Partida Rol por web

Al incorporarse un crujido sordo seguido de un enorme estruendo llenó el lugar, en ese instante creyó Lean que los dioses le propinaban un rayo para terminar con su tormento, pero nada más lejos de la verdad, el lugar se había vuelto otra vez lleno de un aire irrespirable e imposible de ver debido a la nube de polvo que se levantó, la joven soltó varias palabras no muy agradables de reproducir para mostrar su descontento.

¿Qué es lo que había pasado? Tardó bastante antes que no sintió los lamentos y quejidos de Vast para hacerse una idea pero el aire opaco tardó un buen rato a levantarse mientras la chica empezaba a buscar a su compañero a pasos cortos y dolorosos.
Fue entonces cuando llegaron los refuerzos y al sentir la mano de Zzarat en su hombro, Lean sintió desvanecer sus fuerzas, su piernas perdieron fuerza a pesar de que luchaba por mantenerse orgullosa y en pie. –Mis costillas… creo que…ugh! tengo varias rotas…- le respondió con un hilo de voz a su pregunta. Y se desvaneció por segunda vez.

***

Poco después despierta atendida por el rátido quien el parecer obra poco menos que milagros. Ahora puede volver a respirar otra vez sin problemas y la agonía ha dado paso a músculos sencillamente doloridos. La joven toma las manos de su salvador en señal de agradecimiento, y luego pone una de las suyas sobre su hombro. –Gracias Zzarat, sin ti creo que no habría tardado mucho en ser bocado de estas apestosas criatu...- pero ni siquiera empieza sus más sinceras bendiciones porqué Cromvar se desploma de la peor de las maneras. La joven abre los ojos incrédula, y se lanzan, ella y su sanador a constatar el estado del moribundo elfo: -¡¡Rápido tienes que ayudarle, que se nos va!! ¿De donde c#%# salió esa cuerda?-

" El bosque volvía a reverdecer, la primevara llegaba.
Donde quiera que posara la vista la vida estaba presente. Los pasos lo llevaron por senderos conocidos a la profundidad de su hogar... inmaculado.
Oyó risas familiares que lo condujeron hacia un claro especial en su memoria... una punzada le recorrió la espalda. Allí parecía que no habia nadie...después vió  alguien tendido en el centro y se acercó cautelosamente aunque no había motivo para alarmarse... nadie con una espada clavada en el pecho de esa manera podría vivir... hasta que se le heló la sangre.
Aquel en el claro era él mismo, Göiblyangîr profundamente clavada brillaba roja bajo el sol."

- Noooooooo!!! No es cierto!! Intentó gritar aunque sus compañeros solo consiguieron escuchar un leve murmullo y el gorgoteo de la sangre en la boca del tendido Cromvar. La razón llegaba tras el velo del dolor, apagada, sumido en el sopor de la inconsciencia que se negaba a dejarlo.
La oscuridad lo envolvió todo.

El estruendo producido por la caida del elfo casi hizo que Veidan le acabara de romper la pierna al humano, en lugar de apañársela.

- ¡Crom!- gritó alarmado al tiempo que se dirigía hacia él. Se arrodilló a su lado observando su herida con detenimiento y alzó la vista hacia el rátido- ¡Zzara't, tienes que hacer algo! ¡Por todos los dioses!- añadió lleno de rabia mirando al agujero en el techo- ¡¿Como es posible que tengamos tan mala suerte?!

Sus propias palabras resonaron en su cerebro y en un instante se dió cuenta de que, de hecho, la suerte siempre podía empeorar. Se levantó de golpe y se dirigió corriendo hacia la primera ventana que encontró abierta, dispuesto a vigilar la calle. Lo único que nos falta es que ahora nos rodeen esos engendros...

-Ayayayay... Oyoyoyoy... Uuuuuuuh
El valiente bribón ponía a prueba su fuerza de voluntad mientras Veidan le hacía un vistazo a la rodilla. Vast no paraba de respirar velozmente mientras acercaba sus manos a su herida y las retiraba de golpe, como si no se atreviera a tocarse la rodilla (y bueno, el medioelfo tampoco le hubiese dejado).

Cuando de repente cayó Cromvar con toda la dignidad del mundo.

-¡Joder "Orejas", ¿Los elfos siempre teneis que intentar superar a los huma...? ¡Ostias! Tio, te lo decía en broma.
Vast no paraba de respirar velozmente mientras acercaba sus manos a la cabeza del elfo y las retiraba de golpe, como si no se atreviera a tocar el herido.

A través de la ventana se podía ver una calle estrecha. Las casas casi estaba pegadas entre se, pero un par de hombres podrían caminar juntos por el estrecho callejón al que daba la ventana de la destrozada casucha. La luz que iluminaba el lugar era mortecina, debido al negro humo que se elevaba de las casas quemadas. Se oían murmullos lejanos de no muertos, y el retumbar de las rocas al chocar contra la muralla, pero de momento, nada parecía moverse en la callejuela. De momento...

Iba a sonreír a la joven Lean, agradecido por las muestras de agradecimiento que la recia muchacha me dedicaba. Sé que no debe ser lo más fácil para ella, sé que le gusta mantener una apariencia fuerte... por eso creo que tiene más mérito. La caída debe haber sido dolorosa y por eso...

