abiertos, con sus persianas subidas. Y dentro de distinguían gran cantidad de barriles en el interior del edifico, el cuál parecía ya un simple almacén, aunque de colosal tamaño. También se distinguían a lo largo de las paredes interiores grandes tubos de conducción y valvulas en las paredes que no llevaban a ningún sitio, dejando grandes espacios vacios en donde por los anclajes abandonados claramente se distinguía que no hace mucho hubo grandes alambiques o depósitos, ya desmantelados. El edificio en sí parecía un cascarón, destartalado y con ventanas rotas. Se distinguíen ventanas en la parte superior, donde debían estar las oficinas.

A pesar del ajetreo de gente, la mole del edificio casi parecia una construcción fantasma, y por su estado, y lo apartado que estaba, no parecía un lugar muy agradable en el que pasar la noche.

Al oir el alboroto que causaban los trabajadores, un individuo medio calvo, menudo y delgado como el palo de una escoba salió del edificio con cara de mal humor. La ropa le quedaba a medida, y a pesar de su talla casi infantil, resultaba evidente que se podía permitir un buen sastre para vestirse a medida. Llevaba un portapapeles en la mano, con una enorme pinza en la parte superior, y una estilográfica en la mano.

Al divisar a las muchachas (la verdad es que llamaban mucho la atención), se dirigió directo hacia ellas con cara de mal humor: - A ver ¿Que quieren ustedes? Me están distrayendo al personal ¿No ven que tenemos mucho trabajo?-

Cargando editor
15/02/2013, 22:09
Ezaniel

Lejos de sentirse halagada por los piropos aquello la llegaba hasta a poner nerviosa. Había fumado como una carretera mientras caminaban hacía la fábrica, desvelando del todo que fumaba ya; como dando a entender que ya no tendría que ocultarse mas. 

Además, las chicas ya fumaban y eso era chic en algunas zonas, sobretodo entre la gente de alto copete (una muestra de ligera rebeldía) 

Con una sonrisa educada pero con cierto sonroje la ahora Ezaniel desmaquillada casi, tapada hasta donde le dejaba la ancha ropa se fijaba en el hombre que se les acercaba de un humor de perros "señor que hombre, cualquiera habla con el"

-Buenos días caballero - Le regaló su mejor sonrisa.

Por suerte y por desgracia a ella ese tipo de tratos no se le daban muy bien por lo que dejó el peso al menos por ahora a su compañera.

Quizás un poco más adelante ella intervendría, pero por ahora no. 

Cargando editor
20/02/2013, 01:48
El Don

Los empleados reanudaron el trabajo, pero sin apenas dejar de mirara de reojo a ambas mujeres. Aquella especie de supervisor enanoseguía plantado d elante de ellas con gesto de... ¿Y bien?.

Durante unos largos y tediosos instantes, se produjo un momento de incómodo silencio entre el individuo y las chicas.