Partida Rol por web

De niña te enseñaron heráldica, algo que cualquier noble debe saber para conocer bien su lugar en el mundo y la de sus semejantes. Quizá no prestaste demasiada atención o son lecciones que han quedado relegadas a costa de nuevos conocimientos. Aun así, sabes que el color de la casa Lannister es el carmesí. 

Has estado presente en la conversación que ha tenido en la mesa sobre la alianza de los Stark y los Lannister, incluso podría decirse que has tenido que sufrirla. Que las galeras porten velas rojas no es una buena noticia, pues atas cabos rápidamente.

En tus viajes por el sur no has tenido la ocasión de viajar a las Islas del Hierro y aprender su heráldica, de hecho no es que te hayas perdido demasiado precisamente. Sin embargo, sí lo has hecho a Lannisport, donde gobierna la casa Lannister cuyo blasón es un león dorado en fondo carmesí. Recuerdas haber visto las galeras del puerto, con amplias velas de color rojo sobre las que el león rampante exhibía todo su poderío. De algo has podido enterarte durante la velada sobre una alianza entre los Stark y los Lannister, quienes iban a aportar una flota. 

De igual modo que los escudos de los soldados o los tabardos de los caballeros lucen los colores de sus casas, deduces que quizá esto mismo apliquen algunos señores con sus barcos, de hecho uno de los pocos barcos de los Glover tiene las velas rojas. Pero a decir verdad, el único estandarte de color rojo que conoces es el de los Glover. Bueno, ese y el de los Bolton, pero parecía más bien rosa. ¿Qué hacen los barcos de los Glover quemando Poza Negra?

En tu lectura sobre los hombres del hierro inevitablemente has visto algunos de sus blasones dibujados hábilmente en las páginas del libro. Algunas de sus casas más poderosas lucen tonos rojizos en sus blasones, como los Drumm con su mano cadavérica ol os Goodbrother con el cuerno. Para diferenciarse en alta mar, los señores decoran las velas con los colores de sus casas.

Sin embargo, también has estado al tanto sobre la conversación de la alianza con los Lannister, y el color de estos es el rojo.

Las tensiones entre nosotros cada vez son mas intensas y como continuemos aquí sin movernos al final habrán muertos. Para algunos una mujer no es nada, pero olvidan que los Mormont no son de la misma opinión. Eso sin contar que la han enviado como su embajadora. Los Mormont no creo que olviden un insulto así, no.

Me han situado en un lugar de honor junto a familiares del mismo Lord Beron Stark. Durante la cena me dedico a una charla insustancial con ellos. No domino el juego de intrigas entre las Casas y podría alabar a una que en estos momentos este maniobrando contra los Stark.

Cuando aparece este joven con las noticias la cena se acaba y muchos de los que cenaban en otras dependencias entras detrás de él.

Aprovecho la confusión para inclinarme sobre el mas cercano de los Stark susurrándole discretamente. – Disculparme señor, pero en la guerra hay que ser muy cautelosos, sería necesario que alguien lo reconociera a este joven. Puede ser quién dice ser o unos de los Hijos del Hierro que nos lleve a una emboscada. Una cosa así hay que hacerla con discreción. Podría ponerse alguien nervioso y matarlo por si acaso siendo quien realmente dice ser. Siempre podéis convocar miembros de casas vecinas que puedan identificarlo, o parientes casados en otras.

Al ver entrar a Jonelle me acerco a ella de forma que me vea solicitándole que nos apartemos un poco.

Marya se inclinó para susurrar a su madre, mientras su mano buscaba la de su madre para entrelazar los dedos con esta, un gesto más agradable que el hecho de quedarse ahí, sujeta de la muñeca por la mujer que la había parido.

-Madre, mi primera sospecha es que los Lannister han podido vender su alianza a los hijos del hierro…Pero si es cierto que hay dos casas, los Drumm y los Goodbrother, de las islas, que tienen el rojo en su heráldica. Podeis preguntar al joven Slate más detalles, quizá si vieron una mano cadavérica en los estandartes, o un cuerno.

Jonelle a pesar de que tenía unos claros y definidos pensamientos permanecía callada. No iba a hablar en aquel salón por voluntad propia, y menos cuando se suponía que los señores sabían mucho más de heráldica que ella misma, ya había recibido bastantes desprecios en un día como para poder estar cinco años sin volver a pisar las tierras de los Glover.