¡Paf! Antes de poder saber qué ha pasado Crom ha reventado contra el suelo. Del susto casi se me cae el ungüento de las manos. Durante unos instantes soy incapaz de moverme, como si mis ojos tuvieran serias dificultades para procesar lo que acababa de ocurrir. ¿Era mi imaginación?, ¿me gastaba la Gran Madre una broma pesada?

La sangre de Crom me demuestra que no: esto no es una broma. Me abalanzo sobre él como poseído y, sin mediar palabra,  ignorando el temblor de mis manos y el sudor que me cae por la espalda, lucho por salvar a mi amigo.

El ungüento sagrado que poseía Zzarat, hecho de la misma sabia de los arboles antiguos y protectores de su tierra, volvió a obrar otro milagro. Al cabo de un instante, la fractura en la cabeza de Cormvar pareció cicatrizar mágicamente. La sangré dejó de brotar sus heridas y la respiración del elfo volvió a se normal. Había pasado el peligro para el legendario héroe.

Una vez más se obra el milagro de la Sagrada Madre; pues es Su propia sangre la que está curando a Cromvar, Su sangre la que mana de los ancianos árboles que como escarpias crecen del fértil suelo de mi hogar. Durante unos instantes me olvido de la preocupación, del miedo, de la angustia al ver a Cromvar formar parte del suelo y me veo catapultado de vuelta a los parajes de mi tierra, al mecer de las ramas acariciadas por el viento y el susurrar de la Madre entre los árboles.

Me pongo en pie guardándome un suspiro de alivio y repaso el estado de mis compañeros. Maltrechos, malheridos, derrotados; Lean, cubierta de sangre medio seca, herida en su cuerpo y en su orgullo; Veidan, con heridas que tardarán en curar; Cromvar, un cruce entre elfo y despojo; Vast, más angustiado de lo que parece; y yo... Gran Madre, ¡lo que yo daría por un camastro!

-Creo que es hora de que dejemos este lugar y busquemos dónde descansar -propongo.

Observa como las heridas, mortales sin duda alguna, del elfo cicatrizan frente su atenta mirada en apenas unos minutos o ¡ni eso! Lean esta asombrada mira alternativamente a Zzarat y al moribundo, boquiabierta. Ciertamente era increíble lo que aquél rátido era capaz de hacer, sin quererlo de pronto se siente transportada en momentos dispersos de su pasado. ¿Cuantas veces en estos últimos dos años estando sola se había tenido que remendar sus heridas, aprendiendo con gran dolor un ejercicio que se aprendía con años de práctica? Pero el apremio y la necesidad son grandes profesores, acierto y error el único sistema a su alcance. Intentarlo le podía, y le había, salvado la vida en más de una ocasión, ya fuera por hemorragia y posibles infecciones. ¿Cuanto tiempo había caminado con una pierna sin fuerza o un brazo sin resuello?. Y sin más, ahora se obran milagros y el elfo vuelve en si.

Tarda aún algo, antes de responder a la pregunta. –Si, claro. Aquí solo seremos presa fácil. Parece que hemos venido a Talin solo para cosechar dolor, si al menos tuviera la certeza…- Concluye mientras sus ojos grises se pierden en el vacío como si pudiera ver más allá de los muros que han dejado atrás.

El semielfo se giró hacia sus compañeros para informarles de lo que havia visto.

- La calle a la que da esta casa está despejada, de momento- dijo con un suspiro un poco aliviado. Solo un poco- es una callejuela estrecha, pasan justo dos hombres y si queremos movernos, como aquí nuestro amigo rátido propone,- añadió con una leve inclinación de cabeza a Zzara't- es el momento de hacerlo antes de tener compañía no deseada. ¿Podeis valeros por vosotros mismos?- preguntó mientras echaba una ojeada más detallada a la habitación donde estaban.

"Notó por sus venas la esencia de un bosque que solo recordaba, antiguo y poderoso. Un beso cálido, como el de una Madre, en la frente, que lo devolvió a la realidad"

-... la realidad! Sobresaltado intentó incorporarse y se llevó la mano al pecho, hasta que el estallido de dolor en la cabeza lo tumbó de nuevo. Se palpó la frente, donde notó el ungüento de Zzarat del que le llegaba el profundo olor del bosque. - Gracias Zzarat... de nuevo. Murmuró entre oleada y oleada de dolor que le traian el recuerdo borroso de lo sucedido justo antes. - Maldita cuerda!

Escucha las palabras de Veidan todavía tendido, pero por ningún motivo ralentizará el grupo, así que demostrando más fuerza de la que seguramente dispone, se levanta.  Apoya la espalda contra una pared y bebe un trago de agua que le sabe su propia sangre.- Por mi no os preocupeis mientras pueda mantenerme en pie y blandir la espada. Tras limpiarse el regusto a hierro de la boca se siente ligeramente mejor y dedica una ojeada al grupo. Sus conclusiones no son mejores que las de Zzarat, pero deben salir de ahí.

- Que ves Veidan?

A Vast se le olvidaron los problemas mientras veía la pronta recuperación del elfo. ¡Sin duda Zzarat se haría de oro si decidía hacer de matasanos en una ciudad humana!

Pero igualmente el bribón guardó cierta dosis de escepticismo cuando Cromvar aseguraba que podía mantenerse en pié y blandir un arma. Así que ayudó a su compañero a incorporarse y se ofreció como punto de apoyo, como mínimo hasta que hubiesen dado unos pasos...