Miro a todos aun con lágrimas en mis ojos que ahora aprecen vacíos. Agarro la pistola que me tiende Rick con decisión sabiéndo lo que me tocará hacer pero negándolo en mi fuero interno.
Me giro de nuevo hacia el cadáver de mi hermana y cierro sus ojos con mi mano mientras la miro y trato de peinar su pelo enmarañado y sucio.
-Te lo pondré como a ti te gusta... no, no te lo tocaré, odiabas que te tocaran el pelo-le digo como si pudiera escucharme mientras con la otra mano apreto la pistola.
Ignoro quién me escucha y quién no, todo lo que importa es Amy, sólo Amy.
Rick volvió conmigo y Carl, luego de dejarle el arma a Andrea. No podía ni comenzar a imaginar el dolor que sería hacer lo que esta mujer tenía que hacer. Me escocía en el alma, en lo más hondo.
Carl quiso quedarse en la caravana jugando con Sofía, o estando al menos con ella. Sabiendo que lo dejaba en vigilancia de Carol, salí junto a Rick. Tomé su mano y le dije:
-Estuviste bien... siento haberme arriesgado pensando que este palo sería una buena defensa. Creo que no estaba usando la cabeza.
Mis ojos volvieron a Andrea, sin quererlo. Luego miré hacia otro lado. Me prometí ayudarla en este duelo cuando fuese momento, pero ahora si me acercaba solo le produciría más dolor y confusión. Era horrible este mundo en el que nos tocaba vivir, uno infernal... y lo único que nos quedaba era tenernos el uno al otro.
-Tenemos que buscar luego otro sitio, amor... aquí no es seguro. Es verdad eso.
Y era una cruda verdad, que ya se había cobrado sus víctimas.
Fuente: http://froeverfrolik-.tumblr.com/
Me estaba exasperando tanto puke rainbow de mierda, que Andrea le vuele la puta cabeza a su hermana y larguemonos de aqui...
-Daryl, preparemos una expedición para largarnos de éste antro, hay que volver a la gasolinera y pillar un mapa de la zona, así podremos coordinar la mejor ruta de viaje. Montemos guardias y a primera hora nos movemos, el resto que vaya recogiendo los bártulos y que estén listos para viajar...-
Comento acercandome a mi hermano para ir preparando la moto y la furgo para la expedición a la gasolinera cuando amanezca.
Jenna estaba un poco impactada, intentando aguantar las lagrimas que querian precipitarse por su mejilla mientras contemplaba la escena de despedida de las hermanas, por suerte ella no habia tenido que vivir nada similar.
Definitivamente este sitio no es seguro, seguir en grupo proporciona seguridad pero hay que buscar un lugar donde fortificarnos y escondernos.
La joven se dio la vuelta para ocultar la angustia de su cara y se diriguio hacia su tienda donde empezo a empaquetar sus cosas y asegurar los palos que habia recogido para hacer flechas asi como la rama de donde pensaba crear un arco, mientras contemplaba por el rabiño del ojos a los hermanos Dixon que parecian decididos a marcharse.
Daryl clavó la vista sobre su hermano, para desviarla nuevamente a la escena de Andrea y Amy, a las cuáles no quitaba ojo con su ballesta cargada.
- Al salir el sol buscaremos un lugar donde ir - dijo sin más. Lo que había pasado aquella noche era razón mas que suficiente para irse de allí. Podían estar todos muertos, era un aviso, una señal de que aquel lugar no era seguro. Estar en campo abierto no parecía la mejor opción, necesitaban algo mas a lo que aferrarse y necesitaban renovar ilusiones, cosa que allí no harían, demasiada sangre cubría el suelo que estaban pisando, marcharían sin dudarlo.
Andrea ignoraba lo que ocurría a su alrededor. Simplemente recogió el arma que le dejaban y abrazaba a su hermana. En esos momentos solo eso podía pensar... quería que le dejasen tranquila hasta que ocurriera... ella se encargaría de todo.