La mentalidad retrógrada de los lores era mucho más marcada que en su isla, donde ser práctico era sinónimo de supervivencia. Allí una mujer se la valoraba por la capacidad que tenía de usar las armas, y en casa de Lord Harald, podía ser hasta un foco de mofa. Ya había protagonizado la primera riña, no habría una segunda, ella había cumplido con lo impuesto por su tío, fue y avisó, no recibiendo apenas caso por el señor en el Norte... ¿qué esperaba el lord? ¿un bardo?... Ella era una guerrera, ¿qué tipo de Lord miraba a una luchadora por encima del hombro y no atendía las peticiones de sus tierras?... La opinión de Jonelle respecto a Lord Beron, Lord Glover y todo su séquito era a estas alturas más bien pobre. Dos docenas de guerreros con el arrojo de los isleños podría hacer mucho más que todo aquel salón allí congregado.

Aden Forrester hizo un comentario muy acertado. No creer todo lo que les dice el joven desconocido, comprobar la veracidad de la información, era algo que denotaba una viva inteligencia, salvado estaba Lord Glover gracias a su maestro de armas, el cual se acercó hacia donde ella estaba, haciéndole un gesto con la mirada, estaba claro que la reclamaba, y ella más presa de curiosidad que por interés, se levantó de su asiento y se dispuso a un lado para hablar con él.

- ¿Puedo ayudaros en algo?.... - fue la llana y simple pregunta que hizo la joven, no pensaba que nadie fuera a hacerle el más mínimo caso desde que se enfrentó a Arlan Woods, así cogiera la lepra aquel maldito vasallo. Jonelle no era de muchas palabras y cuando se esforzaba le hacían callar, así que en esta ocasión fue más que comedida.

Una vez captada su atención le indico que me siga a una de las paredes alejada de las puertas aprovechando que todos se arremolinan sobre Lord Beron y el joven recién llegado intentando hacer prevalecer su opinión.

Cuando esta a mi lado le hablo en el tono que empleo con los soldados veteranos con los que tengo confianza, después de una leve inclinación de respeto, aunque sin llamarla por su nombre ya que ni hemos cruzado una palabra hasta ahora. – En primer lugar, os pido disculpas por los múltiples insultos que habéis recibido desde que habéis llegado. Al ser un servidor de la Casa Glover no he podido intervenir, no puedo hacerlo con sus invitados o vasallos. Aunque se nieguen a reconocerlo sois la representante de vuestra casa, tal como si el mismo Lord hubiera acudido. – Negando con la cabeza. – No sé qué le ha pasado por la cabeza a Lord Arlan Woods, ordenando a sus hombres que os apresaran siendo como sois la enviada de vuestro tío. Lo que si ha evidenciado es que es incapaz de afrontar sus propios desafíos escudándose en sus sodados si tan insultado se sentía. – Intentando reprimir la risa. – Pero si vuestro tío le pidiera que se lo explicara seguramente tendría que marchar urgentemente a buscar otro venado en le Bosque de los Lobos por unos meses.

Hago una pausa antes de añadir. – Sera un honor para este anciano combatir a vuestro lado si me lo permitís.

Jonelle le sigue mientras el movimiento, el ruido y las palabras surgían en el salón desde todas las direcciones, terminando ambos en un lateral, donde no acechaban puertas con posibles intrusos que rompieran la intimidad.

La mujer estaba intrigada ¿cómo no estarlo si pocos se dirigían a ella de manera tan directa y cierto halo de misterio? Escuchar por fin lo que debía decir era casi una necesidad que anhelaba, determinando por el tono de voz del hombre, un respeto como pocos allí presentes le habían mostrado. Aden era claramente un hombre de armas, y aún así gozaba con mucha más educación que la propia señora de la casa.

Jonelle inclinó su cabeza a modo de respeto cuando él hizo lo mismo con ella, la norma de cortesía sabía cumplirla cuando acataban con ella el mismo protocolo, escuchando una disculpa que para ser sincera, le había sorprendido, pensando inicialmente que todo el vasallaje del señor Glover tenía el mismo respeto por la hospitalidad que un caballero ante las piedras del camino. La joven miró al maestro de armas mucho más interesada que antes si cabía y a bien estuvo de responder.

- Agradezco vuestras palabras y consideración, señor... - ella misma había sonreído ante los comentarios astutos del hombre, que bien evidenciaban que Arlan no era capaz de afrontar sus problemas él solo -...Está visto que yo tampoco he obrado tan correctamente como debía para ser una invitada, y debo reconocer que me falta el don de la palabra, soy más una mujer de armas, quizás en ocasiones demasiado arrojada y orgullosa... Pero con el mismo objetivo que todo el Norte, liberar nuestra región de los krakens, y la lucha lamentablemente,  no va bien.... - dudó durante unos instantes antes de hacer un comentario sobre lo último dicho en el salón -... No soy experta en heráldicas tampoco, pero hay en la Isla del Oso un mapa con los colores principales de las casas de Poniente y en el Oeste, quien porta un estandarte carmesí es la casa Lanister... Por ello me sorprende que nuestro señor en el Norte haya comentado que tiene un pacto con dicha casa. Las galeras no son barcos típicos de los krakens y si portan el estandarte carmesí debe de haber una clara traición de por medio.... Los krakens siempre usan barcoluengos en sus incursiones, y este reciente ataque ha llegado lejos porque me da la sensación, de que los hijos del Hierro han sabido ser amigos de quienes creíamos aliados... Pero ya le digo maestro de armas, no soy buena ni en heráldica ni en estrategia, podría estar errada...

Era curioso como una mujer arrojada, valiente y con un claro mal genio si era molestada, podía ser razonable, educada y colaborar con las informaciones cuando alguien se molestaba en escucharla, y es que estaba claro que el puesto de Aden estaba ganado a pulso, sabía tratar a los soldados, y ella al fin y al cabo, ese era el papel que desempeñaba en su hogar.

- ¿Anciano, señor?... Yo frente a mi veo un guerrero experimentado leal a quien sirve, y de quien puedo aprender. El honor de luchar a vuestro lado será por supuesto mío... - reconoce ella comprendiendo que ese hombre tenía mucho que aportar a su formación militar -....Por favor, llamadme Jonelle y tenedme presente si puedo servir a la causa con mi hacha.

Ellys escuchó al maestro de armas mientras comentaba si alguien conocía a aquel hombre. El caballero se puso en guardia, el viejo maestro había dado en un punto muy importante, podría ser una treta incluso ahí mismo. Con la mano en la espada y dejando la jarra a un lado se colocó en la puerta, no dejaría a nadie salir de allí hasta que alguien reconociera al mensajero. 

- Velas rojas, sólo recuerdo haber visto a los Lannister gastar tanto tinte en unas velas, ¿no tendrían un león dorado bordado en ellas verdad? - preguntó desde el fondo de la estancia, si fuera verdad aquello daría muchos problemas. Podrían ser dos cosas o les habrían traicionado o destruido y todas las fuerzas estaban centradas en el norte.

Escucho sus palabras atentamente, complacido de haber acertado, una joven nerviosa por la desesperada situación de su casa que no había podido soportar tanta presión.

– Entonces Jonelle, y podéis llamarme Aden. No os infravaloréis tanto el mismo Lord Beron Stark a destacado esas palabras. Habéis entendido perfectamente lo que indicaba al parecer lo que tan altos nobles no pueden decir. No me gustaría vestir los colores de los Lannister si son ellos y no una treta de los Krakens con galeras capturadas. Enfurecer a los Stark nunca es inteligente.

En aquel momento en el otro extremo de la sala el caballero enuncia lo mismo.

No puedo dejar de sentirme alagado por sus palabras cuando le menciono que soy un mero anciano. – Preferiría tener algunas estaciones menos para afrontar la batalla, no tendría tanta experiencia, pero podría soportar esfuerzos durante horas. – Los días del nombre pesan y confió que celebréis muchos.

Sin apartar la mirada de los principales protagonistas de aquel momento, Gillian aceptó que su hija decidiera entrelazar sus dedos con los de ella al igual que hacía cuando era una niña y presenciaba alguna situación incómoda demasiado cerca de ella. No podía culparla ni pedirle una fortaleza difícil de forjar en un entorno que, hasta ese momento, le había proporcionado una vida tranquila y pacífica.

Pronto se dio cuenta de que Marya pretendía un acercamiento para depositar una reflexión en su oído. Tras un pestañeo, Gillian volvió el rostro hacia su hija y asintió en silencio, confirmándole así que sus sospechas coincidían con las de ella misma. No tuvo tiempo de decir nada pues se escuchó la voz de Ellys de Lagobarro al fondo del salón, sin filtros. Al mismo tiempo, Aden Forrester susurraba algo a uno de los Stark, algo que hizo fruncir el ceño con suspicacia a la dama. Los vítores y las carcajadas habían sido sustituidas por susurros y secretos. Gillian miró entonces a su esposo y dejó ir un hondo suspiro esperando su reacción.