Por su mente pasan multitud de recuerdos e imágenes: de lo que habían vivido antes y después de que el mundo se convirtiera en lo que era actualmente. Eso era lo que quería recordar: los buenos momentos que habían tenido ambas. Sin embargo, estaba furiosa, por no haber podido impedir eso, se sentía culpable por no haberla cuidado y salvado. Ella estaba muerta y ella no había podido impedirlo.
Con esto en mente, Andrea a pesar de la culpa se daba cuenta de lo que ocurría, de la transformación. Se percató perfectamente cuando su "hermana" abrió los ojos...
Y cuando Amy- no, ya no era Amy- deposita su mano en la cabeza de Andrea, como si la acariciase... y su cabeza se levanta dispuesta a morderla...
Enlaces imágenes:
1-http://4.bp.blogspot.com/_A9-I0uH_oS0/TPQmIbRgTrI/AAAAAAAAB4Q/TFVT2hyJTHE/s1600/the%2Bwalking%2Bdead%2B1x05%2Bwildfire%2B-%2BAmy%2Bcome%2Bback.png
2- http://st-listas.20minutos.es/images/2012-01/317648/3351824_640px.jpg?1326982227
Bien, postea Andrea - que por cierto no tiene que hacer tirada de nada eh?-
Aún estoy abrazada a Amy cuando sé que ha abierto los ojos. Me incorporo a sabiendas de que esos ojos ya no serán los mismos que me miraban hacía escasamente una hora mientras cenábamos. La miro y entonces trata de levantarse y morderme. La mantengo sujeta mientras sigo mirándola con evidentes lágrias en mis ojos.
"No puedo, no puedo hacerlo"digo sin moer un ápice la mano en la que llevo el arma que alguno me ha dado, no recuerdo cual pues ahora sólo importa Amy.
Levanto la mano donde ññevo el arma y la apoyo en su sien mientras la miro.
Amy sigue tratando de morderme y mi pulso tiembla considerablemente.
"No voy a poder hacerlo" pienso de nuevo, pero, como respuesta a este pensamiento, mi mano apreta el gatillo que dispara una bala derecha a la sien de mi hermana.
Amy cae. La miro. Miro mi mano con el arma. Vuelvo a mirar a Amy. Lloro. Mi hermana nunca volverá, nunca.
No hago nada más, simplemente me quedo de rodillas a su lado dejándo que las lágrimas caigan por mi rostro, aun apretando al pistola, aún temblando mi mano y, por primera vez, sintiéndome sola, completamente sola.
Lo había oído perfectamente, claro que si. Como para no oírlo, con el silencio casi completo que había gobernado la zona en que Andrea lloraba la ida de Amy. Yo no me había movido ni un milímetro de donde me había sentado, mirando el cielo y fijándome en cómo terminaba de oscurecer y luego todo se aclaraba. Cristian solía decir que es el mismo ciclo de la vida; hay luz y oscuridad, días de verano muy largos con pequeñas e insignificantes noches, y todo lo contrario.
No he dejado de recordar a Cristian en ningún momento de la noche, y peor ha sido cuando he echado algún vistazo curioso y discreto a las hermanas. Le echo de menos, demasiado. Yo no pude tener ese momento de duelo con él.
Íbamos a casarnos...
Nuevamente era la luz del alba la que me despertaba, recibiéndome la mañana con un intenso silencio sólo roto a veces por el paso del aire con fuerza entre recovecos pequeños como restos de carrocería calcinada o por los huecos naturales de un cadáver semidevorado, llevándose su esencia para trasportarla a las pocas narices que todavía podían "disfrutarla". Siendo una de esas pocas, las de Cristian y mía.
Algo de esa esencia llegó a mí al ir recuperando la consciencia después de unas agradecidas y profundas horas de sueño, aunque ya casi estaba inmunizada contra aquel olor. Todavía no tanto al calor; empezaba a hacérseme insufrible cuanto más al sur íbamos, o quizá era señal de que se avecinaba un verano terrible. En aquel momento no sabía nada. Sabía, de hecho, muy pocas cosas, como por ejemplo lo que me iba a encontrar al terminar de despertar.
Volví la cabeza para mirar a mi prometido, en quien había estado apoyada toda la noche para dormir, en los asientos traseros del coche. Aún estaba dormido, pálido...Llevaba unos días sintiéndose débil y cansado, perdiendo color y con algo de fiebre. Cosa que consideré normal, e incluso achaqué a que el mordisco que le habían propinado a Cristian en el hombro se había infectado a pesar de que lo había limpiado y tratado correctamente (como yo recordaba que debía ser).
Esa mañana estaba más blancuzco que los últimos días; podía entrever por su piel sus venas, de un azul oscuro preocupante, y...Volví a apoyar la cabeza en su pecho, muy atenta y en una tensión digna de una cuerda de guitarra.
El silencio de fuera ayudó a un diagnóstico rápido. El corazón de Cristian no latía.
-Cris...-le moví un poco para despertarle.-Cris, amor...-le llamé en español, cosa que solía levantarle con una sonrisa en los labios y algo mimoso. Nada. Estaba frío. Como un muerto.
Empezando a sollozar me pasé a los asientos delanteros, buscando en la guantera la caja de pañuelos para limpiarme. Me daba miedo mirar atrás, más miedo que aquellos muertos que caminaban. Cristian había fallecido tan pacíficamente que amenazaba con engañarme, haciéndome creer que aún podría despertarle y jugar con mi mente.
Debía ser práctica; debía sacarle del coche, enterrarle y seguir. Luego recordé que íbamos a buscar a su familia, y que quizá querrían enterrarle ellos. Y en todo aquello que iba pensando, una mano se aferró a mi hombro.
Sabiendo que sólo podía ser Cris no me moví enseguida, sino que giré a verle con tranquilidad. Quizá algo de enfado por haberme dado semejante susto, pero el peor susto estaba por llegar. El verdadero espanto fue ver a mi prometido con los ojos prácticamente blancos, aún con los capilares oculares hinchados y rojizos, sangre brillante y clara en los lagrimales. De su boca abierta surgía, a parte de un gruñido gutural, un hedor entre a aliento de buena mañana y carne expuesta a la putrefacción. Todas sus venas seguían marcadas en lo que hacía no muchos días aún era una piel tostada y sana. Era incapaz de emitir otro sonido; sólo me agarraba fuerte y tiraba de mí hacia él de una forma tan bestia que no era propia en él.
El sobresalto me hizo darme de forma seca contra el salpicadero, no teniendo un lugar más retirado al que pegarme para apartarme de su agarre. La música se activó; el CD de Linkin Park que habíamos estado violando mil veces desde que salimos de Cleveland volvió a la carga con Crawling, mientras yo, a prisa y a tientas, buscaba agarrar cualquier cosa. El tirante de mi mochila lo primero de todo, y la pistola de Cris que restaba en el salpicadero abierto junto a los pañuelos, la caja de condones y los mapas.
Salí prácticamente disparada del coche y cerré la puerta con un empujón de pie, echándome la mochila a la espalda, sin poder apartar la mirada de mi chico. Había quedado ahí encerrado, porque aunque intentaba salir sólo se le ocurría hacerlo golpeando el cristal con las palmas de las manos. Parecía despierto, sin embargo no parecía ser él mismo. No parecía pensar, y quizá no recordarme, aunque no podía asegurarlo al no reconocer sus ojos cuando los miraba.
-Cris...-lo intenté de nuevo, todavía en llanto.-Espera, por favor...Espera...Soy yo...-quise sonreirle, sin resultado.-Soy Han, Cris.-al estar encerrado en el coche tenía esa seguridad conmigo para intentar razonar con él, aunque sabía que era inútil y una estupidez y que lo que debía hacer era dispararle y huir.
Miré a los lados, mientras Cristian arrastraba las manos por el cristal y volvía a golpearlo con fuerza y rabia. En uno de los golpes, el cristal tembló tanto que creí que se iba a romper.
Nos hallábamos en una autovía, a unos cuarenta kilómetros de Memphis, y como mínimo sabía qué dirección debía tomar. Debía tomarla. Intenté contener mi llanto y mi dolor todo lo necesario para alzar su propia arma contra su cara.