—Démosles su momento por ahora —susurró en dirección a Marya, ya sin mirar a la joven pero asegurándose de que solo ella la escuchaba.

El corazón se le subió a la garganta, al punto que no pudo contenerse más, debía viajar a su torreón y sacar a todos los campesinos y espadas juramentadas de ahí, traerlos a bosquespeso y preparar una ofensiva. 

-PREPAREN MI CABALLO-

Halbart debía ir a por su gente, ponerla a salvo era su prioridad. Después de todo, su señor no podía abandonarlos a su suerte. 

Al escuchar a Halbart Glover, no puedo de respingar molesto.

-¡Detente, insensato! Nadie debería de apresurarse tanto a la muerte. Contrólate y compórtate como un hombre, no como un niño.- Lo miro casi con ira, pero también con preocupación. -No eres el único que tiene gente por la que preocuparse. Te diré lo que le dije a la bastarda. Si te adelante a ir solo, solo lograrás que te maten o que te capturen. Y si lo hace, te torturaran para sacarte toda la información que puedan y luego se desharán de ti,  de la peor de las formas.

Avanzo un par de pasos, desde la puerta ha su posición. -Mi familia y toda mi gente viven en el bosque. Y no me estás viendo correr ami hijo o a mi como unos desesperados, olvidando nuestras responsabilidades y convirtiéndonos en un blanco fácil.

-Si sales ahora mismo, y sin pensar las cosas, nos estás poniendo a todos en peligro. Especialmente a ti. No se si eres un hombre  que sabe pelear, o sí solo te la pasas encerrado. Pero cualquiera que haya ido a una cacería sabe que el ruido no es para alertar a la presa. Es para guiarla a dónde tu quieras.

Me inclino ligeramente.

-Mi señor, si usted lo desea, podemos enviar un grupo de exploradores para que busquen señales del enemigo en la cercanía. Determinar si el lugar es seguro, y si lo es, enviar en la mañana algunas carretas para ir a buscar a los campesinos y a sus familias. Estoy seguro que serán de utilidad en caso de pelea.

Asintió a su madre.

-El caballero dijo a voces lo que todos pensábamos, al parecer…-Su voz era un tenue murmullo.- Osado sin duda. Esperemos que tenga razón o seguro que a los Lannisters no le harán gracia esa clase de acusaciones públicas, aunque sea en unos salones del Norte.

Finalmente desenlazando los dedos de la mano de esta y siendo de las primeras en tomar asiento de nuevo, inspiró pesadamente para luego observar las intervenciones de unos y otros; la joven dama parecía particularmente atenta a la demostración de sensatez de Woods, a la par que tomaba una copa con vino y bebía para calmar sus ánimos.

Jonelle sonrió al maestro de armas, se habían intercambiado los nombres y eso era el comienzo de un trato cordial y probabilidades de un futuro conjunto, aquel era un hombre de verdad, no como la panda de corderos que alrededor de la mesa del señor Glover pastaba buscando sus favores.

- Me alegra haber interpretado correctamente el color de los estandartes, aunque lamento lo que ello implica... Aún así coincido con vos señor, podría ser una treta, pero en cualquier caso aquello implica pérdidas para el Norte, algo que me desagrada profundamente.... - insiste la mujer

Ellys dijo en voz alta lo que ella en privado le había comentado al maestro de armas, ahí radicaba la diferencia entre ser casi un trovador, o ser una luchadora discreta. Ambos decían lo mismo, pero ella optó por hacerlo a quien tenía un mínimo de sesera y con la humildad de que quizás, se equivocase, porque en realidad deseaba estar errada.

- No dudo de vuestras habilidades en combate, Aden, y creedme, yo misma me quitaría también algunas estaciones si pudiera... - y es que la mujer ya rondaba la treintena, había dedicado la vida a la lucha dejando de lado la posibilidad de ser esposa -... Pero no debemos quejarnos, ambos somos afortunados por tener la capacidad de usar nuestras armas, con mejor o peor vigor seguro que muchos caerán a nuestros pies.... - le da un golpecito en el brazo con camaradería, le gustaba la actitud de ese hombre.