Es más que probable que pasase más de diez minutos mirando a Cristian a la cara, incapaz de apretar el gatillo, a punto de vomitar tristeza mientras trataba empujarla más y más abajo de mi esófago. El arma se movía más de lo que hubiera querido, y escuchar Linkin Park sólo me recordaba nuestra huida espontánea de Cleveland hacia México, las fotos por sorpresa que nos echábamos con la cámara de fotos que también había quedado ahí dentro, los teatros que a veces montábamos para no pagar la cena en el bar de carretera de turno...
No pude hacerlo. Sólo pude salir corriendo.
Andrea había disparado en el tiempo que yo invertí recordando todo aquello que había ocurrido antes de coger yo un coche abandonado (por fallecimiento del dueño) y seguir la estela de aquella señal de radio sobre el refugio de Atlanta. Antes de que me encontrasen Daryl y Merle en aquella gasolinera. Antes de la muerte de Amy.
Oigo a Andrea llorar. Y yo también lo hago, mirando la marca blanca alrededor de mi dedo anular.
El disparo fue atronador. No sólo por el sonido en sí, sino por la dureza de la escena, el silencio previo, la calma de después.. todo estaba magnificado en ese momento, parecía que el tiempo se hubiese parado y que el mundo sólo observase aquella escena.
Daryl había seguido todo de cerca, atento para ayudar a Andrea en lo que fuese necesario, aunque la dejo hacer y arriesgarse, quizás mas de lo debido, pero ella había expresado su deseo de solucionarlo por si misma, de afrontar la verdad, de ser valiente y librar el cuerpo de Amy de la condena de ser una caminante. Daryl no supo que le pareció mas terrorífico en aquel silencio, si el disparo o los llantos posteriores de Andrea, que rompían el silencio tímidamente, pero era unas lágrimas que pesaban en todos.
No podía hacer nada por ayudarla, el consuelo era estúpido y él tampoco sabía como darlo. Simplemente se quedó allí, cerca de ella, por si necesitaba ayuda. El sol traería cosas nuevas y un viaje por hacer, pero no se llevaría el desencanto que todos arrastraban.
Sentí el disparo. No miré de dónde venía porque lo sabía, provenía de la dirección de Andrea. Había matado a su hermana, a eso que ahora se cubría de la apariencia de Amy pero que nada o poco tendría que ver con ella. Abracé a Rick y me quedé un momento sin aire. El dolor era enorme porque sabía cómo la quería, porque todos habíamos perdido gente y no te acostumbras. No puedes, no hay manera de acostumbrarse.
Yo era tan afortunada que no tenía paragón. Mi esposo había vuelto de los muertos pero no como un caminante, sino es que nunca había fallecido. Él estaba conmigo ahora, él y mi hijo, y por si eso no fuese suficiente había tenido a Shane conmigo. No había estado nunca realmente sola.
En cambio Andrea había perdido a su hermana, a su único familiar, a su apoyo y fuerza. Era horrible, espantoso, este mundo se nos caía a pedazos y solo teníamos que aguantar pero no podíamos hacerlo siempre.
-Es horrible... este mundo es horrible...
Dije y me quedé así, un momento abrazada en la persona que amaba. Intentando olvidar que esa realidad que le tocaba a Andrea hoy podría ser la mía de mañana.
Cuando Andrea por fin disparó a Amy, yo terminaba de destrozarle el cráneo a uno de los caminantes que habíamos derribado. Eché un vistazo alrededor antes de acercarme un poco a Andrea, que lloraba la pérdida de su hermana.
Desgraciadamente, esto que acababa de pasar sería algo que nos estaría persiguiendo durante el tiempo que consiguiéramos sobrevivir a esta mierda, porque nadie puede creerse, ni el mas ingenuo, que vamos a salir airosos todos siempre. Y lo de Amy es la primera prueba de ello. El primer aviso de que esto es real, y de que persiste como algo imparable. Porque hemos podido librarnos de unos cuantos pero ni siquiera sabemos hasta dónde llega esta situación. ¿Y si nos la encontramos vayamos donde vayamos?
Me quedo mirando a Andrea un rato pero finalmente solo puedo poner un momento mi mano sobre su hombro y separarme de ella de la misma manera. Yo no sirvo para consolar a nadie y además, cuanto antes nos hiciéramos a esto, mejor.
Otra que llora es Hannah, quizás por el choque de la calma y la nueva situación, quizás por empatía con Andrea, o quizás… No sé. Supongo que no puedo entenderlo aunque quisiera.
De nuevo, solo puedo poner una mano en su espalda al tiempo que decido ir a hablar con Rick, ignorando conveniéntemente la presencia de Lori.
- Tenemos que irnos de aquí – le digo cuando le encuentro – Hemos armado un follón demasiado poco discreto, es casi seguro que atraerá a mas caminantes a nosotros – comento llevándome una mano a la nuca – Lo único es que deberíamos esperar a la mañana, la luz nos vendrá mejor.
Quizás debería esperar a que todos se calmaran un poco pero honéstamente, creo que tenemos que aprender a reaccionar rápido ante estas situaciones. De nada sirve quedarnos llorando horas por haber perdido a alguien.
Amy no es la primera ni será la última, y eso es algo que todos deberían meterse en la cabeza. Al menos si quieren sobrevivir.
Joder, por fin acaban con la puta tia de la caravana, putos sentimentalistas.... La han mordido, esta muerta, punto.
Pienso hasta que el disparo suena, han tardado para mi gusto demasiado, entonces el pitufo de Shane propone que hay que irse. -No me digas lumbreras? Eso llevaba diciéndolo yo desde ayer. Quién no pueda dormir que haga guardias, juntaos todos en torno a la caravana, con los vehiculos alrededor, creando un parapeto. Si despues de la jartá de tiros y de éste ultimo no vienen más, es que están demasiado lejos para llegar antes de que nos larguemos en la mañana....
Por cierto, una enhorabuena por las medidas de alarma colocadas, han funcionado de pena, espero que ésto sirva para la próxima vez colocarlas mejor....-
Comento tras dejar recogidas mis cosas para partir en los primeros rayos de sol, me enciendo un cigarro y abro una cerveza mientras me siento a los pies de mi moto y me apoyo la espalda en ella.
Una vez deje la pistola a Andrea, me acerque a mi familia y Lori, se disculpo por utilizar ese palo contra un caminante.- Tranquila no pasa nada, pero la proxima vez hazme caso y no te separes de Carl- Sonrei cansado y aun pensando en todo lo que podia haber ocurrido de mas.
De momento Andrea, se debatia en si su hermana seguia siendo su hermana cuando despertara, esa sensacion la vi con Morgan y tenia que avisarle de que no viniera a Atlanta.
Abrace a mi mujer y mi hijo- Encontrare un sitio seguro...- Dije pensando en cual podia ser, pero que moveria cielo y tierra en este desconocido mundo para encontrarlo.
Con el abrazo protegia a Carl, que no mirara la escena de Andrea y finalmente sono el disparo y seguidamente como lloraba desconsoladamente.
Hay esperanza Lori, aunque ahora no lo veamos, pero tiene que haber un sitio alejado de todo esto y lo encontrare...Volveremos a estar como antes.
Abrace a las dos personas que mas amaba de este mundo y los bese de nuevo.
Tras un rato senti la voz de Shane, a mi espalda y me gire para verlo, pero sin separarme de mi familia.
Como bien dice Merle, habra que agruparse y montar guardia toda la noche. Partiremos al amanecer...
Yo puedo hacer la primera guardia- se ofrece Dale. Había observado desde lejos la escena de Andra y Amy. La había dejado sola con su dolor -a decir verdad, poco podían hacer al respecto en estos momentos- y tras el disparo, sabía que todo había acabado, al menos por hoy.
Rick, creo que mañana antes de marcharnos deberíamos hacer un entierro digno para... Amy- susurra.
Kevin apartó a Earlene de aquella escena dantesca. Había tanto dolor en el ambiente que hacia falta ser una persona del todo insensible como el mayor de los hermanos Dixon para no sentirse afectado por la situación. La detonación del disparo no lo sobresaltó físicamente, pues era esperado, pero aun así le afecto en una parte de su interior. La zona donde se ocultaban todos sus temores más oscuros. ¿Llegaría el a tener que verse en la misma tesitura una vez encontrase a su hija? ¿Toda su búsqueda y ansiedad se resumirían en un único disparo que proporcionase paz a su ser mas querido?