Escuchó el grito potente de Halbart Glover emitiendo una orden, tan impetuoso fue que Jonelle giró su rostro hacia donde se encontraba, escuchando algo posteriormente que le parecía increíble... ¿Desde cuándo un vasallo insultaba a un señor delante de todo su salón?... Eso en la isla del Oso acabaría en azotes, los mejor ganados de la historia. Ella no iba a decir nada hasta que Arlan la mencionó, y aquello tocó su orgullo. 

- Arlan Woods, estáis insultando al señor Glover delante de su mesa... ¿desde cuándo un vasallo tacha de insensato a un señor y le insta a comportarse como un hombre cuando claramente lo es?.... No actúa como un niño, si no como alguien valiente que ama el Norte, ¡¡¡como un guerrero!!!..., vos eso no podéis comprenderlo... Habláis de vos y vuestro hijo y lo único que he visto valeroso es que cazáis venados para la mesa... - lo dijo alto, oh sí que lo dijo bien en alto, Lord Beron Stark lo escucharía, ¡todos lo harían! -...Si queréis dar vuestra opinión dadla de forma respetuosa hacia vuestro señor, pues sois ejemplo para las tropas y si éstas no respetan a quien debe de llevarle a la guerra, no habrá ejército disciplinado que actúe siguiendo las directrices de su líder.... Con vuestras palabras os mostráis como un desquiciado... Y ahora queréis que los campesinos y sus familias peleen u os sirvan de muro de contención.... ¿No es potestad del soldado y el guerrero dar seguridad a los más débiles?.... No hay que esperar a que el enemigo llegue, hay que intentar pelear fuera de la región, hostigarles para que no hagan arder las aldeas... Pecáis de un exceso de prudencia, y eso solo se debe a que tenéis miedo....

Jonelle miró entonces a Halbart y dijo algo con una voz mucho más calmada.

- No soy digna señor de daros indicación alguna de cómo actuar, pero si queréis mi opinión personal, estoy a vuestro servicio... - comentó ella con humildad, ya tenía la enemistad de Arlan para el resto de su vida, pero jamás dijo unas palabras tan sentidas como esas, le salieron del alma, aunque claro, era una bastarda, pocos la tomarían en serio, esperaba incluso las burlas que no tardarían en llegar.

Cregard Stark, uno de los gemelos, presta oído a las palabras del maestro de armas. — Lo cierto es que conozco a los Slate, y ese joven tiene los rasgos de sus padres — Le responde con tranquilidad, buscando así apaciguar sus recelos.

La pregunta del caballero errante desde el fondo de la sala parece perturbar al joven, quien se gira en la dirección de la que proviene esta. — No lo recuerdo bien, creo que no, teníamos otras prioridades en ese momento — Responde con nerviosismo, volviendo a mirar al Guardián del Norte a la espera de su resolución.

La propuesta de Arlan parece calar en Lord Glover, mas la interrupción de la bastarda le sacó de sus conjeturas. A medida que esta hablaba, el rostro del señor iba tornándose más y más furioso. Finalmente, el ofrecimiento de Jonelle al hermano del señor provocó que este golpeara la mesa furioso. — ¡¿Qué falta de respeto es esta?! — Protesta airado, acaparando la atención de toda la sala, mas poco parece importarle. — ¿Es que tras hartarte a comer, a beber y disfrutar de la hospitalidad de mi familia no sabes de quién es la mano que te la brinda?  — En efecto, confundir al señor con un pariente suyo en público y con tales declaraciones supone una ofensa pública. — ¿Y quién demonios te crees para increpar a mis vasallos en bajo mi techo? — Añade con iracunda incredulidad.

— ¡Woods! Llévate a esta bastarda lejos de mi vista. — Su orden es lanzada como un trueno y un par de hombres se levantan de la mesa dispuestos a cumplir con esta voluntad.
 

Como la mayoría de asistentes, Beron Stark ha contemplado la escena con expresión anonadada. A fin de cuentas, se trata de un grave escándalo que se ha acrecentado con la ira del señor de Bosquespeso. Cuando este concluye, tiene a bien expresar su opinión al respecto.
— Lord Glover, debemos enviar exploradores lo antes posible. — Propone, si bien no hay margen a discusión. — Antes del alba — Reafirma.

— No es necesario caer en el alarmismo, mientras el enemigo esté lejos todos deberán permanecer en sus hogares. Y no deben temer, pues para eso hemos acudido hasta aquí. — Cuncluye en tono conciliador. 

Parece ser que el banquete y la fiesta ha visto su final de forma abrupta, mas las circunstancias apremian. Lo mejor será que os recojáis y descanséis, pues mañana espera un día difícil.