Desde el comienzo de aquella locura, todos se habían visto obligados a tomar decisiones difíciles. Decisiones que en mayor o menor medida les arrebataban una parte muy importante de su ser. Les arrebataban su humanidad.
Habían pasado varias semanas, pero el recuerdo estaba fresco en su mente como si acabase de ocurrir en aquellos momentos.
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Kevin miró por la ventana del comedor con el corazón en un puño.
Las cortinas estaban medio echadas, pero aun se podía percibir el interior del sombrío salón. Después de violar a la mujer, Robert la había vuelto a maniatar con las esposas, y la subió arrastrándola como un cruel carcelero. Nunca le había caído bien ese gilipollas, después de todo era un ricachón que se tiraba a su exmujer, pero jamás podría haberse imaginado que fuese un completo desequilibrado.
Tras varios días de pesadilla en el bosque, a su llegada a Milton, había descubierto que Earlene y Cady no estaban en el refugio del ayuntamiento. Así pues había decidido ir a la vivienda propiedad de Robert Serafín, la nueva “pareja sentimental” de su ex mujer y el tipo más asquerosamente rico del pueblo.
Nada mas llegar al lugar, una sombría sensación se había apoderado de él. Algo en el ambiente le había prevenido poniéndole los pelos de punta, y él siempre se fiaba de su instinto; así que en vez de picar a la puerta principal, realizó una vuelta alrededor de la pequeña mansión y acabó entrado por la puerta trasera de los terrenos de la propiedad.
El hedor a muerte, le había guiado hasta los cadáveres descompuestos de los hombres que se encontraban apilados como troncos en el suelo de la pequeña caseta del jardín; lanzados allí, entre los aperos de limpieza de la piscina como si fuesen meros objetos rotos. Los cuerpos tenían claras marcas de violencia y las manos atadas a la espalda con bridas de plástico. Por el disparo que presentaban en la cabeza era obvio que habían sido ejecutados a la vieja usanza.
Después de ver aquello, un ruido proveniente desde la casa había llamado su atención, y al acercarse a la ventana de la cocina las terribles certezas que habían comenzado a formarse en su mente se vieron confirmadas. Mientras él había estado cazando animales en el bosque, Robert Serafín había estado cazando personas.
Un sentimiento a medio camino entre la repugnancia y el pudor le hizo apartar la mirada mientras la mujer era violada sobre la mesa de la cocina. Pegando la espalda contra la pared aferro con fuerza el rifle, conteniendo su ira para no caer en la tentación de actuar precipitadamente. Si entraba a lo loco en aquella casa las cosas podían acabar muy mal.
Así que había permanecido allí, durante los eternos minutos que aquella dantesca situación había durado, mientras sus nudillos se ponían blancos de la presión con la que agarraba su arma. Después, aquel desgraciado se había llevado a la vejada mujer al piso de arriba, dejándolo a él vigilante a trabes de la ventana del comedor, calibrando sus opciones.
Un rumor repentino a sus espaldas atrajo su atención y volviéndose, la sangre se le heló en las venas. Un grupo de caminantes se acercaban por el camino trasero de la propiedad, donde en un descuido se había dejado la puerta de la valla abierta.
- Joder.- Gruñó murmurando entre dientes.- Lo que me faltaba.-
Por suerte, desde su posición entre los arbustos del jardín, no era visible a los hambrientos seres, que trastabillando entraron por la puerta abierta, como si pudiesen seguir su rastro. Con un estremecimiento eléctrico, se alejó oculto por la maleza y se aproximó a la puerta trasera del garaje de la casa.
Rezando por que no estuviese cerrada con llave, giró la manija, y sintió gran alivio cuando esta chasqueó granjeándole acceso a la seguridad del interior. Al parecer Robert había confiado en que los caminantes no podían abrir puertas, olvidándose que aun quedaba gente viva en el exterior que si sabia hacerlo.
Cerrando la puerta tras de si, permaneció varios segundos inmóvil en el sombrío garaje intentando tranquilizar los latidos acelerados de su corazón, mientras trataba de percibir cualquier sonido procedente de las demás habitaciones de edificio. Escuchó varios murmullos apagados y sollozos que procedían del piso superior. Al parecer Earlene y aquella mujer no eran las únicas prisioneras de aquel desgraciado. Solo pensar en aquello su ira se inflamó con fuerzas renovadas.
Levantando el rifle avanzó hacia la puerta que daba acceso a la zona habitable de la vivienda y la abrió sin miramientos. Estaba oxidado, pero aun recordaba las técnicas de asalto que había aprendido en el ejercito, así que procedió a comprobar una a una que todas las estancias del piso inferior estuviesen despejadas de cualquier amenaza.
Habiendo peinado la parte norte del edificio, se desplazó hacia el recibidor de la mansión para ir hacia lo que parecían ser unos despachos.
Tan enfrascado estaba en el tema, que no se percato del silencio que se había apoderado de la pequeña mansión hasta que no fue demasiado tarde.
- Vaya, vaya… ¿Pero que tenemos aquí?-Exclamó una voz con pedantería.
Quedándose paralizado en el lugar giró levemente la cabeza hacia las escaleras del recibidor. Allí en lo alto, recortado ligeramente contra la luz del ventanal se encontraba Robert sonriente apuntándole con una pistola de gran calibre.
- ¿Otro listo que quiere quitarme mis mujeres?- Le preguntó Robert con una voz totalmente ida, acompañada de una complaciente sonrisa de tiburón.- Son mías ¿te enteras? no dejare que te las lleves. Ahora baja ese rifle o te mato aquí mismo.-
Una parte de la conciencia de Kevin se estremeció al ver el profundo y peligroso brillo de la locura en los ojos de Robert. La opinión bien forjada que siempre había tenido sobre aquel tipo, es que era un gilipollas integral, pero aquello era totalmente diferente. Robert había perdido totalmente la cordura, la situación en la que se veía sumergida el mundo simplemente había sido demasiado para su mente. Ni tan siquiera parecía haberle reconocido, así que asumió que hablar no serviría de nada. De todas maneras no tenia pensado perder el tiempo parloteando inútilmente con un loco.
Sabia que si se quedaba quieto, iba a acabar en la caseta de la piscina junto con los demás hombres que habían pisado aquella casa, así que simplemente reaccionó.
Sus movimientos fueron veloces, pero contenidamente economizados. Ahora necesitaba ser preciso y rápido, no se podía permitir el lujo de grandes tonterías como las que hacían los héroes de las películas, lanzándose por los suelos mientras disparaban a diestro y siniestro. Solo tendría una oportunidad y no tenia ninguna intención de desperdiciarla. Le iba la vida en ello.
Dando un súbito paso hacia el marco de la puerta, se agazapó flexionando las rodillas usándolo de parcial parapeto, mientras su arma se giraba hacia Robert con milimétrica prestancia.
Robert disparó apenas una fracción de segundo antes que él lo hiciese. La bala de esté, cogido por sorpresa por su repentina acción, no llegó a atinar, impactando en la pared a escasos centímetros de la cara de Kevin. Partes de yeso y astillas salieron despedidas impactándole en el lado derecho del rostro molestándole a la visión, lo que desvió ligeramente su disparo. Por desgracia para su adversario no fue lo suficientemente.
La bala cruzó el espacio que separaba a los dos en una fracción de segundo, y en vez de impactar en el rostro de Robert, dio de lleno en el hombro izquierdo, perforándole la clavicula y saliendo por detrás con un ruido de succión que quedó ahogado por el estampido del disparo.
Robert le miró con un estúpido gesto de sorpresa, mientras impulsado por el impacto de la bala trastabillaba peligrosamente hacia atrás hasta que impactó con fuerza contra la ventana. Esta, reventó hacia fuera y Robert cayó al vació con un patético grito ahogado.
Levantándose de su sitió, Kevin subió bufando las escaleras y se asomó por el agujero que escasos segundos antes había sido el amplio ventanal.
Robert se encontraba gimiendo de dolor en el suelo, con una de las piernas claramente rota y girada en un arco poco natural. Atraídos por el ruido y el olor de la sangre fresca, los caminantes que habían entrado en el jardín se acercaron al debilitado propietario como si fueran hambrientos tiburones.
Kevin se quedó allí inmóvil, viendo como Robert intentaba en vano alejar a los caminantes de él disparándoles con la pistola, hasta que uno de aquellos tambaleantes seres se dejó caer sobre su persona. Mordiéndole profundamente en la muñeca, el caminante arrancó carne y tendones dejando la mano practicamente recolgando y el arma cayó al suelo. Robert siguió resistiéndose mientras lanzaba agudos gritos que casi parecían emitidos por una mujer, pero el resto de caminantes llegaron hasta él, y entonces dio comienzo el festín.
Kevin no aparto en ningún momento la mirada, mientras los caminantes habrían el vientre de Robert y comenzaban a devorar sus entrañas, que parecían retorcerse entre sus manos como grandes serpientes blanquecinas recubiertas de sangre. Podría haberle evitado aquel sufrimiento en cualquier momento, pero aquel desgraciado no merecía su clemencia. Esperó hasta que practicamente la muerte se había apoderado de Robert, para levantar su rifle y apuntarle a la cabeza para dar fin a su suplicio.
No lo haría por pena, si no para evitar cualquier posibilidad de que aquel hijo de perra pudiese levantarse como caminante y matar a mas gente inocente.
Sin poder evitar esbozar una sonrisa irónica, gruñó una frase que siempre había querido decir.
- Yippi ka yei, hijo de puta.-
Y entonces apretó el gatillo.
El globo ocular izquierdo explotó como una fruta madura, acompañada por gran parte de masa cerebral y astillas de hueso. La sangre surgió a borbotones, expandiéndose rápidamente por el suelo, hasta derramarse por el borde de la piscina, y el agua comenzó a teñirse de un cálido color rosado.
Había matado a un hombre. Y por muy detestable que fuese debería haber sentido algo, sin embargo, en aquel momento solo sintió un vació indiferente en su interior.
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Earlene le aferró de la mano, sacándole de su ensimismamiento.
Suspirando, Kevin le miró con gesto agradecido, no era bueno perderse en los recuerdos cuando se encontraban en una situación como aquella. Y menos en aquellos que no eran especialmente agradables.
Pasándole el brazo por encima del hombro la atrajo hacia él y comenzó a alejarla del cadáver de Amy. Earlene ya había pasado por demasiado. Después de haber sido echa prisionera, violada y golpeada por un loco psicópata, obsesionado por perpetuarse en un mundo de muerte; lo ultimo que necesitaba su ex mujer era una situación que le recordase a Cady.
Desesperarse mas por el paradero de su hija no traería nada bueno.
Por esa misma razón, se desentendió de los comentarios de los demás. Sus discusiones eran un absurdo en aquella situación. No había nada que discutir. Lo que tenían que hacer estaba claro, largarse de aquel lugar y trasladarse a un sitio seguro. Un lugar donde pudiesen establecerse y mantener a salvo al grupo. Pero Kevin no estaba dispuesto a dejar a su hija abandonada en aquella ciudad de muerte. Acompañaría al grupo y dejaría a Earlene en lugar seguro, pero después volvería a la ciudad a buscar a su hija. Para bien o para mal el resultado final de su búsqueda era una incógnita, pero viva o muerta encontraría a Cady.
Aunque le fuese la vida en ello.
PD: Con un poco de retraso aunque no estoy del todo convencido del resultado final, pero bueno, espero que lo disfruten y felicidades al que haya leído todo el post XD.
No había mucho mas que discutir, ni mucho que hacer. La situación se había controlado, pero a que alto precio. El grupo había estado apunto de romperse... solo con el ataque de los caminantes y la muerte de Amy se había logrado mantener la unidad, débil, pero unidad al fin y al cabo.
En cualquier caso, estaba clara una cosa: este lugar ya no era seguro. El rescate que podría venir nunca existió y no podrían defenderse de los caminantes allí. Lo sabían. Por eso mañana decidirían marcharse de allí. ¿A donde? eso era un misterio que tendrían que resolver mañana...
Ahora solo quedaba descansar, pasar la noche (aunque mas de uno lo haría con un ojo abierto) y mañana sería otro día...